Cómo ha pasado el tiempo desde aquella alegría, la fantasía pasada, el enredo de mis años, la ilusión fallida.
Hoy por hoy y después de tanto tropiezo me doy cuenta (gratamente), que soy mi más perversa compañía.
Ayúdame Señor, por favor, te lo suplico, quiero cortar de raíz esta rebeldía que me consume en vida, me congelo en mi propia hoguera, en mis impulsos que no me dejan ver lo basto de tu horizonte.
Quiero arrancarme a jirones la piel con las uñas, desgarrarme las entrañas, para llegar al fondo de mis propios miedos y buscar la luz, la que me lleve a mi destino, mis días son un infierno y mis noches tan heladas como el hielo.
Te busco, te presiono, te hostigo hasta el cansancio, soy rebelde y altanera, la obsesión por degustar tu fusta en mi trasero la llevo como bandera.
Sujeta mi cadena, por favor, te lo suplico.
¿Acaso no ves que me hago daño si no siento tu dominio?.
Necesito la distancia corta, la cuerda tensada y los límites destruídos.
Y cuando me tengas a tus pies, arrodillada y maltrecha. Úsame por favor, hasta grabar a hierro en cada milímetro de mi piel tu nombre.
Mi Señor, no te olvides de besar con tu mirada a esta sierva.