Para el Día Internacional de la Mujer, quiero hacerles conocer a una colega a quien admiro mucho por su trabajo. Nuestra amistad ha comenzado en los eventos literarios, donde he llegado a conocer su obra, la cual me parece muy especial...
Edith, en el año 2005 supo que tenía Hepatitis C y comenzó un año duro de tratamiento donde aprendió sobre las hepatitis virales. Supo que había vacuna para la A y la B, pero la C aún no tiene. Cuando aparecen los síntomas, puede ser tarde y su marcha silenciosa, termina en una cirrosis o cáncer.
Fue obstetra durante 43 años y al ver lo poco que se sabía sobre esta enfermedad, formó un grupo de prevención, llamado Hepatitis C - Rosario (ciudad de la provincia de Santa Fe, donde reside) y tiene una página:
http://www.hepatitis-c.com.ar/ que pueden visitar.
Su slogan es:¿Tenés hepatitis B o C? ¿No? ¿Como lo sabés?
Las formas de contagio son: 1. Transfusión de sangre antes 1992 2.Compartir jeringas
3. Sexo sin precaución 4. Piercing, tatuajes, odontología, manicuria, sin la debida esterilización.
Y a continuación voy a transcribir algo que ella escribió y que me pareció muy interesante.
Se llama: TRANSCURSO SORPRENDENTE
De niños los cambios biológicos e intelectuales aparecen como extraños a los ojos paternales, a medida que van sucediendo.
La pubertad evolutiva confunde a los mayores. El joven opina casi como adulto, desobedece, empieza a crear su futuro. Se manifiesta en disciplinas variadas asombrando con múltiples virtudes. Todo parece querer abarcarlo. Incursionar es su estilo. Vive excitado.
La vida lentamente le va poniendo "techo" y el joven adulto continúa desechando y adquiriendo conocimientos que lo van transformando en ese constante aprender.
Casi mágico. Pasos agigantados para adelante, caídas, sinsabores, inmensas alegrías. Todo parece darse cita en la vorágine vital.
Aparece el amor que desilusiona, duele o exalta.
El hombre busca rumbos. Alcanza metas, fracasa en otras. Cambia
Constantemente cambia. Modifica objetivos, estudia, lee, se emociona. Va descubriendo la vida.
Busca la convivencia con su par en paz y armonía. Quiere hijos. O no.
Quiere tener una profesión, un trabajo, un estilo. Organizar su economía con las posibilidades reales , ordenar una familia propia, madurar. Amar, disfrutar su sexualidad a pleno, viajar.
Un magno abanico de posibilidades está en oferta ante sus ojos si la buena suerte se suma un poco en el trayecto.
Y llega a ser adulto "grande", encaneciendo lentamente, pisando heroico la cima de sus aptitudes.
Aun así sigue siendo difícil el camino emprendido. Atrás va dejando padres, abuelos, amigos que partieron de una u otra forma. El cementerio empieza a ser ese lugar apto para llevar una flor.
El médico es el personaje de consulta anual. Comienza lentamente a tomar pastillas, regular comidas, realizar ejercicios aconsejables.
Las canas y las arrugas le recuerdan su peregrinar, en cada encuentro con el espejo. El amor se vuelve esquivo, difícil, complicado. Las exigencias son mayores. Todo empieza a costar un poco más.
El hombre sigue El acúmulo de vida lo ha enriquecido a niveles insospechables. Casi sin darse cuenta comienza a devolver con sabiduría el tesoro único y exclusivo que encierra. En cada paso, en cada acción sobresale su madurez exquisita. La desparrama por doquier. Quiere, necesita seguir aprendiendo, ahora más que nunca, porque sabe lo mucho que no sabe.
¿Sorprende? Quizás a los más jóvenes que un tanto distraídos alcanzan un día a darse cuenta que el "viejo" aún asombra. Porque está vivo, porque sigue creciendo hasta el final.
Porque sólo estará muerto cuando muera. Y aún así no desaparecerá. Su genética quedará enclavada junto al recuerdo de aquellos que lo conocieron bien
Edith Lucia Michelotti