«Los libros son una molestia desesperante; una biblioteca de
apenas unos cuantos miles de volúmenes ancla a un hombre a una casa porque mudarlos
sería una molestia inmensa. Yo mismo enfrenté la penosa prueba de una mudanza
y, sin importar cuánto me concentrara en la realidad, mi mente se estancaba en
los cálculos temibles de los anaqueles a los que podría aspirar en la nueva
casa. ¿Será necesario sumergirme en el horror de un almacén, un infierno para
los libros, en el sótano?; o —la esperanza se niega a morir— ¿será posible
imaginar algún nuevo arreglo que me permita localizar cualquier tomo en un
parpadeo? Lo que nunca puedo
hacer es deshacerme de algunos libros o renunciar a comprar más. Supongo que
eso es lo que en verdad significa ser un coleccionista de libros.»
Robertson Davies,
a l’article El coleccionista (La Gaceta del fondo de
cultura económica, núm. 510, juny 2013)