SIMULACRO
Empezó marzo florido,
templado y acogedor;
puede que hasta redentor
de ese otro marzo perdido.
Pero abril, como es sabido,
al ser mes más bien traidor
convirtió en agua el calor
que el otro había traído.
Y aquí andamos, aún con sayo,
pasmados y hasta a la espera
de que nos parta algún rayo.
Déjate de tanto ensayo
y enróllate, primavera,
que mañana empieza mayo.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
viernes, 30 de abril de 2021
jueves, 29 de abril de 2021
DÍA ACIAGO
Me levanto y un charco en la encimera
me hace ver que la jarra se ha rajado,
voy al ordenador y al poco tiempo
se pone azul y da como un chispazo.
Abro Spoty en el móvil y conecto
la tele porque allí suena mejor
pero parece que hoy hay un problema
y no se da la sincronización.
Pongo la cafetera y el cacillo
no encaja en su lugar y va cayendo
todo el poso en la taza, de manera
que el café no hay manera de beberlo.
Más tarde, cuando estoy en el trabajo
siento un extraño frío en los pinreles
y al echar un vistazo me doy cuenta
de que hay en el zapato un gran boquete.
No sé si esto es vudú, coincidencia
o una vil alianza planetaria.
El único consuelo es que a mis años
ya no puedo quedarme embarazada.
#SafeCreative Mina Cb
miércoles, 28 de abril de 2021
OÍDOS SORDOS
Darle vueltas y vueltas a un debate
que en principio no tiene solución
es, además de una complicación,
un solemne y absurdo disparate.
Ya que poco se puede hacer ante el dislate
por mucho que se emplee la razón
si al otro lado de la discusión
lo que encontramos es un botarate.
Y es que andar malperdiendo la energía
con alguien que no sabe de argumentos
no es intercambio sino tontería.
Y retirarse cuando ya no hay vía
de razonar con ciertos elementos
se llama sensatez, no cobardía.
#SafeCreative Mina Cb
martes, 27 de abril de 2021
LA VIDA EN ROJO
Llevo desde ayer con el tímpano encharcado. Creo que ha sido por teñirme de rojo, que a mi madre no solía hacerle gracia. Me apetecía violeta, que además mancha menos el lavabo, pero no encontré, que parece mentira pero esto sigue siendo un pueblo.
Pero a lo que iba. Sucedió al aclararme. Litros y litros de agua hasta que cae limpia y claro, siempre se cuela algo por los conductos auditivos. Sólo que luego, zas, te das un golpecito al otro lado y plotch, sale la gota, que da mucho gustito, y a otra cosa mariposa. Pero ayer no; ayer di golpecitos, y salté, que es un consejo que me dio de pequeña la carnicera del barrio, que en sus años mozos fue enfermera, y no hubo forma. De modo que salí a dar una vuelta y a volver a casa le escribí a una amiga sanitaria que me recomendó que no hiciera nada, que ya saldría solo. Y que durmiera del lado del tapón. No quise decirle que llegaba tarde porque hacía unos minutos me había metido varios bastoncillos, alguno hasta casi sacármelo por la nariz, que salieron con la punta carmesí y que, aunque en principio parecieron abrir el conducto, lo cierto es que lo que hicieron fue empujar hacia adentro la gotita y crear, en cuanto me enderecé, una sensación como de acuario cerebral que se agita cada vez que sacudo la cabeza, y que sólo mejora temporalmente cuando duermo (el tapón tampoco se deshizo milagrosamente durante la noche) o cuando, dentro de un centro comercial, salto al tiempo que me doy golpecitos tras el oído, de modo que llevo horas imaginando a mis neuronas yendo de un lado a otro con manguitos y un poco temerosa de que esta pecera timpánica no vaya a vaciarse por sí misma y todo el contenido de mi cavidad craneana se vaya sonrojando poco a poco. Y que el efecto llegue hasta mis ojos y el tecnicolor desaparezca para siempre de mi vida y empiece a verlo todo como Kim Novak en Vértigo, de Hichcock, cuando le daban los ataques.
#SafeCreative Mina Cb
lunes, 26 de abril de 2021
CUATRO DE MAYO
Le han puesto a la Cibeles en los ojos
una bufanda del Real Madrid
para evitarle ver tanto adalid
gritando que la culpa es de los rojos.
Han cambiado el tridente de Neptuno
por un lanzagranadas de combate,
pues ya no aguanta tanto botarate
y quiere ver si así se carga alguno.
Velázquez ha bajado de su estatua
y anda dándole al tinto en Malasaña,
farfulla que no aguanta ya esta España
tan necia, tan estúpida y tan fatua.
Hasta el mismo Colón ha desistido
de apuntar con su dedo hacia ultramar
y dice que a él no le ha de gobernar
ningún otro voceras malnacido.
Y para rematar la peguijera
ayer se merendó el oso al madroño
y no ha dejado de él ni un mal retoño
que llevarse de muestra a la bandera.
Y es que parece que en la Villa y Corte
se ha puesto el tema mal, no... lo siguiente:
Con tanto salvapatrias prepotente
la cosa está que no hay quien la soporte.
#SafeCreative Mina Cb
jueves, 22 de abril de 2021
MACETONES
Han puesto en la Judería
unos pozales enormes
que dice el Ayuntamiento
que son para meter flores.
Se quejaban los vecinos
y los dueños de los bares
de la ausencia en esa plaza
de motivos vegetales,
pues resulta que al haber
un garaje bajo el suelo
no es posible plantar nada
y eso parece un desierto.
De modo que decidió
el muy ilustre tomarse
en serio la sugerencia
para alegrar el paisaje,
pero en lugar de montar
una jardinera baja
con unas plantas bonitas
que decoraran la plaza
han colocado estos potes
que, cuando vuelva a haber fiestas
van a venirle muy bien
a la gente de las peñas
para echar azúcar, vino
licor y melocotones
y luego remover todo
y hacer el zurracapote.
Porque son mucho más cuquis
estos lindos recipientes
que esos cubos de basura
que se llevan normalmente.
Ya me veo yo el desfile
a la caída del sol
del colorido cortejo
rumbo a la plaza mayor:
Las charangas con sus bombos
dándole al Chocolatero
y un macetero en un carro
con cuatro borrachos dentro
rebañando a lengüetazos
restos de zurracapote
y gritando “Al bote, al bote,
macetón el que no bote”
mientras un giboso entona:
“En el pecho una flor llevo
y en la espalda la maceta
que me ha regaláo Toquero”.
#SafeCreative Mina Cb
miércoles, 21 de abril de 2021
EL PASEO DE INVIERNO
Nunca he llegado a entender lo del nombre; supongo que se referirá a la orientación, y a que quizá en los años en que se inauguró existía otro lugar más arbolado y umbrío que debía denominarse “Paseo de Verano”. Porque lo que es el recuerdo que yo guardo de ese parque donde pasé los primeros años de mi infancia es de un frío helador, al menos en Invierno. También es cierto que era la época de los pantalones cortos para los chicos hasta al menos la primera comunión, y para las chicas, de las falditas escocesas, plisadas y con mucho vuelo, que hacían que el chichi se te quedase como un témpano y que tus rodillas (las mías al menos) estuvieran siempre llenas de costras a medio arrancar. Aunque tal vez lo mío, lo reconozco, era un caso digno de estudio. De hecho, siempre he pensado que si la madre naturaleza tuviera dos dedos de frente debería colocarnos cremalleras en la piel, sobre todo durante la infancia, para que así nuestros padres se ahorrasen un pico en tiritas. Claro que mucha culpa de todos aquellos desaguisados dérmicos la tenía la morfología del propio paseo, lleno de piedrecietas que se te clavaban en la piel al menor tropezón.
Eran los tiempos de la indestructibilidad infantil; esto es, de entregarse al juego con despreocupación y frenesí, dejándose de suelos acolchados, de protecciones, de estudios ergonómicos y de memeces varias. Los niños de mi generación nos endurecimos a base de cierzo y sol, de cicatrices y chichones. Aquél que fuese capaz de hacer un giro de 360 grados en el columpio era considerado un héroe. No valía colocarse de pie y soltar las manos, no… Había que agarrarse con fuerza a las cadenas, balancear bien el cuerpo hacia atrás, subir las piernas y dar al columpio el impulso suficiente como para que diera la vuelta alrededor del eje sin que tú salieras despedido. Porque si te quedabas corto corrías el riesgo de salir volando y si te pasabas el de que el columpio te expulsara a la bajada y acabaras arrastrando por la gravilla tu trasero y tu reputación. Y aun encima llevándote una ensalada de tortas al llegar a casa con los pantalones rotos.
Yo, lo reconozco, era pequeña y cobarde. Y los columpios los utilizaba con cordura, más que nada desde que vi salir muy catapultado a un chavalín. Y en cuanto al tobogán, en cuya desembocadura solía aparecer un inmenso charco cada vez que llovía, me parecía cosa como de pequeños y casi ni lo usaba. Por lo demás, el resto de las atracciones se me antojaban potros de tortura. Las barras paralelas que ahora serían inconcebibles, el columpio giratorio que se balanceaba, y luego esas dos estructuras de tubos metálicos, una en forma de bola y otra de prisma de base cuadrangular, por entre las cuales la chavalería se deslizaba de manera temeraria mientras yo miraba con envidia.
Confieso que hubo veces, cuando estaba sola, que me asomé por entre los barrotes al interior de ambos ingenios, pero al ponerme a trepar me invadía el pánico y acababa saliendo en busca de la conciliadora seguridad del exterior, después de haberme asegurado de que nadie era testigo de mi deserción. Y es que la aventura y la niña que yo fui teníamos muy poco en común. Aunque he de confesar que la otra, la megamoñi, pese a haber dejado atrás sus miedos hace tiempo, se sigue balanceando en los columpios, casi siempre de noche y cuando nadie mira, con el mismo entusiasmo que lo hacía mil años atrás, en esas frías tardes de los años setenta.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Mario Gómez Vidal (de su libro "Sentir la vida")
martes, 20 de abril de 2021
EL DUENDE Y LA ROSA
Todo estaba tranquilo en apariencia…
pero el duendecillo lo sabía:
el azul duendecillo de azules orejas
(azules como el mar, azules como el cielo)
el azul duendecillo de ojos saltones
quiso divertirse.
Todo estaba en calma, parecía…
todo estaba perfecto, calculado…
todo estaba cubierto por un velo;
velo verde esmeralda…
velo verde mentira.
Y el azul duendecillo de mente despierta
con sus ojos traviesos leyó bajo el velo…
Y el azul duendecillo de rápidas manos
con sonrisa malévola, lo levantó:
Bajo el diáfano velo de verde mentira
que el azul duendecillo arrancó de improviso
apareció un ramo de fragantes rosas…
Rosas que eran rosas como un sueño feliz;
rosas que, al principio solamente olían
y luego embriagaban con su aroma rosa…
Rosas sin espinas en sus rosas tallos,
rosas sin abejas en su rosa flor…
Pero el duendecillo, incorregible gnomo
quiso divertirse por segunda vez…
Ya no puso un velo de verde mentira;
puso un manto negro, como negra noche,
como negra muerte, como negro fin…
con crespones rojos como roja sangre
(rojo es el peligro, rojo queda el mar
cuando el sol lo besa para abandonarlo…)
Bajo el manto negro de crepones rojos
(el manto de sangre tatuada en el fin)
a la rosa rosa le faltaba el aire,
la luz, y algún pájaro que la requebrase…
Y a la rosa rosa espinas le salieron,
su tallo era verde, como la mentira…
Se fue marchitando muy poquito a poco
y de sus heridas manó sangre roja…
Sangre que anunciaba su negro final
que llegó muy tarde, pero muy deprisa.
Y este ha sido el cuento, pero algunos dicen
que tras las cortinas acecha en silencio
el azul enano de ideas azules
(ideas azules, como son los sueños)
Y cuentan que teje en su mente incansable
un plan que permita desmembrar el velo…
Porque, se comenta, que bajo sus hilos
la rosa agoniza…
……………..Pero aún no ha muerto.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Philippe François