Nadie interrumpa con la queja vana
el gran silencio de la carne humana
que en inconsciente nada se resuelve
y al sitio de antes que naciera vuelve.
Nadie se asome al sumidero lento
de sangre, donde todo el elemento
que amó fermenta en un montón sombrío
destilando sin ruido en el vacío.
Nadie se asome que el llamar no puede
renovar ese adiós que nos precede,
ni hará que torne lo que fue mirada.
Que es la vida un bocado de alimento,
(pero no eterno) que voltea un viento
silencioso en las fauces de la Nada.
Enrique Banchs, La urna