La semana pasada trajimos al taller un comentario muy sugerente de María José González que aterrizó en las redes sociales:
"Hoy por primera vez en mi vida me ha
hablado un semáforo. Estaba yo sola y no he querido pararme a escucharlo. 'Vive' en mi barrio y creo que nos vamos a cruzar a menudo. ¿Qué hago
la próxima vez que nos encontremos?"
Y aquí os dejo como otras veces algunas sugerencias de otras olas del mar:
Querida amiga:
Supongo que si te has atrevido a hacer esta consulta tan particular,
querrás que te ofrezca una respuesta clara, así que, sinceramente, yo te
recomendaría que te acercaras hasta el semáforo en cuestión y le preguntaras
cuál ha sido el motivo de su osadía, porque ya me contarás, después de tanto
tiempo pasando a su lado sin decir una sola palabra, va ahora y te deja a
cuadros, sin saber siquiera qué hacer ni qué contestar.
Si ves que su intención ha sido buena o que simplemente ha sido un acto de
buena educación, puedes, con el tiempo, incluso llegar a mantener una relación
de amistad, ya que te podrá poner al día de todo lo que ocurre en la calle:
cómo está el tráfico, si ha pasado frío por la noche o calor durante el día... En
fin, mantenerte al día de la más ferviente actualidad.
Si, por el contrario, al acercarte a él no percibes buenas vibraciones, será
mejor que escojas otra calle para ir de camino al trabajo y te olvides por
completo de ese ¡parlanchín!
Alicia García (Geria)
Querida
Yose:
Es un
poco delicado el asunto de tu pregunta, y no sé si estoy capacitada para darte
respuesta, pero como me gusta meterme en todos los charcos, allá voy...
Primero
está la parte en la que te ves obligada a verlo todos los días. ¿No puedes cambiar
de ruta y así terminar con el dilema? Sería lo más sencillo. De no ser así, tal
vez deberías analizar tu comportamiento y averiguar si no habrás sido tú la
culpable, con tus tocamientos del botón del stop, la que ha propiciado que el
pobre semáforo rompa con su voto de silencio. O has notado que el verde es más
verde cuando te acercas, que el rojo se vuelve encendido y dura y dura para
tenerte cerca.
Espero
que reflexiones y tomes la más correcta de las decisiones, y tanto si decides
hablarle como si no, sea con todas las consecuencias y que no le causes más
sufrimientos de los estrictamente necesarios al pobre semáforo.
Recibe
mis más cordiales saludos.
Rosa (Tordesillas)
Conversaciones con un semáforo
Hola, Mª José:
Ya veo que tienes un pequeño dilema con tu semáforo.
Claro está que los
semáforos no hablan, solo son dispositivos electrónicos que cambian de color,
según la programación. Pero también salva
vidas, luego es posible que tengan sensibilidad… Están en contacto con
las personas todos los días, haga frío o calor, siempre dispuestos a ayudar y, sobre
todo, a controlar…
Creo que debes acercar la oreja al metal y esperar… Los más
sensibles son los semáforos con dispositivos electrónicos para invidentes. Quizá recibas alguna información, consejo, o simplemente te proteja de algún
conductor despistado… ¿O temes que te conozca demasiado y te haga algún
reproche?
Un saludo.
Isabel (Tordesillas)