Un cuento corto mio, escrito hace muchos años. A recordarlo!
El accidente
El Sr. George
Duncan entraba en la librería. Le informaron que los libros que había pedido ya
habían llegado y se los mandarían al castillo ese mismo día. Se acercó para
pagar y prácticamente chocó con una bella dama, que conocía de un baile pues su
hermana los había presentado. La saludó serio y se retiró. Ella estaba
cohibida... lo conocía bien del baile y por comentarios de dicha hermana, pero no tenía
ningún tipo de esperanzas, pues sus clases sociales eran completamente
diferentes. El, el dueño del castillo más grande de la comarca y ella una
simple campesina. Pagó su libro y se apresuró a salir pues se acercaba una
tormenta grande y ella debía caminar para llegar a su casa.
Unos segundos
antes salió a caballo el Sr.Duncan. Se oían muchos truenos y se había levantado
un viento fuerte.
Ella caminaba,
tapada con una capa, con su cabeza
gacha, inclinada hacia delante. De pronto, vio el caballo con el noble, delante
de ella. En ese momento un relámpago seguido por un trueno infernal , asustó al
caballo y se encabritó. El jinete cayó al suelo, golpeando sobre un tronco, con
su pierna derecha. Se sintió el golpe de rotura de hueso y un gemido. Quedó
tendido en el suelo. Katherine, al ver
lo sucedido, se acercó para socorrerlo. Cuando llegó a su lado, el estaba
desmayado por el dolor. Empezó a llover...
Ella miró a su
alrededor...nadie a la vista. Le tomó la cabeza, puso su capa para apoyarla y
cuando vio la pierna, quiso acomodarla, pero noto que estaba rota. El volvió en
sí y ella le dijo que se quedara quieto, que ella iba a ir a buscar ayuda. El
entonces le dijo que fuera al castillo pues estaban cerca, para que vinieran a ayudarlo. Katherine, miró, pensó y se acercó al caballo. Le tomó de las riendas
y levanto su pollera para subir a horcajadas en el. Se acomodó y salió al
galope hacia el castillo, con su vestimenta ondeando al viento.
Vinieron con el carruaje y ella tomó su capa del suelo (estaba sucia y mojada)
y su libro también empapado, y se dispuso a volver a su casa. Para ese entonces
llovía torrencialmente. Pero en medio de su dolor, George ordenó que la
llevaran con ellos y luego la alcanzaran en el coche a su domicilio.
Al volver ella
quedó pensando en todo lo ocurrido. Se rió cuando recordó como subió al
caballo. Esperaba que el no lo hubiera notado...
Al día
siguiente, amaneció con un sol radiante, y Katherine decidió caminar hasta el
castillo para preguntar como estaba el dueño. Estaba hablando con el mayordomo
preguntándole , por el estado del noble, cuando un joven muy amable se aproximó
diciendo:
-
Buenos días, Vd. es la joven que ayudó ayer a mi
hermano... le agradezco tanto! Como podemos pagarle?
Ella se sobresaltó y en seguida dijo:
-
No, no, por favor... nada. Yo sólo vine para ver como
estaba y ya me retiro.
El le hizo un gesto y le pidió que se quedara.
Había tenido una idea...sabía que ella era muy inteligente y que leía mucho.
Estaría dispuesta, a cambio de un buen pago, a leerle la correspondencia al
hermano y quizá escribir alguna carta? Pues el debía quedar acostado, sin poder
moverse, por un tiempo. Primero no sabía si aceptar, pero el era tan amable y
le insistió tanto que al fin dijo que sí. Contento le dijo que la esperaria el día
siguiente a las 9 hs.
A la mañana
temprano, Edward fue a ver a su hermano. Ya estaba protestando, que tenía mucha
correspondencia para contestar y que en esas condiciones no lo podía hacer.
Entonces le dijo:
-
Quédate tranquilo. Ya solucioné este problema.
Conseguí una persona que venga a leer tus cartas y escribirá lo que le digas.
Viene hoy a las 9.
George se quedó sorprendido y le agradeció. En
ese momento le trajeron el desayuno y se habló de otras cosas.
Un momento
antes de las 9 sintieron que venía alguien. Edward se adelantó e hizo pasar a
Katherine. Cuando George la vio, palideció. Era ella, la que ocupaba sus
pensamientos desde aquel baile... la misma que subió raudamente al caballo y
fue a buscar ayuda. La que le puso la capa para apoyar su cabeza... pero no, no quería saber nada de lo que su
corazón le decía... no podía ni soñar con esa campesina... que sin embargo era
tan dulce, tan buena, tan bonita y que lo ayudó en tal forma...
Se hizo un
silencio grande, que Katherine interrumpió diciendo: -
-
Cómo se siente? Su pierna le duele mucho? Qué le dijo
el médico?
Edward le
contestó todo y mirando de reojo a su hermano, comprendió que algo pasaba en
ese corazón que se hacía el duro y pensó que esta dama le iba a hacer muy
bien. Entonces, los dejó solos.
El seguía
callado...hosco... cuando ella le preguntó si quería que le leyera la
correspondencia , el gruñó, asintiendo. Entonces ella empezó a leer las cartas
y el le decía que debía responderle. Cuando ella se sentó para escribir, el la
miraba y recordó como subió al caballo para buscarle rápidamente ayuda... y se
sonrió.
Al mediodía,
cuando le trajeron el almuerzo, pidió que ella lo acompañara.
Pasaron los
días... y ambos se habían acomodado a las circunstancias... trataban de no
pensar en lo que les decía el corazón y disimulaban sus sentimientos.
Un día llovió
a la mañana temprano, entonces Katherine no salió. Mientras tanto George la
esperaba, veía que llovía torrencialmente, pero igual necesitaba su presencia.
Se puso de muy mal humor y no quiso almorzar.
A la tarde
temprano, salió el sol. Entonces Katherine se dirigió al castillo... y cuando
entró en la habitación, sintió su enojo. El le dijo casi gritando:
-
Porque no vino esta mañana? Se le paga para que venga
a las 9 hs
Apenas había dicho estas palabras, se arrepintió, y la miró para ver cual era su
reacción... ella no dijo una sola palabra, se acercó al escritorio y empezó a
abrir las cartas, pero sus ojos se le nublaban con las lágrimas que pugnaban
por salir...
George al
verla así, y con el corazón compungido, la llamó. Ella se acercó con las cartas
en la mano... el se las sacó y le tomó la mano, acercándola más. Ella no lo
miraba, pues no quería que la viera llorar... entonces el le pidió:
-
Katherine, míreme, por favor... le pido disculpas por
mis palabras... he sido un necio! Perdóneme! Venga, acerque una silla aquí a mi
lado...
Ella le obedeció pero seguía callada...
entonces, después de unos minutos de silencio el continuó:
-
Yo debo confesarle algo... desde que la conocí en el
baile, no me la puedo sacar de la cabeza. Me atormenta continuamente. Lucho con
mi razón, pues no debo... pero hoy me di cuenta que no podré vivir sin Vd... y
por eso quiero pedirle que acepte mi mano... y que sea mi esposa!
Lo dijo todo rápidamente, y al mirarla la vio
asombrada... con los ojos, donde aún había una pequeña lágrima, bien
abiertos... sin poder articular palabra.
Después de un
tiempo, ella reaccionó y dijo:
-
Pero Sr.George,
los dos somos de distintos niveles sociales... no es correcto... yo no sé que
decirle!
Entonces, el
sonrió y dijo:
-
Lo único que debes decir es SI
Su mirada fue tan tierna, que ella al fin musitó: -Si.
Entonces el la acercó, le tomó la cara
con sus manos, y empezó a besarla muy suavemente. Sus corazones alocados,
latían al unísono.
Y ya no
importaba el nivel social. Eliane Bösch
Editado por Eliane Bösch