Dice Rosa Jové que “La etapa de las rabietas es buena y pobre
del niño que no la pase, porque eso quiere decir que no tiene ideas propias o
que le han machacado tanto que ya ha dejado de defenderlas” y tengo que
recordármelo a menudo: Es una etapa buena, es una etapa buena, que lo dice Rosa
Jové, y si lo dice ella yo me autoconvenzo de que es cierto y lo llevo mucho
mejor, o no, pero como no me queda otra pues trato de superarlo lo mejor
posible.
Xoubiña,
procrastinadora como su madre, llega tarde a los terribles dos porque ya tiene
dos y medio, y es una niña muy buena (y muy bonita), no tiene (tocamos madera)
esas rabietas de ponerse a romper cosas, a pegar, a morder, o autolesionarse,
no, ninguno de mis hijos ha tenido rabietas de esas (tocamos madera), pero las
tienen a su manera y trato de superarlo lo mejor posible. Xoubiña, es muy
teatrera, pero mucho, mucho, y si sumamos el drama que la caracteriza (esta va
para artista, lo veo venir) con los terribles dos pues resulta que no quiere
comer y me dice “Mamá, es que no ves la pena que tengo por comer?” Todo esto
sin soltar una sola lágrima. Sí, cariño, lo veo, pero hay que comer. “Es que no
ves la pena?” Quizá porque me reí la primera vez lo repite en cuanto hay algo
que no quiere hacer. “Mamá, es que no ves la pena que tengo por dormir?” “Mamá,
es que no ves la pena que tengo por cambiar el culo?” “Mamá, es que no ves la
pena que tengo por poner el pijama?” y así podría seguir hasta el infinito. A
veces contesto que no la veo, pero eso le sienta peor!
La semana pasada
fuimos a ver una peli en las actividades gratuitas para niños que hacen en el
Corte Inglés. Éramos muy poquitos, la mayoría de las madres dejaron a los niños
allí y se fueron a la cafetería (desde donde no podían verlos). Los asientos
eran circulares y de colores y los niños pasaban más tiempo jugando con ellos
que sentados encima. Vino un niño de los terribles dos, en cuanto otro niño se
levantó por error del asiento, Xoubiña y él fueron corriendo a cogerlo. Xoubiña
llegó primero y el otro… la mordió en la cabeza! Bueno, casi, pero porque
conseguí apartar a la niña justo a tiempo. Tuvo también un problema similar con
Parrulín y le intentó morder una mano. La pobre madre se excusó, le riño, nos
pidió perdón mil veces... me decía que llevaba así dos semanas y ya no sabía
qué hacer.
Y qué hay que hacer?
Pues no lo sé. Creo que a cada uno le funciona su propia forma de hacer las
cosas, a cada uno que le funciona, claro, y no creo que exista una fórmula
mágica que se pueda aplicar a todos los niños. Sé lo que me funciona a mí, lo
que creo haber aprendido en mi experiencia y lo que yo creo que NO se debe de
hacer.
Los terribles dos
(terrible two) se puede alargar hasta los terribles tres (terrible three), en
EEUU los llaman como a adolescentes en cuerpo de niños (threenager). Y en
primer lugar tenemos que comprender por qué se producen estas rabietas. No
están poniéndonos a prueba, aunque lo parezca, no tienen intención de
fastidiarnos, ni siquiera tienen la intención de volver locos a sus padres,
aunque también lo parezca. Lo único que les ocurre es que no saben bien qué les
está pasando en ese momento y, aunque lo supieran, tampoco tienen el lenguaje
tan desarrollado como para poder explicárnoslo. El niño que tiene una rabieta
lo está pasando mal en ese momento y no sabe cómo manejar ese enfado o esa
frustración.
Bajo mi punto de
vista lo que considero que no se debería hacer nunca ante una rabieta, aunque
lo recomienden ampliamente supuestos psicólogos, supernannys, abuelas cariñosas
y vecinas impertinentes, es ignorar.
Tienes un bebé que está dejando de serlo, que no entiende qué le ocurre y que
además lo está pasando fatal en ese momento, yo entiendo que lo que hay que
hacer es acompañarle, intentar entenderle, intentar reconducir la situación, y
no dejarle tirado en el suelo sin hacerle caso hasta que se le pase y se canse
de llorar. O es que acaso cuando nosotros lo estamos pasando mal no nos
sentimos mejor con un abrazo y acompañados?
Ampliamente
recomendado es también el noble acto de despistar,
qué madre no lo ha hecho más de una vez! Como prevención, o en los primeros
momentos de la rabieta puede que sirva pero cuando ya está en el suelo, en
pleno acto melodramático creo que hay que ayudar antes que despistar. Imaginad
la situación. Cariño, estoy preocupada por esto o por aquello. Anda, mira! Pero
si hoy juega el Madrid! Qué guay, eh? Y se pone tu santo a dar palmaditas y
poner cara de emoción. Qué pensaríais? Insultos aparte, pensaría que no le
importa un pimiento lo que le estoy contando, nunca que esté intentando
despistarme de mi preocupación.
La prevención es un paso previo
importante. Si sabemos que pasar por el parque va a generar un conflicto por
querer quedarse jugando siempre podemos cambiar de calle y anticiparnos a la
rabieta, que para qué lo va a pasar mal sin necesidad.
Ceder en las pequeñas
cosas, no merece la pena ponerse a negociar en cosas poco importantes, desgasta
mucho tanta negociación. Que le pones un precioso plato de princesas que es su
favorito pero ella, justo hoy, quiere cenar en un plato de peppa pig que la
semana pasada no le gustaba nada. Se lo cambias sin más, es una tontería y lo
importante es que coma.
Pero cuando un no es
un no, mantenerse firme. Si no le
dejamos hacer algo por el motivo que sea, y comienza un berrinche, no cedas. Si
cedes le estás enseñando que si te monta el numerito consigue lo que quiere, y
si a veces cedes y a veces no, le estás enseñando que para la próxima sólo
tiene que armar un follón aún mayor que el que te ha armado hoy y lo
conseguirá. Dejarle hacer algunas cosas a veces sí y a veces no, les confunde.
No podemos cambiar de idea según nuestra conveniencia del momento o lo cansados
que estemos.
Lo ideal sería
intentar razonar, pero a esa edad,
según el niño y según las circunstancias de su enfado, no siempre es posible.
Yo recomiendo no decir nunca que no.
Eso no significa que le deje hacer lo que le dé la gana, significa que si le
digo no ya no escucha el resto de mi frase y se enrabieta más. Siempre es
posible cambiar la frase para no decir que no. No se quiere poner el pijama. Ahora
lo ponemos y mañana por la mañana nos lo quitamos. No se quiere ir a la cama
porque no tiene sueño. Vale, yo tampoco, vamos a leer un cuento entonces.
Quiere salir a la calle después de cenar. Bueno, esperamos a que venga papá y
se lo preguntamos…
Es fundamental en
todo momento recordar que el adulto eres
tú, somos su ejemplo de comportamiento, de nosotros aprenden, somos su
modelo. Para ayudarle a entender sus emociones hay que controlar las emociones propias
manteniendo la calma y la serenidad, aunque desees ponerte a gritar como una
energúmena y tirarte de los pelos, respira y recuerda que el adulto eres tú.
Recuerda también que
tu objetivo es a largo plazo. Que no
se trata de conseguir ponerle los zapatos y salir rápidamente de casa, que
también, pero que tu objetivo es educar, enseñarle a controlar sus
sentimientos, aceptar un no por respuesta, aprender a negociar, que exprese lo
que le está sucediendo… y es un objetivo a largo plazo. Eso no se consigue con un
par de gritos bien dados. Que oye, te quedas como nueva, no digo yo que no,
pero lo único que le estás enseñando es a gritar como método para solucionar
los conflictos.
Perdona y olvida lo más
rápidamente que puedas. Si se ha puesto a recoger las piezas de construcción
después de una tremenda pelotera, aunque aún te hierva la sangre, recuerda el
punto anterior, tú eres la adulta, felicita el buen comportamiento. Finge una
sonrisa pero dale un abrazo sincero.
Y aunque me parece
que este tema da para mucho, hasta aquí hemos llegado por hoy!
Mamá de Parrulín y
de Xoubiña.
Otro día más.
Sean buen@s y
felices.