Y las hadas comenzaron a enfermar.
Si!! Queridos amigos, así ocurrió. Una a una, nuestras encantadoras hadas, esas que han protagonizados tantos cuentos, han ilustrado tantas postales, han llenado de ilusiones y sueños a tantos de nosotros enfermaban sin remedio y lo peor es que no se sabía el motivo de este mal.
Las flores comenzaban a marchitarse, los sueños se convertían en pesadillas, poco a poco la tristeza lo inundaba todo.
Llegaron investigadores de todos los mundos conocidos, personas muy importantes que sabían de Hadas pero ninguno encontró remedio a tan grave problema.
Poco a poco las nubes se volvieron negras, el sol dejo de calidecer las almas, las hermanas siniestras empezaban a hacer sus equipajes guardando en sus maletas los más bajos sentimientos. El viento del Sur se debilitaba ante la fuerza de la tempestad que traía el Norte, todos los relojes de las ciudades Mágicas( la de los sueños) se pararon.
Después de mucho tiempo leyendo libros de medicina para hadas, comprobando pócimas de todos los colore y sabores sin resultado alguno…Miré a mi alrededor y comprobé con tristeza una realidad hasta ese momento desconocida para mí, el mundo haba dejado de creer en los sueños.
Nadie tenía tiempo para contar cuentos, los contadores de cuentos estaban dormidos el país de la magia no tenía risas de niños para alimentarse.
Había encontrado el problema a este terrible desastre pero solo no podía poner la solución.
El esfuerzo por salvar a las hadas y sus mundos mágicos era trabajo de todos y como yo una persona tan insignificante en un mundo lleno de soledad, agobios, sin tiempo, iba a poder convencer a tan solo una persona para que me ayudara en esta loca aventura, y mi corazón sintió el frio de la lluvia antes de que lleguen las primeras nieves y decidí como muchos tirar la toalla.
Con tristeza caminaba hacía casa con el sabor amargo que deja el saberse derrotado, cuando de repente escuche un grito muy bajito que decía, yo, creo en la magia y si quieres puedo ayudarte.
Pero ¿de dónde venía ese grito tan bajito?, ¿cómo podía oír tan claro algo que a la vez se me antojaba tan lejano?, dejé de caminar, no quería que los pasos fuesen más fuertes que aquella voz. Necesitaba saber de dónde venía, con sorpresa observe que un tímido rayito de sol intentaba abrirse paso entre dos grades nubes negras.
Entonces supe que todo no estaba perdido, tenía que despertar a los contadores de cuentos, para esa misión necesitaba que aquella voz gritara más fuerte.
Esperé y esperé, como lo hacen los que esperan, pero la voz no volvió a pronunciarse.Después de no sé cuánto tiempo volví a casa, sentado ante la oscuridad que provoca el miedo por sentirme perdido me quede dormido.
Un sudor helado hizo que se me erizara la espalda despertándome de un respingo, con el corazón a punto de salirse del pecho, comencé sin ganas a recordar la terrible pesadilla que había tenido.El mundo en el que yo y tú vivimos agonizaba, no había tiempo para jugar con los niños, los adultos andábamos muy ocupados en cosas de mayores. No teníamos tiempo para “tonterías”, no había risas, motivo por el cual enfermaban las hadas. La música se tornó un silencio ensordecedor, los días eran cada vez más grises y nadie parecía darse cuenta, los niños no solo no jugaban con los mayores, tampoco sabían hacerlo solos. Eran muchas tareas extraescolares las que ocupaban sus días para que a sus progenitores no se les molestara con cosas de niños, como hacía muchos soles y muchas lunas que no se pasaban los juegos, canciones… de generaciones en generaciones, las hermanas siniestras ganaban terreno .
Aun estábamos a tiempo de salvar al mundo y así, a la vez, salvar a la magia y a las hadas porque un mundo depende del otro y el otro del uno, no son mundos separados. El mundo donde viven las hadas se nutre de sueños, de risas de niños, de canciones de deseos cumplidos de estrellas fugaces de paseos al atardecer de besos de enamorados …
¿Ves? Está ocurriendo, triste como todos los tristes me fui a la ducha quería que aquella terrible sensación se la llevase el agua pero no lo logre por más que intente quitármela. Sentado en el taburete de la habitación lo supe, debía recoger la toalla que había tirado, no podía permitir que las hermanas siniestras nos cubrieran con sus velos de infinita tristeza porque entonces ya no habría solución.
Sin saber cómo iba a solucionar aquello me dispuse a salir hacía la calle cuando un pellizco me encogió el estómago la voz, la voz que gritaba bajito era mi conciencia, sin saber muy bien por que comencé a sonreír, ahora solo me quedaba una cosa por hacer que los demás también las escucharan y para eso necesito tu ayuda.
Tú que estás leyendo esta historia tienes que ayudarme, porque si lees cuentos tienes tiempo ¿ves? y qué me dices de ti que lo estás escuchando. Sin vuestra ayuda este puede ser el último cuento con un triste final, no permitas que las hadas desaparezcan, que los sueños acaben en pesadillas, grita pero muy bajito que tú si crees en ellas para que así muchos puedan oír tú voz y salvarlas…
No permitas que se apaguen las estrellas
que dejen de cumplirse los sueños,
que no brille el sol
y que nuestros mundos se vean en blanco y negro
.
No lo olvides. Grita, grita pero muy bajito.
Nati-Mayo-2013