Un grupo de ranas saltaban y chapoteaban en el río felices y
contentas. Llega la tormenta, dijo una de ellas, será mejor irnos a casa. Dos
de estas ranitas; Gu (de Gumersinda) y Bru (de Brunilda) eran inseparables
desde renacuajas.
Vamos Gu, dame la mano y corramos que nos pilla el chaparrón.
No, no espera Bru, allí enfrente se mueve algo, dijo Gu, creo que es tu
hermana, vamos a esperar porque nos necesitará para llegar a casa.
No es mi hermana, es solo una hoja verde mecida por el
viento, coge mi mano y fíate de mí.
Es tu hermana y no podemos dejarle a su suerte, si lo sabré
yo que he jugado mil veces con ella, debemos esperar.
Pero mujer, respondió Bru un tanto enfadada, si sabré yo
mejor que tú si es o no mi hermana, tú solo fíate de mí, es una hoja verde,
coge mi mano que al final la que se ahogará en la tormenta serás tú por
cabezona…
Hay que decir que a Gu le gustaba tener razón y la hoja ya
era una rana por convencimiento propio.
La tormenta llegó, fuerte, furiosa, como deben ser las
tormentas. Las dos ranitas fueron devoradas por el torrente del río que no
pidió explicaciones de si era una rana o una hoja verde.
MORALEJA: Fíate de quien te
tiende la mano, al final da igual hoja verde o rana a lo lejos, lo importante
es quien te sujete en la tormenta… perder no debería ser una opción.