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Sigo acá.

El arca obrera

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No, en Ferrowhite no estamos acumulando reservas de agua alertados por algún pronóstico de guerra inminente. Tampoco es que nos dio mucha sed y decidimos saciarla para siempre. En realidad el agua del dispenser sí se acabó, pero los recipientes plásticos de la foto, todos vacíos, no vienen a solucionar ese pequeño inconveniente. Están acá para otra cosa. Y desde ya, les vamos avisando, son tan caros a esta institución como un reloj de roble o una campana de bronce. Porque en este museo los objetos valen en tanto materializan vínculos, en tanto son, por ejemplo, punto de partida o de llegada de esa relación social tan fundamental como problemática que es el trabajo. Razón por la cual, digamos de paso, a pesar de sus normas de inventario y de su depósito con deshumidificadores, tal vez este museo no tenga una "colección", si con este término se alude a un orden autosuficiente, en el que las cosas se relacionan con las cosas, al margen de los acontecimientos pasados y presentes.

Es que, aunque las vitrinas de los museos a veces alienten esa ilusión, ningún objeto tiene una sola identidad, una única función, un modo de ser unívoco, definitivo, permanente. Como puede que nosotros tampoco lo tengamos. En principio, porque nada existe en solitario. Cada existencia es un nudo en una red material de vínculos en la que incluso la distinción neta entre personas y cosas, podríamos pensar, se vuelve contingente. A fin de cuentas, las cosas actúan sobre nosotros, tanto como nosotros sobre ellas.

¿Y entonces con los bidones qué? Con los bidones vamos a flotar. Ese es nuestro sueño para una de estas noches de verano. A flotar mi amor, cantando como se nos canta, vamos a flotar. No hace falta que sea muy lejos. Flotar por acá nomás, con todo lo que eso hoy por hoy implica. Flotar como ellos en esta foto.


Ahí está Atilio Miglianelli, más joven de lo que lo conocimos, tan pensativo como se lo veía a veces, y están sus compañeros del equipo de buceo de la usina General San Martín, posando para la posteridad sobre una balsa hecha con palets de madera y tambores de aceite, justo acá a la vuelta, en proximidades de lo que para nosotros es La Rambla de Arrieta pero para ellos era "la marea del castillo". La foto la trajo Angel Caputo y, desde aquel día, la idea fue madurando en la acalorada cabeza de nuestro compañero Guillermo Beluzo. ¿Cómo sería esa balsa hoy? se preguntaba Guillermo, a la hora del primer mate, mientras calzaba la boca del termo en el pico del dispenser. Hasta que una mañana de verano se nos apareció con este dibujo:


Fue entonces que nos preguntamos ¿Pero bidones por qué? Las respuestas solo pueden asumir la forma de un diálogo solemne:

- Porque el cilindro constituye un elemento formal dominante en el paisaje que nos rodea. Vean, si no, las plantas de silos de Toepfer, Bunge, Dreyfus, Cargill.
- Porque tanto el suministro y la calidad del agua potable que portan -liquido que, por cierto, representa un insumo crítico en la producción local del plástico a partir del cual están hechos-, como el destino de las aguas de la ría que estos envases van a surcar, se encuentran en el centro álgido de las preocupaciones públicas bahienses.
- Porque el problema del agua ya existía, aunque en otros términos, hace más de un siglo, teniendo en cuenta este informe del año 1897, en el que el Ingeniero Julio B. Figueroa reporta la frecuente contaminación de las aguas de pozo, así como lamenta que las perforaciones realizadas por el Ferrocarril Sud, siendo más apropiadas, tuvieran “por fin principal la alimentación de las máquinas locomotoras”.
- Porque aquellos municipales que planeamos llevarnos a la playa los libros de Laclau, no podemos dejar de ver en tantos bidones el juego indecidible entre “significantes vacíos” y “significantes flotantes” en el que, nos venimos a enterar, consiste la política.
- Porque no tenemos un mango, y los envases pinchados te los regalan.
Como se ve, el recipiente es puro contenido.

Puede por supuesto que este proyecto naufrague. Tratándose de una balsa ¿No sería lo más natural del mundo? Entre tanto, con su color azúl traslúcido, menos parecida -esperamos- a La Balsa de la Medusa que a las aguavivas de Monte Hermoso, nuestra embarcación empieza a tomar forma. Allá vamos.

Historia del instante

Un video para el último segundo del año que termina (o para el primero del que empieza).

¡Rock in Ría!



Justo ahí, entre el muelle de los elevadores de chapa levantados por el Ferrocarril Sud en 1908 y 1909, y el muelle que hoy mismo construye detrás del castillo la trasnacional cerealera Toepfer, sentados con su guitarra entre un extremo y el otro de un siglo entero de historia, Gabriel y Leo Vecchietti ensayan “La Reina del mar”, el tema dedicado a Celestina Gomez que con su banda Polaroid esperan estrenar el próximo sábado 3 de diciembre durante La Noche de los Museos. Ya llega Rock in Ría: “Todos por el castillo”. 

Los tipos que merecen el cielo no creen en el

O puede que muchos sí, pero seguramente no este. Ayer murió Osvaldo Ceci, ferroviario, militante político, vecino de Ingeniero White, amigo fundamental.  
  
La tarde del domingo 28 de octubre de 2007, día de elecciones presidenciales, nos cruzamos con el Colorado en el camino entre White y Bahía. El candidato a senador provincial iba montado en su bicicleta.

Soplando en el viento


Trailer from pablo marks on Vimeo.

Límite y misterio

Y mañana lunes...

Cine para los oídos


El próximo sábado, en el Centro Nacional de Música, Raúl Minsburg estrena "La Memoria del Tiempo", algo así como su biografía sonora, aunque él no lo defina así, y un poco también la de su mamá, Mary. Por mi parte, ahí voy a estar, mezclando películas ajenas en la música (y en la vida) de mi amigo.

Color local


Caído del catre


Ya termina, y recién me doy cuenta. También estamos acá.

Mis días en el caleidoscopio




Imágenes de "Microscope for São Paulo" y "Your shared planet" dos de las obras presentadas por Olafur Eliasson en la Pinacoteca do Estado de la ciudad de San Pablo, en el marco del 17º Festival Internacional de Arte Contemporãnea Videobrasil. Las fotos son de Lara Arellano (nuestra cámara se quedó en casa, siempre cerca de Nina).

Aprovechá gaviota!

Con la llegada de la primavera, en Ferrowhite lanzamos, o alza vuelo, nuestra gaviota plastiquera. Una bolsa de tela con alas, patas y pico para alimentar con todas las bolsitas de polietileno que andan dando vueltas por ahí. No, no es el único animal que come plástico, pero sí el único al que le gusta.


Confeccionada por Silvia Gattari, Malena Corte y Guillermo Beluzo, junto a las vecinas costureras Ida Muhamed y Titi Trujillo de los barrios 26 de septiembre y Bulevar, esta gaviota se suma a la serie de útiles que el museo produce propiciando el cruce entre vida cotidiana, historia y coyuntura. La primera suelta será el sábado 1, a las 19:30 hs., en el marco de la muestra fotográfica "Secretos del Cangrejal" en la Alianza Francesa de Bahía Blanca (Fitz Roy 49).

Pepe pepepe pé


Arranca Videobrasil y como el caracol, con la habitación a cuestas, nos vamos para allá.

El gran truco

La pregunta es cómo el establecimiento industrial más grande de la ciudad, el que ocupaba más superficie y trabajadores, llega a desaparecer de la vista todos.





Los Talleres Bahía Blanca Noroeste funcionaron durante más de cien años. Allí llegaron a trabajar alrededor de 1200 obreros en la reparación de cientos de locomotoras de vapor y de todo tipo de vagones de carga, de las chatas a las tolvas graneras, de los vagones fruteros al vagón "todo puertas" para cargas paletizadas. Cómo una pieza clave de la infraestructura logística de la economía regional, cómo esas 18 hectáreas con sus edificios monumentales se convierten, a tan sólo seis cuadras del centro, a tan sólo 15 años de su definitivo cierre, en un agujero negro, tierra baldía, asunto de nadie, es cosa que inquieta.

¿No estaremos ante un sensacional acto de prestidigitación? Aunque acá convendría notar que allí donde el ilusionismo pedestre basa su eficacia en la subrepticia rapidez de sus movimientos, la transformación que llevó a estos talleres a su estado actual se desplegó, por el contrario, ante los ojos de todos lenta, tan lentamente, que la magia tardó años, décadas incluso, en completar su efecto.  Es cierto, Menem lo hizo, pero sin restarle una pizca de responsabilidad, es importante advertir que no lo hizo solo. Que no fue el único, ni el primero, ni tampoco, lamentamos decir, el último. Así que en vano nos esforzaremos por descubrir el truco bajo la manga del turco en las fotos que lo retratan firmando la ley 23696 de Reforma del Estado, o el decreto 1039/95 con el que liquida Ferrocarriles Argentinos.

Quizás la desaparición de los Talleres Bahía Blanca no respondió a un único golpe de gracia, sino que tuvo, como previa condición de posibilidad, un proceso de deterioro paulatino y minucioso. Tal vez, como muchos ferroviarios sugieren, haya que rastrear las causas de su destrucción mucho antes de 1992, y no en los discursos de campaña de los gobernantes, sino en la letra chica de sus disposiciones de gobierno, en los vaivenes políticos a través de los que el manejo del Estado, de la empresa de trenes nacional y de los sindicatos ferroviarios responde en forma más o menos directa a los intereses económicos en pugna. Medidas concretas que, muchas veces en contradicción con la retórica “industrialista” de sus fundamentos, estuvieron orientadas, desde los años 60, a favorecer en la práctica el desabastecimiento de los talleres ferroviarios estatales, el crecimiento de los talleres privados y el desarrollo del transporte por camión. Habrá que buscarlos también, eso al menos intentamos, en la voz de quienes denunciaron estas políticas, voces de las que muchas veces no queda otro registro que el que conservó la propia policía destinada a sofocar su resistencia.

Pero el gran acto de prestidigitación requiere, al menos, de otro movimiento, complementario y simultáneo al anterior. Habrá que tener en cuenta, además, el efecto sobre el sentido común de los persistentes discursos acerca de la incurable ineficiencia del Estado como administrador de las empresas de interés público. El argumento invisibilizador se basa, en este punto, en la presunción de que a partir del '48, cuando se fueron los ingleses, los ferrocarriles "se vinieron abajo", a pesar de que los testimonios, el rastreo de planos y fotos revelan, en el caso de estos talleres, un proceso mucho más matizado y complejo, en el que fueron, justamente, los momentos posteriores a la nacionalización y previos a la privatización aquellos durante los cuales se llevaron a cabo importantes obras de mejora y ampliación.

Al final del truco, lo que parece haberse esfumado no es solo una parte significativa de nuestro patrimonio como sociedad, sino también nuestra propia conciencia de lo sucedido. ¿Esto de verdad pasó? ¿De verdad existían acá vagones y pares montados y tornos para arreglarlos y pibes como el pibe que hasta no hace tanto era Claudio Fabbi y viejos como el viejo Romagnoli dispuestos a enseñar cada una de las mañas de su oficio?

Resulta raro leer ahora que el lugar que aún hoy ocupan los talleres va a ser “urbanizado”, como si en ellos no hubiera transcurrido parte fundamental de la historia de nuestra ciudad. Por eso es deseable que la esperada, sin duda necesaria reutilización de ese sector suponga, a la vez, el desafío de rehabilitar su pasado y no una simple excusa para su borramiento definitivo. Quien sabe si alcanza, en este caso, con la habitual advertencia de que olvidar la historia conduce a repetirla. Porque incluso para calcar una historia sería preciso conocerla. Tal vez, quien decide ignorar de plano su pasado, se expone a que las cosas siempre puedan ir peor.

[subido esta mañana a museo taller]


[...]

Mandrake

La cumbia del control

http://www.goear.com/listen/bd30604/cumbia-del-polo-

Riesgo ciudad




"La historia del reparto de los riesgos muestra que éstos siguen, al igual que las riquezas, el esquema de clases, pero al revés: las riquezas se acumulan arriba, los riesgos abajo." (...)

Back to back

Yira, yira

Y el pivot filma así:

Pivot

Este es el motor de una bola de espejos que adaptamos con Guillermo Beluzo para hacer girar el cabezal de un viejo trípode Manfrotto. A este dispositivo lo llamamos "pivot" y con él vamos a filmar, justicia poética, a un montón de bailarines intentando inventar una coreografía en el mismo acto de bailar. Intriga.

[Miguelito Nieve]



Cha, Cha, Cha, Chaaaaan (bis)

Hoy, señores, la cita es hoy.

Cha, Cha, Cha, Chaaaaan

Este domingo, a las 16 hs., la Orquesta Escuela de Ingeniero White toca en el reabierto cine Plaza.

Trazos

Dando una mano en esto.

Deshielo

El martes 28 de junio comenzaron en Bahía Blanca los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos en jurisdicción del V Cuerpo de Ejército durante la última dictadura militar.  


Allá por junio de 2007, en Ferrowhite realizamos esta acción por las calles del puerto.  

En la avenida Dasso, en Plunkett o Cárrega, saliendo de paredes o ventanas, es posible ver la figura del Eternauta. Viajero del tiempo, el personaje creado hace 50 años por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, aparece por Ingeniero White. Llega para escuchar historias que aún hoy parece difícil contar en público, y deja esta pregunta en los muros:

¿Dónde están María Angélica Ferrari, Héctor Sampini, Aldo Pironi, Rubén Santucho y Catalina Ginder, vecinos de Ingeniero White detenidos y desaparecidos durante los años del Proceso?