Aprendes las letras y a formar palabras con ellas. Son semillas. Algunas llegarán a ser plantas de aforismos, repetidas después con una sonrisa o con un gesto de complicidad. Las habrá que echen raíces de enredadera, cuyos zarcillos se enhebrarán a otras hasta hacerse cuento, crónica o poema. Algunas especiales son palabrichuelas mágicas, de esas que ascienden hasta ser novelas o tratados de filosofía.
Es curioso lo biológicas que pueden llegar a ser las
creaciones de palabras. Pueden vivir como árboles centenarios o ser flor de un
día; extenderse en varios volúmenes o limitarse a un haiku.
Las que hoy me interesan son las caníbales, poética blackout,
que colonizan una página escrita, se alimentan de ella y dejan a la vista solo
un esqueleto luminoso. Tienen formas ingeniosas, de una belleza sutil.
Y, también, los textos deconstruidos, híbridos entre
literatura y collage, flores exuberantes de lenguaje visual y táctil.
Estos son algunos ejemplos de textos blackout y
deconstruidos de los talleres de Viloria y Tordesillas.