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miércoles, 12 de julio de 2017

EL ARTÍCULO 155




Por muy críticos, independientes y formados que nos creamos, siempre acaban calando en nosotros, en mayor o menor medida, ciertas patrañas difundidas hasta la saciedad por los medios de comunicación. Una mentira repetida un millón de veces puede convencer hasta al más incrédulo, y además a todos nos resulta muy cómodo dar por buenos ciertos datos o explicaciones porque habitualmente tenemos poco tiempo –y menos ganas– de contrastar la información o investigar por nuestra cuenta.

Esto es lo que nos ha pasado a muchos con el famoso artículo 155 de la Constitución. Entre nuestros deseos de que las cosas sean de una determinada manera y nuestra pereza por indagar a fondo, nos hemos tragado tan contentos las interpretaciones de brocha gorda que la prensa y muchos políticos han hecho de este precepto, según las cuales el Gobierno de España podría suspender la autonomía de Cataluña si los separatistas se pusieran demasiado farrucos.

Pero un día se pone uno a leer despacio el artículo de marras y a ojear las monografías publicadas al respecto por diversos juristas y catedráticos de prestigio, y se lleva las manos a la cabeza de lo inocente que ha sido. Porque resulta que la única manera de alterar el régimen de autonomía de Cataluña o de cualquier comunidad es reformando la Constitución y/o el correspondiente estatuto de autonomía, lo que en el caso catalán exigiría previo referéndum de los electores de la región. 

Con el artículo 155 es jurídicamente imposible suspender o derogar el régimen autonómico de Cataluña. De hecho todavía no está claro quién ha sido el listo que se ha inventado la extraña expresión “suspensión de la autonomía”, que te pones a rascar y nadie tiene claro qué significa y menos aún los expertos en derecho constitucional.

Porque el célebre artículo lo único que dice es que si una comunidad autónoma atenta gravemente contra el interés general de España, el Senado, por mayoría absoluta, puede autorizar al Gobierno a adoptar las medidas necesarias, que incluirían la posibilidad de dar instrucciones a las autoridades autonómicas.

 
Eso, medítalo, chaval.

O sea que los que en algún momento hemos pensado que igual se le podían quitar todas o algunas competencias a la comunidad levantisca para que fueran asumidas (al menos provisionalmente) por el Estado, somos más tontos que un vencejo. Los que suponíamos que era viable, con la Carta Magna en la mano, disolver las instituciones autonómicas y encomendar a la Administración General del Estado la prestación en Cataluña de los servicios públicos esenciales, no somos pardillos, sino lo siguiente.

La legalidad vigente no nos permitiría darnos esas alegrías. Y además, bien mirado, sería un sindiós, entre otras cosas porque está buena la Administración central como para asumir competencias y servicios ajenos.

¿Entonces para que sirve el articulito dichoso? Pues no está nada claro porque nunca se ha aplicado y de hecho casi todos los entendidos coinciden en que, de utilizarse esta vía excepcional, nos adentraríamos en territorio desconocido con consecuencias imprevisibles. Coinciden también en que en la práctica implicaría la aprobación por el Senado de  un paquete de medidas para frenar el proceso independentista, así como facultar al Gobierno para dar instrucciones a las autoridades y funcionarios autonómicos, por ejemplo a los Mossos d'Esquadra, o al personal destinado en centros educativos o en los medios de comunicación públicos catalanes, imponiendo severas sanciones a quienes desobedecieran. 

En otras palabras: no se trataría de una suspensión de la autonomía, ni de una anulación de competencias, sino, como mucho, de una sustitución transitoria de autoridades hasta que se sofocase el incendio secesionista. Hay quien opina que sería posible suspender temporalmente o reemplazar a determinados altos cargos del Govern e incluso a funcionarios. A saber, porque el artículo es corto y muchas pistas no da.

Yo, además de sentirme bobo, estoy muy decepcionado y sigo creyendo que lo mejor sería explorar las posibilidades del artículo 8, que dice que las Fuerzas Armadas tienen como misión defender la integridad territorial de España. Mucho más clarito, ¿verdad?

lunes, 31 de octubre de 2016

ENCUESTA SOBRE EL PRÓXIMO LÍDER DEL PSOE


Pregunta: ¿Quién será el nuevo secretario general del PSOE?

Participantes: 7
Duración: 10 días

Respuestas: 

a) Seguirá siendo Pedro Sánchez:  0 votos (0%)
b) Será Susana Díaz: 0 votos (0%)
c) Será otra persona: 7 votos (100%)

viernes, 28 de octubre de 2016

DELINCUENTES POTENCIALES


Pablo Iglesias se saltó ayer a la torera el derecho constitucional a la presunción de inocencia.

Cuando Pablo Iglesias se enteró ayer, durante el discurso de investidura, de que el Gobierno había movilizado a quinientos policías para controlar la manifestación ultraizquierdista Rodea el Congreso, pronunció una frase que evidencia su inmoralidad, su arbitrariedad y su desprecio por los derechos fundamentales: 

“Hay más delincuentes potenciales en esta Cámara que fuera”.

Imagino que, como profesor de Ciencias Políticas, el líder de Podemos recordará que el artículo 24.2 de la Constitución reconoce a todos los españoles el derecho fundamental a la presunción de inocencia. Lo que no parece claro es que alcance a comprender que este derecho esencial en cualquier nación civilizada es incompatible de raíz con la siniestra expresión “delincuentes potenciales”. 

Alguien tendría que explicar a este barbián que en los países de nuestro entorno solo se puede llamar delincuentes a los ciudadanos condenados por sentencia firme por la comisión de un delito, y que todos los demás ciudadanos tienen derecho a que ningún soplapollas especule, y menos en público, sobre los potenciales delitos que podrían cometer. 

O se es delincuente o no se es delincuente. Punto. Porque eso de “potenciales” suena a insulto, a calumnia y, en definitiva, a violación del derecho a la presunción de inocencia. También suela a idiotez, ya que, bien mirado, delincuentes potenciales lo somos todos los españoles y no solo los diputados del Congreso a los que al coletas le apetezca ofender.

La izquierda lleva ochenta años criticando la histórica Ley de Vagos y Maleantes por contemplar “castigos” para individuos considerados peligrosos aunque no hubieran cometido ninguna infracción penal. A pesar de que estas medidas predelictuales no eran penas ni suponían considerar delincuentes a las personas a las que se aplicaban, el rojerío las ha considerado fascistas toda la vida (o al menos desde que Franco heredó esta ley de la Segunda República). Pero ahora llega el profesor Iglesias y tiene el valor de conjeturar delante de todos los medios de comunicación sobre quién tiene más posibilidades de cometer un delito, si los diputados de partidos diferentes al suyo o los manifestantes de su cuerda. Ahora llega este chulo chavista, este indigente moral, este engañabobos, y se atreve a señalar con el dedo como criminales en potencia a los parlamentarios que no comparten su credo.

Por favor, ¿quién es el fascista?

Manifestantes de Rodea el Congreso. Nadie podría imaginarlos como potenciales delincuentes

jueves, 27 de octubre de 2016

ENCUESTA SOBRE LA TERCERA REPETICIÓN DE ELECCIONES


Pregunta: ¿Crees que se repetirán por tercera vez las elecciones?
Participantes: 29
Duración: 30 días

Respuestas: 

a) Sí. 18 votos (62% )
b) No. 13 votos (44%)

martes, 6 de septiembre de 2016

LOS EMBUSTES SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE SORIA


El Ministro De Guindos ha dicho: "Si un funcionario no puede volver a ser funcionario...¡Esto qué es!". No nos tomes por idiotas, Luisito.

Si al ex Ministro de Industria, José Manuel Soria, le obligaron a dimitir de todos sus cargos por embustero (por negar su implicación en el escándalo de los Papeles de Panamá), ahora, por elemental congruencia, Rajoy, De Guindos y la Cospedal deberían hacer lo propio tras haber mentido como bellacos sobre la candidatura de Soria como director ejecutivo del Banco Mundial.

Estos tres jetas llevan toda la semana jurando que el señor Soria no ha sido nombrado para un alto cargo político, sino que simplemente ha obtenido un destino como funcionario, ofertado mediante convocatoria pública y provisto a través del procedimiento de concurso de méritos. Han insinuado que para desempeñar tal puesto es requisito pertenecer al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado, al que pertenece Soria, y que el acceso al mismo es un derecho inherente a la carrera profesional de los funcionarios públicos de dicho Cuerpo.

Veamos una por una las macro mentiras que nos han intentado colar:

- Es verdad que el puesto de miembro del Directorio Ejecutivo del Banco Mundial no es estrictamente un cargo de naturaleza política, sino funcionarial (son altísimos funcionarios), pero es tal su relevancia que las candidaturas deben proponerse por los gobiernos nacionales, en el caso de España por el Consejo de Ministros. 

Desde un punto de vista moral e incluso simplemente estético no parece nada razonable que un señor relacionado con una red de empresas ubicadas en paraísos fiscales desempeñe un cargo de semejante responsabilidad en un organismo internacional público de carácter económico. Es algo así como poner a la zorra a cuidar del gallinero. 

- Sí hubo una especie de convocatoria, pero no fue publicada en el BOE y ni siquiera en la página web corporativa del Ministerio de Economía. Solo se distribuyó a un reducido número de posibles candidatos, la mayoría funcionarios de élite de la Administración económica. Cierto que no hay ninguna norma que exija una forma concreta de publicidad de esta “convocatoria”, pues, como luego explicaré, no estamos ni ante un concurso de méritos ni ante un caso de libre designación, sino ante una propuesta discrecional de nombramiento a elevar al Banco Mundial.

- El puesto no exige necesariamente para su desempeño la condición de funcionario público ni mucho menos pertenecer al Cuerpo de Técnicos Comerciales. En la práctica la mayoría de los 25 directores ejecutivos del Banco Mundial son funcionarios de cuerpos económicos, pero no es obligatorio que sea así. De hecho, en la “convocatoria” solo se dice que “se valorará” la condición de funcionario y la experiencia en la Administración económica española. 

Además, aunque fuera obligatorio ser funcionario del Subgrupo A.1 (que insisto en que no lo es), debe tenerse en cuenta que también es imprescindible pertenecer a este Subgrupo para ser nombrado Subsecretario o Director General de un Ministerio (altos cargos políticos) y a nadie le parecería normal proponer para uno de estos puestos a un individuo tan poco fiable como José Manuel Soria. 

- El procedimiento selectivo no es en absoluto un concurso, como no hace más que repetir Pinocho Rajoy, que no sé cómo no se le cae la cara de vergüenza. Además, si lo fuera, el ex ministro no podría haber participado, pues lo habitual es que en las convocatorias de los concursos de plazas de funcionarios se exija estar en situación de servicio activo, y él pidió la excedencia hace casi 30 años y hasta ahora no ha solicitado su reincorporación.

- Pero es que tampoco es una libre designación. Al menos las convocatorias de puestos de funcionarios de libre designación deben publicitarse en el Boletín Oficial correspondiente, pues así lo exige la ley.

- ¿Qué es entonces? Pues se trata de una propuesta absolutamente discrecional del Consejo de Ministros, sin publicidad formal de la convocatoria, sin ningún requisito mínimo indispensable para participar y sin ningún procedimiento establecido. El nombramiento lo hace el Banco Mundial sin apartarse de la propuesta del Gobierno.

Como vemos el PP sigue haciendo méritos para que un nuevo Frente Popular tome las riendas del gobierno antes de diciembre.

viernes, 5 de agosto de 2016

DONALD TRUMP

¿Por qué la prensa llama siempre "el magnate" al candidato republicano a la Casa Blanca?

De Donald Trump tengo muy poco que decir. Hay algunas opiniones del histriónico candidato republicano a la Casa Blanca, descendiente de inmigrantes, que no me parecen mal, y otras muchas con las que estoy en total desacuerdo. Además, como ya he comentado alguna vez, cuando analizo cualquier asunto de política extranjera mi opinión suele ser muy distinta según lo haga desde la óptica de los intereses españoles o me ponga en la piel de los ciudadanos del país en cuestión, en este caso de los estadounidenses.

En todo caso, lo que parece indiscutible es que los medios de comunicación internacionales han orquestado una tendenciosa y machacona campaña en contra de este candidato. Y de toda esta campaña (que no se entiende en ningún medio que aspire a dar una mínima apariencia de objetividad y todavía menos en los mass media no americanos) lo que más me asombra es la insistencia en llamar “magnate” a The Donald. En particular a la prensa española no se le cae este adjetivo de la boca cada vez que se refiere a él. En la mayoría de los informativos, noticias o columnas de opinión elaborados en nuestro país el nombre de Trump aparece recurrentemente precedido por el apelativo “magnate” y, también con muchísima frecuencia, por “multimillonario”.

En mi opinión, no procede en absoluto que la prensa haga explícita y continua referencia a la condición socioeconómica o profesional de un candidato a la presidencia del gobierno de un país. Por supuesto, tengo mis sospechas –por no decir certezas– sobre los motivos por los que a Mr. Donald no dejan de llamarle magnate a todas horas, sin venir a cuento, mientras que del resto de aspirantes al sillón del Despacho Oval no se dice ni pío sobre sus medios de vida, actividades económicas o condición social, empezando por la abnegada esposa Hillary Clinton, a la que los periodistas jamás llaman letrada, pese a su enorme prestigio durante años en el mundo de la abogacía.

Sin duda hay un punto de populismo barato en esta estrategia. Los medios saben muy bien que resaltar insistentemente la condición de multimillonario de un candidato, para más señas conservador, es una de las mejores maneras de desprestigiarlo ante unas masas envenenadas de igualitarismo y bastante predispuestas a repudiar, por pura envidia, a cualquier personaje mediático con una cuenta corriente holgada. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que los negocios, actividades y actitudes de este político en particular me merezcan la menor simpatía, pero estaremos de acuerdo en que, nos caiga mejor o peor, un rico tiene todo el derecho del mundo a presentarse a las elecciones, y en que no parece demasiado normal que las televisiones y los periódicos le apoden “el magnate” y no paren de sacar a colación su fortuna y su poder financiero. Además, lo de magnate, reconozcámoslo, tiene una intencionalidad añadida, pues coloquialmente este término equivale a mafioso.

Y ni que decir tiene que si en vez de un poderoso empresario del sector hotelero y del juego, el cabeza de lista hubiera sido un camionero o un humilde operario de una cadena industrial de montaje, los plumillas de la prensa no solo se habrían abstenido de recalcar este dato, sino que hubieran crucificado a cualquiera que osara llamarle obrero. Cualquier alusión a los orígenes, profesión o nivel cultural de un candidato pobre chocaría con un muro infranqueable de corrección política. El atrevido sería estigmatizado como clasista, elitista y fascista (en el mejor de los casos).

Pero no nos extrañemos. En esta democracia maravillosa, la política y el periodismo son así. Una manipulación, una estafa…  y un puto circo.

jueves, 21 de julio de 2016

EL GOLPE (FALLIDO) DE TURQUÍA


Mi tendencia crónica (creo que cada vez más atenuada) al maniqueísmo siempre me ha llevado a tratar de posicionarme rápidamente sobre cualquier acontecimiento político internacional, por muy complejo que sea. Con el tiempo me he dado cuenta de que esto es una idiotez porque si ya es difícil enterarse de quiénes son los buenos y los malos, los justos y los injustos, en nuestro propio país, ya ni te cuento en Palestina, en Oriente Medio, en el Congo o en cualquier lugar recóndito con parámetros históricos, sociales y culturales opuestos a los nuestros.

Pero no soy el único atacado por el come-come de tomar partido. Cada vez que se monta un pollo incomprensible allende nuestras fronteras, tertulianos televisivos, políticos, enteradillos, compañeros de trabajo, colegas de barra y señoras de la limpieza se esfuerzan en hilar una versión simplista de lo sucedido en la que no quede duda de quiénes son los héroes y quiénes los villanos. El cine es que ha hecho mucho daño... 

Pero a mí me encanta analizar el proceso intelectual que nos lleva a adoptar una postura definida ante sucesos que no entendemos ni papa acaecidos en naciones de las que solo conocemos el nombre y que a veces no sabríamos ni situar en un mapa.

Un ejemplo estupendo es el del intento de golpe de estado en Turquía de la semana pasada.

En un resumen un poco para tontos, podríamos decir que una facción del ejército otomano, defensor desde los tiempos de Atatürk del laicismo del estado, la secularización de la sociedad, la europeización de Turquía y el liberalismo, se ha alzado contra el presidente Erdogán, líder del AKP, un islamista autoritario y conservador, poco amigo del parlamentarismo, que reivindica las raíces culturales de su patria y practica un doble juego con la Unión Europea y con el yihadismo, al que hace el caldo gordo sutilmente. Bueno, y del gülenismo hablamos otro día porque ya es liar mucho la madeja.

Esta última semana, tanto los periodistas como los partidos políticos y las personas de mi entorno más próximo han ido pronunciándose sobre esta rebelión, basándose en distintos criterios que podríamos dividir en tres grandes bloques:

- Quienes basan su postura en los intereses económicos y políticos de la Unión Europea y, por extensión de España. Esta corriente de opinión simpatiza en general con los rebeldes y con Fetullah Gülen, fundador del llamado “Opus Dei islámico”, por entender que el triunfo del levantamiento habría convertido a Turquía en un socio europeo más seguro y en un tapón eficaz contra el Estado Islámico. Yo a alguno de estos les he preguntado cuándo, por qué y en qué circunstancias podemos estar entonces a favor de un golpe de estado, y, aunque ninguno me ha respondido claramente, me temo que defenderían o condenarían un cuartelazo exclusivamente en función sus opiniones políticas.

- Los que se basan solamente en criterios de legalidad. Condenan el golpe al considerar que, al margen de las ideas y objetivos del AKP y del ejército, el gobierno de Erdogán está avalado por la Constitución y por las urnas. En mi opinión los que piensan así son los más necios, los que menos entienden los resortes de la política. A uno de estos lumbreras le pregunté ayer si le habría parecido justa una rebelión popular contra Hitler después de que este ganara las elecciones alemanas en 1933 y me ha dicho que en ese caso, sí. ¡Solo faltaba, hombre!

 - Los que ven el asunto desde una óptica patriótica o nacionalista intentando ponerse en la piel de los turcos. Creen que si ellos fueran turcos estarían con el AKP, que, a grandes rasgos, encarna la defensa de la independencia y la identidad de Turquía frente a un ejército traidor, europeizante y tibio en lo religioso. Su simpatía con Erdogán no implica, evidentemente, comunión con el confesionalismo islámico ni con el yihadismo, pero sí con su patriotismo y su tradicionalismo. Esta es una postura muy minoritaria pero presente en algunos ambientes patriotas.

Difícil, ¿verdad?

martes, 17 de mayo de 2016

UN NUEVO CAMBIO DE MUDA DEL PARTIDO COMUNISTA





Yo lo veo clarinete:

- El Movimiento 15-M de 2011 no fue para nada espontáneo, sino que lo orquestó Izquierda Unida. Más en concreto, fue una estrategia del sector renovador de este partido para buscar una salida tras sus últimos varapalos electorales.

- Como era de prever, el exitoso 15-M cristalizó muy pronto en un partido político, Podemos, que fue cuidadosa e inteligentemente diseñado y puesto en marcha por militantes, ex militantes y asesores de Izquierda Unida.

- Sirviéndose de una maniobra de imagen consistente en hacer creer al electorado que se trataba de un movimiento “transversal, no de izquierdas”, Podemos arrasó en las últimas elecciones generales.

- Una vez consolidada su fuerza, ha suscrito una coalición electoral con Izquierda Unida para los nuevos comicios del próximo 26 de junio. 

¿CONCLUSIÓN? Podemos no ha sido más que una refundación, un cambio de muda, del Partido Comunista de España, similar al que llevó a cabo en 1986 creando Izquierda Unida.

lunes, 18 de abril de 2016

CRITERIO PROPIO


En lo tocante a posicionamientos políticos, ideológicos y religiosos es importante esforzarse por cultivar un criterio propio.

En mi juventud me predicaron muchas veces que atrincherarme en mi propio criterio era un acto de soberbia, puesto que muchas personas más inteligentes, cultas y santas que yo ya habían estudiado esos temas que me preocupaban y dictaminado lo correcto. La prudencia aconseja –me decían– adherirse humildemente a los criterios de los más sabios, de los más virtuosos o de los que ostentan mayor autoridad, para no hacer el ridículo de creer estar inventando algo que lleva diez o veinte siglos inventado.

Esta tesis que tanto me repitieron y que solía parecerme razonable, hoy me produce cierto sarpullido. Así en abstracto no parece plantear muchas objeciones, pero en la práctica se trata de una teoría que se presta al abuso de embaucadores y manipuladores como yo mismo tuve ocasión de comprobar. Está muy bien eso de sumarse, de forma más o menos automática, a las opiniones de gente más capacitada y acreditada moralmente que nosotros, pero los problemas suelen ser tres. Primero, que no siempre es fácil estar seguros del fundamento de esa supuesta superioridad, que podría estar prefabricada o basarse en falsedades. Segundo, que la mayoría de las veces no conocemos las opiniones de esos sabios o santos sino a través de fuentes indirectas, material extractado, resumido o interpretado casi siempre, qué casualidad, por quienes nos recomiendan no tener criterio propio. Y tercero, que esa autoridad ideológica o filosófica a la que hemos secundado, parafraseado y emulado con fervor durante años podría muy bien cambiar de parecer de un día para otro, opinar de repente todo lo contrario a lo que opinaba, y dejarnos con cara de idiotas y más perdidos que un pulpo en un garaje.

Como estas situaciones yo ya las he vivido, hoy tiendo a fiarme más bien poco de los iluminados. Prefiero consultar yo mismo las fuentes que me interesan, reservarme el derecho a posicionarme o no –incluso sobre temas aparentemente meridianos– y guiarme por mi olfato, que será una actitud muy soberbia y tal, pero, visto lo visto, bastante más segura que repetir como un papagayo las ideas de un señor, por muy perfecto que alguien me diga que es. 

Ahora me viene a la cabeza un tipo que conocí en los noventa y que es fiel reflejo de esto que estoy explicando. El personaje en cuestión era, y me parece que sigue siendo, un católico exaltado. A mí me caía gordo, y no por sus convicciones, que me parecen muy bien, sino por su rigidez chirriante, su forma de hacer proselitismo y su seguridad impostada y casi ofensiva. Era muy cansino. Se pasaba el día analizando la conducta de los demás y practicando la corrección “fraterna” con un estilo punzante y deslenguado. Siempre estaba discutiendo con otros jóvenes de la parroquia o de su grupo de oración que tenían visiones más flexibles que las suyas –o simplemente distintas– sobre cualquier cuestión religiosa o moral. Su estrategia dialéctica era muy burda pero a la gente más inexperta siempre la sugestionaba. La piedra angular de todo su argumentario era el magisterio pontificio. Tenía estudios de teología y se sabía de memoria todas las encíclicas y documentos papales. Siempre zanjaba los debates con alguna cita, generalmente de Pío XI o de Juan Pablo II, que eran sus favoritos, y atacando con dureza a todo aquel que osara discrepar de su postura. “¿Acaso vas a contradecir lo que ha dicho un papa? ¿Es que no respetas las encíclicas? ¿Y tú te consideras católico?”.

Era verdad que sabía un montón y que la gente lo respetaba por ello, pero siempre se aprovechaba de su posición, de sus conocimientos, y empleaba continuas trampas dialécticas. Cuando alguien es un experto en una materia de la que casi nadie a su alrededor tiene ni idea, la tentación de manipular la información es demasiado fuerte, y él, por supuesto, siempre caía en ella. No solo citaba los textos que le interesaban obviando otras fuentes que contradecían sus opiniones personales (como hizo una vez, aún lo recuerdo, con el tema de la objeción de conciencia al servicio militar), sino que exageraba o falseaba los datos, no distinguía entre el magisterio solemne y el ordinario, y esgrimía textos pastorales que habían sido rectificados por otros posteriores que, naturalmente, se escondía en la manga. Pero para darse cuenta había que hilar muy fino y era imposible pillarle en un renuncio porque tenía respuesta para todo.

   Pero Juan Pablo II se ha pronunciado a favor de la democracia –le decían–.  ¡Mira, mira, lo pone aquí en el nuevo Catecismo!

– ¡Por favor! –vociferaba escandalizado–. El Santo Padre se está refiriendo a una democracia perfecta, ideal, verdaderamente participativa y respetuosa con la dignidad humana, y no a este engendro que padecemos ahora, con un sistema de representación viciado de raíz y unas leyes que permiten el asesinato de niños inocentes en el vientre de sus madres. ¡Cómo va a estar la Iglesia a favor de una democracia así!

Y se ponía a citar papas, encíclicas, exhortaciones y documentos conciliares que avalaban su propio concepto de democracia.

Pero los temas con los que más caña daba con diferencia eran los de índole moral y de costumbres, sobre todo los sexuales. Con una potente batería de constituciones y cartas apostólicas, pronunciamientos papales y demás elementos del Magisterio de la Iglesia, discurseaba al personal de forma incansable sin que nadie dijera ni pamplona por miedo a ver puesta en tela de juicio su Fe y su ortodoxia. Yo lo recuerdo mucho despotricando, con la cara enrojecida, contra la comunión en la mano, el amancebamiento, los noviazgos largos –fuente inagotable de tentaciones contra la pureza– y, en general, contra ciertos comportamientos de los novios, como por ejemplo cogerse del brazo por encima del codo. ¡Y no digamos sobre otras expansiones de mayor alcance o sobre los "métodos anticonceptivos artificiales"!

  Muchas de las cosas que se hacen mal es por desconocimiento –solía decir–. Pero basta leerse la Mulieris Dignitatem, la Humanae Vitae y la Familiaris Consortio para saber a qué atenerse en estas materias.

Parece ser que los divorciados vueltos a casar ya no están excomulgados
Pero la cuestión que yo me planteo en estos momentos es cómo se tiene que sentir hoy este paisano, cuya única baza argumental era la autoridad de los papas, al escuchar las declaraciones públicas de Francisco sobre los temas más variados, y, en especial, al leer su reciente exhortación apostólica, Amoris Laetitia, en la que parece instar a los pastores a huir del rigorismo a la hora de negar el sacramento de la la eucaristía a los católicos divorciados que se han vuelto a casar o conviven maritalmente.

No sé por qué pero mucho me temo que por muy confundido que se encuentre con estas insólitas novedades, no se callará ni agachará la cabeza cuando alguien le pregunte, con malicia, si ahora también va a comerse con patatas lo que diga el Papa o va a pensar por su cuenta. Me apuesto lo que sea a que ya tiene preparado un sermón explicando la diferencia –ahora sí– entre los dogmas y las opiniones de un papa a título particular, y vapuleando a la prensa por “sacar de contexto” las palabras del Pontífice. 

domingo, 17 de abril de 2016

ENCUESTA SOBRE LA REPETICIÓN DE ELECCIONES


Pregunta: ¿Crees que se repetirán las elecciones generales?

Votantes: 10

Duración: 8 días

Respuestas:

a) Sí. 6 votos (60%)
b) No. 4 votos (40%)

sábado, 2 de abril de 2016

ENCUESTA SOBRE LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES

Pregunta: ¿Qué piensas de la eliminación de las Diputaciones Provinciales? (puedes elegir varias respuestas)
Duración: 21 días
Nº de participantes: 17 

Respuestas:

a) Es muy difícil eliminar las diputaciones dada la complejidad del procedimiento de reforma constitucional. 4 votos (23%)

b) No deben suprimirse porque realizan una labor fundamental para la cohesión del medio rural y prestan servicios esenciales a millones de ciudadanos. 4 votos (23%)

c) No deben suprimirse porque cuentan con una gran tradición administrativa en España 2 votos (11%)

d) Es necesario eliminarlas para reducir el gasto público y el número de políticos en España. 3 votos (17%)

e) Es necesario eliminarlas porque las diputaciones son elementos ajenos a la identidad y a la tradición españolas. 1 voto (5%)

f) Las competencias y funciones de las diputaciones son totalmente prescindibles. 2 votos (11%)

g) Todas las funciones de las diputaciones pueden ser asumidas sin problema por las comunidades autónomas, por entidades asociativas de municipios o por consejos de alcaldes. 8 votos (47%)

h) Otras opiniones. 3 votos (17%)


NOTA: En las encuestas en las que pueden votarse varias opciones, el % no representa el porcentaje de votos que ha obtenido cada respuesta sobre el total de los emitidos, sino el porcentaje de votantes que ha escogido esa opción.

viernes, 19 de febrero de 2016

EL PERDÓN DEL ARZOBISPO

Ayer comenzó el juicio contra la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, la podemita Rita Maestre, por los hechos acaecidos en 2011 en el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense. El episodio es de todos conocido. Unas quince señoritas capitaneadas por la actual concejala de Bienestar de la capital de España accedieron por la fuerza (empujando a un sacerdote) a la capilla de la Facultad de Psicología, en cuyo interior se desnudaron de cintura para arriba y corearon con un megáfono diversas proclamas anticlericales como “arderéis como en el 36” y “el Papa no nos deja comernos las almejas”. El Fiscal pide un año de cárcel para Rita por un delito contra los sentimientos religiosos. La concejala, que entonces tenía 22 años, ha declarado ante el juez que “no tiene ningún sentido que haya una capilla, ni de de la Iglesia Católica ni de ninguna confesión religiosa, en una universidad pública. Ese era mi mensaje” y que “un torso desnudo no es un gesto ofensivo”.

A pesar de mis tentaciones, no voy a hacer ningún comentario sobre estos sucesos. Elijo morderme la lengua, más que nada por no resultar cansino repitiendo mis opiniones sobre incidentes similares. Todos los seguidores de La pluma viperina saben de sobra qué medidas concretas creo que deberían adoptarse contra esta joven.

Foto del asalto a la capilla de la Universidad Complutense
De quien sí voy a opinar sin cortarme un pelo –y ya lo siento– es del Arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro. Curiosamente la identidad de la líder de las asaltantes no trascendió hasta 2015, cuando Ahora Madrid ganó las elecciones municipales y Manuela Carmena la nombró concejal portavoz. El prelado, entonces, se apresuró a felicitar a la flamante alcaldesa por su victoria y a quitar hierro a la “travesura” de su pupila, declarando que “no hay que exagerar, hay que ponerlo en su lugar", y que "cualquier persona, si de verdad sabe quién está presente realmente en el Sagrario y en la Eucaristía, no haría esas cosas".

Pero eso no es todo. En las últimas semanas, en vísperas del juicio, la militante de Podemos, que está acojonada por su posible condena, ha acudido al Palacio Episcopal a "pedir disculpas" a monseñor Osoro, quien se ha limitado a manifestar que “a veces, a una edad determinada, todos hacemos cosas que después descubrimos que no debieran hacerse así o que deberíamos respetar otras cosas (…) Todos hemos tenido 18 y 19 años. No sé lo que habrán hecho otros, pero sí sé lo que he podido hacer yo". Según fuentes episcopales, el arzobispo considera beneficioso "pasar página" y no va a apoyar la denuncia ni a declarar contra la audaz feminista.

Para mí que el mitrado confunde el culo con las témporas. Me parece perfecto que se avenga a perdonar cristianamente a esta individua, es decir que destierre cualquier asomo de odio o rencor, trate de olvidar su conducta y, si lo desea, ponga a cero el contador de sus sentimientos hacia ella. Nada que objetar, puesto que yo, como católico, también he perdonado a esta hermana mía descarriada, por la que rezo de vez en cuando. Pero ya se sabe que el perdón, en nuestra Fe, exige verdadero arrepentimiento y no está exento de penitencia. Osoro, que aunque parezca un perfecto idiota, no lo es en absoluto, tiene que intuir que a Rita no le atormentan los remordimientos por haber asaltado un oratorio con el pecho al aire vociferando amenazas violentas. Además, como el perdón no excluye el castigo y resulta que monseñor es la máxima autoridad eclesiástica en Madrid, le corresponde defender a los fieles y el buen nombre de la Iglesia, y, por lo tanto, respaldar la denuncia interpuesta y hacer todo lo que esté en su mano para que la descocada izquierdista pague por su delito.

Rita Maestre y su ex pareja Íñigo Errejón

Ya sabemos que lo ideal es que Rita y sus muchachas se hubieran encontrado en la capilla con cuatro o cinco católicos concienciados de veras y, a ser posible, muy impulsivos, pues así el conflicto se habría resuelto de manera espontánea, sin tribunales ni papeleos. ¡Y sin rencores, por supuesto! Pero ya que las cosas han seguido un derrotero legal (y no gracias al Arzobispado, que ni siquiera denunció), lo suyo es que el señor arzobispo se deje de despropósitos y apoye por lo menos la acción legal ejercitada por varias asociaciones, que defienda lo que la Iglesia representa y se abstenga de quitar importancia a un atentado tan grave y gratuito contra la sensibilidad religiosa de millones de españoles.

¿Acaso el Arzobispado renuncia a ejercer sus acciones y derechos legales en el ámbito civil cuando alguien lesiona sus intereses económicos? ¿Acaso no defiende con uñas y dientes sus prerrogativas fiscales y patrimoniales cuando cualquiera las pone en entredicho? ¿Es que no se vuelca todos los años en una intensa campaña para que los contribuyentes marquen la equis a favor de la Iglesia en sus declaraciones? ¡Pues aquí lo mismo! No se entiende tanto rigor defendiendo unas cosas y tanta flexibilidad (por no decir pasividad) con otras. Su Excelencia Reverendísima debería dejar de hacer el payaso y luchar a brazo partido por la dignidad de la Institución, cesar de lamer el culo al gobierno municipal y combatir las humillaciones y faltas de respeto que los rojos y las feministas infligen a los católicos día sí y día también. Lo que tiene que hacer monseñor es ponerse en su sitio y dejar de avergonzarnos a los creyentes.

Lamento tener que expresarlo con tanta crudeza, pero el arzobispo de Madrid se está comportando como una babosa en su esfuerzo por mantener una relación cordial con el Ayuntamiento. Me parece triste que no quiera enterarse de que los planes de Podemos y sus satélites son mearse en la Iglesia, en sus pastores y en sus fieles cada vez que surja la más mínima oportunidad, como vienen demostrando Carmena y Ada Colau desde que tomaron posesión de sus respectivas alcaldías. 

El arzobispo de Madrid se está comportando como una babosa

También me parece penosa la evolución de la Iglesia española en general. La mayoría de sus posturas y reacciones están más condicionadas por su poder real y su capacidad de influencia que por el cumplimento de su misión. En la España de hace cincuenta años, cuando la Iglesia contaba con el máximo respaldo social y político, un arzobispo no solo habría condenado con vehemencia un crimen como el de Rita Maestre, sino que habría desplegado todo su poderío para garantizar una represión ejemplar. Y hoy todo lo contrario. En una Iglesia arruinada, con los templos vacíos, con toda la prensa aireando sus miserias ciertas o inventadas– , la ciudadanía pasando de los curas y los neomarxistas a las puertas del gobierno, ansiosos por arrasar todo vestigio de religiosidad, en una Iglesia así, digo, parece no haber lugar para la honra y la decencia, y nos tiene que tocar un monseñor Osoro que se suba la sotana hasta la cintura y se agache bien agachado para que el rojerío haga con él lo que quiera. Malo es que no proteste por la profanación de la capilla ni por el apoyo explícito de Podemos a esta agresión, pero que encima reste importancia a lo sucedido, disculpe a las responsables y se niegue a perjudicarlas en el juicio es un salivazo en plena cara de los pocos que seguimos respetando el papel de la Iglesia en nuestra sociedad. 

Está visto que debemos ir acostumbrándonos a que la Jerarquía eclesiástica, en su cobarde debilidad, trague con cualquier cosa antes que molestar a los peores enemigos del Cristianismo.


Más sobre este tema en La pluma viperina: ¡Toño, fuera de mi coño!

miércoles, 17 de febrero de 2016

LA PLAYA NUDISTA


No cabe duda de que en el mundo de la publicidad coexisten profesionales ingeniosísimos, con un talento y una creatividad asombrosos, con auténticos tarados que hacen de la mediocridad y de la burda provocación su modus vivendi. Estos últimos consideran que lo importante de un mensaje publicitario es que impacte al público y sea recordado, con independencia de toda consideración ética o estética, e incluso de su relación con el producto anunciado.

Un ejemplo muy reciente es el spot televisivo de la "cuenta nómina" de la entidad de banca electrónica ING Direct, con el que nos llevan machacando unos cuantos meses, al principio con su versión íntegra y últimamente con un resumen de unos pocos segundos. En este anuncio, una anciana de 85 años, suponemos que viuda, llama a sus tres hijos y les pide que la lleven “por primera vez a una playa… nudista”. La historia la narra la voz en off de uno de los hijos, que explica que la buena señora “solo había visto desnudo a mi padre y tenía curiosidad, pero siempre sintió que era algo que no le estaba permitido”. Al final los tres hermanos aceptan acompañarla a la playa naturista y el spot acaba con una imagen de la viejecita sentada frente al mar rodeada de bañistas en pelotas y con el mensaje en pantalla “¿Vivimos condicionados? Cuenta nómina de ING. Siéntete libre de comisiones, libre de condiciones”.

Yo sinceramente no lo pillo. Algo se me escapa. No alcanzo a atisbar ni la más remota relación entre sentirse libre de comisiones bancarias y este singular y nada entrañable– capricho de una vieja más lasciva que un bonobo a causa de su demencia senil. Pero, claro, la parida en cuestión es difícil de olvidar para cualquiera que esté viendo la tele y supongo que de eso se trata. Imagino que la idea es sorprender, crear polémica, provocar risas, o, en fin, cualquier otra reacción excepto la indiferencia. No sé si el sistema es muy efectivo, la verdad, porque antes de escribir este post yo he tenido que buscar el vídeo en YouTube para identificar la empresa anunciante, pues, aunque recordaba perfectamente la anécdota de la abuelita salida, no tenía ni idea de si lo que se publicitaba era un producto financiero, una cadena de residencias para mayores o una comprensa anti-pérdidas.

Estos temas prefiero tomármelos con humor y no hacerme mala sangre, aunque bien mirado no sé si un caso como el de doña Encarnación Flores, que así se llama la mujer, es para reír o para llorar amargamente, sobre todo si nos toca de cerca. Porque, claro, estas cosas parecen muy divertidas cuando le suceden al vecino, pero quizá deberíamos plantearnos qué tal nos sentaría que nuestra madre de casi noventa años nos llamara una tarde por teléfono y nos confesara sus deseos inaplazables de visitar un recinto nudista y pasarse la mañana mirando rabos porque con el de nuestro padre no tuvo suficiente. Yo tengo claro que me daría un buen disgusto y que no tardaría ni media hora en llevarla al médico a por un volante para el neurólogo, el psiquiatra o el especialista que procediera.

De todos modos lo más alucinante del anuncio es que cuando la señora llega a la playa adanista y se acomoda en su silla para contemplar culos y chistorras, puede apreciarse que la muy caradura lleva un vestido que le cubre de los pies a la cabeza. O sea que la vieja, además de ninfómana, es una tramposa de tomo y lomo que pretende darse el lote radiografiando a tíos cachas como Dios les trajo al mundo sin quitarse ella ni las medias. Y cuidado, que no me estoy quejando para nada de que en el anuncio no hayan sacado a doña Encarnación en bolas, ¿eh? Casi que mejor. Solo me pregunto cuántos tortazos me llevaría yo si me meto en la misma playa y me pongo a otear a todas las jovencitas sin quitarme la camiseta ni las bermudas.

domingo, 17 de enero de 2016

EL DESPERTAR DE LA FUERZA





Las de Star Wars son las únicas películas de ciencia ficción que me gustan. Las descubrí de pequeño, cuando ya se había estrenado El retorno del Jedi (1983), y rápidamente me contagié –sin llegar a sus extremos– del entusiasmo de un compañero de clase que estaba fanatizado con la saga y que hoy curiosamente es vecino mío. Por aquel entonces, veía estos filmes en vídeo una y otra vez y coleccionaba figuritas, naves espaciales y otros juguetes (jamás libros) relacionados con el universo inventado por George Lucas. 

Hoy se podría decir que soy fan de Star Wars, pero sin friquismos. La historia de fondo me parece sugestiva, pues está inspirada, de forma muy original, en la república y en el imperio romanos, y en la Segunda Guerra Muncial. Los distintos planetas, ambientes, vehículos, personajes y criaturas son fascinantes y un auténtico derroche de creatividad. Sin embargo hay algunos aspectos que me desagradan bastante, empezando por los patéticos guiños de George Lucas al público infantil (los ewoks, Jar Jar Binks…), que empobrecen y trivializan las películas, y siguiendo por la avaricia del cineasta californiano, que lleva cuarenta años exprimiendo un limón al que argumentalmente ya no le queda ni una gota. De hecho, la trilogía de precuelas iniciada en 1999 no me gusta nada, pues los guiones están forzadísmos para encajar en la cronología interna de la serie, que, por cierto, también es artificial. Cuando se estrenó La guerra de las galaxias en 1977, Lucas ni siquiera pensaba en una segunda cinta, ni, por supuesto, había pergeñado el macroargumento épico que hoy enfervoriza, casi como una religión, a los frikis de todo el planeta. Es más: ni siquiera había decidido algo tan esencial en el relato como la filiación de Luke Skywalker y la princesa Leia. Vamos, que la primera peli se contextualizó como la continuación de una historia ya empezada solo para resultar más sugerente, y no porque se supiera todavía una palabra de la Federación de Comercio, la batalla de Naboo, los Sith o las Guerras Clon, aspectos desarrollados posteriormente para hacer negocio.

La semana pasada fui a ver El despertar de la fuerza (séptimo episodio) y me lo pasé muy bien. Los hechos transcurren treinta años después de El retorno del Jedi, cuando el reverso tenebroso de la Fuerza resurge de las cenizas del Imperio con la creación de la Primera Orden. La película es emocionante y divertidísima a diferencia de La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith. Tiene un ritmo trepidante, al más puro estilo del cine clásico de aventuras, y algunos detalles son geniales, como, por ejemplo, el diseño del androide BB-8. Su defectos, no menores precisamente, son sus guiños continuos al Episodio IV, del que el argumento es una copia encubierta; que el villano
Kylo Ren se pase media película con la máscara quitada, y la penosa –y menos mal que testimonial– reaparición de Harrison Ford (Han Solo), Carrie Fisher (Leia Organa) y Mark Hamill (Luke Skywalker), que ya están los tres para echarlos a los pollos. Lamentable la escena en la que Solo y Leia deberían haberse dado un morreo como mandan los cánones y la cosa se queda en un abrazo ñoño y fraternal. Y no porque no hubiera pasión entre la generala de la resistencia y el capitán del Halcón Milenario, sino porque un beso con lengua de estos carcamales habría atentado contra los más sagrados principios de la estética cinematográfica.

En resumen: muy entretenida pero con un persistente ruido de fondo de caja registradora.

jueves, 14 de enero de 2016

EL BEBÉ DE CAROLINA


La fundadora y diputada de Podemos Carolina Bescansa llevó ayer a su bebé a la sesión constitutiva de las Cortes y, sin cortarse un pelo, lo amamantó en pleno hemiciclo. Incluso un bromista votó a la criatura como candidato a la presidencia del Congreso. Carolina ha declarado que “hay que favorecer que estas tareas dejen de ser un asunto privado que las mujeres tienen que resolver por su cuenta en la invisibilidad”. El episodio en general y la absurda declaración de la podemita en particular han merecido una reacción airada de gran parte de los españoles y el consabido revuelo mediático, al considerarse este comportamiento muy poco profesional, máxime cuando la Cámara Baja dispone de servicio gratuito de guardería desde hace diez años.

Yo no quito la razón a la gente cabreada, pues está feo eso de llevarse el churumbel al trabajo. Lo lógico es que una feminista tan concienciada como la Bescansa hubiera dejado al crío con su padre (en caso de saber quién es) para dar ejemplo de lucha comprometida en favor de la igualdad de género y contra el patriarcado machista que nos asola.

Lo que pasa es que a mí esta cuestión de la visibilidad y de la guardería no es la que más me preocupa, y pienso que las alarmas deberían haber saltado por otro motivo que parece haber pasado desapercibido a todo el mundo a pesar de su gravedad. Me refiero al hecho de permitir que un menor, un chiquillo inocente de pocos meses, acceda a un antro tan pernicioso como el Congreso. Igual que las autoridades competentes en materia de protección a la infancia actuarían de manera fulminante contra un padre o una madre que entrara con su niño pequeño en un bar de putas, en un espectáculo indecente o peligroso, en una timba de póquer o en un cónclave de bandidos, cabría esperar que ayer mismo se hubiera retirado a esta señorita la custodia de su hijo, pues es difícilmente imaginable un lugar más amoral y obsceno que el Congreso de los Diputados, un ambiente más sórdido y nocivo para un mocoso que el de este cubil de lobos, trileros y chorizos. 

domingo, 20 de diciembre de 2015

OPERACIÓN B.S.O. (43): JUNCAL


En un día como hoy, en que nuestra Patria se enfrenta a los más graves peligros, qué mejor que escuchar un buen pasodoble para afrontarlos con gallardía torera.  

En 1989, TVE estrenó Juncal, una serie magnífica protagonizada por Francisco Rabal, y escrita y dirigida por Jaime de Armiñán, sobre las andanzas de un viejo ex matador de toros sevillano que conserva intactos su gracejo, su galantería, su caradura y su pasión por las mujeres. Puede que muchos ya no se acuerden de las extraordinarias interpretaciones de Rabal, Fernán Gómez y Rafael Álvarez “El Brujo” (Búfalo), pero me apuesto lo que sea a que a todo el mundo le suena la sintonía del intro de este drama taurino, el pasodoble Juncal, escrito (música y letra) e interpretado por Vainica Doble, un dúo femenino nacido a principios de los 70 que jamás alcanzó fama comercial pero influyó notablemente en varios grupos de la movida madrileña y compuso la música de algunas películas y series de televisión muy conocidas, entre ellas Furtivos (1975), Con las manos en la masa (1984) y Celia (1993). 

Que la verbena de corruptos, embaucadores y logreros que hoy se celebra nos pille al menos disfrutando de un bonito pasodoble. Españoles… ¡valor y al toro!

viernes, 18 de diciembre de 2015

MARIANO VENCERÁ




Mariano Rajoy va a ganar las elecciones del domingo y va a ser reelegido presidente (luego ya veremos) solo por dos motivos: 

1.- Porque España es el tercer país más envejecido de la Unión Europea, con casi un 20% de su población que supera los 65 años.  Si no fuera así, el candidato del PP (60 años) no tendría la más mínima posibilidad frente a sus jóvenes rivales: Pedro Sánchez (43), Albert Rivera (36) y Pablo Iglesias (37).  Y no es ninguna tontería.

2.- Porque en España los votantes de derecha tienen menos espíritu crítico que un berberecho y se resisten tozudamente a cambiar de voto pase lo que pase. En cambio la masa de votantes izquierdistas es mucho más inquieta y sus papeletas se dispersarán entre el PSOE, Podemos y Ciudadanos, en perjuicio del primero.

jueves, 17 de diciembre de 2015

LOS ESCOLTAS DE RAJOY


Cualquiera que haya entrado en un ministerio, en una consejería de una comunidad autónoma o en una cámara legislativa nacional o autonómica se habrá sorprendido, y mucho, de las exhaustivas medidas de seguridad implantadas en estos edificios oficiales: arcos detectores de metales, cámaras de vídeo a tutiplén, control de DNI´s, entrega de tarjetas de visitante, un segurata en cada pasillo, ascensor privado para los ministros… También impresionan los miles de millones de euros que se destinan en este país a la seguridad personal de los altos cargos, en especial en las provincias vascongadas, donde actualmente 3.000 agentes policiales realizan labores de escolta a políticos. Si ya hablamos de la seguridad privada contratada para custodiar sedes de organismos públicos y velar por la integridad física de cientos de mandatarios de las mil y una administraciones de este país, las cifras se disparan hasta el infinito.

No me atrevo a afirmar que este despliegue de medios sea desproporcionado, pero lo que sí me parece rocambolesco es que, a pesar de todo el presupuesto invertido y de todos los medios técnicos y humanos implicados en proteger a nuestros representantes, un adolescente de 17 años, con una pinta de radical “antifascista” que asusta (estética redskin con cresta incluida), logre acercarse a Mariano Rajoy durante un paseo por las calles de Pontevedra en plena campaña electoral, y arrearle un puñetazo en la cara que ni John Wayne en una de vaqueros. Creo que el episodio es sencillamente increíble y que debería hacernos reflexionar sobre la eficacia de los planes de seguridad, los guardaespaldas y los vehículos blindados que tantísima pasta nos cuestan a todos.

No entiendo para qué sirven todas estas mandangas si después, durante las campañas electorales, las más elementales medidas de protección quedan subordinadas a los intereses electoralistas, hasta el punto de que cualquier ultra con cara de ultra y vestido de ultra pueda plantarse en público delante del Presidente del Gobierno y zurrarle a modo con toda tranquilidad. Menos mal que se contentó con ponerle la cara del revés y no le dio por meterle media docena de navajazos o por dispararle con una pistola, que podría haberlo hecho sin ningún problema. Sinceramente, viendo el vídeo da toda la impresión de que cargarse a Rajoy es más fácil que coser y cantar, y no creo que en estos tiempos de atentados yihadistas con autoinmolaciones incluidas convenga evidenciar estos agujeros insondables en las medidas de seguridad de nuestros gobernantes. No es por nada, vamos. Solo por no dar ideas.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

OCHO APELLIDOS CATALANES


En la entrada que dediqué a la celebradísima Ocho apellidos vascos (la película española más taquillera de la historia), me aventuré a opinar que si se rodara una cinta parecida sobre catalanes, en Barcelona no haría ninguna gracia. Mis predicciones se han cumplido matemáticamente: este mes se ha estrenado Ocho apellidos catalanes y parece que en las salas de cine de esta problemática región todavía no se ha llegado a oír ni una leve risita a cuenta de las chirigotas de Dani Rovira sobre la racanería catalufa o de las cuchufletas de Karra Elejalde sobre el català, que “no es un idioma ni es nada porque se entiende todo, no como el euskera que no entiendes ni hostias”.

De todas formas, la nueva apuesta de Emilio Martínez-Lázaro, cocinada a la sombra de su predecesora, le ha salido más flojucha y no ha cosechado demasiadas carcajadas ni siquiera en la Meseta, donde la catalanofobia está, por desgracia, ampliamente extendida. Hay quien piensa que esta segunda entrega de Ocho apellidos flaquea por falta de frescura y por carecer ya del efecto sorpresa de la de 2014. Pero para mí es bastante peor que esta por otros motivos: se ha rodado a velocidad de vértigo para poder estrenarse este año; el guión es muy pobre y se centra más en los enredos amorosos que en la sátira de las peculiaridades regionales; hay muchos menos chistes y gags, y no son tan impactantes, y, principalmente, porque los estereotipos catalanes están poco logrados. De esto último no tienen toda la culpa los guionistas; lo que pasa es que los tópicos sobre el País Vasco están mejor definidos en el imaginario popular y son más divertidos que los de Cataluña, y además, para qué vamos a engañarnos, los vascos caen mucho mejor que los catalanes fuera de sus respectivas comunidades autónomas. Más clarito aún: los catalanes en Madrid y en el interior no nos hacen ni pizca de gracia.

La trama de enredo, que estaba muy bien traída en la primera película, es completamente absurda en la segunda. El radical Koldo (Karra Elejalde), que simboliza la quintaesencia del vasquismo, se desplaza a Sevilla para comunicar a Rafa (Dani Rovira) que su hija Amaia va a casarse de improviso con un catalán en una villa de la Gerona profunda. Como Rafa sigue enamorado de ella, ambos se presentan en el bodorrio con la intención de boicotearlo. El novio es un hípster cretino hasta la náusea y el festejo se celebra en la masía de su yaya (Rosa María Sardá), una anciana ultranacionalista a la que el muchacho ha convencido de que Cataluña se ha independizado tras el "referéndum".

Berto Romero interpreta al típico catalán moderno, europeo, universal y gilipollas

Los tópicos que se airean son los previsibles. Los oriundos catalanes son caricaturizados como roñosos, fanáticos del moderneo, sosos, estirados, estrafalarios y chovinistas estomagantes. La película se burla más o menos sutilmente de su alma fenicia, su complejo de superioridad, su esnobismo grotesco, su cosmopolitismo de medio pelo, su falsa tolerancia, su religión culé, su lengua, su folclore (las sardanas) y su gastronomía (el vasco llama cebolletas a los calçots). Hay que decir, eso sí, que a diferencia de Ocho apellidos vascos, la mayoría de estos clichés burlescos se intentan suavizar al no aparecer encarnados en los personajes catalanes, sino mostrados de forma indirecta a través de los ojos de Koldo y de Rafa. Con todo, para mí el ataque más frontal lo representa el hecho de que estos personajes catalanes (interpretados por Berto Romero y por la Sardá) resultan, con lugares comunes o sin ellos, de lo más cretinos y antipáticos, y ello a pesar de que no abusan de ese acento nasal tan repelente que yo siempre he pensado que debería erradicarse mediante Ley Orgánica.

También recibe lo suyo la policía autonómica, a la que el andaluz se refiere como “mozos de la escuadra” y a la que se acusa sin disimulos de brutal y corrupta. Se llega a decir de los Mossos que son la kale borroka de Cataluña, y en una secuencia el protagonista trata de sobornar a un agente con un billete de diez euros. Son destacables igualmente algunas deliciosas diatribas contra el nacionalismo, al que se representa como opresor y sectario. Baste la escena en la que para logar que en el pueblecito gerundense reine una atmósfera de Catalunya lliure, las autoridades locales esconden y encierran en un bar a todos los lugareños “que se sientan españoles”.

Karra Elejalde está sublime
Un punto muy flojo del filme es la interpretación de Clara Lago, que no puede estar más insípida e inexpresiva, en buena parte por culpa de un guión que la margina y la relega a chica florero. Se desaprovecha además el potencial de Rosa María Sardá, probablemente la única actriz española, o, mejor dicho, la única mujer española con vis cómica. El único intérprete que brilla con luz propia provocándonos ataques compulsivos de risa es Karra Elejalde. La escena en la que Koldo obliga a Rafa a cargarle a hombros en la estación de Atocha para cambiar de tren sin pisar suelo español roza la genialidad. “No me bajes, tú, que como toque el suelo de Madrid con el pie, me lo amputo sin anestesia ni hostias”, dice el entrañable y no por ello menos fusilable batasuno.