miércoles, enero 21, 2009

YO Y MIS ARMÓNICAS

En el grupillo que nos montamos desde hace un tiempo he pasado de tocar el bajo a la batería. Disfruto un montón con la batería y creo que se me da bien, a pesar de que me falta stamina a saco, y el brazo derecho se me agarrota a la que tocamos un par de temas de los Ramones seguidos.
Bien, hace poco volví a ponerme serio a la guitarra, y en Nueva York compré un sujeta armónicas. Ahora Héctor y yo componemos con bastante asiduidad, y empiezo a tocar armónica y guitarra -¡y a cantar!- con cierta fluidez. No digo que sea bueno disfrazado de Neil Young de estar por casa, que no lo soy, pero toco el cielo cuando hago estas tres cosas a la vez y veo que todo más o menos fluye y los cristales siguen en su sitio.

Tocar la armónica "más o menos" durante cinco minutos no es difícil, pero controlar el mundo del aire y la saliva no es cosa de dos días ¡cuántos problemas dan las babas! se te meten por donde no esperas y te sale un sonido capaz de destrozar los tímpanos de tu vecino y los tuyos. Hoy tengo ganas de presentaros a mis armónicas, que sé que estais deseando conocerlas...



La HOHNER DE BLUES es la primera que tuve, tiene el peine (donde están los agujeritos por donde soplas) de madera, lo que le da un cierto encanto. Por mi poco conocimiento, diré que suena muy bien, y que me va mejor tocarla con las manos, sin soporte.



HOHNER MARINE BAND:
La compré en Nueva York, en una tienda del Greenwich, emocionado yo porque por esas calles se paseaba Bob Dylan de bar en bar, guitarra y armónicas en ristre, para ganarse unas monedas. Es más adecuada para tocarla con soporte, suena muy robusta, aunque los agudos cuesta un montón que me salgan.



Y la HOHNER PRO ARP es preciosa, la llevo en el bolso cada día, por si me encuentro encerrado en una cabina telefónica en medio de una tormenta de nieve y veo que no sé que hacer... Tiene un tacto raro, todavía me estoy acostumbrando, pero el color negro y los toques dorados la hacen muy glamourosa.

POLÍTICOS EN MANIFESTACIONES

Definitivamente, un conseller de la Generalitat NO puede ir de manifestación. Ni en una a favor de Israel ni en una en apoyo de los palestinos. Los políticos tienen la particular enfermedad vírica de contaminar lo que tocan. Las banderas, las contaminan al utilizarlas para agarrar más votos; las manis igual, Joan Saura, todo un ministro de interior de Catalunya, acude a la concentración en favor del estado palestino (vergonzosa por culpa de los inútiles que gritaron consignas que equiparaban el nazismo con el Israel actual -!- y de mataos que lucías estrellas de David metamorfoseadas en esbásticas, y un imberbe encapuchado enfundando una pistolita de goma) para lanzar el mensaje a sus votantes más jóvenes, la bolsa de votos más importante de ICV: miradme dice Saura, no he cambiado, todavía voy a manis, sigo siendo el mismo radical de siempre tius, como vosotros, a pesar de mi coche oficial y un cargo político que me responsabiliza de la seguridad de siete millones de personas. ICV, un partido casi insignificante que se ha agenciado más poder del que está preparado para asumir debería callarse y trabajar seriamente. Las manis son para el pueblo, que sale a la calle cuando quiere, los políticos a sus despachos, y que solo salgan al sol en campaña.