5._ A los encantados.
Teníamos una bas (por decir base) donde todas nos refugiábamos.
Por lo regular era uno de los muchos pilares que tiene la escuela.
Nos dividíamos en 2 grupos. Se escogía con un volado quien adentro, y afuera las que estaban fuera de la base.
Y las de adentro.
Las de afuera debían de estar un poco retiradas, para que permitieran que nosotras, saliéramos corriendo, a ser correteadas por ellas.
Si nos tocaban gritaban ¡encantada! Y tenia, que venir una compañera a tocarnos, para que nos desencantara.
En el intento de desencantar, se corría el riesgo de quedar encantada.
Luego, las que les había tocado estar fuera de la base, hacían guardia.
Estaban acechando, quien salía de la base, quien quedo encantada, y si alguien intentaba desencantar. Entonces, decíamos, no se vale, ¡esta cuidando muertito! La encantada pedía a gritos, que la tocaran, para poder así seguir siendo correteada. ¡Yo! ¡Yo! ¡A mi! ¡Desencántame a mí! Y estiraban las manitas.
Todo un juego de astucia, agilidad, nervios de acero.
Cuando ya todas las de la base, estaban encantadas, o eran tan pocas las que se habían salvado, ahora era al revés, las de adentro, se salían a corretear, y las de afuera entraban a la base.
6._ A la roña hincada.
De nuevo, un pilar de la escuela, como bas.
Pero ahora, solo una niña, quedaba afuera.
Todas salíamos corriendo, y la de la “roña”, nos correteaba, a la que tocara, tendría la roña, y esa ahora, tendría que corretear a las demás.
Si uno se cansaba, estaba la bas.
Si no te hacían caso, por ser muy veloz, cuchileabamos a la que traía la roña, con ¡a que no me la pegas! ¡Lero, lero, candelero, calzones de cuero! Y movíamos el cuerpo, como si bailáramos en un sitio, al bailar, poníamos las manos en la cintura. De burla. Si se volteaba y empezaba a corretearnos, a correr, pa que son piernas.
Si uno notaba, que te iban a alcanzar, te hincabas, y ya no te podían tocar.
Y cuando querías te incorporabas, y empezabas de nuevo a correr.
7._ A las esquinas
En cubículos, que se encontraban pegados a las direcciones, de los turnos matutino y vespertino, nos metíamos 5 niñas.
En cada esquina, se colocaba una.
Y en el centro la quinta niña.
Teníamos, que tocar levemente los dedos de alguna compañerita, como haciendo un contacto, y cambiar velozmente de sitio cada una.
En ese cambio, de una esquina por otra y viceversa, la niña que estaba al centro, trataba de ocupar una esquina.
Si no ocupábamos rápido un lugar, y quedábamos fuera, teníamos entonces, la que quedo volando, fuera de lugar, acechar a las demás, a ver quien se descuidaba, y así, jugábamos a las esquinas.
Siempre había pleitos ahí.
¡No se vale! ¡Ella me empujo!
Yo todavía no me quitaba de mi esquina. Tenía mi punta de mi pie tocándola. No es que ella, me jalo y no se cambio de esquina, así que yo me quede sin esquina, y ella, se acobardo, y yo perdí, por su culpa.
Y aunque no quisiéramos, terminábamos gritando, y ya oía algún maestro, y ¿Qué hacen, niñas ahí? Tan grande que esta el patio, y ustedes en ese cuartito, alegando.
Órale, vamonos de aquí.
¡Al patio! ¡Al patio!
Y en el patio, ¡por culpa de esta!
A la otra no juega con nosotras.
Yo te dije, no la aceptes.
Y la aludida, pues si yo tengo ¡mis amigas!
Y ellas, no me cortan como ustedes.
Y ¿Qué haces aquí, con nosotras?
Vamos a aplicarle la ley del hielo.
Y extendíamos nuestras manos, muy dignas, mostrando los dedos índices que levemente se tocaban, y le decíamos, ¡córtala! ¡Córtala! Y ella a cortar, con su dedo índice, ese leve roce de nuestros dedos y durábamos un rato sin hablarnos.
Y luego, oye ya vamos a ser amigas de nuevo.
Y se hacían las pases, con la ceremonia…
Agarrábamos nuestros dedos meñique, como enganchados, las que nos contentábamos, y moviendo hacia arriba y hacia abajo nuestras manos, coreábamos, “somos comadres del dedo chiquito, si nos enojamos se enoja “Diosito”.
Y si había testigas de nuestro pacto, mejor.
Ya éramos amigas de nuevo, hasta que nos peleáramos otra vez.
8.- A las escondidas.
La niña que buscaría, a las demás compañeritas escondidas, se armaba con un botecito, lleno de piedritas, y debía contar, en voz alta, hasta 20 o 30,y luego recorría la escuela y cuando encontraba a alguna compañera, sonajeaba el botecito, gritando a la una ,encontré a…,a la siguiente que encontrara gritaría a las 2, encontré a …y así, hasta encontrar a la ultima, y esa ultima en ser hallada, contaba eso como una gran hazaña, el lograr un escondite de lo mas ingenioso.
La emoción aquí, era escuchar el botecito, sonajeando cerca de ti, que ya mero te localizaban, para esto, las niñas que hubieran sido localizadas antes de ti, se unían a la búsqueda, como en un desquite, y le ayudaban, para terminar mas pronto el juego, y así poder empezar otro.
Si una jugadora, se había escondido tan bien, que nadie la encontraba, al final del juego, se podría dar por terminado este, gritando por todos los patios, el nombre de la niña…con las siguientes exhortaciones…!ya sal! ¡Ya se termino! ¡Ya sal de tu escondite!
9.- Al bebe leche o al avión, siendo estos dos juegos muy parecidos en su dinámica.
Se dibujada un rectángulo, con unas divisiones, o sino un avión, (ver dibujos) bueno, se imaginaba uno que era un avión.
Cada espacio lo numerábamos, y brincábamos con un solo pie, después de haber aventado nuestro tejo. Que era una piedrita, o fichita, algo con que señalar en que sitio íbamos.
Partíamos de la cola del avión, no debíamos pisar raya, porque si no perdíamos, y al llegar a las alas, descansábamos algo los pies, y luego de nuevo de a cojito, y al llegar a la punta del avión, dar la vuelta y de nuevo, recogíamos el tejo, del lugar donde lo hubiéramos dejado, y lo aventábamos al espacio, que seguía en numeración, y cuidadito con salirse el tejo del dibujo que habíamos hecho, ya fuera el bebe leche o el avión. Prohibido que tocara alguna rayita. Porque si no, le seguiría el turno a otra compañerita. Podíamos jugar varias niñas.
Dibujábamos el avión, o el bebe leche, sobre el cemento, con un gis, así que en época de esos juegos, no rendían los gises en los salones.
Y si los maestros, los guardaban, pues dibujar con el filo de una piedra porosa, de preferencia si se podía un pedazo de ladrillo, por lo rojo.
10._ Stop
Se dibujaba un círculo, con otro mas chico al centro.
En el centro, se ponía la palabra stop
En el anillo, que quedaba alrededor, del circulo del stop. De acuerdo con el número de las que íbamos a jugar, se hacían unas rayas, para separar como gajos, aquel anillo.
En esos gajos, se ponían nombres de ciudades del país.
Cada niña, elegía que nombre quería en su espacio,
Con volado, como casi siempre, se escogía quien, quedaba de primero en el stop.
Todas, tocábamos con el pie, el suelo de nuestro sitio, y con el otro pie, estábamos en posición de listas para correr.
La del centro, veía los nombres, con calma, veía quienes eran las dueñas de ese sitio en el circulo, y calculaba mentalmente, a quien podría alcanzar, mas rápido en una carrera.
Ya decidida, decía:
¡Declaro la guerra a………!
Y la niña, cuyo espacio, se denominaba así, echaba a correr, si la alcanzaba, la que perdía, se convertía en la del centro, la del stop.
Y la del stop, ocupaba el sitio de la que había perdido.
Si no lograba alcanzarla, llegaban las 2 sofocadas.
Cada una a su sitio, y de vuelta a empezar.
A nombrar otra ciudad, y así, hasta que alcanzara a alguna compañera.
11._ Al gato y al ratón.
Puede ser de 3 niñas, o de más
Una en cada extremo, y avientan una pelota, que es el ratón.
Y el gato, es la niña, que esta en medio, y tiene que atrapar la pelota.
Si lo logra, la niña que iba a recibir la pelota, pasa a ser gato. También se puede jugar con infinidad de jugadores, solo hacen una rueda, y al centro la persona que será el gato.
12._ A la cuerda, de manera individual.
En parejas, cada una llevaba, la cuenta del número de veces, en que había brincado la cuerda su compañerita, y comparando cantidades, así sabían quien de las dos había ganado.
En grupitos de niñas, que es cuando 2 niñas hacen brincar la cuerda, y las demás, formadas, brincan, en orden, de una en una, contándose cuanto aguanta cada una.
Si se enreda la cuerda en sus pies, ya perdió.
Al final, gana la que alcanza a brincar más veces.
Los grupos de niñas de 5 to. y 6 to. Grado, eran mas exigentes, en sus juegos de cuerda, porque entonaban el estribillo, primero despacito…
Carne, chile y mole,
Carne, chile y mole,
Ya que había agarrado confianza, la que estaba brincando la cuerda, se le daba más y más aprisa a la cuerda .agregándole otra línea al estribillo…
Carne, chile y mole,
Carne, chile y mole,
Pozole, pozole, pozole, pozole, y al cantar esta parte, se le daba tan recio a la cuerda, tan de prisa, que nadie aguantaba.
13._ A la matatena
Consta de una pelotita pequeña, y 10 matatenas, que son como estrellitas, en tercera dimensión.
Escogen quien es la primera en jugar, quien la segunda y así sucesivamente.
Como en todos los juegos, pueden escoger el orden, por medio de una moneda lanzada al aire, eligiendo cara o cruz.
O pueden hacerlo, con piedra, papel o tijera.
Es un juego donde cada quien, elige representar, piedra, papel o tijera.
Previamente, cada niña, esconde una mano, tras la espalda, se dice el estribillo, entre las participantes, de !piedra, papel o tijera! y rápidamente, presentan las manos al frente, mostrando cual figura escogió a su arbitrio cada una.
Las tijeras, se representan, con el dedo índice y medio abierto, y estas, cortan al papel, y no le hacen nada a la piedra.
La piedra, esta representada, por la mano empuñada, pierde si es envuelta, por el papel, y nada le pasa con la tijera.
La palma de la mano abierta, representa al papel, este envuelve a la piedra, y por lo tanto, ganaría, pero es cortado por las tijeras, y ante estas, perdería.
Ya elegido el orden de las participantes, a la matatena, ahora seguía, con cual matatena, de todas las niñas, se jugaría.
Había unas de lámina, de color gris. Sonaban bonito al tirarlas al inicio de cada juego.
Otras eran de plástico, de varios colores.
Si no traíamos la matatena, la improvisábamos con piedritas.
Ahí, lo indispensable, era la pelotita.
Se empieza, tirando lo más separadas las matatenas, al piso, si era en cemento mejor, si era en tierra, con las manos, emparejábamos, que estuviera lo más lisito, y macizo, para el rebote de la pelota.
Y se bota la pelotita, mientras rebota, se coje una matatena.
Que no rebote 2 veces, porque se pierde, ni que las matatenas, al quitar una, sean tocadas, y se muevan, también es falta.
Todas, acercábamos nuestras caritas al piso, escudriñando cualquier movimiento, en las matatenas.
Si no se había equivocado, y había logrado recoger todas las matatenas, de una en una, podría, volver a tirar las matatenas, y ahora se iba de 2 en 2.
Así, hasta que recogiera las 10 de un solo manotazo.
Al momento de perder, todas tomaban nota, en que numero de matatenas se había quedado, para cuando le tocara de nuevo, iniciara con ese numero.
Y todas van recogiendo la matatena, por eso al inicio del juego se prefería aquella que contaba con las matatenas derechitas, no mordisqueadas, ni que le faltaran pedazos, porque era más difícil jugar así.
Si una niña, logra recoger hasta 10 matatenas, entonces se le agregaba otro grado de dificultad.
a) El martillito: la mano que aventó la pelotita, antes de tomar las matatenas, tenia que tocar el suelo, en forma empuñada, con el dorso de la mano, simulando el martillito, posteriormente, ya agarraba las matatenas, en la misma forma, primero de una en una, luego de 2 en 2, y así, hasta de 10 en 10.
b) La casita o cuevita: en la mano contraria en la que rebota la pelotita, se colocaran las matatenas, en una como cuevita, que se hace con la mano, apoyado el dorso de esta en el piso, simulando una cuevita.
Si las matatenas no entran a la cuevita, también se pierde.
Se rebota la pelotita, se recoge la matatena, se agarra la pelotita, que no rebote 2 veces.
c) La canastita: se pone la mano contraria a la que rebota, en posición de una como canastita, que recibirá las matatenas, que se vaya recolectando, sin que se caigan de la canastita, porque eso también es un error.
d) Si ya paso todas las pruebas, se pueden hacer combinaciones de dificultad, canastita con cuevita, martillito con canastita, etc.
14._ A las comiditas con yerbita, fichas como trastes, tierra y agua como pastel.
15._ A los quemados
Se hacían unos hoyitos en la arena, como marcas, en diferentes distancias. Cada quien sabia de quien eran esas marcas.
Una niña o niño, aquí jugaban mixtos, o puras niñas, o puros niños, bueno, la criatura, aventaba una pelota, después de haber hecho una rayita en el piso, y aclarado, a cuantos pasos estaría para aventar la pelota.
La marquita, que hubiera sido rebotada por la pelota, por primera vez en ese aventarla, señalaba quien seria el quemador.
Ese niño, dueño de esa marquita, recogía la pelota, y ya todos sus compañeros, habían corrido en diferentes direcciones, y el tenia que corretearlos, con la pelota en la mano, y calculando que podía tocar a alguno con la pelota, aventársela con fuerza.
Al que tocara la pelota, en un tiro directo, estaría quemado, y empezando el otro juego, le tocaría ahora ser el quemador.
16._ Al volantín.
Dos niñas, nos agarrábamos fuertemente de las manos, mas bien, una mano agarraba fuertemente el antebrazo del brazo de la otra, y la otra hacia lo mismo.
Y decíamos, ¿lista?, no sea que la agarremos descuidada, y le diéramos una arrastrada por el patio, ¡lista!
Y dábamos vueltas y vueltas, hasta que una de las dos se mareara, o ya no aguantara, o quisiera vomitar.
Y ya sueltas, ¡Mírame! ¡Mírame! ¡Estoy bien borracha! Y caminábamos en eses ¡y exagerábamos la borrachera! Para que las demás vieran, que nos la estábamos pasando a todo dar.
Pero a veces, era cierto, y empezábamos a vomitar.
O nos caíamos al piso, todas mareadas.
Las maestras, lonchando, y las chismosas, ¡Maestra! ¡Maestra! ¡Fulanita se esta vomitando!
Y ahí viene la maestra, ¿Qué te pasa? ¿Qué comiste?
Y se hacia una rueda de curiosas.
Y alguien explicaba, estaban jugando así, y asa,
Y tocaba el timbre, y la maestra se quedo sin comer, porque unas niñas, jugaron a los quisieron.
Es duro ser maestra.
Yo lo veía, diario, lo veía.
No es nada mas, dar clases y ya.