Hace unos días, a través de Twitter, nos hacían llegar un enlace a un artículo de El País donde había varias faltas de ortografía, subsanadas después de las decenas de comentarios que dejaron en la web los lectores. Entre los errores, “jóven”, por poner un ejemplo. Fue El País como pudo ser cualquier otro, porque últimamente (o ésa es mi percepción, al menos) se cuidan poco las correcciones de estilo y ortotipográficas en los grandes diarios españoles. Evidentemente, todos cometemos faltas de ortografía alguna vez, pero ya no me refiero a eso, sino al estilo usado en ocasiones, muchas veces descuidado. ¿Se corrigen los textos antes de publicarlos en la web? Si es así, ¿cómo es posible que en un artículo como el que nos enviaron, de apenas 20 líneas, hubiese dos o tres errores como el que comentaba? Sí, el periodista se puede equivocar, el corrector puede no verlo. Yo he trabajado como periodista y como corrector. Sí, puede pasar. Y pasa. Pero hablo de una percepción, que no sé si compartís, sobre la prensa en general. No es la primera vez que sucede ni será la última.
Una de las explicaciones puede venir por los ajustes económicos que se están haciendo en los grandes (y pequeños) grupos editoriales españoles, donde han ido desapareciendo los departamentos de corrección. Lo he visto en primera persona. De ahí se pasa a que se corrijan los textos de forma externa (muchas veces con los mismos correctores), pero las prisas y los recortes presupuestarios acaban también por conseguir que esas correcciones sean lo más superficiales posibles, simplemente para cumplir el expediente. El corrector, claro, hace lo que le piden de la mejor manera posible. Otras veces, cuando el tiempo apremia de verdad, se hace una lectura rápida y se publica sin más. Sí, también lo he visto en primera persona.
Luego vienen las preguntas: ¿este tipo de errores, continuados, restan crédito a la publicación en cuestión? ¿Cómo lo percibe el lector final? Porque, al final, si nadie se queja, el editor del diario o revista tampoco lo va a hacer. Mi experiencia como corrector y los cambios en el sector que he vivido me llevan a pensar que cada vez importa menos una buena corrección de estilo. Lo mismo sucede con algunas traducciones que han pasado por mis manos. De nuevo, los ajustes económicos empiezan por ahí. De momento, eso sí, nadie se ha quejado.