Ella cose todavía.Detrás de una ventana amarilla ella es la costurera del barrio. Un cartel con letras humildes arriba anuncia que allí hay una MODISTA. El cartel avisa a los ojos distraídos que allí se cose todavía. Hoy que todo viene hecho y que lo que se rompe se tira, ella cose todavía. Mas abajo, en letras aún más modestas, agrega para los curiosos, que se hacen arreglos a medida, cambio de cierres, detalles de botones y bordados.Cose mientras en la radio añora la voz del peruano y una voz porteña lee un poema de Neruda, dejando para después un tango.Por la ventana entra el sol de las cuatro de la tarde y se apoya en una tela a cuadros rojos y azules, con unos vivos blancos. Ella recompone el desgarro y cabecea en un vaivén provocado por el pié que se apoya en el pedal y le da un ritmo a su canto. Su voz se cuela por la ventana semiabierta y viaja en círculos de aire hasta mí, que estoy pasando. Que me asomo perpleja a su encanto de antaño.Ese marco amarillo donde perpetuamente ella cosiendo se ha quedado, con su cuerpo inclinado, con el mechón de su pelo gris que le cuelga como un manojito de pensamientos desolados.
-Pato-
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sábado, 19 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Hoja en blanco
Llego a este sitio blanco perforado de neblinas.
Nunca sé cómo llego a esta especie de meseta árida, donde los pies se hunden en profundos silencios embarrados. Me pregunto cómo he hallado este hueco que me abarca por completo y me empuja a una pasarela de renglones despoblados.
Yo sólo sé que me seduce un viento de palabras, que rebotan en mi sangre y al ir buscándolas, me galopa un sentimiento en las arterias. Voy encaramada en él, en un vago intento de llevarlo a destino.
Sólo sé que me viene a buscar la mirada de la chica que vende sahumerios en la esquina, o la mano del loco de las flores, o la tristeza de andén que tienen algunos días específicos o el tipo de la carnicería con sus ojos agigantados. Yo sólo sé que me dejan sus manos abiertas como pájaros en esta playa blanca, para que me arregle o me deshaga en intentos vanos.
No soy más que esas manos amuradas al desierto de mi alma, buceadoras natas de mi misma, que se vuelcan a hurgar desesperadas sobre estas letras que me llaman.
-pato-
Nunca sé cómo llego a esta especie de meseta árida, donde los pies se hunden en profundos silencios embarrados. Me pregunto cómo he hallado este hueco que me abarca por completo y me empuja a una pasarela de renglones despoblados.
Yo sólo sé que me seduce un viento de palabras, que rebotan en mi sangre y al ir buscándolas, me galopa un sentimiento en las arterias. Voy encaramada en él, en un vago intento de llevarlo a destino.
Sólo sé que me viene a buscar la mirada de la chica que vende sahumerios en la esquina, o la mano del loco de las flores, o la tristeza de andén que tienen algunos días específicos o el tipo de la carnicería con sus ojos agigantados. Yo sólo sé que me dejan sus manos abiertas como pájaros en esta playa blanca, para que me arregle o me deshaga en intentos vanos.
No soy más que esas manos amuradas al desierto de mi alma, buceadoras natas de mi misma, que se vuelcan a hurgar desesperadas sobre estas letras que me llaman.
-pato-
Hecho en casa
No es fácil hacer.
Hacer es atrevimiento, es osadía, es sentimiento en acción, es ganarle al miedo, es placer. Es salirse del mísero asesino que todos tenemos dentro, de ese mísero dictador que te acobarda, que te dice que te va a salir mal, que no servís. Si, ese mismo que te mete en tu cocina, en tu cama, en tu cueva y te tapa hasta dejarte bien solo temblando de frío.Ese que te hace sentir un ridículo o un imbécil solitario, cuando tan sólo sos un soñador.
Amo a los que hacen, porque me emociona esa chispa que los saca de la nada, del vacío, del mutismo, del silencio malhechor que acecha en las esquinas de la mente.
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