
¿Esta vez triunfarán definitivamente los gatos del trueno?
La diferencia, en todo caso, está entre el texto que quiere producir un lector nuevo y el que trata de anticiparse a los deseos del lector que puede encontrarse por la calle. En el segundo caso, tenemos el libro escrito, construido según un formulario adecuado para la producción en serie: el autor realiza una especie de análisis de mercado, y se ajusta a las expectativas. Con la distancia puede verse quién trabaja mediante fórmulas: basta analizar las diferentes novelas que ha escrito, para descubrir que, salvo los cambios de nombres, lugares y fisonomías, en todas se cuenta la misma historia. La que el público pedía.
INTERVIEWER: Have you read The Da Vinci Code?
ECO: Yes, I am guilty of that too.
INTERVIEWER: That novel seems like a bizarre little offshoot of Foucault’s Pendulum.
ECO: The author, Dan Brown, is a character from Foucault’s Pendulum! I invented him. He shares my characters’ fascinations—the world conspiracy of Rosicrucians, Masons, and Jesuits. The role of the Knights Templar. The hermetic secret. The principle that everything is connected. I suspect Dan Brown might not even exist.
[1] «Abigor, peca por nosotros... Amón, ten compasión de nosotros... Samael, líbranos del bien... Belial, ten compasión... Focalor, dirígete a mi corrupción... Haborym, condenamos al señor... Zaebos, abrirás mi ano... Leonardo, rocíame con tu semen y quedaré manchado».
Adso, sin aquellos benditos oculi ad legendum no logro comprender lo que hay escrito en estos libros. Léeme algunos títulos.
Cogí un libro al azar:
—¡Maestro, no está escrito!
—¿Cómo? Veo que está escrito. ¿Qué lees en él?
—No leo. No son letras del alfabeto, y no es griego, no podríais reconocerlo. Parecen gusanillos, sierpes, cagaditas de mosca...
—¡Ah! es árabe. ¿Qué más hay?