ESTO NO ES UNA SILLA
Mira esta foto atentamente durante quince segundos. Cierra los ojos. Mírala otra vez. Con mucha atención. Piensa en esos dibujos que parecen una cosa y quieren ser otra. Trampantojos se llaman. Vuelve a mirar. Olvida todo lo que conoces. Lógica y leyes físicas. Y céntrate simplemente en lo que ves. No en lo que crees ver, que no puede ser porque así te lo parece. No. En lo que ves. Aunque esté reñido con lo que ves habitualmente. Vuelve a mirar con otros ojos. Como lo haría un niño. Uno de esos que dibujan elefantes voladores. En fin, un niño o un adulto muy puesto de “sustancias”.
Míralo bien. Insisto.
Hay una obra de Magritte titulada “Ceci n'est pas une pipe” (esto no es una pipa) en la que aparece una pipa. Es lo primero que me ha venido a la cabeza al posar la mirada en este muro. La pipa. Magritte. El surrealismo. Y una pandilla de amiguetes fotógrafos que darían el dedo meñique (el índice no, que es con el que se acciona el pulsador) por haber pasado por aquí. Me he quedado embobada, a pleno sol, muerta de hambre y preguntándome porquéporquéporqué. Por qué. O sea cuál era la causa. ¿No salir?¿No entrar?¿Hacer sombra?¿Proteger lagartijas?¿Servir de contrapeso a la cuerda que acciona el mecanismo de la persiana?
Conjunto vacío.
Ante la imposibilidad de dar con la respuesta he whatsapeado la imagen a algunos de mis grupos y contactos. Que no veían la silla en un principio (es que mi teléfono es muy cutre) y que, una vez la han visto, se han lanzado a aventurar todo tipo de razones: sentarse para tender la ropa, salir a la fresca por la noche, usarla para cuando viene alguien de fuera, emplearla como instrumento de tortura... incluso una amiga especialmente ocurrente me ha dicho que se había suicidado porque no soportaba que le pusieran tanto culo encima. Que no es mala conclusión puesto que la silla (deduzco) se halla suspendida del respaldo por la cuerda de la persiana. Como ahorcada en fin. Y a lo mejor es eso. Que se ha cansado de vivir y ha decidido poner fin a su existencia. Y ahí está, anónima y absurda, suspendida en la nada, las patas delanteras casi apoyadas sobre la barandilla. Como esperando el paso de su propio cortejo funerario.
Cosas...
Mira esta foto atentamente durante quince segundos. Cierra los ojos. Mírala otra vez. Con mucha atención. Piensa en esos dibujos que parecen una cosa y quieren ser otra. Trampantojos se llaman. Vuelve a mirar. Olvida todo lo que conoces. Lógica y leyes físicas. Y céntrate simplemente en lo que ves. No en lo que crees ver, que no puede ser porque así te lo parece. No. En lo que ves. Aunque esté reñido con lo que ves habitualmente. Vuelve a mirar con otros ojos. Como lo haría un niño. Uno de esos que dibujan elefantes voladores. En fin, un niño o un adulto muy puesto de “sustancias”.
Míralo bien. Insisto.
Hay una obra de Magritte titulada “Ceci n'est pas une pipe” (esto no es una pipa) en la que aparece una pipa. Es lo primero que me ha venido a la cabeza al posar la mirada en este muro. La pipa. Magritte. El surrealismo. Y una pandilla de amiguetes fotógrafos que darían el dedo meñique (el índice no, que es con el que se acciona el pulsador) por haber pasado por aquí. Me he quedado embobada, a pleno sol, muerta de hambre y preguntándome porquéporquéporqué. Por qué. O sea cuál era la causa. ¿No salir?¿No entrar?¿Hacer sombra?¿Proteger lagartijas?¿Servir de contrapeso a la cuerda que acciona el mecanismo de la persiana?
Conjunto vacío.
Ante la imposibilidad de dar con la respuesta he whatsapeado la imagen a algunos de mis grupos y contactos. Que no veían la silla en un principio (es que mi teléfono es muy cutre) y que, una vez la han visto, se han lanzado a aventurar todo tipo de razones: sentarse para tender la ropa, salir a la fresca por la noche, usarla para cuando viene alguien de fuera, emplearla como instrumento de tortura... incluso una amiga especialmente ocurrente me ha dicho que se había suicidado porque no soportaba que le pusieran tanto culo encima. Que no es mala conclusión puesto que la silla (deduzco) se halla suspendida del respaldo por la cuerda de la persiana. Como ahorcada en fin. Y a lo mejor es eso. Que se ha cansado de vivir y ha decidido poner fin a su existencia. Y ahí está, anónima y absurda, suspendida en la nada, las patas delanteras casi apoyadas sobre la barandilla. Como esperando el paso de su propio cortejo funerario.
Cosas...
#SafeCreative Mina Cb