Hola,
Hay superhéroes que llegan subidos a un meteorito desde un lejano planeta y otros que lo son después de haber sido golpeados por un rayo en una noche de tormenta. En este caso no fue así.
Cinco de septiembre del año 2002. Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Empiezan a llegar los invitados. Los reyes de España, Silvio Berlusconi, Tony Blair y su mujer, las hermanas De Palacio sin pareja, Francisco Correa, Francisco Camps con un impecable traje, Rajoy, Raphael, Julio Iglesias, Bernardino Lombao haciendo el pino... Es una ceremonia de estado. Tiene que serlo, o al menos que parecerlo.
"Anita está tan guapa. El en cambio... de todos modos lo importante es que a ella le guste. Y además hay que ver el lado positivo de las cosas, con esa cara no le será fácil encontrar a ninguna otra con la que engañar a mi niña. Ya lo decía la abuela: si quieres un marido fiel cásate con un feo. (...) Mil doscientos invitados a cien euros por cabeza, total... ¿dónde está Rodrigo? que se me ha olvidado la calculadora. Un pico, en cualquier caso, me va a salir por un pico. (...) Qué detalle el de Julio viniendo desde Miami. Es un truhan pero también es un señor. Ana quería sentarle junto a Raphael. Mira que es retorcida la tía. Todo el mundo sabe que se odian. Inés Sastre está guapísima. ¿Será verdad eso que me ha dicho Silvio de que se le ha escapado una teta del vestido justo antes de entrar a la iglesia? Nunca sé cuando habla en serio y cuando bromea. Yo pensaba que lo de las putitas era mentira y resulta que no. Menudo pichabrava está hecho el spaguetti. Coño, ahí viene".
- ¡Giussepe! Quello stronzo di Blair e un uomo noioso.
- ¿Cómo?
- Blair, que no se entera de nada. Es como parlare a una pared. No tiene sentido del humorismo.
- Ya sabes cómo son los británicos.
- Lo so, lo so. Per questo voglio que me presentes a Julio Iglesias.
- ¿Julio?
- Sono sicuro lui e molto divertente.
- Claro, claro. Es divertidísimo. Ana, ¿te importa?
Los presidentes de los gobiernos de España e Italia caminan del brazo hasta la mesa que comparten Julio Iglesias, Esperanza Aguirre, Pedro J.Ramírez, Flavio Briatore y Francisco Camps. Al verles llegar les hacen un hueco.
- ¡Questa e la tavola dove tutti tienen la piele morena!, bromea Silvio. Iglesias y Briatore se miran dándose por aludidos.
- Eso es porque no ha visto a Zaplana, susurra Pedro Jota al oído de Camps que responde con un "Zaplana, lagarto, lagarto".
- Ma la pelle morena e un símbolo di salud, dice Briatore.
- ¡Salud y forza al canut!, grita Silvio.
Esperanza Aguirre aprovecha y felicita al presidente por el feliz enlace de su hija. "Ahora, cualquier día te convierten en abuelo", dice. Aznar oye pero no escucha, le interesan más las risotadas de Julio Iglesias, Briatore y Berlusconi que los parabienes de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Son mayores que yo y ahí les tienes. No se privan de nada. Van con mujeres jóvenes, se broncean en sus yates por el Mediterráneo, tienen todo cuanto necesitan. A mí me quieren convertir en abuelo y estos solo piensan en acostarse con veinteañeras. Si para ellos la edad no es un obstáculo tampoco debería serlo para mí, tampoco debería serlo para mí, tampoco debería serlo para mí, para mí, para mí, para mí...
- Jose, Jose, despierta Jose, ¿estás bien?
El expresidente abre los ojos y se incorpora de golpe. Está agitado y empapado en sudor. Hace tres días que ha abandonado el Palacio de la Moncloa y aún le cuesta conciliar el sueño en su nueva cama.
- No ha sido nada. Simplemente una pesadilla.
- ¿Una pesadilla?
- Sí, estábamos en la boda de Anita y todos parecían más jóvenes que yo.
- ¿Todos? ¿Quienes son todos?
- Berlusconi, Briatore, Julio Iglesias, ¡todos eran más jóvenes que yo!
- Tonterías. Ya quisieran ellos estar como tú estás.
Lo dice para que no me sienta mal pero yo sé que no es verdad. El footing no sirve para nada. Correr te convierte en un enclenque con cara de pasar hambre y eso es justo lo contrario de lo que pretendo. Yo necesito algo distinto. No quiero estar sano, quiero gustar. Gustar y seducir. Quiero sentirme joven y no ser un abuelito saludable. Quiero que Rachida se muera por mis huesos. Quiero un poco de sexo y de pasión. Soy joven. Mañana mismo me apunto a los rayos UVA y al gimnasio.
Los comienzos fueron duros.
(Continuará)
Besos.
Beta
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lunes, 3 de agosto de 2009
martes, 3 de marzo de 2009
La pistola eyaculadora
Hola,
(Este es el relato desde el otro lado del espejo. El relato gemelo al que hoy publico en Soitu)
Soy una pistola. Una Beretta 92. Aunque en mi cargador caben hasta quince balas, en este momento, no tengo más que cuatro. He pasado casi toda la vida sin ver la luz del sol, encerrada en un cajón, esperando que mi dueño requiriera mis servicios para librarse de intrusos u hostigadores. Diría que no he tenido demasiada suerte. En los años que tengo de vida apenas me han utilizado para hacer puntería disparando a latas en descampados. Cuando eres una pistola y deseas dedicarte a empresas mayores sueñas con el día en que te toque matar a alguien. Esperas, lógicamente, que la víctima se lo merezca y no ser la causante de que una bala perdida termine con la vida de un inocente.
Ahora estoy frente a una chica con gafas que me mira pensativa. No hace falta que me diga lo que está pensando, se ve a la legua. Me revisa el cargador y acaricia mi culata. Creo que se ha enamorado de mí. Yo también podría estar enamorándome de ella. Es una lástima, presiento que sería un amor fugaz. Ella me observa y yo la observo a ella. Cada vez más de cerca. Tengo el cañón en sus labios. Siento como si me besara. Quisiera porder hacer lo mismo. El sexo es como la muerte. Entro en su boca. Su lengua me acaricia por debajo. Me excito. Vuelvo a estar fuera. Mi cañón está húmedo. Por un instante, pienso que quizás se esté arrepintiendo pero, rápidamente, vuelve a colocar el dedo en el gatillo.
No hay demasiadas pistolas famosas. No tenemos muy buena prensa. Michael Moore nos ha hecho mucho daño. En el mundo de las pistolas, como en el de los humanos, también existen las clases sociales. Los revólveres son la aristocracia. Son petulantes. Alardean haciendo girar sus tambores y ofreciéndose para jugar a la ruleta rusa. Tienen cañones largos y, a veces, tatuados, lo que hace que algunos se sientan como objetos de museo. Las pistolas somos más discretas, pero también más efectivas. Somos más funcionales y, si de verdad necesitas salir de un apuro, es mucho mejor recurrir a una pistola que a un revolver. Al contrario que algunas pistolas que conozco, yo nunca he querido ser revolver. Bueno sí, me hubiera gustado ser el revólver que Clemenza esconde en una cisterna del restaurante Louis, en el Bronx, y con el que Michael Corleone se carga al capitán McCluskey y a Sollozzo en la primera parte de El Padrino. Me hubiera gustado ser ese revolver pero simplemente por mi afición al cine.
Vuelve a jugar conmigo. Vuelve a besarme, a introducirme en su boca. Qué gran sitio para eyacular. Dispara. Caigo al suelo. No quiero mirar. En un rato esto estará lleno de policía. Me tomarán las huellas. Soy la prueba "número uno". La he matado. Ella me lo ha pedido. Mi vida vuelve a ser una mierda.
(Este es el relato desde el otro lado del espejo. El relato gemelo al que hoy publico en Soitu)
Soy una pistola. Una Beretta 92. Aunque en mi cargador caben hasta quince balas, en este momento, no tengo más que cuatro. He pasado casi toda la vida sin ver la luz del sol, encerrada en un cajón, esperando que mi dueño requiriera mis servicios para librarse de intrusos u hostigadores. Diría que no he tenido demasiada suerte. En los años que tengo de vida apenas me han utilizado para hacer puntería disparando a latas en descampados. Cuando eres una pistola y deseas dedicarte a empresas mayores sueñas con el día en que te toque matar a alguien. Esperas, lógicamente, que la víctima se lo merezca y no ser la causante de que una bala perdida termine con la vida de un inocente.
Ahora estoy frente a una chica con gafas que me mira pensativa. No hace falta que me diga lo que está pensando, se ve a la legua. Me revisa el cargador y acaricia mi culata. Creo que se ha enamorado de mí. Yo también podría estar enamorándome de ella. Es una lástima, presiento que sería un amor fugaz. Ella me observa y yo la observo a ella. Cada vez más de cerca. Tengo el cañón en sus labios. Siento como si me besara. Quisiera porder hacer lo mismo. El sexo es como la muerte. Entro en su boca. Su lengua me acaricia por debajo. Me excito. Vuelvo a estar fuera. Mi cañón está húmedo. Por un instante, pienso que quizás se esté arrepintiendo pero, rápidamente, vuelve a colocar el dedo en el gatillo.
No hay demasiadas pistolas famosas. No tenemos muy buena prensa. Michael Moore nos ha hecho mucho daño. En el mundo de las pistolas, como en el de los humanos, también existen las clases sociales. Los revólveres son la aristocracia. Son petulantes. Alardean haciendo girar sus tambores y ofreciéndose para jugar a la ruleta rusa. Tienen cañones largos y, a veces, tatuados, lo que hace que algunos se sientan como objetos de museo. Las pistolas somos más discretas, pero también más efectivas. Somos más funcionales y, si de verdad necesitas salir de un apuro, es mucho mejor recurrir a una pistola que a un revolver. Al contrario que algunas pistolas que conozco, yo nunca he querido ser revolver. Bueno sí, me hubiera gustado ser el revólver que Clemenza esconde en una cisterna del restaurante Louis, en el Bronx, y con el que Michael Corleone se carga al capitán McCluskey y a Sollozzo en la primera parte de El Padrino. Me hubiera gustado ser ese revolver pero simplemente por mi afición al cine.
Vuelve a jugar conmigo. Vuelve a besarme, a introducirme en su boca. Qué gran sitio para eyacular. Dispara. Caigo al suelo. No quiero mirar. En un rato esto estará lleno de policía. Me tomarán las huellas. Soy la prueba "número uno". La he matado. Ella me lo ha pedido. Mi vida vuelve a ser una mierda.
lunes, 29 de diciembre de 2008
La importancia de llamarse Ray
Hola,
Es la una de la tarde. Estoy en la cama, acabo de despertarme. Apenas puedo abrir los ojos. En la mesita de noche hay un cenicero lleno de colillas, un ejemplar de "A este lado del paraíso" de Scott Fitzgerald y un condón usado. Tengo la boca pastosa. Me levanto y camino a tientas hasta el baño. Mis ojos tratan de evitar la luz que se cuela por la ventana. Me planto ante el espejo y... ¡¡¡Horror, soy Ray Loriga!!!
No puede ser. Me palpo la cara. Tengo barba de una semana y el pelo grasiento. Además me apesta el aliento. Salgo del baño atolondrada (¿atolondrado?) y corro hasta el dormitorio. Allí está ella: es Eugenia Silva. Duerme bocarriba, con una camiseta de la Feria del Libro de Guadalajara 2004, y desnuda de cintura para abajo. Lo lleva rasurado pero no es el momento de detenerse en esos detalles. ¿Qué me ha pasado?
Es mediodía. Estoy frente a una cerveza y un plato de aceitunas en un bar de Antón Martín. Sigo sin explicarme qué es lo que me ha pasado. Fumo (¡pero si yo no fumo!). Saco un cuaderno de notas. ¿Un cuaderno de notas? Tampoco he llevado nunca un cuaderno de notas en el bolsillo. En la primera página hay garabatos. En la segunda un coño dibujado a boli con una leyenda que dice: "Vulva". No recuerdo haber dibujado nada así del mismo modo que no recuerdo haber llamado nunca vulva a un coño. Unas páginas mas allá el fragmento de un poema de Santa Teresa. Sé que es de Santa Teresa porque debajo del poema aparece escrito: "fragmento de un poema de Santa Teresa". Después tres autorretratos inacabados. Me quedo observándolos. En uno pone la palabra "fe". En otro la palabra "ausencia". En otro "pánico". Pienso que soy un pedante. Pienso que molo.
Dos quinceañeras me observan desde la mesa de al lado. Me han reconocido. Miran constantemente un ejemplar del dominical de El País. Luego se susurran al oído y ríen nerviosamente poniéndose la mano delante de la boca. Finalmente una se acerca hasta mí y me pide que le autografíe el ejemplar de El País. Salgo posando con Rosario Flores. No me acordaba de que era hoy cuando publicarían el reportaje. El esmoquin me queda que ni pintado. ¿Quién ha dicho que no se puede ser guapo e intelectual al mismo tiempo? Firmo sobre mi foto, la chica se aleja orgullosa y a mi se me pone dura.
En el plato de aceitunas solo quedan huesos. Me entretengo repasando la agenda del móvil. Me gusta hacerlo. Me gusta comprobar cuánta gente tengo al alcance de la mano. Uno de los primeros en aparecer es Almodovar. Figura en la "A" aunque, en realidad, debería estar en la "P" de Pedro. Yo siempre le llamo Pedro. Lo mismo me pasa con Paz, con Paz Vega. Aparece en la "V" aunque debería estar en la "P". Me siento importante por tener sus móviles. También tengo los teléfonos de Javier Rioyo y de Juan Cruz. Si no tienes sus móviles no eres nadie en el mundo de las letras de este país. Yo sí lo soy. Me amo.
(...)
Estragos navideños.
Besos.
Beta
Es la una de la tarde. Estoy en la cama, acabo de despertarme. Apenas puedo abrir los ojos. En la mesita de noche hay un cenicero lleno de colillas, un ejemplar de "A este lado del paraíso" de Scott Fitzgerald y un condón usado. Tengo la boca pastosa. Me levanto y camino a tientas hasta el baño. Mis ojos tratan de evitar la luz que se cuela por la ventana. Me planto ante el espejo y... ¡¡¡Horror, soy Ray Loriga!!!
No puede ser. Me palpo la cara. Tengo barba de una semana y el pelo grasiento. Además me apesta el aliento. Salgo del baño atolondrada (¿atolondrado?) y corro hasta el dormitorio. Allí está ella: es Eugenia Silva. Duerme bocarriba, con una camiseta de la Feria del Libro de Guadalajara 2004, y desnuda de cintura para abajo. Lo lleva rasurado pero no es el momento de detenerse en esos detalles. ¿Qué me ha pasado?
Es mediodía. Estoy frente a una cerveza y un plato de aceitunas en un bar de Antón Martín. Sigo sin explicarme qué es lo que me ha pasado. Fumo (¡pero si yo no fumo!). Saco un cuaderno de notas. ¿Un cuaderno de notas? Tampoco he llevado nunca un cuaderno de notas en el bolsillo. En la primera página hay garabatos. En la segunda un coño dibujado a boli con una leyenda que dice: "Vulva". No recuerdo haber dibujado nada así del mismo modo que no recuerdo haber llamado nunca vulva a un coño. Unas páginas mas allá el fragmento de un poema de Santa Teresa. Sé que es de Santa Teresa porque debajo del poema aparece escrito: "fragmento de un poema de Santa Teresa". Después tres autorretratos inacabados. Me quedo observándolos. En uno pone la palabra "fe". En otro la palabra "ausencia". En otro "pánico". Pienso que soy un pedante. Pienso que molo.
Dos quinceañeras me observan desde la mesa de al lado. Me han reconocido. Miran constantemente un ejemplar del dominical de El País. Luego se susurran al oído y ríen nerviosamente poniéndose la mano delante de la boca. Finalmente una se acerca hasta mí y me pide que le autografíe el ejemplar de El País. Salgo posando con Rosario Flores. No me acordaba de que era hoy cuando publicarían el reportaje. El esmoquin me queda que ni pintado. ¿Quién ha dicho que no se puede ser guapo e intelectual al mismo tiempo? Firmo sobre mi foto, la chica se aleja orgullosa y a mi se me pone dura.
En el plato de aceitunas solo quedan huesos. Me entretengo repasando la agenda del móvil. Me gusta hacerlo. Me gusta comprobar cuánta gente tengo al alcance de la mano. Uno de los primeros en aparecer es Almodovar. Figura en la "A" aunque, en realidad, debería estar en la "P" de Pedro. Yo siempre le llamo Pedro. Lo mismo me pasa con Paz, con Paz Vega. Aparece en la "V" aunque debería estar en la "P". Me siento importante por tener sus móviles. También tengo los teléfonos de Javier Rioyo y de Juan Cruz. Si no tienes sus móviles no eres nadie en el mundo de las letras de este país. Yo sí lo soy. Me amo.
(...)
Estragos navideños.
Besos.
Beta
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Asesina a sueldo
Hola,
Me han encargado un asesinato. Solo sé que la víctima es la ex de una amiga mía pero cuanto menos sepa de ella mejor: soy una profesional. Mi objetivo en la vida es ser como el asesino a sueldo, con un aire entre Louis Farrakhan y Malcom X, que sale en "The Wire" (por cierto, quien no haya visto "The Wire" se está perdiendo una serie casi mítica).
Concierto una cita con mi víctima. Quiero que sea algo limpio, es mi primer asesinato y no me gustaría que me colgaran la etiqueta de "carnicera". He pensado que lo haré estrangulándola, como cuando en "El Padrino" Michael ordena cargarse al hijoputa de su cuñado Carlo, al que estrangulan desde el asiento de atrás del coche mientras el patalea como un pavo en navidad.
Estoy con mi víctima. Ella piensa que soy una vendedora de seguros (es lo primero que se me ha ocurrido). De repente saco un alambre del bolsillo y me abalanzo sobre su cuello intentando estrangularla. La muy puta se revuelve y se resiste. Quizás lo del estrangulamiento no haya sido buena opción. Nos enzarzamos. Rodamos por el suelo. Pienso en la cantidad de pajilleros que pagarían por ver la escena, con nosotras dos desnudas sobre un montón de barro. Gracias a mi mayor envergadura termino encima de ella, sentada sobre su abdomen. Evito sus zarpazos con habilidad gatuna mientras sujeto su cabeza contra el suelo.
- Vas a morir, le digo.
- Pero, ¿quién eres? -balbucea-. No vuelvo a contratar un seguro con vosotros, vuestros métodos no me gustan.
- Tranquila, no vas a necesitar más seguros.
Me golpea en las tetas como una loca poseída por el diablo. Afortunadamente mis brazos son más largos que los suyos y los puñetazos que me lanza a la cara no llegan a su destino. Golpeo su cabeza contra el suelo. Una vez. Dos veces. Otra más. Su resistencia es cada vez menor. Yo continúo estampándole la cabeza contra el suelo sin parar hasta que la sangre comienza a brotar de sus oídos. Sus brazos caen a plomo y, un segundo después, las convulsiones finales. Ya está. Tengo las manos llenas de sangre. Soy una puta novata.
Arrastro el cadáver dejando un rastro de sangre hasta el maletero de mi coche. Luego recorro cuatrocientos kilómetros en busca de unos altos hornos. Cuando los encuentro, subo las escaleras hasta la boca de una cubeta en cuyo interior el hierro se funde como en un volcán. El ruido de la cabeza de mi víctima rebotando en cada uno de los peldaños me pone nerviosa. Arrojo el cuerpo al hierro fundido y misión cumplida.
Vale, me habéis pillado, lo de la foto no es sangre sino salsa boloñesa. Pero me ha quedado gracioso.
Mi próximo objetivo es un vejete del que me han hablado que viaja en trineo y va vestido de rojo.
Besos.
Beta
Me han encargado un asesinato. Solo sé que la víctima es la ex de una amiga mía pero cuanto menos sepa de ella mejor: soy una profesional. Mi objetivo en la vida es ser como el asesino a sueldo, con un aire entre Louis Farrakhan y Malcom X, que sale en "The Wire" (por cierto, quien no haya visto "The Wire" se está perdiendo una serie casi mítica).
Concierto una cita con mi víctima. Quiero que sea algo limpio, es mi primer asesinato y no me gustaría que me colgaran la etiqueta de "carnicera". He pensado que lo haré estrangulándola, como cuando en "El Padrino" Michael ordena cargarse al hijoputa de su cuñado Carlo, al que estrangulan desde el asiento de atrás del coche mientras el patalea como un pavo en navidad.
Estoy con mi víctima. Ella piensa que soy una vendedora de seguros (es lo primero que se me ha ocurrido). De repente saco un alambre del bolsillo y me abalanzo sobre su cuello intentando estrangularla. La muy puta se revuelve y se resiste. Quizás lo del estrangulamiento no haya sido buena opción. Nos enzarzamos. Rodamos por el suelo. Pienso en la cantidad de pajilleros que pagarían por ver la escena, con nosotras dos desnudas sobre un montón de barro. Gracias a mi mayor envergadura termino encima de ella, sentada sobre su abdomen. Evito sus zarpazos con habilidad gatuna mientras sujeto su cabeza contra el suelo.
- Vas a morir, le digo.
- Pero, ¿quién eres? -balbucea-. No vuelvo a contratar un seguro con vosotros, vuestros métodos no me gustan.
- Tranquila, no vas a necesitar más seguros.
Me golpea en las tetas como una loca poseída por el diablo. Afortunadamente mis brazos son más largos que los suyos y los puñetazos que me lanza a la cara no llegan a su destino. Golpeo su cabeza contra el suelo. Una vez. Dos veces. Otra más. Su resistencia es cada vez menor. Yo continúo estampándole la cabeza contra el suelo sin parar hasta que la sangre comienza a brotar de sus oídos. Sus brazos caen a plomo y, un segundo después, las convulsiones finales. Ya está. Tengo las manos llenas de sangre. Soy una puta novata.
Arrastro el cadáver dejando un rastro de sangre hasta el maletero de mi coche. Luego recorro cuatrocientos kilómetros en busca de unos altos hornos. Cuando los encuentro, subo las escaleras hasta la boca de una cubeta en cuyo interior el hierro se funde como en un volcán. El ruido de la cabeza de mi víctima rebotando en cada uno de los peldaños me pone nerviosa. Arrojo el cuerpo al hierro fundido y misión cumplida.
Vale, me habéis pillado, lo de la foto no es sangre sino salsa boloñesa. Pero me ha quedado gracioso.
Mi próximo objetivo es un vejete del que me han hablado que viaja en trineo y va vestido de rojo.
Besos.
Beta
martes, 28 de octubre de 2008
Pesadilla
Hola,
Hago un paréntesis en los posts sobre Japón porque he tenido un sueño, un sueño terrible. Las cosas sucedían así:
4 de Noviembre de 2008: Estados Unidos elige nuevo presidente. Salta la sorpresa y el republicano John McCain es elegido cuadragésimo cuarto presidente del país, en una disputada elección y gracias a los tres delegados del estado de Montana.
5 de Noviembre de 2008: La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, pide la dimisión del presidente Zapatero al considerarle responsable de la derrota del demócrata Barack Obama.
15 de Noviembre de 2008: Barack Obama abraza el islamismo y se retira a Pakistán tras separarse de su mujer Michelle.
20 de Enero de 2009: John McCain jura su cargo y anuncia el traslado de la capital federal a Helena (capital de Montana) como premio a la fidelidad de sus votantes.
30 de Enero de 2009: Sarah Palin se reúne con el expresidente español Jose María Aznar en Anchorage (Alaska). Ambos dirigentes califican su reunión como "muy productiva y cordial". Tras un tradicional almuerzo a base de reno ahumado, Palin invita al expresidente español a una cacería de osos polares.
26 de Febrero de 2009: Las bolsas vuelven a batir un nuevo récord en su caída. El Ibex 35, siguiendo al resto de indicadores bursátiles, pierde la barrera psicológica de los 6000 puntos.
3 de Abril de 2009: El presidente norteamericano John McCain sufre un ataque al corazón. Aunque los médicos evitan pronunciarse, se extiende el rumor de que el infarto sobrevino después de que McCain se tomara dos viagras en una loca noche de pasión con su esposa Cindy.
5 de Abril de 2009: Tras un súbito agravamiento de su estado el presidente McCain fallece.
6 de Abril de 2009: María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, pide la dimisión del presidente Jose Luis Rodriguez Zapatero por considerarle responsable de la muerte de McCain.
7 de Abril de 2009: Sarah Palin jura su cargo y se convierte en cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Anuncia el traslado de la capital federal a Juneau (capital de Alaska), así como su inminente operación de cambio de sexo ya que -según sus propias palabras- está en contra de que una mujer sea presidente de los Estados Unidos.
8 de Abril de 2009: Los 25.000 habitantes de Helena se lanzan a la calle, como un único hombre, a manifestarse por la decisión de Palin de privarles de su recién adquirida capitalidad.
12 de Abril de 2009: Sarah Palin comparece ante los medios de comunicación tras su operación de cambio de sexo. En la rueda de prensa muestra fotografías del pene que le ha sido implantado (19 centímetros) que, según fuentes oficiales, proveniene de un donante anónimo de la República Dominicana. Asímismo Palin anuncia que, desde ese momento, adoptará para sí el nombre de Archibal.
15 de Abril de 2009: El presidente de Microsoft, Bill Gates, anuncia la quiebra de su empresa. Con gesto sosegado, Gates pide tranquilidad a todo el mundo y comunica que ya ha comenzado a mandar su currículum a algunas empresas. La de microsoft es la última de una cadena de quiebras que se había iniciado una semana antes con el cierre de General Motors y McDonalds.
25 de Mayo de 2009: Ante el deterioro de la situación económica el presidente Archibald Palin reúne al G8 que, desde ese momento, pasará a ser conocido como el G6 ya que la presencia de Francia y de Rusia ha sido vetada por el gobierno norteamericano.
26 de Mayo de 2009: María Dolores de Cospedal pide la dimisión de Zapatero por la exclusión de Francia del G8 y la no inclusión de España en el mismo.
27 de Mayo de 2009: El presidente francés Nicolás Sarkozy anuncia un boicot a los productos procedentes de Estados Unidos y su mujer, Carla Bruni, se encadena ante las puertas de la fabrica de galletas Oreo situada en Limoges (Francia).
28 de Mayo de 2009: Fallece Fidel Castro.
11 de Julio de 2009: En una operación sorpresa el ejército norteamericano bombardea Seúl. El presidente Archibald Palin comparece ante los medios de comunicación y acusa a Corea de pertenecer al eje del mal y estar preparando un ataque global contra los Estados Unidos. Los ciudadanos de Corea del Norte se lanzan a la calle a celebrar eufóricos el ataque estadounidense contra sus vecinos del sur.
12 de Julio de 2009: El presidente Archibald Palin cesa a su secretario de estado y nombra a Henry Kissinger como su sustituto. El ejército norteamericano inicia los bombardeos sobre Corea del Norte. Las celebraciones en ese país cesan de inmediato.
13 de Julio de 2009: El expresidente español Jose María Aznar secunda la ofensiva militar norteamericana y pide que se extienda a países como Venezuela, Bolivia, Cuba, Argentina, Ecuador, Nicaragua y Honduras.
14 de Julio de 2009: Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, se afeita publicamente el bigote como respuesta a las declaraciones de Aznar. El expresidente español es declarado "persona non grata" en los siete países a los que se refirió en su comparecencia del día anterior. También es declarado "persona non grata" en la localidad irlandesa de Kilkenny, aunque los motivos de tal decisión no se hacen públicos.
18 de Julio: El presidente Palin es recibido en audiencia en El Vaticano. Tras dos horas de reunión Palin y Benedicto XVI rezan juntos por la paz en el mundo.
18 de Julio de 2009 (por la tarde): Estados Unidos inicia una ofensiva militar contra Bolivia derrocando en pocas horas al presidente Evo Morales, que huye a las montañas. El papa y el presidente estadounidense se congratulan, en rueda de prensa, por el éxito de la operación.
19 de Julio de 2009: Telecinco retira de su programación el Programa de Ana Rosa por su escasa audiencia.
25 de Julio de 2009: La hija embarazada del presidente Palin da a luz a un hijo varón que nace con dos cabezas y sin aparato reproductor alguno.
6 de Agosto de 2009: La revista Hola publica las fotos robadas de la Duquesa de Alba en top less con su nuevo acompañante, el presidente Archibal Palin. En las instantáneas se ve a la duquesa practicando windsurf y en actitud cariñosa con su acompañante. Los protagonistas de la noticia no tienen más remedio que reunir a la prensa y comunicar que "viven el momento más feliz de sus vidas y no descartan la posibilidad de contraer matrimonio en la catedral de la Almudena". Palin anuncia además que, dada su nueva relación con una ciudadana española, tiene previsto reunirse con su viejo amigo "el presidente español Jose Antonio Rodriguez Zapatero" para normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países.
7 de Agosto de 2009: La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, dimite de todos sus cargos en la dirección del partido.
Besos.
Beta
Hago un paréntesis en los posts sobre Japón porque he tenido un sueño, un sueño terrible. Las cosas sucedían así:
4 de Noviembre de 2008: Estados Unidos elige nuevo presidente. Salta la sorpresa y el republicano John McCain es elegido cuadragésimo cuarto presidente del país, en una disputada elección y gracias a los tres delegados del estado de Montana.
5 de Noviembre de 2008: La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, pide la dimisión del presidente Zapatero al considerarle responsable de la derrota del demócrata Barack Obama.
15 de Noviembre de 2008: Barack Obama abraza el islamismo y se retira a Pakistán tras separarse de su mujer Michelle.
20 de Enero de 2009: John McCain jura su cargo y anuncia el traslado de la capital federal a Helena (capital de Montana) como premio a la fidelidad de sus votantes.
30 de Enero de 2009: Sarah Palin se reúne con el expresidente español Jose María Aznar en Anchorage (Alaska). Ambos dirigentes califican su reunión como "muy productiva y cordial". Tras un tradicional almuerzo a base de reno ahumado, Palin invita al expresidente español a una cacería de osos polares.
26 de Febrero de 2009: Las bolsas vuelven a batir un nuevo récord en su caída. El Ibex 35, siguiendo al resto de indicadores bursátiles, pierde la barrera psicológica de los 6000 puntos.
3 de Abril de 2009: El presidente norteamericano John McCain sufre un ataque al corazón. Aunque los médicos evitan pronunciarse, se extiende el rumor de que el infarto sobrevino después de que McCain se tomara dos viagras en una loca noche de pasión con su esposa Cindy.
5 de Abril de 2009: Tras un súbito agravamiento de su estado el presidente McCain fallece.
6 de Abril de 2009: María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, pide la dimisión del presidente Jose Luis Rodriguez Zapatero por considerarle responsable de la muerte de McCain.
7 de Abril de 2009: Sarah Palin jura su cargo y se convierte en cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Anuncia el traslado de la capital federal a Juneau (capital de Alaska), así como su inminente operación de cambio de sexo ya que -según sus propias palabras- está en contra de que una mujer sea presidente de los Estados Unidos.
8 de Abril de 2009: Los 25.000 habitantes de Helena se lanzan a la calle, como un único hombre, a manifestarse por la decisión de Palin de privarles de su recién adquirida capitalidad.
12 de Abril de 2009: Sarah Palin comparece ante los medios de comunicación tras su operación de cambio de sexo. En la rueda de prensa muestra fotografías del pene que le ha sido implantado (19 centímetros) que, según fuentes oficiales, proveniene de un donante anónimo de la República Dominicana. Asímismo Palin anuncia que, desde ese momento, adoptará para sí el nombre de Archibal.
15 de Abril de 2009: El presidente de Microsoft, Bill Gates, anuncia la quiebra de su empresa. Con gesto sosegado, Gates pide tranquilidad a todo el mundo y comunica que ya ha comenzado a mandar su currículum a algunas empresas. La de microsoft es la última de una cadena de quiebras que se había iniciado una semana antes con el cierre de General Motors y McDonalds.
25 de Mayo de 2009: Ante el deterioro de la situación económica el presidente Archibald Palin reúne al G8 que, desde ese momento, pasará a ser conocido como el G6 ya que la presencia de Francia y de Rusia ha sido vetada por el gobierno norteamericano.
26 de Mayo de 2009: María Dolores de Cospedal pide la dimisión de Zapatero por la exclusión de Francia del G8 y la no inclusión de España en el mismo.
27 de Mayo de 2009: El presidente francés Nicolás Sarkozy anuncia un boicot a los productos procedentes de Estados Unidos y su mujer, Carla Bruni, se encadena ante las puertas de la fabrica de galletas Oreo situada en Limoges (Francia).
28 de Mayo de 2009: Fallece Fidel Castro.
11 de Julio de 2009: En una operación sorpresa el ejército norteamericano bombardea Seúl. El presidente Archibald Palin comparece ante los medios de comunicación y acusa a Corea de pertenecer al eje del mal y estar preparando un ataque global contra los Estados Unidos. Los ciudadanos de Corea del Norte se lanzan a la calle a celebrar eufóricos el ataque estadounidense contra sus vecinos del sur.
12 de Julio de 2009: El presidente Archibald Palin cesa a su secretario de estado y nombra a Henry Kissinger como su sustituto. El ejército norteamericano inicia los bombardeos sobre Corea del Norte. Las celebraciones en ese país cesan de inmediato.
13 de Julio de 2009: El expresidente español Jose María Aznar secunda la ofensiva militar norteamericana y pide que se extienda a países como Venezuela, Bolivia, Cuba, Argentina, Ecuador, Nicaragua y Honduras.
14 de Julio de 2009: Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, se afeita publicamente el bigote como respuesta a las declaraciones de Aznar. El expresidente español es declarado "persona non grata" en los siete países a los que se refirió en su comparecencia del día anterior. También es declarado "persona non grata" en la localidad irlandesa de Kilkenny, aunque los motivos de tal decisión no se hacen públicos.
18 de Julio: El presidente Palin es recibido en audiencia en El Vaticano. Tras dos horas de reunión Palin y Benedicto XVI rezan juntos por la paz en el mundo.
18 de Julio de 2009 (por la tarde): Estados Unidos inicia una ofensiva militar contra Bolivia derrocando en pocas horas al presidente Evo Morales, que huye a las montañas. El papa y el presidente estadounidense se congratulan, en rueda de prensa, por el éxito de la operación.
19 de Julio de 2009: Telecinco retira de su programación el Programa de Ana Rosa por su escasa audiencia.
25 de Julio de 2009: La hija embarazada del presidente Palin da a luz a un hijo varón que nace con dos cabezas y sin aparato reproductor alguno.
6 de Agosto de 2009: La revista Hola publica las fotos robadas de la Duquesa de Alba en top less con su nuevo acompañante, el presidente Archibal Palin. En las instantáneas se ve a la duquesa practicando windsurf y en actitud cariñosa con su acompañante. Los protagonistas de la noticia no tienen más remedio que reunir a la prensa y comunicar que "viven el momento más feliz de sus vidas y no descartan la posibilidad de contraer matrimonio en la catedral de la Almudena". Palin anuncia además que, dada su nueva relación con una ciudadana española, tiene previsto reunirse con su viejo amigo "el presidente español Jose Antonio Rodriguez Zapatero" para normalizar las relaciones diplomáticas entre ambos países.
7 de Agosto de 2009: La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, dimite de todos sus cargos en la dirección del partido.
Besos.
Beta
miércoles, 30 de julio de 2008
Arnaldo
Hola,
Hace unos días empecé a escribir un nuevo blog. De incógnita. Se trataría un blog bastante "silencioso", que en principio debía ser leído por pocas personas y que, una vez que tuviera cierto cuerpo se daría a conocer (bien porque yo lo reseñara aquí o bien porque algún medio se hiciera eco de su existencia). La idea era que el blog estuviera protagonizado por un supuesto Arnaldo Otegi, que lamentaría su suerte desde una celda en la prisión de Martutene. Le puse como título "Martutene Break". Mi Arnaldo Otegi sería bastante memo (en esto se parecería al original), sería fan de "Prison Break" y soñaría con convertirse en Michael Schofield y escapar de prisión.
El pasado lunes El País publicó que Otegi abandonará la política cuando salga de prisión a finales de mes. Menuda mierda de noticia. Yo no sabía que Otegi saldría de prisión tan pronto y mucho menos que estaba pensando abandonar la política. Me han jodido. Meterse con un jubilado no tiene gracia. Aún así he escrito varias entradas y supongo que seguiré haciéndolo hasta que le pongan en la calle.
Alguna amiga se alegrará de lo de Otegui, más que nada porque no paraba de repetirme que tenía que andarme con cuidado con los borrocos, que se gastan muy mala ostia. No sé, me parece un poquito exagerado. Solo es un blog.
En fin, que hoy estáis de enhorabuena porque por el mismo precio de un post os lleváis seis de regalo solo pinchando aquí.
Espero que os guste.
Besos.
Beta
Hace unos días empecé a escribir un nuevo blog. De incógnita. Se trataría un blog bastante "silencioso", que en principio debía ser leído por pocas personas y que, una vez que tuviera cierto cuerpo se daría a conocer (bien porque yo lo reseñara aquí o bien porque algún medio se hiciera eco de su existencia). La idea era que el blog estuviera protagonizado por un supuesto Arnaldo Otegi, que lamentaría su suerte desde una celda en la prisión de Martutene. Le puse como título "Martutene Break". Mi Arnaldo Otegi sería bastante memo (en esto se parecería al original), sería fan de "Prison Break" y soñaría con convertirse en Michael Schofield y escapar de prisión.
El pasado lunes El País publicó que Otegi abandonará la política cuando salga de prisión a finales de mes. Menuda mierda de noticia. Yo no sabía que Otegi saldría de prisión tan pronto y mucho menos que estaba pensando abandonar la política. Me han jodido. Meterse con un jubilado no tiene gracia. Aún así he escrito varias entradas y supongo que seguiré haciéndolo hasta que le pongan en la calle.
Alguna amiga se alegrará de lo de Otegui, más que nada porque no paraba de repetirme que tenía que andarme con cuidado con los borrocos, que se gastan muy mala ostia. No sé, me parece un poquito exagerado. Solo es un blog.
En fin, que hoy estáis de enhorabuena porque por el mismo precio de un post os lleváis seis de regalo solo pinchando aquí.
Espero que os guste.
Besos.
Beta
domingo, 8 de junio de 2008
Yes We Can
Hola,
Eran las once y media, era domingo y hacía un día soleado que animaba a salir de casa. Cuando Hillary entró en la cocina, Bill leía el New York Times y desayunaba una papilla de plátano con muesli mientras que Chelsea observaba las fotos del Vanity Fair frente a una tostada cubierta con medio dedo de mantequilla de cacahuete. Hillary los miró piadosamente y sentenció: "Nos volvemos a Little Rock". Dicen que cuando estás al borde de la muerte ves pasar la película de tu vida frente a tus ojos, eso mismo sintió Chelsea al ver que toda su vida, todas sus esperanzas, acababan de desvanecerse.
Desde que en 1992 los Clinton se mudaron a Washington a raíz de la elección de Bill como cuadragésimo segundo presidente de los Estados Unidos, Chelsea solo había regresado a la capital de Arkansas en dos ocasiones: la primera con motivo de la graduación de su íntima amiga Barbara y la segunda para sacar de la cárcel al tío Roger tras una de sus muchas detenciones por conducir en estado de embriaguez.
"¡¡Si volvemos a Little Rock -gritó la joven desesperada- terminaremos criando gorrinos!!". Bill levantó la mirada y, aunque no abrió la boca, su cara pareció decir que aquella no era una idea tan desagradable. "Me prometiste que serías la presidenta y que volveríamos a la Casa Blanca -prosiguió Chelsea-. Me prometiste que harías todo lo posible para que yo misma fuera candidata en el 2024, tal y como hizo el presidente Bush con su hijo. Me lo prometiste, me lo prometiste y ahora dices que tenemos que regresar a ese... a ese poblacho, a ese poblacho infecto".
Hillary sintió que le faltaba el aire. Aunque no podía decirse que aquella reacción le hubiese pillado desprevenida la violencia de las palabras de su hija si fue una sorpresa. Sin decir nada se puso a rebuscar en los cajones de la cocina, desesperadamente, hasta que encontró una cajetilla de cigarrillos. Bill y de Chelsea observaron perplejos. El tabaco llevaba más de diez años completamente prohibido en aquella casa y había sido la propia Hillary quien lo había proscrito "en todas sus formas" después de que los medios desvelaran que Bill se había dedicado a juguetear con los habanos que le regalaba la disidencia cubana en el coño de una becaria llamada Levinsky.
Encendió uno de los cigarrillos y le dio una calada infinita. "Los sondeos dijeron que ganaría -balbuceó-. Decían que tendría más de veinte puntos de ventaja. El aparato del partido me prometió que me llevaría hasta la Casa Blanca, que me convertirían en la primera mujer presidenta. Fui yo la que se comió los cuernos y la humillación. Fui yo la que tragó con todo aquello. Merezco ser presidenta ¿Porqué ha tenido que venir el puto negro a joderlo todo? ¿Porqué? ¿Porqué?".
Por esto:
Porque es posible soñar con un mundo mejor.
Eran las once y media, era domingo y hacía un día soleado que animaba a salir de casa. Cuando Hillary entró en la cocina, Bill leía el New York Times y desayunaba una papilla de plátano con muesli mientras que Chelsea observaba las fotos del Vanity Fair frente a una tostada cubierta con medio dedo de mantequilla de cacahuete. Hillary los miró piadosamente y sentenció: "Nos volvemos a Little Rock". Dicen que cuando estás al borde de la muerte ves pasar la película de tu vida frente a tus ojos, eso mismo sintió Chelsea al ver que toda su vida, todas sus esperanzas, acababan de desvanecerse.
Desde que en 1992 los Clinton se mudaron a Washington a raíz de la elección de Bill como cuadragésimo segundo presidente de los Estados Unidos, Chelsea solo había regresado a la capital de Arkansas en dos ocasiones: la primera con motivo de la graduación de su íntima amiga Barbara y la segunda para sacar de la cárcel al tío Roger tras una de sus muchas detenciones por conducir en estado de embriaguez.
"¡¡Si volvemos a Little Rock -gritó la joven desesperada- terminaremos criando gorrinos!!". Bill levantó la mirada y, aunque no abrió la boca, su cara pareció decir que aquella no era una idea tan desagradable. "Me prometiste que serías la presidenta y que volveríamos a la Casa Blanca -prosiguió Chelsea-. Me prometiste que harías todo lo posible para que yo misma fuera candidata en el 2024, tal y como hizo el presidente Bush con su hijo. Me lo prometiste, me lo prometiste y ahora dices que tenemos que regresar a ese... a ese poblacho, a ese poblacho infecto".
Hillary sintió que le faltaba el aire. Aunque no podía decirse que aquella reacción le hubiese pillado desprevenida la violencia de las palabras de su hija si fue una sorpresa. Sin decir nada se puso a rebuscar en los cajones de la cocina, desesperadamente, hasta que encontró una cajetilla de cigarrillos. Bill y de Chelsea observaron perplejos. El tabaco llevaba más de diez años completamente prohibido en aquella casa y había sido la propia Hillary quien lo había proscrito "en todas sus formas" después de que los medios desvelaran que Bill se había dedicado a juguetear con los habanos que le regalaba la disidencia cubana en el coño de una becaria llamada Levinsky.
Encendió uno de los cigarrillos y le dio una calada infinita. "Los sondeos dijeron que ganaría -balbuceó-. Decían que tendría más de veinte puntos de ventaja. El aparato del partido me prometió que me llevaría hasta la Casa Blanca, que me convertirían en la primera mujer presidenta. Fui yo la que se comió los cuernos y la humillación. Fui yo la que tragó con todo aquello. Merezco ser presidenta ¿Porqué ha tenido que venir el puto negro a joderlo todo? ¿Porqué? ¿Porqué?".
Por esto:
Porque es posible soñar con un mundo mejor.
Besos.
Beta
jueves, 22 de mayo de 2008
Caníbal
Hola,
Lo reconozco, me gusta la carne humana. Mucho más aún después de haber leído que soy una caníbal, una de tantas pero una caníbal a fin de cuentas. Alguien me dejó un comentario diciéndome que me mencionaban en el ABC. Soy una "caníbal grafómana", un "nuevo talento", y me meten en el mismo saco que a David Torres, a Cristina Cerrada, a Montero Glez o a Marta Rivera de la Cruz. No se si hacerme un dedo o salir a matar.
Otra cosa: hace unos cuantos posts publiqué aquí un cuentito nada ambicioso que me habían pedido de un blog amigo. Martín Mateo se ha tomado la molestia de escribir la cara B.
Lo reproduzco aquí, sin su permiso pero con mi admiración:
Parecía italiana o española, era guapa. Entró al romper la tormenta y supe que la habíamos encontrado. Se entretuvo curioseando por la tienda. Un rato después vino hacia mí. Traía un disco de Charles Trenet, aquel concierto en el Olympia con el que anunció su retirada. Sabía que no lo compraría, que solo hacía tiempo hasta que terminara la lluvia. Le dije que podía ir a la cabina y escucharlo. Tras el cristal, con los cascos puestos, sonreía y hacía señas diciéndome que todo estaba bien. Yo le devolvía la sonrisa. Un cliente es un cliente aunque sepas que no dará dinero.
Llamé a Gilles. Le di la espalda a la chica para que no pudiera ver lo que hablábamos. Creo que la tengo, le dije. Guilles llegó diez minutos después. «¿Qué está oyendo esa zorra?» «Trenet» Puta fascista- comentó y sonrió cruel.
Fumábamos mucho hachís en aquellos tiempos. Tomábamos ácido, escuchábamos a Santana y a Marley y hacíamos rituales que queríamos creer satánicos con unos libros antiguos que habíamos robado. Charles Manson era el ídolo de Gilles. Habíamos empezado todo aquello como un juego pero cada vez lo hacíamos más en serio. Yo iba a trabajar cada mañana disfrazada de niña de bien. Por las noches me transformaba en una adoradora del Gran Rebelde, capaz de cualquier desatino en la intimidad de nuestro apartamento cercano a la Catedral de Saint-Sauveur. En algún momento decidimos que teníamos que matar a una virgen en una ceremonia que detallaba nuestro libro negro. Los fines de semana salíamos a pasear buscando la candidata adecuada, valorando pros y contras de cada elección. Cuando vi entrar a la italiana supe que sería ella.
Continuó pasando por la tienda cada tarde. Revisaba discos, escuchaba a Trenet en las cabinas. Yo coqueteaba con ella, jugando a ser tímida. Gilles le daba conversación. La invitaba a café en el Trois Faisans. Necesitábamos acercarnos, que siguiera viniendo, que no desconfiara. El plan era llevarla a casa con cualquier pretexto, drogarla y celebrar nuestro ritual. Lo teníamos bastante estudiado. Habíamos ensayado varias veces. Se suponía que sería nuestro paso definitivo, la acción que nos daría la Fuerza y nos libraría de Dios, del capitalismo, de nuestra educación pequeño burguesa, de todas las opresiones morales. No sé cómo podíamos estar tan locos. Teníamos que esperar la primera noche de luna llena. Gilles se impacientaba, se obsesionó con la chica. Quería secuestrarla hasta que llegara el momento, pensaba que podría escapar. No debemos correr riesgos, decía. Yo lo calmaba. Creía saber que no habría problemas. Tenía un buen presentimiento. Ni siquiera se nos ocurrió pensar que aquella muchacha podía no ser virgen.
El último día de cuarto creciente la chica se me acercó y en su francés titubearte me dijo que estaba enamorada de mi. Sonreí, la miré a los ojos y le di un beso suave en los labios. Recordé a Judas. Al día siguiente lo teníamos todo listo pero no apareció. Tampoco al otro. Cuando nos dimos cuenta que no la volveríamos a ver Gilles se puso furioso. Me gritaba. Decía que era una imbécil, que toda la culpa era mía, que hubiera dado igual la luna, y no sé cuántas cosas más. Me golpeó hasta que perdí el sentido. Nunca había hecho algo así. Cuando desperté me follaba con rabia. Después quedó dormido a mi lado. En la mañana se fue a la calle. Yo recogí en unas bolsas los libros, las alfombras, las velas, los posters, los discos, todo lo que de alguna manera nos unía, me fui al bosque y lo quemé sin solemnidad. Las cosas que el fuego no pudo destruir -cadenas, crucifijos, amuletos de metal- las enterré todo lo profundo que pude. Una hora después salía en un tren hacia Marsella.
Trenet murió en el 2001, Gilles mucho antes, en el 82 se estrelló en su vespa contra la fuente de la Place des Quatre-Dauphins, me lo contó Marie en una carta. Ahora ya nadie escucha aquellos discos de pasta, tengo cincuenta y seis años, voto al Front National, me gustan las cancioncillas de cuando la guerra y me escandalizo si alguien en mi presencia habla de drogas o de sexo. Algún domingo me siento frente a la ventana, acaricio a mi gato y recuerdo.
por Martín Mateo
Gracias Martín.
Besos.
Beta
Lo reconozco, me gusta la carne humana. Mucho más aún después de haber leído que soy una caníbal, una de tantas pero una caníbal a fin de cuentas. Alguien me dejó un comentario diciéndome que me mencionaban en el ABC. Soy una "caníbal grafómana", un "nuevo talento", y me meten en el mismo saco que a David Torres, a Cristina Cerrada, a Montero Glez o a Marta Rivera de la Cruz. No se si hacerme un dedo o salir a matar.
Otra cosa: hace unos cuantos posts publiqué aquí un cuentito nada ambicioso que me habían pedido de un blog amigo. Martín Mateo se ha tomado la molestia de escribir la cara B.
Lo reproduzco aquí, sin su permiso pero con mi admiración:
Parecía italiana o española, era guapa. Entró al romper la tormenta y supe que la habíamos encontrado. Se entretuvo curioseando por la tienda. Un rato después vino hacia mí. Traía un disco de Charles Trenet, aquel concierto en el Olympia con el que anunció su retirada. Sabía que no lo compraría, que solo hacía tiempo hasta que terminara la lluvia. Le dije que podía ir a la cabina y escucharlo. Tras el cristal, con los cascos puestos, sonreía y hacía señas diciéndome que todo estaba bien. Yo le devolvía la sonrisa. Un cliente es un cliente aunque sepas que no dará dinero.
Llamé a Gilles. Le di la espalda a la chica para que no pudiera ver lo que hablábamos. Creo que la tengo, le dije. Guilles llegó diez minutos después. «¿Qué está oyendo esa zorra?» «Trenet» Puta fascista- comentó y sonrió cruel.
Fumábamos mucho hachís en aquellos tiempos. Tomábamos ácido, escuchábamos a Santana y a Marley y hacíamos rituales que queríamos creer satánicos con unos libros antiguos que habíamos robado. Charles Manson era el ídolo de Gilles. Habíamos empezado todo aquello como un juego pero cada vez lo hacíamos más en serio. Yo iba a trabajar cada mañana disfrazada de niña de bien. Por las noches me transformaba en una adoradora del Gran Rebelde, capaz de cualquier desatino en la intimidad de nuestro apartamento cercano a la Catedral de Saint-Sauveur. En algún momento decidimos que teníamos que matar a una virgen en una ceremonia que detallaba nuestro libro negro. Los fines de semana salíamos a pasear buscando la candidata adecuada, valorando pros y contras de cada elección. Cuando vi entrar a la italiana supe que sería ella.
Continuó pasando por la tienda cada tarde. Revisaba discos, escuchaba a Trenet en las cabinas. Yo coqueteaba con ella, jugando a ser tímida. Gilles le daba conversación. La invitaba a café en el Trois Faisans. Necesitábamos acercarnos, que siguiera viniendo, que no desconfiara. El plan era llevarla a casa con cualquier pretexto, drogarla y celebrar nuestro ritual. Lo teníamos bastante estudiado. Habíamos ensayado varias veces. Se suponía que sería nuestro paso definitivo, la acción que nos daría la Fuerza y nos libraría de Dios, del capitalismo, de nuestra educación pequeño burguesa, de todas las opresiones morales. No sé cómo podíamos estar tan locos. Teníamos que esperar la primera noche de luna llena. Gilles se impacientaba, se obsesionó con la chica. Quería secuestrarla hasta que llegara el momento, pensaba que podría escapar. No debemos correr riesgos, decía. Yo lo calmaba. Creía saber que no habría problemas. Tenía un buen presentimiento. Ni siquiera se nos ocurrió pensar que aquella muchacha podía no ser virgen.
El último día de cuarto creciente la chica se me acercó y en su francés titubearte me dijo que estaba enamorada de mi. Sonreí, la miré a los ojos y le di un beso suave en los labios. Recordé a Judas. Al día siguiente lo teníamos todo listo pero no apareció. Tampoco al otro. Cuando nos dimos cuenta que no la volveríamos a ver Gilles se puso furioso. Me gritaba. Decía que era una imbécil, que toda la culpa era mía, que hubiera dado igual la luna, y no sé cuántas cosas más. Me golpeó hasta que perdí el sentido. Nunca había hecho algo así. Cuando desperté me follaba con rabia. Después quedó dormido a mi lado. En la mañana se fue a la calle. Yo recogí en unas bolsas los libros, las alfombras, las velas, los posters, los discos, todo lo que de alguna manera nos unía, me fui al bosque y lo quemé sin solemnidad. Las cosas que el fuego no pudo destruir -cadenas, crucifijos, amuletos de metal- las enterré todo lo profundo que pude. Una hora después salía en un tren hacia Marsella.
Trenet murió en el 2001, Gilles mucho antes, en el 82 se estrelló en su vespa contra la fuente de la Place des Quatre-Dauphins, me lo contó Marie en una carta. Ahora ya nadie escucha aquellos discos de pasta, tengo cincuenta y seis años, voto al Front National, me gustan las cancioncillas de cuando la guerra y me escandalizo si alguien en mi presencia habla de drogas o de sexo. Algún domingo me siento frente a la ventana, acaricio a mi gato y recuerdo.
por Martín Mateo
Gracias Martín.
Besos.
Beta
jueves, 24 de abril de 2008
Charles Trenet: Olympia ´75
Hola,
Hace una semana me pidieron un pequeño cuento para publicar en el blog "Echa polvo. Cómprate un disco" de DavidSara. Este es el resultado:
Debió ser hace más de treinta años, en un mes de julio, cuando, sorprendida por una violenta tormenta de verano me refugié en la primera tienda que encontré. Por aquel entonces yo debía tener venticuatro años pues recuerdo que había terminado mis estudios y que, ante la dificultad para encontrar trabajo, había decidido adelantar mis vacaciones al mes de julio con el fin de poner en orden mi cabeza. En aquella época yo solía pasar las vacaciones en la casa que mis abuelos tenían en Aix en Provence, pues esa era la mejor forma de poner tierra de por medio con mi madre, a quien yo consideraba una déspota y con la que me era imposible mantener una conversación que no terminara en gritos.
Aunque cada vez eran más los que preferían las modernas casettes a los clásicos vinilos yo seguía prefiriendo estos últimos, y no solo porque sonaran mejor, sino porque me gustaba observar las fotografías de las cubiertas y porque, además, en muchos casos venían impresas las letras de las canciones con lo que aprendértelas y cantarlas resultaba más sencillo. Aquella era la mayor de las dos tiendas de discos de Aix en Provence y era, sin duda, la que mejor surtida estaba. A mi me gustaba rebuscar en la sección de música francesa pues, viniendo desde España era la que me resultaba más desconocida. Los discos estaban ordenados alfabéticamente según el nombre de los artistas y yo debía de estar en la T porque me encontré en las manos con una grabación de Charles Trenet en el Olympia. El Olympia era un teatro mítico de París y aquello parecía ser un disco grabado en directo en 1975. Fue en ese momento cuando me fijé por primera vez en la dependienta de la tienda. Debía tener mi edad, alrededor de venticuatro, y los tacones hacían que pareciera un poquito más alta que yo. Era rubia y llevaba un flequillo que le daba un aspecto muy divertido. Al sentirse observaba me sonrió y me dió las buenas tardes. Yo hice lo mismo.
Al fondo de la tienda había dos cabinas en las que podías encerrarte para escuchar un disco y decidir así si te gustaba lo que estabas oyendo y si te lo comprabas o no. Me acerqué a la dependienta con el disco de Charles Trenet en la mano y pregunté en mi balbuceante francés si podía escucharlo. Me dijo me que dirigiera a la cabina número uno. Tras una puerta transparente por el cristal había una pequeña banquetita en la que sentarse y unos cascos que salían de la pared y por los que se podía escuchar la música. Me senté, me puse los auriculares y al comenzar la primera canción le guiñé un ojo a la dependienta en señal de conformidad.
El tal Charles Trenet empezó a cantar melodías de postguerra pero lo que en realidad se escuchaba en mi cabeza era mi propia voz diciéndome lo buena que estaba aquella dependienta (aunque esta era una expresión que no se utilizaba por aquel entonces). Luego llegó la segunda canción titulada "Samedi soir usage". Yo no podía apartar mis ojos de ella y cuando ella se daba cuenta, agachaba su mirada defensivamente. En la tercera y cuarta canción atendió una llamada de teléfono. Jugaba con el cable enredándolo en sus dedos mientras me daba la espalda. No llevaba ni diez minutos en la tienda y ya me sentía completamente enamorada de aquella desconocida.
Uno detrás de otro fueron cayendo los quince temas que conformaban el álbum. De vez en cuando se volvía hacia mí y gesticulaba preguntándome si todo estaba correcto. Yo le mostraba la mejor de mis sonrisas y movía los labios diciendo "super", en silencio.
Se llamaba Bernadette, era heterosexual y tenía un novio llamado Gilles, que fumaba Gitanes, a quien yo llegué a odiar. Fue la responsable de que aquel verano, sentada en la banquetita de la cabina número uno, me escuchara toda la discografía de Charles Trenet. Solo conseguí arrancarla un beso después de desnudar mis sentimientos. Hoy, recurro de nuevo a Charles Trenet, con la esperanza de que más que un beso, lo que me permita es arrancarle toda la ropa a una colaboracionista de este blog llamada Sandra Uve.
Besos.
Beta
Hace una semana me pidieron un pequeño cuento para publicar en el blog "Echa polvo. Cómprate un disco" de DavidSara. Este es el resultado:
Debió ser hace más de treinta años, en un mes de julio, cuando, sorprendida por una violenta tormenta de verano me refugié en la primera tienda que encontré. Por aquel entonces yo debía tener venticuatro años pues recuerdo que había terminado mis estudios y que, ante la dificultad para encontrar trabajo, había decidido adelantar mis vacaciones al mes de julio con el fin de poner en orden mi cabeza. En aquella época yo solía pasar las vacaciones en la casa que mis abuelos tenían en Aix en Provence, pues esa era la mejor forma de poner tierra de por medio con mi madre, a quien yo consideraba una déspota y con la que me era imposible mantener una conversación que no terminara en gritos.
Aunque cada vez eran más los que preferían las modernas casettes a los clásicos vinilos yo seguía prefiriendo estos últimos, y no solo porque sonaran mejor, sino porque me gustaba observar las fotografías de las cubiertas y porque, además, en muchos casos venían impresas las letras de las canciones con lo que aprendértelas y cantarlas resultaba más sencillo. Aquella era la mayor de las dos tiendas de discos de Aix en Provence y era, sin duda, la que mejor surtida estaba. A mi me gustaba rebuscar en la sección de música francesa pues, viniendo desde España era la que me resultaba más desconocida. Los discos estaban ordenados alfabéticamente según el nombre de los artistas y yo debía de estar en la T porque me encontré en las manos con una grabación de Charles Trenet en el Olympia. El Olympia era un teatro mítico de París y aquello parecía ser un disco grabado en directo en 1975. Fue en ese momento cuando me fijé por primera vez en la dependienta de la tienda. Debía tener mi edad, alrededor de venticuatro, y los tacones hacían que pareciera un poquito más alta que yo. Era rubia y llevaba un flequillo que le daba un aspecto muy divertido. Al sentirse observaba me sonrió y me dió las buenas tardes. Yo hice lo mismo.
Al fondo de la tienda había dos cabinas en las que podías encerrarte para escuchar un disco y decidir así si te gustaba lo que estabas oyendo y si te lo comprabas o no. Me acerqué a la dependienta con el disco de Charles Trenet en la mano y pregunté en mi balbuceante francés si podía escucharlo. Me dijo me que dirigiera a la cabina número uno. Tras una puerta transparente por el cristal había una pequeña banquetita en la que sentarse y unos cascos que salían de la pared y por los que se podía escuchar la música. Me senté, me puse los auriculares y al comenzar la primera canción le guiñé un ojo a la dependienta en señal de conformidad.
El tal Charles Trenet empezó a cantar melodías de postguerra pero lo que en realidad se escuchaba en mi cabeza era mi propia voz diciéndome lo buena que estaba aquella dependienta (aunque esta era una expresión que no se utilizaba por aquel entonces). Luego llegó la segunda canción titulada "Samedi soir usage". Yo no podía apartar mis ojos de ella y cuando ella se daba cuenta, agachaba su mirada defensivamente. En la tercera y cuarta canción atendió una llamada de teléfono. Jugaba con el cable enredándolo en sus dedos mientras me daba la espalda. No llevaba ni diez minutos en la tienda y ya me sentía completamente enamorada de aquella desconocida.
Uno detrás de otro fueron cayendo los quince temas que conformaban el álbum. De vez en cuando se volvía hacia mí y gesticulaba preguntándome si todo estaba correcto. Yo le mostraba la mejor de mis sonrisas y movía los labios diciendo "super", en silencio.
Se llamaba Bernadette, era heterosexual y tenía un novio llamado Gilles, que fumaba Gitanes, a quien yo llegué a odiar. Fue la responsable de que aquel verano, sentada en la banquetita de la cabina número uno, me escuchara toda la discografía de Charles Trenet. Solo conseguí arrancarla un beso después de desnudar mis sentimientos. Hoy, recurro de nuevo a Charles Trenet, con la esperanza de que más que un beso, lo que me permita es arrancarle toda la ropa a una colaboracionista de este blog llamada Sandra Uve.
Besos.
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