A veces nos equivocamos de cabo a rabo, porque el paraíso está aquí al lado, al otro lado de tu ventana.
Ayer domingo tuvimos la suerte de alcanzar la frontera entre el Cielo y la Tierra, en menos de una hora. Espectacular. Un mar de niebla cubría el valle, al fondo los Ancares. (Os dejo una instantánea para daros un pelín de envidia).
¿Qué sentimos? Sensación de ligereza, de falta de gravedad...Una sensación muy agradable.
Seguimos nuestro camino hacía las profundidades de ese mar de niebla y encontramos los tesoros que allí había escondidos.
Allí estábamos, después de 6 meses, en Quintá de Cancelada. Una vez más, dispuestos a empaparnos de la naturaleza más pura y virgen. Preparados para la simbiosis entre lo humano y lo natural, naturaleza. Esta vez, el recuerdo nos lo llevamos en nuestros estómagos y en nuestra alma.
En el alma me llevo el recuerdo de la hospitalidad y amabilidad de sus gentes y en mi estómago traigo el recuerdo de un sinfín de manjares: empanadas de carne, de bacalao, de manzana, pan de aldea, tortilla de huevos caseros, jamón y embutidos que nada tienen envidiar a los famosos de Guijuelo, lacón cocido, buñuelos, filloas rellenas con miel, bizcocho de maíz, rosca de nueces y pasas, delicias de cabello de ángel,etc, etc.. todo ello acompañado por un buen vino y la buena compañía de todo los vecinos. No faltó ni el gaitero, que ambientó como nadie el renacimiento del molino, que llevaba decenas de años muerto en el olvido.
Y todo eso sólo formaba parte del aperitivo, ya que en casa de nuestro anfitrión nos esperaban muchas más viandas, deliciosas y exquisitas. Y allí, sobre la mesa, estaban las croquetas más sabrosas que ha probado menda. ¡¿Cómo resistirse?! A las croquetas de Fe podría dedicarle un post entero, pero no lo entenderíais, hay que saborearlas, no queda otra. Manjar de Dioses. Croquetas summa cum laude.
Así que cuando tuve que presentarles a esta gente, el mundo virtual de las páginas web y blogs, me sentí pequeña, me sentí pobre. Cómo podría comparar lo que llevaba en mi mochila (portátil, cables y proyector) con todo aquello que me habían ofrecido. Incomparable, por supuesto. Ellos no son los que necesitan de estos medios, somos nosotros los que necesitamos internet para saber que existen estos lugares. Un paraíso en la Tierra.