Tengo otro propósito dirigido a todos los demás, incluido yo, y me temo que tampoco los va a cumplir nadie.
No soy el único en proponer lo que voy a decir a continuación, todos anhelamos lo mismo, pero curiosamente nadie hace nada por conseguirlo. Me refiero a intentar que desaparezca el mal ambiente que hay por todos los sitios, la crispación que notamos en debates, tertulias, reuniones, y por supuesto en cualquier aparición pública de cualquier político y que afecta a nuestras vidas privadas. Hemos llegado a unos niveles de malrrollismo que impregna a toda la sociedad. Lo que vemos en nuestros representantes, nosotros vamos y los imitamos, que parecemos tontos.
Como prueba fehaciente de lo que estoy diciendo os pondré un ejemplo que escuché el otro día en la radio. El conductor del programa pedía a sus oyentes que llamaran por teléfono para que dijeran, atención, qué es lo que más les fastidiaban de las navidades. Creo que la centralita se colapsó. Además, cada vez que llamaba uno, el tono de cabreo iba en aumento.
A continuación, este titán de las ondas, en vista del clamoroso éxito que había tenido su iniciativa, pidió a los escuchantes que llamaran para que dijeran la música que menos soportaban, aquella canción que cada vez que la oían les entraban unas ganas irresistibles de hacer añicos la radio. Pero ojo, luego preguntó por su película más aborrecida, satisfecho con el rumbo que estaba tomando el programa.
Siempre me ha parecido una cursilada inútil preguntar cuál es tu novela preferida o la película que guardas como un tesoro en tu memoria, pero por lo menos al contestar es imposible no dibujar una sonrisilla, pues los buenos recuerdos tienen ese efecto, justo lo contrario de los malos.
Esto es sólo un ejemplo, pero ilustra claramente mi propósito para el 2025, de sugerido cumplimiento por todo el mundo. Sugerido, rogado y suplicado.
Andad, sed buenos y mirad siempre el lado positivo de las cosas, no protestéis por tonterías, no discutías con vuestros amiguitos y decidles que es una gran alegría verlos. Desead un día estupendo a vuestros vecinos, y a la cajera del súper dedicadle una sonrisa cuando os ofrezca una bolsa, al tiempo que dais las gracias. Los camareros merecen especial atención, son los que más sufren las malas caras y los desplantes de los clientes. De alguna manera tenemos que quitarles de la cabeza que es una buena idea echar unas gotas de evacuol en la sopa.
En fin, mis propósitos para el nuevo año, es que volvamos a ser los mismos tipos majos que hemos sido casi siempre. Lo digo por si cunde la idea.