él está pasando la semana en Varsovia,
me dice
que lo amaron en la conferencia y el frío
no es tanto como pensaba, que qué tal
mi frío, entonces lloro.
escucho mi llanto en el delay del teléfono.
me dice que le gustaría que pudiese estar ahí
con él
que me llevaría “al lugar donde están las cosas de los judíos,
vos que tenés el judaísmo en tus caderas.”
me río. le digo que es un nazi.
se ríe. me dice que para mí todos son nazis.
le digo que sí.
cortamos.
me meto en la cama.
dejo que la gata se duerma entre la frazada y el acolchado.
me olvidé de preguntarle si en Varsovia es primavera y si ahí los astros
estarían de nuestro lado.
no sé si es tarde, pero estoy cansada.
es demasiado pesada la nieve que llevo acumulada
sobre las pestañas