«Orwell tenía en realidad dos
convicciones: la primera, que el lenguaje estaba en decadencia, y la segunda,
que las causas de esa decadencia eran políticas. El lenguaje se había
convertido en un arma al servicio de los peores males de la política de su
tiempo: las ideologías totalitarias, las adhesiones inmutables o la negación de
la verdad. Y por eso la escritura política era la peor de todas.»
Kiko
Llaneras, a l’article La guerra interminable: Orwell contra la
neolengua (Jot Down Magazine, febrer 2019)