A. EL HEAVY: Se siente identificado con el último mohicano, ya que se sabe una especie en extinción. De vez en cuando aparece algún superviviente. Su melena sólo conserva tres pelos de los años 80, que de vez en cuando recoge en una cola de caballo, aunque él prefiere llevar la melena al viento sobre su camiseta negra de los Ramones. Reconocerás rápidamente su voz . Emite un tono agudo similar al de los castrati de Viena. Este efecto lo consigue gracias a la presión que sus ocho tallas menos de pantalón ejercen sobre sus testículos. Para hablar se retuerce sobre sí mismo como si portara una guitarra imaginaria entre sus manos mientras cabecea con los ojos cerrados blandiendo su melena al viento. No se entera de nada porque lleva soldados a sus orejas unos cascos que sólo se quita en los conciertos de Barón Rojo.
B. EL PUNK: Especie extinguida. Si ves alguno en tu edificio, o va a una fiesta de disfraces o acaba de salir de una cámara de crionización. La variante moderna es un muchacho con cresta que toca la flauta de Bartolo con un solo dedo y un perro pulgoso (por eso también se les conoce como “perrosflauta”). Es valiente, porque a cambio de esa rupestre habilidad te pedirá dinero. En navidades ceden el terreno a unos pequeños gorrones que van por las casas pidiendo el aguinaldo a cambio de hacer sonar una pandereta oxidada que sólo conserva dos platillos.
C. EL GRUNGE: Heredero del hippy, pero ya no vive en comunas, sino en una casa con tecnología último modelo. Tiene todo de plasma. Eso sí, pertenece a tres ONG,s y se ha reconvertido en grunge: Rastas, pantalones cortos caqui, sandalias de cuero y camisetas raídas. Como buen hijo del Flower Power tiene su casa plagada de plantas, animales y cosas que ayudan a mantener vivos a las plantas y animales. Procura no hacerte muy amigo suyo porque cuando que se marche de vacaciones te pedirá que riegues y alimentes a sus bichos. Si dices que sí estás perdido. Te entregará el inventario en papel reciclado: Una lechuza africana, tres tortugas de Gambia, dos perros de Mozambique, doce plantas del caucho, nueve baobás, siete bambúes, diez adormideras, veinticuatro plantas de marihuana y varios halógenos. Si llaman a la puerta no abras. Puede ser la policía.
D. EL RAPERO: Le cogió el gusto a pintar en lugares públicos la primera vez que le dio un apretón en un bar. Se quedó tan extasiado leyendo aquellas frases que los filósofos de retrete habían pintado en puerta y paredes que tardó una hora en levantarse de la taza. Se sumergió por primera vez en el mundo de la Cultura a calzón quitado: “Tonto el que lo lea. Mea feliz y contento pero mea dentro. P2+P2=KK. Que la fuerza te acompañe”. Leyó tantas citas bonitas citas, tal cantidad de reflexiones eruditas, que desde entonces es rapero. Puedes localizarlos mediante el método del caracol. Vete siguiendo el rastro de sus grafittis y encontrarás a un adolescente de pantalones caídos y gorra. Lleva un spray. Se dirigirá a ti moviendo las manos con la palma abierta de arriba abajo de forma histriónica. Se cree el Lorca urbano del siglo XXI, así que te contestará en verso.
E. EL CABEZA-HUECA: Los skin antes iban rapados y ahora van de incógnito. Son fáciles de reconocer: Versión urbana del tonto del pueblo. De pequeño lo tenían frito a collejas los macarras del barrio. Los profesores lo suspendían hasta que comenzó a amenazarlos a punta de puño americano. Cree que está en el paro por culpa del barrendero ecuatoriano del 3º B, al que manda notas de amenaza. No quiere que el edificio se llene de inmigrantes y gitanos. Cuando tenga cuarenta años colgará las botas, se casará con “la Isa”, su novia del barrio de toda la vida y será un señor calvo con cuatro hijos mulatos. Sólo articula tres o cuatro frases tópicas:
F. EL SINIESTRO: No te asustes: Este tipo de gente gótika no son gárgolas, sino personas que suplen sus carencias físicas asegurando que ellos son diferentes a los demás. Aunque no vistieran como lo hacen habitualmente seguirían siendo diferentes. El psiquiatra les aconsejó acentuar esas rarezas con el fin de asumirlas y se hicieron siniestros. Si coincides con él en el ascensor por primera vez mantén la calma. Se pintan las la cara de blanco, y se acentúa las ojeras. SE TRATA DE UNA MODA. Visten de negro, y les gustan los motivos macabros tales como calaveras, cruces, pósters de vampiros y fotos de Tamara la mala. Si alguna vez entras en su casa debes estar preparado. Les gustaba tanto “La Bola de Cristal” que han copiado la decoración de la familia Monster. Incluso su novia es igualita que Alaska. Sus plantas están todas secas y sus animales disecados.
G. EL FRIKI: Este empollón retraído con gafas de culo de vaso ha sustituido a su familia por los personajes del señor de los anillos. Su casa está presidida por una estatua de Gollum, figuritas de trols y pósters de Gándalf. Su vida es oscura; se cree Frodo y piensa que vive en Mordor. Está convencido de que con un año de gimnasio se transformará en Aragorn. En un principio eran individuos solitarios, pero se constituyeron en tribu cuando empezaron a quedar los domingos por la tarde para jugar al rol. Les gusta la informática, los vídeo-juegos y las pelis de Alien y Depredator. Idolatran a George Lucas por crear al maestro Yoda, a Darth Vader y a Obiwan Quenobi. Un rasgo definitorio es su práctica del onanismo compulsivo en grupo cuando celebran tertulias sobre los mundos de Tolkien. Paco es un claro ejemplo: Su sueño es llegar a ser directores de cine. Han oído que Tarantino comenzó trabajando en un vídeo-club y montan uno por si suena la china o al menos los contratan de guionistas de una serie de televisión. Cansados de esperar su oportunidad, acaban haciéndose coleccionistas de pelis X y se compran un rifle con mira telescópica para disparar a los vecinos por la ventana: Piensa que son entes enviados por Lado Oscuro. El friki acaba sus años en el psiquiátrico abrazado a una almohada con el dibujo de un elfo.
H. EL PIJO: No tienen conciencia de tribu. Van más allá: Son una secta. Sólo se casan entre ellos, y se comunican entre sí con cánticos muy concretos como los del grupo “Siempre así”. Si comienzas a cantar “sieeeeempre asiiiií, nos llamaaaamooos sieeeempre asiiiií” y te siguen, son de los tuyos. El uniforme que exigen para aceptarte es un jersery por encima de los hombros anudado a la altura del esternón, pantalones beige de pinzas, camisa Ralph Lauren y pelo engominado hacia atrás con caracolillos en la nuca. Parece que Tamara Falcó ha escrito su libro de estilo:
- Acabar las palabras en “s” silbante.
- Utilizar frecuentemente la palabra “fenomenalllll” o “geniallll” seguida de un “o sea, te lo juro, de verdad, me dejas muerta”.
- Acompañar las palabras con gestos tales como: Abrir mucho los ojos, taparte la boca con las manos o utilizar el juego de muñeca.
Los niños del vecino pijo son todos ideales de la muerte y se trasladan a la guardería en un BMW. En este tipo de comunidades compiten para ver quién gana más y qué mujer es la más operada de la manzana:
- Me he hecho los labios. ¿No se nota?
- Huy, ¿y de dónde han cogido el volumen, querida, de los pechos?
- No, del implante de pene de tu marido.
I. EL OKUPA: Vertiente anarkista de una idea capitalista: La multipropiedad, pero no hace falta pedir la vez un mes por adelantado para ir de vacaciones, se puede disponer de la casa a su antojo sin depositar fianza alguna. La búsqueda no se realiza por catálogo, sino por el método ojino: Varios ojeadores de la tribu okupa rastrean la ciudad en busca de casas vacías hasta que se instalan en una. Se comparte todo: El cepillo de dientes, la novia, la birra, el papel higiénico o los sacos de dormir. Se han dado casos de corrupción en el que algunos tesoreros ocupas, traidores donde los haya, se quedan con el dinero de la obra social para montar la obra de su propio chalet sobre plano con entrega a un año vista. Este mal amigo desertará con los fondos comunitarios destinados a la compra de hachís. Tarde o temprano darán con él. Le expropiarán el chalet y le requisarán el coche y la familia, que pasarán de nuevo a la multipropiedad de arrendatarios para su libre uso y disfrute en grupo.