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domingo, 21 de abril de 2013

Construimos el poema

   
   Esta semana hemos trabajado al poeta gaditano Carlos Murciano, que a mí particularmente me encanta. En concreto, esta vez ha sido su poema "El extraterrestre". Ya publiqué en este blog otra entrada en la que mostraba un trabajo colectivo, a partir de la lectura de otro poema de Carlos Murciano: "El robot". Es una práctica que les gusta mucho a los niños y a las niñas. Podemos aprovechar la clase de Plástica para realizarlo. A partir de la lectura de la poesía, se trata de elaborar o construir el texto, lo cual implica trabajar la comprensión literal y convertirla en pensamiento creativo, en interpretación individual.

   La mayoría de mis alumnos/as lo han hecho con goma eva, pues estamos haciendo manualidades con este material, y han aprovechado lo que tenían. La verdad es que han quedado preciosos.

   Como suelo hacer, en mi libreta de poesías, copié "El extraterrestre" y lo intenté elaborar, mezclando dibujo con materiales pegados, como fieltro, foamy de brillo..., para ver el grado de dificultad o viabilidad. Me gustó y lo hicimos en clase pero, en esta ocasión, no fue un trabajo colectivo, sino que cada niña/o elaboró el suyo.

   Este es mi boceto.


   Y estas son algunas de las creaciones de los niños y niñas de mi clase:








   ¿No son fantásticos?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Construimos el poema

     Una experiencia muy gratificante con la poesía puede ser buscar un texto adecuado para poder ser construido. Unimos, así, la literatura con las artes plásticas, conectando disciplinas aparentemente distintas.

     En este caso, fabricamos el siguiente poema de Carlos Murciano:

EL ROBOT

El robot tiene una fila
de botones en el pecho, 
una bombilla en la frente
y un altavoz en el cuello.

El robot sirve la mesa,
desatasca el fregadero,
encera la galería,
desentelaraña el techo.

Dice está bien, a la orden,
lo que usted quiera, de acuerdo,
y va y viene por la casa
sonllorando y sonriendo.

Pero cuando cae la noche
y se han dormido sus sueños,
el robot salta a la comba
debajo de los luceros.

     Los chicos y chicas de la clase le llamaron "roboniño". Quizá, a través del poema, vieron a ese robot niño que, como ellos, hacía a escondidas lo que le gustaba realmente, no sus obligaciones. Este es el resultado: