domingo, junio 29, 2014

Escuchar la sombra


Comenzó Olvido con la lectura del único poema propio que leyó. Fue uno de los primeros textos de Lo solo del animal (Tusquets Editores, 2012), que antes había sido publicado en el número extraordinario de la revista Espacio/Espaço Escrito (noviembre de 2009) en memoria de Ángel Campos Pámpano, a quien va dedicado el poema de Olvido, que habló en su introducción de Ángel y de nuestro encuentro hace ya años en Trujillo por la revista de revistas Hablar/Falar de Poesía. Olvido García Valdés —que estuvo acompañada por el profesor y poeta Fernando Abascal, que la presentó— nos cautivó el jueves 26 con su conferencia-recital «Escuchar la sombra. La raíz polifónica de la poesía contemporánea en español», dicha en el exigente Festival Internacional Ciudad de Trujillo, parte de cuyo público más fiel acudió a escucharla en el salón de actos del convento de la Coria. Estuvo brillante y con una extraordinaria capacidad de transmitir la magia de la palabra poética, capaz de escuchar la sombra, de instalarse en lo que no es comunicable. No es fácil saber explicar las claves esenciales de algunas poéticas contemporáneas y al tiempo saber decir la palabra ajena como si fuese propia. El jueves, las palabras ajenas fueron, ni más ni menos, de Juan Ramón Jiménez y su impresionante poema Espacio (1954), «una experiencia límite en un lenguaje límite» —dijo Olvido—; del poeta místico argentino Héctor Viel Temperley y su Hospital británico (1997) —algunos de cuyos versos arrancaron un aplauso desde la primera fila—; de Pedro Provencio y su libro Onda expansiva (2012); y de Julia Castillo y su Febrero (2008); entre otras, como las de un poema del venezolano Juan Sánchez Peláez (1922-2003), de Aire sobre el aire. Fue un memorable recorrido por parte de la mejor poesía en español de la segunda mitad del siglo XX y de los años que llevamos del XXI; y un verdadero lujo disfrutar de la palabra de una escritora como Olvido García Valdés en una noche templada llena de poesía y de amistad.

jueves, junio 26, 2014

Pessoa en España


El viernes pasado, primero del reinado de Felipe VI, pude ver en Madrid la exposición Fernando Pessoa en España que se inauguró en la Biblioteca Nacional el 13 de este mes y que estará abierta hasta el 24 de agosto, después de haber sido montada en Lisboa. Me ha gustado, por bien pensada y por cercana. Y cercana no solo por la proximidad geográfica de Portugal, sino porque uno de los comisarios, además del profesor colombiano Jerónimo Pizarro, es Antonio Sáez Delgado, y porque una buena parte de las noticias y los materiales bibliográficos son para mí conocidos, gracias, de nuevo, a amigos como Antonio Sáez u otros que ya no están como Ángel Campos Pámpano. Lo primero que uno encuentra al entrar en la Sala Hipóstila de la Nacional —en su pequeño formato—, una vez pasada la introducción con el primer texto rotulado y la reproducción del cuadro dedicado a Pessoa de Almada Negreiros, es el retrato antiguo, de Adolfo Rodríguez Castañé, que es el comienzo cronológico —1912— de una lectura lineal que llega hasta nuestros días, hasta novedades editoriales que no hace mucho han quedado reseñadas en este blog. Es estupendo que lo que uno conoce por los libros se le presente a los ojos de una manera tan atractiva. Así las cartas de Mário de Sá-Carneiro y de Pessoa a Unamuno, o la figura del mirobrigense Iván de Nogales —1915, es decir, uno de los primeros españoles de Pessoa—; así las hojas mecanoscritas con los textos leídos recientemente en la admirable edición de Iberia. Introducción a un imperialismo futuro. A todo habría que añadir el catálogo de esta exposición Fernando Pessoa en España (Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte-Biblioteca Nacional de España, 2014), que se abre con una presentación de los dos comisarios —un tándem de lujo para difundir la figura de Pessoa— y que incluye ensayos de ambos, de Antonio Sáez Delgado sobre «Fernando Pessoa en España: una visión panorámica», y de Jerónimo Pizarro sobre «Pessoa ibérico y futuro»; en el que también hay un esclarecedor trabajo de Pablo Javier Pérez López en torno al singular Iván de Nogales, otro de Manuela Parreira da Silva sobre Pessoa y los ultraístas españoles, y un estado de la cuestión del Libro do Desassossego desde que vio la luz en 1982, y luego en español dos años después gracias a Ángel Crespo, hasta las traducciones españolas de Perfecto Cuadrado o Manuel Moya, en un recuento firmado por Diego Giménez, de la Universidad de Barcelona. Está claro que va más allá de un mero catálogo de lo expuesto esta pieza exquisita de la bibliografía pessoana. Uma leitura útil.

miércoles, junio 25, 2014

Olvido García Valdés en Trujillo

© Alonso y Marful


jueves, junio 19, 2014

Noche oscura ¡ahora!


Mientras España perdía anoche por dos goles a cero en Maracaná, una treintena de personas asistíamos en el Gran Teatro de Cáceres a la función de la obra Noche oscura ¡ahora!, una «cita a ciegas con San Juan de la Cruz». Un montaje dirigido por Agustín Iglesias (Teatro Guirigai) con dramaturgia de él y del poeta José Manuel Martín Portales —que acaba de publicar su libro Patio interior (Pre-Textos) como Premio Gabriel Celaya—, y con la interpretación de Magda Gª-Arenal y Mario Benítez. «En una noche oscura, / con ansias, en amores inflamada, / ¡oh dichosa ventura!, / salí sin ser notada, / estando ya mi casa sosegada.» «Para que yo alcance diese / a aqueste lance divino, / tanto volar me convino, / que de vista me perdiese; / y con todo, en este trance, / en el vuelo quedé falto; / mas el amor fue tan alto, / que le di a la caza alcance.» «¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, / aunque es de noche! / Aquella eterna fonte está escondida, / qué bien sé yo do tiene su manida, / aunque es de noche.» Podría seguir copiando aquí los versos sublimes de San Juan de la Cruz hasta agotarlos. Sería una manera de transcribir y transmitir la primera parte de este interesante espectáculo contemporáneo —a partir de un texto clásico— que crea una atmósfera de mucha fuerza con los versos de Juan de Yepes, con la convicción en la palabra como un asidero para alguna forma de supervivencia. Solo con esos minutos de lograda plasticidad escénica, en los que los dos actores —Ella y Él— nacen desde la oscuridad y llegan a la luz, se sostiene esta propuesta. Una suerte de segunda parte es la que contiene la inevitable lectura de nuestro propio tiempo y su convulsión, en la que Ella y Él serán Catalina (Álvarez) y Gonzalo (Yepes) —y aquí, en la buena interpretación de los actores, aprecio también una diferencia a favor de la primera parte— en un escenario ahora marcado por elementos actuales como una maleta o como la palabra de San Juan convertida en un grafiti o en una pancarta de una movilización («Por aquí no hay camino»). No se oculta —al contrario— en esta propuesta un mensaje que soliviante; pero se impone la invitación a esta experiencia del verbo poético con una eficaz y atractiva experiencia teatral. Ayer sonaron raros los sentidos aplausos en una sala vacía, sí; pero, al menos, fuimos los únicos anoche que aplaudimos. Luminosa noche para unos pocos y oscura para muchos.

martes, junio 17, 2014

Julián Marías


Hoy se celebra el centenario del nacimiento del filósofo y académico Julián Marías (1914-2005). La prensa trae noticias y semblanzas; pero yo lo he recordado con afecto intelectual por otro centenario, el de la muerte de Carlos III. Allá por febrero del 88 compré este libro, La España posible en tiempo de Carlos III (Barcelona, Planeta, 1988), nueva edición de la obra que se había publicado en 1963, que me ha acompañado en muchas ocasiones a vueltas con el estudio del siglo XVIII; bien haya sido en primeras aproximaciones a la idea ilustrada, o bien en más específicas lecturas sobre figuras como Juan Pablo Forner o José de Cadalso, que de todo esto hay buena representación interpretativa en los trabajos que se incluyen en este conjunto de ensayos. Un libro este que en su momento volvió a recordarnos que España nunca había articulado tan bien como en el siglo XVIII el impulso ilustrado hacia lo culto y lo europeo, nunca había tenido tanta vocación de superar el aislamiento. «El conocimiento de esta época es condición inexcusable para tomar posesión de la nuestra y proyectarnos inteligentemente hacia el futuro» (pág. 7). Un recuerdo.

lunes, junio 16, 2014

viernes, junio 13, 2014

Ángel Pontones, II Premio de Microrrelatos 'Manuel J. Peláez'


Hace ya días que el jurado del «II Premio de Microrrelatos Manuel J. Peláez», presidido por María del Carmen Rodríguez del Río, decidió que el mejor relato entre los más de mil quinientos enviados era «Reconocimiento», un texto de Ángel Pontones Moreno, de Valencia, que no es ningún principiante, pues cuenta ya con el premio semanal «Relatos en cadena» que convocan la Cadena SER y la Escuela de Escritores (2013) y el premio «Fabryahora» (2014). Estará en Zafra este domingo 15 de junio para recoger su galardón, en un acto que se celebrará en el Hotel Huerta Honda a las 13:00 horas, y en el que también será presentada la segunda antología de microrrelatos de este concurso, organizado por el Colectivo Manuel J. Peláez, con los cincuenta mejores textos de esta edición.

jueves, junio 12, 2014

Okupando clásicos


Me llamó la atención leer en El Cultural el viernes pasado, 6 de junio, el titular «Okupando clásicos» que encabezaba el reportaje sin firma sobre los festivales teatrales de la España veraniega, desde el de Cáceres —menos mal que de este solo se reseñaba el teatro— hasta el de Chinchilla —no se mencionaba el Festival de Alcántara. La apropiación del título de la obra de Isidro Timón habría sido indebida si no se notase tanto que al redactor de la noticia le gustó el hallazgo, ya que mencionó la obra y eligió como foto para ilustrar la cabecera del artículo una fotografía del montaje en la que aparece el actor Javier Uriarte en su papel de Alberto, un estudiante de teatro que, junto a su amiga y compañera de estudios Mayca, se cuela en un teatro abandonado en el que conocen a su único habitante, un antiguo acomodador con quien reviven la magia de los textos clásicos. Es una sinopsis de la obra que anoche se representó en el Gran Teatro de Cáceres ante un público compuesto en su mayoría por familiares, amigos y conocidos de Isidro Timón; o lo que es lo mismo, significado y notable. Okupando clásicos es una prueba de amor y vocación por los grandes textos teatrales. Y digo textos porque son los textos —trozos escogidos de La vida es sueño, El vergonzoso en palacio, El castigo sin venganza, El avaro, Hamlet...— los protagonistas de esta pieza en la que sus ejecutantes no tienen más medios que los restos del vestuario marchito de un teatro decrépito. Con ellos, el trabajo más que notable de unos actores que saben comunicar el espíritu de un autor que siente el teatro de la manera que lo siente Isidro Timón, con la fascinación del primer día de quien se sigue admirando por una forma mágica de poner la palabra en escena; y con la necesidad de transmitirlo para educar su gusto. Y es que Okupando clásicos es también una propuesta pedagógica; y yo me la imagino como una eficaz introducción a cualquier muestra de teatro clásico. O sea, una loa, una pieza breve —no dura más de una hora— que sirve de preludio para preparar al público para el espectáculo. Y bien que lo prepara con este montaje de «ZTeatro» bajo la dirección del citado Javier Uriarte y, con su interpretación, la excelente de una actriz como Raquel Torres y la de un Juan Carlos Tirado muy sólido y experimentado, a quien sigo desde sus trabajos vinculados en «Taptc? Teatro» con La Luna de Mérida y Juan Copete, por poner dos ejemplos. Vuelvo sobre lo dicho: Okupando clásicos, una loa atrayente.

martes, junio 10, 2014

Nuno Júdice en Cáceres


Hace poco más de un mes recibimos la estupenda noticia de la concesión del Premio Eduardo Lourenço al profesor, poeta, traductor y director de la revista Suroeste Antonio Sáez Delgado, por su contribución al conocimiento de la cultura portuguesa y la cooperación ibérica. Ayer mismo escuché el espléndido programa especial que desde la Raya realizó Àngels Barceló con su equipo de Hora 25.  Ya hace meses que supimos que el XXII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana había recaído en el gran poeta portugués Nuno Júdice, sobre el que escribió precisamente Antonio Sáez un texto, «El sencillo verso de lo grave», que se puede leer aquí. Aquellos y estos días allegan noticias estupendas sobre Portugal, que celebra hoy 10 de junio su fiesta. En Extremadura también. Y en Cáceres, en donde se presenta esta tarde —a las 19:30— la edición española de Navegación sin rumbo, de Nuno Júdice (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2014), de cuya traducción ha sido responsable el poeta y diplomático Luis María Marina. Esta tarde en «Los siete jardines», un lugar ameno en el centro histórico de Cáceres. Todo un acontecimiento cultural que mira hacia el oeste.

sábado, junio 07, 2014

Cantos : & : ucronías

Conoce bien el poeta Juan Carlos Mestre a Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, y dice por eso en uno de los textos de la solapa que viste esta edición que representa una «poética imprescindible en tiempos de desamparo». Sobre todo en este libro, Cantos : & : ucronías (Madrid, Calambur Editorial, 2013), que es una sorprendente y sugerente propuesta cimentada en un ejercicio combinatorio de palabra, signo y símbolo, cercano unas veces al ideograma en el nivel paratextual del título, como en el logrado « ∩∩∩∩ [recóndito valle]» (las comillas son mías); otras, simplemente, en la creación de un alfabeto personal en el que cabe establecer algunas identificaciones o correspondencias. Así, «&» siempre es la conjunción «y», mientras que la flecha hacia la derecha vale por unas comillas que abren y la flecha hacia la izquierda por unas comillas que cierran. [No logro que este soporte me deje reproducir los signos que quiero] Así los signos de pausa «:» y «n». Una intención compendiada en el poema 9 de la segunda parte, en el que se lee que « —»»... Un idioma no son solo palabras  también son seres que alguna vez hablaron & también son los ruidos que interpretó el silencio de sus pensamientos: […] —»»... Quizá n nunca conozca el verdadero idioma bajo el que deseo recibir el amparo de mi existencia porque quizá todo sea lo que Presiento signos que pueden llegar a arrojarnos fuera de sus ficticios límites & hacernos morir como murieron los alfabetos ya indescifrables etime de tantas & tantas palabras predestinadamente rotas:» Cantos : & : ucronías es el quinto libro de poemas de Miguel Ángel Muñoz Sanjuán y quizá sea el más ambicioso por el momento; y no precisamente por su aspecto formal y su codificación en dos partes o ciclos —«: Ciclo cóncavo :», de cuarenta y cinco textos, y «: Ciclo convexo :», de veintiuno—; sino por una poética que ahonda más y nuevamente en el sentido del decir poético y de la creación, de la literatura en un tiempo como el presente. Se me antoja que los dos ciclos están invertidos, que el cóncavo mira hacia el exterior, hacia un hombre genérico, hacia «yo eres, tú soy»; mientras que el convexo mira hacia el interior, lo autorreferencial, la palabra, hacia los límites de lo poético: «—»»... Poesía: lugar por habitar: nada de lo dicho nos es propio: idioma entretejido con nuestra propia mudez: …: …: …:». Pero también son indicios de ese afán por buscar nuevas rutas su experimentación con la apariencia y la disposición del poema en prosa; y su manera de sugerir que lo metafísico puede ir de la mano de una conciencia moral en el mundo en que se vive. La lectura de Cantos : & : ucronías es una experiencia estimulante para un lector que se avenga con lo que diverge, con lo que no concuerda con lo más acostumbrado. Así es. Por eso me gusta leer propuestas así.

jueves, junio 05, 2014

A vueltas con Bécquer


El domingo, Jesús Ruiz Mantilla publicó en El País una generosa crónica de la edición de la zarzuela perdida El talismán, de Gustavo Adolfo Bécquer, sobre la que ya di noticia aquí. El singular manuscrito es de un bibliófilo cacereño y fue desde Cáceres su difusión. El discreto e ilustrado propietario de los papeles, Manuel Márquez de la Plata, ha escrito para esa edición, ex animo bibliófilo, un texto —«Cuatro palabras sobre un manuscrito de Bécquer y una palabra de honor; con una defensa de la bibliofilia» es su título, que casi lo dice todo— que me apetece extractar: «Hace muchos años, en una ciudad cuyo nombre recuerdo perfectamente, de la mano de un competente librero y, sobre todo, bellísima persona, tuve la oportunidad de adquirir un manuscrito que podía ser de Bécquer. […] El librero, por razones que ignoro, me pidió que le diera mi palabra de honor de no decir ni precio ni su nombre. Se la mantengo. Esa noble y olvidada palabra, honor, todavía me conmueve. Aristóteles afirma que 'la potencia motriz del alma es lo que se llama deseo' y añade que 'la facultad de desear no se da a no ser que haya imaginación'. Estas palabras me sirven, maravillosamente, para definir la bibliofilia. Un deseo y un sueño. El deseo de poseer ese objeto mágico que es un libro, y el sueño de tener la biblioteca de nuestros sueños. […] Deseo y sueño que nos llevan a esperar que suceda lo maravilloso: el hallazgo que nos colme momentáneamente; para seguir persiguiendo nuestro sueño... No me cabe duda que Bécquer es un bienaventurado. Nada de este miserable mundo puede rozarle, ni tan siquiera un cabello. Sin embargo, ¡qué no daría yo para que dirigiera un pensamiento, por fugaz que fuera, a este bibliófilo que ha contribuido a resucitar sus palabras! No sabemos por qué hacemos lo que hacemos, afirma Hayek, en algún lugar. Está en lo cierto. Deseo y sueño, sueño y deseo son la clave de todo. Nunca nuestra pobre razón.» (El talismán. Una zarzuela inédita de Bécquer. Letra de Gustavo Adolfo Bécquer y Luis García Luna. Música de Joaquín Espín y Guillén. Coordinación de Víctor Infantes. Madrid, Visor Libros, 2014, pág. 11).

martes, junio 03, 2014

Papel prohibido


Es el nombre de la exposición que el Servicio de Biblioteca, Archivos y Documentación de la Universidad de Extremadura ha organizado para las dos sedes de su Biblioteca Central, desde el 2 al 13 de junio en Cáceres, y desde el 6 al 17 de octubre en Badajoz. Papel prohibido. Un recorrido bibliográfico por algunos libros prohibidos o censurados va acompañada de la edición de un catálogo —como viene siendo habitual en las muestras del Servicio— de las cuarenta y cinco piezas expuestas, y este va precedido de una introducción, «Censura que algo queda: de curas, barberos y otros guardianes», escrita por mi compañero Enrique Santos Unamuno, que dedica sus páginas a la memoria de otro colega, Gregorio Torres Nebrera. Son las palabras de Enrique Santos un recorrido ameno por los principales títulos de la exposición, desde la Odisea o la versión de fray Luis del Cantar de Cantares hasta La naranja mecánica o Un mundo feliz, obras que sufrieron «la censura represiva y alopática»; y también son en su párrafo final una queja ante un estado de las cosas —de la universidad española— decepcionante, una protesta que puede provocar en más de uno unas ganas irrefrenables de censurar. Véase: «Hoy día, el paradigma orwelliano de la universidad franquista, con sus listas de disciplinas aconsejables o peligrosas, sigue proponiendo un especial tipo de censura en muchos departamentos y ateneos humanísticos españoles, algunos de cuyos miembros sólo piensan en términos de cotas de poder, negociando con créditos a cambio de prebendas, hipotecando el futuro de las facultades en nombre de postulados epistemológicos que desconocen y causando un daño casi irreparable a la necesaria modernización e internacionalización de la universidad española. Por otro lado, el mundo (no tan) feliz de Huxley domina desde hace ya tiempo la burbuja de indicadores y baremos de calidad impuestos al mundo universitario por una vulgata psicopedagógica que parece a veces confundir el nombre y la cosa.» Imprimatur. Vidit: Lama, Lector.

lunes, junio 02, 2014

Lunes, 2 de junio de 2014


© RTVE
El Rey abdica la Corona de España. Una fecha histórica. Y el mejor momento para que un nuevo rey, distinto por moderno, demócrata y formado —y también uniformado— propicie una consulta sobre el modelo de estado que quieren los españoles. Imaginemos. Sería el primer monarca presidente de una república. Un imposible. Contra la línea dinástica representada en los retratos que se ven a la derecha de la imagen.

domingo, junio 01, 2014

En Hurdes

Ayer, en el Chorrituelo de Ovejuela

jueves, mayo 29, 2014

Una zarzuela inédita de Bécquer


Ayer recibí de Visor los primeros ejemplares de lo que fue tan solo «espíritu sin forma» hace ahora más de siete años, si no recuerdo mal. El profesor y bibliófilo Manuel Márquez de la Plata me enseñó por aquel entonces en Cáceres unos papeles manuscritos que contenían una partitura incompleta y unas cuartillas con letras para música entre las que había algunas que podrían ser autógrafas de Gustavo Adolfo Bécquer. Pasado el tiempo, mi discreción por preservar la decisión de hacer público el hallazgo por su propietario pudo parecer desinterés por el asunto; pero la asistencia siempre entusiasta y competente de Víctor Infantes supo poner en marcha el proyecto de edición de un resto documental vinculado a una de las figuras principales de nuestra tradición literaria: Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870). A este, en colaboración con su amigo Luis García Luna (1834-1867), debemos la letra de esta zarzuela que titularon El talismán tras rechazar —hay marca textual— el título de La Esmeralda, y a la que puso música el compositor Joaquín Espín y Guillén (1812-1882), el padre de Julia, la soprano de ojos negros con la que Gustavo Adolfo tuvo relaciones que nos han dejado algunos testimonios en textos y dibujos becquerianos en los álbumes de ella, estudiados por Jesús Rubio Jiménez, que es uno de los colaboradores de este volumen que acaba de editar Visor Libros: El talismán. Una zarzuela inédita de Bécquer. Letra de Gustavo Adolfo Bécquer y Luis García Luna. Música de Joaquín Espín y Guillén. Coordinación de Víctor Infantes. Madrid, Visor Libros, 2014. Contenido: Manuel Márquez de la Plata, «Cuatro palabras sobre un manuscrito de Bécquer y una palabra de honor; con una defensa de la bibliofilia» [pág. 11]; Víctor Infantes, «Proemio para un manuscrito becqueriano desconocido» [págs. 13-20]; Juan José Jiménez Praderas, «Peritaje caligráfico» [págs. 21-23];  Miguel Ángel Lama, «Ecos poéticos de unas letras para música» [págs. 24-31]; Jesús Rubio Jiménez, «El talismán: contexto y circunstancias de una zarzuela becqueriana malograda» [págs. 33-51]; Jesús Rubio Jiménez, «Edición de los textos» [págs. 53-88];   Amy Liakopoulos, «El talismán: un acercamiento a las relaciones entre la música y el texto teatral» [págs. 89-100]; y Amy Liakopoulos, «Edición de la música» [págs. 101-164].

lunes, mayo 26, 2014

Octavio Escobar, Premio Ciudad de Barbastro


© Foto de Antonio Mª Flórez
El escritor colombiano Octavio Escobar (Manizales, 1962) acaba de ser reconocido con el Premio Internacional Ciudad de Barbastro por su novela Después y antes de Dios. En sus más de cuarenta ediciones, este galardón cuenta entre sus ganadores con nombres como Domingo Manfredi, Javier Tomeo, Carmen Kurtz, Eduardo Mendicutti, Antonio Rabinad, Roger Wolfe o Blanca Riestra, que lo obtuvo en la convocatoria del año pasado. Octavio Escobar, cuya novela más reciente, Cielo parcialmente nublado, fue publicada en Colombia en 2013, visitó Cáceres hace pocos meses y tuvo un encuentro con los estudiantes de Filología el 13 de febrero de este año 2014, en el que habló de su obra literaria y estuvo acompañado del también escritor y médico Antonio Mª Flórez (Don Benito, 1959). Este fue quien hizo esta fotografía en la que Octavio Escobar —a la derecha— conversa con mi compañero Ignacio Úzquiza, profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Extremadura. Fue un encuentro muy grato que ahora revivo tras recibir la noticia del premio. Enhorabuena, Octavio.

domingo, mayo 25, 2014

Oficios


Por escribir el apunte del otro día sobre el afilador me he acordado del singular relato de Francisco Rodríguez Criado Oficios perdidos de Extremadura, que publicó la Editora Regional hace un año. Lo leí con curiosidad y me dieron ganas de decir algo pronto; sin embargo, lo pospuse para otro momento. Hasta que ahora surge por la evocación de un oficio ya infrecuente. No, no hay afiladores en el libro; solo ceramistas, cesteras, artesanos del hierro, de la madera, fabricantes de instrumentos como gaitas y tambores..., de Navaconcejo, Gata, Mohedas de Granadilla, Las Erías, Moraleja..., lugares del norte de Cáceres que recorre el personaje narrador de esta especie de diario-reportaje con vocación de breve e intimista relato novelesco. «—¿Estás escribiendo sobre los artesanos de Extremadura o estás escribiendo sobre ti?», pregunta Fina a ese narrador que responde que ambas cosas. Aunque realmente pesa lo primero. A qué, si no, un título tan poco literario. De qué modo, si no, se puede comprender el buen trabajo fotográfico de José Antonio Fernández y Rosa Isabel Vázquez que se da como álbum al final del libro en un confuso «orden de aparición» que no es tal; pues debería haber reproducido el orden del relato (o sea, Felipe, Javier, Daniel, Amador, Felicidad, Celedonia, Esperanza, Pablo, Vilasio...). A Fran Rodríguez Criado le puede  esa idea de la que habla en el prólogo del rescate de estos oficios que van desapareciendo; pero como su alma es más narrativa que reportera, ha querido inventar una ficción, endeble y previsible, la verdad; pero eficaz para sostener el hilo coral de los artesanos extremeños. Una ficción centrada en un empresario hostelero, cocinero, divorciado, que emprende esta ruta extremeña desde «la gran ciudad» —dice— para encontrarse a sí mismo y que va recogiendo su crónica en un diario personal. Un diario que es más un medio para contar lo que pasa fuera y lo que dicen otros que discurso introspectivo. Lo importante es que Fran Rodríguez Criado logra su propósito y nos da un libro necesario que se lee muy bien. 

Francisco Rodríguez Criado, Oficios perdidos de Extremadura. Fotografías de José Antonio Fernández y Rosa Isabel Vázquez. Mérida, Editora Regional de Extremadura (Perspectivas, 1), 2013.

miércoles, mayo 21, 2014

París


En menos de tres días en París he podido comprobar que allí hay más indicios de que celebramos elecciones europeas que en España. Por una casi inapreciable mayor presencia de paneles callejeros de propaganda y por el espacio de debate y opinión que ocupan las elecciones en la radio francesa, en la que he escuchado expresar ideas sobre Europa. No como aquí, en donde los argumentos de más peso se gastan en reprochar a Arias Cañete —Miguel Arias para el PP; Cañete para el resto— su inaceptable machismo cavernícola; o en recordar a Elena Valenciano que dijo —y se disculpó— que el futbolista francés Ribéry era feo. Seguimos con el «y tú más» de patio de colegio y con ese empeño de la mayoría de la clase política en que todo el mundo se abstenga el próximo domingo. Pero dos imágenes de París me han puesto delante de la cara una realidad global, que podría ser europea si uno quiere ser localista y terruñero. La primera es la de ese mobiliario urbano en que se han convertido los indigentes que duermen en la calle enfundados en mantas, bolsas y papeles; o expuestos, sí, como en una exposición o performance, a las doce del mediodía, en las calles más céntricas de la ciudad, con la pose artística del más radical deterioro y de una inconsciente dejación de vida. Muy cerca del escaparate en el que vi un bolso con el precio prendido de 1.100 €. Una menudencia. La segunda imagen es más íntima, más global y más perenne, donde quiera que sea. Y fue en el cementerio de Montparnasse, en donde visité —con mis colegas andariegos europeos Adrián J. Sáez y Francisco Uzcanga— las tumbas de César Vallejo, de Ionesco, de Baudelaire, de, por supuesto, Julio Cortázar y Carol Dunlop —por fin. Allí fue donde contemplamos a una señora arrodillada delante de una tumba que preparaba unos tiestos para flores. La asistía, llevándole algún cubo de agua de otro sitio cercano, el que imaginamos su marido; un señor, como ella octogenario, que también sería el padre de una joven —no retuve el nombre— allí enterrada a sus veintisiete años. O veintitrés. Qué más da. Lo cierto es que lo que nos llamó la atención fue la proximidad entre las dos fechas grabadas en el mármol. Tomé esta fotografía allí mismo, casi al lado mismo de la tumba de esa joven llorada por sus padres, como si quisiese desviar mi objetivo hacia la altura que expresase el contraste, tan juanramoniano, entre suelo y cielo... 

lunes, mayo 19, 2014

El misántropo


Este sábado pasado, al terminar la representación, se escucharon «bravos» dirigidos a los actores del espléndido montaje de Misántropo, en versión y dirección de Miguel del Arco, «basado libremente en el original de Molière». Antes de empezar, alguien gritó «¡Atleti!» desde platea. Eran ya las ocho de la tarde, el partido había terminado y la función iba a comenzar. El teatro lleno. Ya teníamos las entradas cuando el sábado 10 de este mes publicó en Babelia Marcos Ordóñez su entusiasta crítica de esta producción de Kamikaze. Me alegré, claro; porque me fío del criterio del crítico. Sabía que iba a confirmar sentado en el Español lo leído el sábado anterior sentado en el sofá de casa. Lo que no sabía era que la comparación que Ordóñez se marcó entre la intensidad y el ritmo de este montaje y un partido de fútbol iba a convertirse este sábado 17 en una crónica exacta de lo que se jugaba en la calle: «intensidad, velocidad, claridad, entusiasmo». Son palabras del crítico teatral y no de un analista deportivo. En fin, que en el Teatro Español también se escucharon aplausos fervorosos y merecidos. Por la magnífica interpretación de los siete actores, que favorece la indistinción entre protagonistas y secundarios; aunque hay que reconocer a Israel Elejalde (Alcestes), Raúl Prieto (Filinto) y Bárbara Lennie (Celimena), con más matices y presencia; pero también a una estupenda Manuela Paso, que ensaya previamente en otro papel casi comparsa el suyo de Arsinoé, con el que provoca la risa del público —y no es gracioso el personaje—; y a un Cristóbal Suárez, cuyo histrionismo es un puntal dramático de la obra, a pesar, también, de una comicidad que va de más a menos. Por la manera excelente de manejar los elementos escénicos: la puerta de emergencia que da al callejón de una sala de fiestas, la música y las imágenes que se proyectan en el muro que sirve de espejo a Alcestes, enfadado con el mundo de apariencias en el que vive. Por incorporar el poema de Luis Cernuda de Los placeres prohibidos «Si el hombre pudiera decir»; sí, el que empieza «Si el hombre pudiera decir lo que ama», y acaba, con Alcestes, firme, «Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido». Finalmente, por haber leído un puñado de bienintencionadas ideas sobre este mundo deshumanizado que vivimos —y me gustaría poner aquí nombres y argumentos próximamente— cuyo reflejo en la obra es potente; por muchas otras razones, la función del sábado me pareció admirable.

martes, mayo 13, 2014

La cultura española en la Europa romántica


«¿Comenzó Europa a ver con otros ojos a aquella España desarreglada de siempre? ¿Siguió viéndola negativamente...? ¿Comenzó entonces una etapa de amor entre ambas?» Estas son las preguntas que se hacía al explicarnos este cartel José Checa Beltrán, codirector con Marie-Linda Ortega del seminario que anuncia, que se celebrará en París este jueves 15 de mayo, festividad de San Isidro en Madrid y en muchos pueblos de Badajoz. Las imágenes que se han utilizado para el cartel provienen de un gran mural que hay en un jardín de la Place des Abesses de París, en Montmartre, en el que se lee «Te quiero; te amo» escrito en muchas lenguas. La Rita Hayworth de Gilda parece recordarnos que el amor es desarreglo, desorden, como dice la frase sacada de ese mismo sitio, y que pretende evocar la imagen de España en la Europa del primer tercio del siglo XIX. «¿Qué tiene que ver con el título de nuestro seminario? A primera vista, nada; quizás nada, y quizás algo, o quizás mucho: cosí é se cosí vi pare», nos escribía hace unas semanas José Checa con Pirandello al fondo. Nuestro proyecto sobre el legado cultural de España en la Europa de finales del siglo XVIII y el primer tercio del XIX sigue avanzando.