“El mundo es una obra de teatro mediocre con un reparto lamentable” Oscar WildeEn estos tiempos lo políticamente correcto transmuta la vida en eufemismo. El lenguaje, una herramienta que debería permitir describir la realidad con precisión, se pudre entre palabras vacías. Como siempre, la industria militar ha sido pionera. La expresión “fuego amigo”, que a priori parecería la rúbrica de un pirómano sincero, significa, como sabemos, matar por error. Por no hablar de “daños colaterales” (asesinar inocentes por error u omisión) o toda la farsa dialéctica que acompaña siempre al monopolio de la violencia que ejerce el poder establecido. Parecido a cuando los medios hablan de “larga enfermedad” para omitir “cáncer”, palabra tabú, muy fea y muy desagradable. Nauseabundo.
Recuerdo que un día la megafonía del metro repetía incesante que “debido a una incidencia causada por una tercera persona ajena a la empresa” cierta línea había cancelado el recorrido en un tramo concreto de estaciones. Me imaginé al suicida esperando el convoy, paladeando entre adrenalina sus últimos instantes, decidiendo que la hora punta laboral era el mejor momento para repercutir en los demás un poco de incomodidad a cambio de su sacrificio. Supongo que de saber que sería tratado simplemente de tercera persona ajena a la empresa (por qué tercera, me pregunto), habría cambiado el modus operandi. Eufemismos. No olvidemos que las cámaras nos asedian en cualquier lugar. Seguramente gravaron la muerte –perdón, el fatal desenlace- de un hombre o una mujer –perdón, de una tercera persona-. No olvidemos que lo hacen por “nuestra seguridad”. Por cierto: ¿Alguien recuerda si antes del advenimiento de las cámaras todo era mucho más inseguro? ¿Alguien puede afirmar que tras la instalación de miles de ellas la ciudad sea mucho más segura? Oscar Wilde tiene toda la razón.