Marianito Grondona en las Clases, dedicado cada vez más a la historia argentina, pugna por que la indagación en ese campo se comprometa a rescatar los mejores valores del pasado y transmitirlos a la actualidad. Marianito se manifiesta cultor de ciertos heroes pretendidamente inmaculdos, cuya vida vale la pena estudiar no tanto con el propósito de cultivarse sino de aprehender valores que -nos advierte- por cierto no han de ser interpretados según nuestros cánones.
Deifica así al llamado (por él y por otros),
Santo de la Espada, un San Martín heróico e idealista, henchido siempre de coraje, repleto de honor, moldeado en bronce, y como es natural, carente de miserias o defectos. San Martin encarna todos los valores de la tradición guerrera, lucha y se desangra por la fe que lo empecina, etc. En fin, no quiero seguir mucho con el discurso ultramontano que caracteriza a una sola figura con todas las bondades humanas -y hasta inhumanas- y le atribuye todos los méritos, por ejemplo soslayando, tratándose del tema, de la participación británica en la gerra de independencia.
No puedo ni quiero juzgar el libro de Fernandez Díaz porque no lo leí, pero sí escuché dos "clases" de Marianito y me quedé disconforme con la insistencia en el enfoque casi mítico (épico lo llaman el autor y él), a mi entender ya superado.
En un momento Marianito dijo que en las guerras de la actualidad no hay más coraje: se aprieta un botón. Antes -siglo XIX-, el combatiente estaba tan dispuesto a matar como a morir, y sea que le tocara una u otra fortuna, en el desenlace el enemigo siempre terminaba mirándolo a la cara. Más adelante Marianito evocó gratamente este ethos aplicado a la conducta de los pilotos argentinos en la guerra de las Malvinas, estimando al máximo -y con justicia, comparto- sus hazañas. ¿Pero no era que, dicho por Mariano 10 minutos antes, en el acto de apretar un botón no hay coraje? Pues es lo que hicieron los pilotos argentinos al soltar las bombas y disparar los misiles sobre la task force.
Volviendo a cuál es la imagen a tener de San Martín,
se sabe que no quiero restarle reconocimientos cuando por mérito propio bien ganados los tiene. Los hechos de armas terminaron demostrando cúan magnifíca fue su audaz estrategia, por no hablar -y tampoco ahorro adjetivos aquí- del notable liderazgo que habrá tenido para ser capaz de implementarla exitosamente. Sí creo, siguiendo a Garcia Hamilton, uno de sus biógrafos más críticos, en que la valoración hecha de él por las sucesivas y sobre todo recientes generaciones ha abusado del prestigio del Libertador para imponer un determinado modelo de sociedad, enraizado en la cultura hispánica, para la cual viene anillo al dedo la semblanza de figuras encumbradas por la práctica marcial. Ya Alberdi advertía contra este peligro, y Mariano no lo niega. Peligro comprobado en el manejo político hecho por Perón con motivo del "año del libertador", cuando intentaba burdamente identificarse con San Martín.
O en el mismo sentido, ¿qué hace si no Chávez al meter a Bolívar en todo, hasta en el nombre modificado del país? -de modo de no dejar a Bolivia como único país nombrado en honor al otro gran libertador-.
¿Pues qué persigue Mariano? ¿La unificación de todos los 'divisivos' argentinos atrás de un ícono común? ¿La adopción por parte de toda la sociedad de una suerte de código guerrero, al estilo del contrato Moral de Lilita, o más propiamente, el bushido? ¿Por qué el anhelo recurrente de los ultramontanos como Grondona de incorporar al santoral a San Martin, un masón anticlerical?
Algo de razón tiene Mariano
espartano Grondona cuando admite que hoy tan solo plantearse estos valores de hace dos siglos resulta o suena anticuado. ¿A qué ambito social está pensando en extrapolar la disciplina castrense?.
Quien llegó a leer hasta acá tiene su premio. Mariano al final pronunció una frase que quedará en los anales, tímpanos y retinas. Un "alumno" estaba consultando si no era como demasiado bueno para ser humano, y no había que tener una visión más equilibrada sobre San Martín. La respuesta del espartano fue, irónicamente, lacónica:
Fernandez Diaz es el periodista jóven que ve las pepitas de oro entre la paja. Yo puedo dedicarme a la paja, o a las pepitas.
Parafraseando a 300 con la pertinente adaptación, Mariano Grondólidas podría haber cerrado gritando:
THIS IS C5eneeeeeee!!