Antes de que termine 2014 quiero
recomendar a quien se pase por este blog tres libros que guardo en mi
estantería, bien alineados con otros en cuyos lomos una sinuosa “T” sugiere un
largo trecho de lecturas talenturosas. Son mis tres últimas adquisiciones de la
editorial Talentura:
DE LO QUE QUISE SIN QUERER.
Miguelángel Flores
Imposible ser imparcial con Miguelángel, amigo con duende, internauta
admirado desde las primeras Eternidades y pegos. Su libro cierra una
trayectoria relativamente rápida, que se funde con la eclosión de Miguelángel
como autor teatral, director y actor, de la que todos nos alegramos.
De lo que quise sin querer atrapa por su lenguaje cercano y saleroso,
escenarios que son los de nuestra infancia -como la cocina o el terrado- y por
sus personajes-tipo, salidos de una familia española cualquiera. Es fácil
identificarse con ellos, y poco común que la brevedad del microrrelato dé
galerías de personajes como ésta. Pero no hay que dejarse engatusar: debajo de
esta apariencia entrañable hay un amplio espacio donde laten la nostalgia, la
paradoja, el amor, la compasión o la denuncia. Los micros de Miguelángel son
como él, afables, divertidos, próximos, pero no inocentes. No ingenuos. Por eso
me gusta De lo que quise sin querer, porque su humor o su reflexión
nunca es banal.
PARECE QUE CICATRIZA. Miguel Sanfeliu
Autor de tres libros de relatos (Anónimos, Traspiés 2009; Los
pequeños placeres, Paréntesis 2011 y Gente que nunca existió, E.d.a.
libros 2012), Miguel Sanfeliu adopta en su primera novela un tono desenfadado,
casi de sorna, para presentar un gran proyecto: ser escritor. El protagonista,
Roberto Ponce, narra en primera persona unas metas -¿o son sólo sueños?- que
intentará alcanzar en el plazo de un año. En la segunda parte, escrita en
tercera persona y a 25 años de distancia, el éxito de uno de sus antiguos
compañeros de bohemia enfrentará a Ponce a un presente paralizante y al anhelo
de las oportunidades perdidas.
Escrita en un lenguaje ágil, fresco y directo, Parece que cicatriza
es una reflexión sobre la dificultad y el esfuerzo que cualquier creador conoce
y reconoce, una ficción realista sobre esa “herida que permanece abierta,
sangrando, y aunque llega un momento que parece que cicatriza, se trata tan
solo de una ilusión, nunca se cierra”, porque “quien está herido de literatura
nunca llega a curarse”.
Sin pudor ni artificio, y con liviana gravedad.
DONDE NUNCA PASA NADA. Elena Casero
Autora muy querida por este blog, Elena es una corredora de fondo: Tango
sin memoria (1996, 2012), Demasiado tarde (Mira 2004), Tribulaciones
de un sicario (Policarbonatados 2009), Discordancias (Talentura,
2011) y Tango sin memoria (Talentura 2012) preceden a la novela negra
que nos ocupa. Donde nunca pasa nada cuenta lo mucho que pasa cuando un
pueblo dormido desata sus pasiones ante la instalación de un puticlub de
carretera. Un despertar que no sólo se traducirá en actitudes a favor y en
contra del nuevo local, sino también en algunas muertes con apariencia de
asesinato.
La anécdota sirve para describir con humor amores y odios ancestrales en
una aldea rural poblada por personajes deliciosamente esperpénticos.
Caricaturas que no dejan de señalar los defectos más enquistados del ser
humano, ni de protagonizar un vaivén entretenido, hábil e intrigante para el
lector. Todo ello aderezado con el inimitable sello del humor de Elena Casero.
En fin, tres buenas sugerencias para
pedirles a los tres Reyes Magos, pienso.
¡Feliz
2015!