jueves, 27 de septiembre de 2012

No puedo ignorarlo.





 Katy ha llegado hasta mi blog y ha dejado este comentario:


"Tienes un premio. Puedes pasarte, verlo, leer, recogerlo, postearlo, hacer lo que te apetezca pero por favor no lo ignores"



No he podido más que sonreír ante esta forma tan encantadora de anunciarlo. Hacía tiempo que no posteaba acerca de un premio,  como a todos me da bastante apuro pero ,bueno, la ocasión lo merece y es muy bonito.




Habitualmente los premios llevan aparejadas unas normas, soy reacia a someterme a ellas de modo que lo haré a mi manera, estoy segura de que a Katy no le va a importar.


Es de bien nacidos ser agradecidos con lo que la primera de ellas no me costará nada, se trata de agradecer el detalle, por supuesto que lo agradezco y mucho, me resulta muy halagador que Katy haya pensado a mi y me haya incluida en una lista en la que la mayoría son amigos por lo que me siento doblemente satisfecha ya que es un honor compartir premio con personas tan estupendas.

El segundo requisito es contar algunas cosas sobre mi (las normas dicen 7), aquí la cosa se pone más tiznada, como consecuencia de otros premios ya he contado unas cuantas y tampoco es plan de repetir, en fin allá voy:

- Soy golosa pero como tengo intolerancia a la lactosa me he de conformar con mirar como los demás disfrutan del chocolates, los pasteles, bollos y demás delicias, no soy de resignarme sin luchar con lo que estoy aprendiendo a elaborar mis propios dulces utilizando productos que no contengan lactosa, afortunadamente ya hay leche y alguna cosa más, acabo de apagar el horno con mi primer intento de tarta de manzana, ha salido algo rara de aspecto pero la mejoraré, vaya si lo haré.

- Soy generosa por naturaleza pero  detecto con rapidez a los que no lo son y si es así me vuelvo peor que ellos (no me refiero a dinero), supongo que este tema lo llevo mal.

-Soy luchadora, no me gusta rendirme.


-Soy culo inquieto, me gusta probar actividades diversas, está bien pero me disperso mucho y tengo sensación de pérdida de tiempo.


-Desarrollo habilidades sociales para vencer la timidez.


-No me gusta hablar sobre mi así que con esto termino.


En tercer lugar había que pasar el premio a otras 15 personas, no sé si llegaré a cumplimentar la cifra ya que Katy lo ha pasado a muchos de mis amigos:




































No es obligatorio aceptar el premio, ni postearlo, ni seguir las normas ni nada en absoluto.






Quiero pedirle disculpas a Sor Cecilia porque hace ya un tiempo tuvo el detalle de darme un premio y aún no lo he agradecido como se merece, me hizo una ilusión especial porque no me considero escritora y  tampoco  soy capaz de escribir poemas.









¡Gracias por toda tu ternura y cariño!







lunes, 24 de septiembre de 2012

El Club de los Pololos. Frivolidad.








Ya tenemos aquí a don Otoño, entró oficialmente el 21 de este mes, acabo de salir al jardín y hace viento, las ramas de los arboles se agitan y van perdiendo las hojas que amarillean el césped, el sr verano va perdiendo fuerza, no me apena demasiado, no soy fan del calor pegajoso y de la parafernalia que suele acompañarle, el Otoño no me produce tristeza, es la estación en la que comienza el año (vestigios de los años de estudiante), me reactiva, hago proyectos, me sacudo la apatía y disfruto con su colorido y su climatología.

Los pololos han estado guardados en un baúl, demasiado calor para pololear pero ya va siendo necesaria una rebeca por la tarde/noche, no sobra una colcha a la hora de dormir y sobre todo va siendo hora de pololear de nuevo.

Nuestra socia co fundadora parece haber tenido la misma idea tal es así que ha llevado a los pololos a Facebook, ya sabéis que se maneja bien en este foro, a mi me cuesta más pero le he prometido que íbamos a celebrar un baile para reivindicar a los pololos. 


El club nació para que nos divirtiésemos con los pololos puestos.


 Cuando creé el Club de los pololos lo hice con la única intención de que fuese un lugar de encuentro y diversión, se trataba de bromear con nuestra afición a la lectura de novela austeniana y victoriana, a la mayoría nos encanta esta época en concreto y solemos fantasear con caballeros con levita, no pensé que el  tuviese tanto éxito, no he contado el número de socias pero somos muchísimas, la de horas que pasé haciendo carnés identificativos.

Poco  a poco, casi sin darme cuenta las cosas han cambiado, si que es verdad que pasé un tiempo alejada de Internet por eso del traslado pero ya venía notando que muchos blogs se quedaban inactivos y también que estábamos mucho más serios, me incluyo la primera, antes ganseaba más y he reflexionado acerca de las razones que puede haber detrás, cuando empezamos a pololear la mayoría habíamos creado el blog de forma reciente, se puede decir que estábamos empezando y éramos muy activos, es posible que con el tiempo las obligaciones que conlleva la vida real nos hayan apartado del mundo virtual, hay que reconocer que quita mucho tiempo, por otro lado la crisis se ha recrudecido y no lleva camino de mejorar por el momento, todos estamos preocupados por esto y es posible que algunos hayan perdido su trabajo y desde luego el resto ha visto recortado su salario y sus derechos, esto no pone el cuerpo jotero precisamente, somos gente responsable y puede ser que nos de apuro frivolizar en este momento, a mi si me da apuro, no obstante creo que los pololos nos van a dar ocasión de frivolizar que buena falta nos hace ¡Total! no vamos a mejorar la crisis ni tampoco a empeorarla.


Me apetece reivindicar la frivolidad porque también es necesaria.


Me he puesto a buscar en la red y he encontrado las tendencias que van a regir en cuanto a pololos, saquen los  anteojos porque comienza el desfile, después tendremos baile, he preparado un vestidor donde encontrarán los pololos que se van a mostrar en pasarela, no se preocupen por las tallas porque están todas, elijan el que más les guste y frivolicen cuanto quieran y POR FAVOR no hablen de la crisis ni de cosas demasiado serias, este baile es para pololear y frivolizar.



Comenzaremos con el pololo clásico que no deja de tener su encanto, es apropiado para cualquier ocasión. comedido pero con un punto pícarón.






Seguimos con pololos clásicos pero que con los complementos adecuados se pueden convertir en una prenda urbana, vienen pisando fuerte en las pasarelas de todo el mundo.







Pololos en tono pastel para dar una imagen inocente pero al tiempo muy de chica tentación.
¡Irresistibles!






Si eres gótica no tienes porque renunciar a los pololos, fijaos en estos.
Me los pido.





Sofisticados y elegantes, muy Art Nouveau.






Coquetos y MUY atrevidos.





Si quieres camuflarte y pasar desapercibida estos son los tuyos.





Espero que os hayan gustado las nuevas tendencias, ahora, os ruego que paséis al vestidor a elegir los que mas os gusten porque comienza el baile.








¡Frivolizar y divertiros!


sábado, 15 de septiembre de 2012

En busca de Alba. Capitulo IX.









La cocina era la única pieza de la casa que había sufrido una remodelación total, un buen día Pedro la llamó y le dijo – ¿Qué te parece si reformamos la cocina?- contaba con ella para cualquier asunto relacionado con las reformas o la decoración. Alba no dudo en trasladarse el tiempo necesario para este proyecto, se decantaron por un estilo funcional y quedaron muy satisfechos con el resultado, tanto que solían utilizarla para la mayor parte de las comidas facilitando así el trabajo de Amalia, era espaciosa y muy luminosa nada que ver con la cocina original que era de madera de pino, ahora predominaba el blanco que fue el color elegido para el armariado y el alicatado, los electrodomésticos de acero inoxidable daban un toque de frialdad que se compensaba con el cristal de las puertas de los armarios que permitía visualizar el interior de los mismos en cuyos estantes se apilaban las lozas y porcelanas de los juegos de café y té, los tarros de diversos tamaños y formatos donde se guardaban la pasta, las legumbres, galletas, golosinas, arroz, azúcar, harina, especias y demás condimentos necesarios para los guisos de Amalia que no cabía en sí de gozo con el cambio, solía presumir con sus amigas por todas las comodidades de que disponía, la cocina era su reino.

En medio una isleta central con la encimera y una bancada suficiente como zona de trabajo, la parte baja con sus amplios cajones permitía guardar cuberterías, mantelerías, paños y bayetas y hasta una colección de libros de cocina en armarios dispuestos a tal fin.






Al fondo un amplio ventanal dotaba al espacio de luz natural, debajo del mismo situaron una mesa con sobre de mármol en la que no faltaban las flores frescas que Amalia cogía del jardín, ahora el jarrón estaba vacío, este hecho la hizo reparar en un detalle que le extrañó pero al que apenas había prestado atención, al entrar vio de refilón que sobre el velador del vestíbulo había una nota de color, una rosa amarilla lucia sus pétalos en un pequeño búcaro de porcelana, no hacía mucho tiempo que había sido cortada ya que no estaba abierta del todo, regresó sobre sus pasos para comprobarlo y efectivamente allí estaba ¿Quién la habría colocado allí? ¿Quizás Amalia? Era la única que disponía de llaves además de ella o su familia, las hermanas de Pedro no tenían llaves y apenas tuvieron tiempo de acudir a la notaria a la lectura del testamento.

Regresó a la cocina pensativa, seleccionó una lata de té negro, calentó agua y preparó la tetera, la bebida caliente la reconfortó, la casa estaba fría y no había encendido la calefacción, era el momento, sentada frente al ventanal de la cocina contemplaba el jardín gozando del sosiego que aquél remanso de verde urbano le producía, era el momento de hacer las llamadas que tenía pendientes.

Marcó el número de Amalia y de inmediato la melosa voz de la mujer se escuchó al otro lado:

-Señorita Alba ¡Que alegría!

-Hola, Amalia ¿Cómo estás?- respondió con la misma alegría.

-¡Ay! No me pregunte eso señorita, desde que murió el señor estoy hecha un trapo, le echo tanto de menos, no sé en qué ocupar el tiempo, Amalin está conmigo pero se va temprano a trabajar y no regresa hasta la noche ¿Qué pena más grande, señorita! Pero no hablemos de mi ¿Cómo están ustedes? Antes veía  a su padre todos los días, a veces le acompañaba su madre y se quedaban a comer con el señor, eran buenos tiempos, ahora me siento un trasto inútil.

Alba sonreía mientras escuchaba atenta, no dejaba de chocarle la costumbre que la mujer tenía de llamarla señorita cada dos por tres, por más que había intentado que la tutease no lo había podido conseguir quizás ahora que Pedro no estaba lograría que dejase de un lado las formalidades porque la hacían sentir ridícula, anacrónica, como si fuese la señorita Escarlata en Lo que el viento se llevó.

-Estamos todos bien, Amalia, estoy en la Malvarrosa ¿podrías acercarte?

-¡Que está en la casa! ¡Claro que si! Termino con la comida y me planto allí en un abrir y cerrar de ojos, faltaría más ¡Ay! ¡Que alegría, señorita!

-No te apresures, tomate el tiempo que necesites, no tengo prisa-  la tranquilizo Alba.

-Hasta ahora mismo- terminó Amalia.





La sonrisa se torno en un gesto serio cuando pensó en la segunda llamada pendiente, no le apetecía nada pero no quedaba más remedio si quería recuperar a Porthos al tiempo aprovecharía para poner al corriente a Pablo sobre las novedades, no tenía porque darle explicaciones pero tampoco quería que fuese un secreto, algo que tuviese que ocultar, aspiro profundamente mientras seleccionaba el número en la agenda del móvil, no hubo respuesta, hizo rellamada y esta vez si respondió:

-Estoy trabajando Alba, tu siempre tan inoportuna. ¿Qué quieres?-  la voz de Pablo sonaba fría, distante, era el tono que venía utilizando con ella desde hacía años.

-Antes que nada saber que estás bien-  respondió en tono conciliador restándole importancia a su descortesía, -me consta que estás trabajando pero mi llamada te hubiese resultado inoportuna en cualquier momento, ha sucedido algo importante, Pedro me ha dejado la casa de la Malvarrosa y he decidido instalarme en ella…

Pablo no la dejo terminar y replico con tono agrio -¡Maldita sea! Siempre tienes suerte, de nuevo te salvan el culo.

-No creo que mi culo necesitase ser salvado y tu comentario es de todo punto desagradable- dijo Alba con voz temblorosa, -Si te he llamado- continuo, -es porque ahora voy a disponer de independencia lo que me permite recuperar a Porthos, supongo que te alegrará saberlo porque me dejaste claro lo mucho que te molestaba el pobre animal, ya puedo librarte de la responsabilidad de su cuidado, también me gustaría recuperar mis libros y la ropa que no me traje.

-No me jodas, ya te he dicho alguna vez que lo que hay en la casa no te pertenece, es de la casa- respondió Pablo que había elevado el tono de voz.

-No me jodas tu a mi ¿desde cuándo las casas tienen propiedades?- Replicó Alba que ya empezaba a perder el control.

-Solo me llamas para putearme ¿te das cuenta?

-Basta Pablo, no sigas por ahí, solo  quiero recuperar a Porthos y algunas de mis pertenencias, nada más ¿de qué te sirven a ti?, solo lees libros relacionados con tu profesión, ¿Cuándo te va bien que haga el viaje?

-No quiero verte, Alba, y no permitiré que entres en MI casa.

Se sintió agotada, el tiempo y la distancia no habían limado las cosas, hablar con Pablo era como darse cabezazos contra la pared, siempre estaba a la defensiva y con claro ánimo de hacerle daño, nada quedaba del hombre educado y encantador del que se enamoró perdidamente, tenía que obrar con inteligencia, no entraría al trapo, su objetivo era recuperar a Porthos, podía renunciar al resto.

-Tranquilízate, no tengo intención de ir a tu casa. ¿Quieres traerlo tu?

Pablo soltó una risotada sarcástica.

-¡Que lo lleve yo!, ni lo sueñes, solo me faltaba tener que hacer un viaje con un estúpido perro histérico, sabes que se marea y vomita.

Aquello era un sin sentido, dijese lo que dijese le parecería mal.

-¿Qué quieres hacer entonces?-  Respondió Alba frustrada.

-Lo mandaré por mensajería.

Alba no pudo contener su enfado y su rabia, estaba utilizando a Porthos para mortificarla pero tragándose el orgullo dijo en tono de súplica –Eres cruel Pablo, sabes que Porthos se aterrorizará, permite que vaya a recogerlo, déjalo en casa de algún amigo e iré a buscarlo, no tenemos que vernos ni tan siquiera.

-No insistas- respondió su marido sin ceder ni un ápice, -¿Dónde quieres que te lo mande. ¿A casa de tus padres o a la Malvarrosa?

Alba se rindió. –Está bien Pablo, da la dirección de mis padres, aún estoy allí.

-No se hable más, mañana sin falta te lo mando, te diré por mensaje la hora en que te lo llevarán.

Pablo colgó bruscamente.

Alba se quedó abstraída sin darse cuenta de que movía sin cesar la cucharilla dentro de la taza vacía, permaneció así un buen rato bloqueada por la violencia que la conversación con Pablo le había transmitido, de nuevo esa sensación de miedo que no le permitía avanzar, su marido la empujaba a  un bucle malsano sin principio y sin final,  la violencia y  la acritud le guiaban a él y a ella le acompañaban la desolación y la desesperanza.

¡Ding, dong! ¡Ding-dong!
¡Ding, dong! ¡Ding-dong!

El timbre sonó un par de veces hasta que Alba reaccionó, dejó quieta la cucharilla, se pasó la mano por el flequillo con gesto mecánico y fue a abrir la puerta.
Allí estaba Amalia con una sonrisa de oreja a oreja, la abrazó con fuerza y le dio dos besos en las mejillas con esa calidez y cariño que solo ella sabía dar. Le encantaba el perfume con olor a jazmín que solía utilizar.

-Que guapa estás, Amalia y cuanto te he echado de menos pero no te quedes en la puerta, mujer, vamos a la cocina, he preparado una tetera.

Las dos mujeres se adentraron en la casa sin soltarse de la mano.

Continuará...








lunes, 10 de septiembre de 2012

En busca de Alba. Capitulo VIII.







Amalia era la asistenta de Pedro, llevaba muchos años a su servicio y era quien llevaba el peso de la intendencia domestica, se quedó viuda muy joven con una hija a quien sacar adelante, vivía en el barrio de Nazaret muy cerca de la Malvarrosa, solo los vecinos de por allí distinguían los lindes entre ambos barrios puesto que ambos se confundían bordeando la costa.

En la actualidad estaba muy deteriorado, Alba había leído que en su origen se trató de un asentamiento de pescadores y trabajadores del puerto cerca de un lazareto que se trasladó desde Monteolivete en el siglo XVIII, ya no quedaban restos del lazareto y el barrio había crecido mucho, se trataba de un barrio muy típico y la vida de Amalia estaba ligada al mismo.

-La última vez que la vimos estabas tu, aclaró Miguel mirando a su hija, fue en el funeral de Pedro, la pobre mujer estaba destrozada no en vano pasó con él media vida, su hija Amalin la acompañaba, hay que ver lo que ha cambiado esa chica.

-Charlé un buen rato con ellas en el funeral, le perdí la pista a Amalin cuando empezamos en la facultad aunque siempre he sabido de ella por su madre, se casó con un chico que también vivía en el barrio y le fue muy mal, la enamoró con su aire bohemio y decía que era músico, el tipo se ganaba la vida rasgueando malamente la guitarra en un grupo punky, en realidad era un gandul que se pasaba el día bebiendo cerveza y durmiendo hasta que llegaba la tarde que era cuando se iba con los colegas a tocar en algún tugurio, lo poco que ganaba se lo gastaba en alcohol, menos mal que Amalin reaccionó pronto y se separo, ahora trabaja en una ferretería de dependienta, no quiso seguir estudiando a pesar de la súplicas de su madre y de la insistencia de Pedro que estaba dispuesto a hacerse cargo de su educación pero ¡nones! dijo que se casaba y así lo hizo y es una pena porque es una chica inteligente que podría haber hecho lo que se propusiese, no sé si os disteis cuenta de que ahora es gótica, pienso que la transformación se operaría durante los años que estuvo con su marido a pesar de que él no tenía nada de gótico, se quedaba en rasgador de cuerdas de guitarra.

Alba bebió agua y siguió hablando ante el asombro de todos que escuchaban interesados en el cambio operado por Amalin.

–No os disteis ni cuenta, no se trata de una pirada que va llena de piercings y tatuajes con cara blanca ni ropajes negros, más bien me habló de ello como una filosofía de vida, desde mi punto de vista muy respetable, lee mucho acerca del tema.

-¡Caramba con Amalin! Exclamó Marina que tenía en brazos a Martín que cansado de jugar se había dormido, no hubiese sospechado que se nos transformase en una gótica cultivada, tenemos que quedar con ella a ver que se cuenta a pesar de que apenas la he tratado me gustaría seguir viéndola.

-No seáis cotillas y dejad tranquila a Amalin-  replico Miguel en tono serio,  -por cierto, Alba, ¿quieres que te acompañe mañana?

-No será necesario, prefiero ir sola, no lo tomes a mal-  apostillo al ver la mirada sombría de su padre, pero necesito intimidad para manifestar mis emociones y tampoco voy a hacer gran cosa tan solo echar un vistazo a la casa, voy a llamar a Amalia, quiero saber como está y le voy a proponer que siga ocupándose de todo como ha hecho siempre, no me veo capaz de hacerme cargo yo sola, la casa es muy grande además he de pensar qué hacer con mi vida profesional, en algún momento me pondré a trabajar.

-Es una idea excelente- Rosa, se adelantó a responder ante la sombría expresión de su marido, -vas a tener tiempo de sobra para acompañarla, esta vez no es igual, las circunstancias han tomado un giro muy favorable para tu hija pero ha de procesarlo, démosle un poco de cuartelillo, en cuanto a Amalia estará encantada y tanto tu padre como yo estaremos más tranquilos sabiéndola contigo.

-Está bien, rezongó Miguel, ve tu sola pero llámame si no te ves capaz, ¿de acuerdo?

-Bien, va siendo hora de que cada mochuelo vuele a su nido- dijo Rosa mirando a Martín que parecía pesarle mucho a Marina, este angelito necesita estar en su cuna y todos tenemos mucho que hacer mañana.

-Mamá, que forma más poco elegante de echarnos- dijo Marina entre risas, -tienes razón, se ha hecho tarde.












El sueño de Alba fue ligero, estaba inquieta como cuando de pequeña se iba de excursión y apenas dormía la noche anterior y daba vueltas y más vueltas en la cama esperando el despuntar del nuevo día, se despertó minutos antes de que sonase el despertador, se calzó las zapatillas y se fue zumbando al baño, tomó una buena ducha y se vistió con unos vaqueros y un sweter de lana fría de color rojo, completó su atuendo con una bufanda escocesa, un chaquetón de color azul marino y unas botas de caña alta que permitían introducir las perneras del vaquero.

Su madre ya la esperaba en la cocina con café recién hecho, esta vez lo tomó de pie, no tenía tiempo que perder quería salir cuanto antes a encontrarse con su nueva vida y darle los buenos días.

Cogería su coche, disponía de garaje y así aprovecharía para llevar un par de cajas de su reducida mudanza que permanecían almacenadas en el trastero de sus padres como en una especie de tiempo muerto, un punto y aparte que ya tenía un nuevo renglón, ahora tenía la certeza de que no era un punto final, las líneas seguirían fluyendo y ella seria la que escribiese, podía elegir el color de la tinta y donde, cuando y como vaciar y colocar el contenido de aquellas cajas, el móvil vibró en el interior de su bolso, no perdió tiempo en mirarlo.

Abrió la cancela que daba acceso al camino de gravilla, al final había un cobertizo que hacía las veces de garaje y de almacén, salió del coche, se encontraba en el jardín de la parte posterior de la casa, tuvo la sensación de verlo todo por primera vez, de una forma nueva, aquello le pertenecía pero hubiese querido ver a Pedro leyendo el periódico en uno de los sillones de mimbre del cenador, sus ojos se llenaron de lagrimas, lloró desconsolada, tenía que hacerlo para vaciarse de aquella pena que le oprimía el pecho, se sentó en el escalón que formaba la terraza del patio y allí con la cabeza escondida entre los brazos dejó fluir la tristeza, poco a poco recobró la calma, levantó la cabeza y miro a su alrededor, el suelo estaba alfombrado de hojas secas, los arboles caducos lucían su traje de invierno y gozaban del letargo que la estación les propiciaba, los colores ocres, amarillos, naranjas predominaban en la paleta, los helechos, musguillos y enredaderas serpenteaban libremente sin que nadie les hubiese conducido por el camino adecuado, se notaban las ausencias, su padre se llevaría las manos a la cabeza ante aquella exuberancia, el pensamiento la reconfortó, pronto lo tendría por allí podando,  quitando hierbas y sacando las hojas que prácticamente cubrían los parterres, a pesar del abandono el aspecto del jardín la maravillo por el aire de romántica melancolía que transmitía muy en consonancia con su estado de ánimo., por allí había pasado el otoño y había dejado su huella para que ella pudiese constatarlo.





Bordeó la casa y llegó a la puerta principal, los postigos de las ventanas estaban cerrados, metió la llave en la cerradura y respiró antes de girarla, lo hizo con solemnidad, clik, clik, el interior estaba muy oscuro, necesito unos minutos para que sus pupilas se acomodasen a la oscuridad ya que estaban cegadas por la luz del exterior, la casa tenía su propio aroma y su olfato lo reconoció con rapidez, fue abriendo los postigos , el viento empujaba las hojas en el porche formando remolinos y algunas se colaban por la puerta pero no la cerró, era necesario ventilar.

Muebles y sillones estaban cubiertos con lonetas blancos, era lo que hacía Amalia para cerrar la casa cuando Pedro se ausentaba por una temporada, en alguna ocasión viajaban juntos y recordó lo que les divertía ir levantando las lonetas para ir descubriendo los muebles, lo hacían deprisa como un juego a ver quién era capaz de terminar antes, esta vez lo fue haciendo lentamente, dobló las lonetas y las fue apilando encima de la mesa de comedor, descubrió la mecedora que se balanceó con el roce de la tela, la casa iba recobrando su identidad, aquellas lonetas le daban un aire fantasmagórico que no le gustaba nada, era el momento de hacer las llamadas pendiente, primero llamaría a Amalia y después a Pablo, necesitaba un té.


Continuará... 


martes, 4 de septiembre de 2012

En busca de Alba.Capitulo VII.







Oscar miró el reloj y su rostro se contrajo mostrando preocupación.

-Me vais a tener que perdonar, tengo una reunión de trabajo a primera hora y aún tengo que ultimar unos detalles en el despacho, lo siento porque la compañía es muy agradable- saco una tarjeta de su cartera y se la ofreció a Alba –aquí tienes mi móvil y mi dirección de correo electrónico, el número del fijo lo conoces de sobra, cuando quieras echamos un vistazo a los ordenadores de Pedro a ver que encontramos, teniendo en cuenta su personalidad será interesante, no dudes en llamar o mandarme o un correo ¿de acuerdo?

Alba se concentró en la tarjeta para evitar mirar a Oscar ¡su maldita timidez!, aquellos ojos grises la inquietaban con su mirada fría y sin embargo le sentía cercano y cálido, era una incoherencia que no podía resolver en ese momento sin embargo se sintió halagada por el interés que manifestaba y por su generoso ofrecimiento.

-De acuerdo, Oscar, lo tengo en cuenta y te llamo en cuanto me instale, me vendrá muy bien tu ayuda porque en materia de informática no soy más que una simple usuaria, ya tengo ganas de poder conectarme a Internet, lo tengo todo en suspenso a la espera de una estabilidad que hasta ahora no tenía..

-Así me gusta, bien, os dejo, tomaré café de camino y Daniel, no olvides los dulces, los tenéis en el frigorífico, hasta la vista, portaros bien- guiño un ojo a Alba a modo de despedida.

-Déjate de tonterías-  farfulló Daniel al tiempo que se levantaba y se dirigía  a la cocina en busca del café y los dulces.

Cuando regresó a la mesa, Oscar se había marchado.

-Ya estamos solos, ¿me cuentas qué significan esos mensajes que tanto te alteran?-

Alba puso al corriente a su amigo de la situación.

- ¿Has pensado en cambiar de número de teléfono o en denunciarlo por acoso?-

-Lo he pensado todo, creo que he barajado todas las opciones, lo de cambiar el número de teléfono, simplemente te digo que no me da la gana, sería una derrota, ya me ha jorobado bastante la vida ¿he de dejar que siga condicionando mis decisiones?. Sería darle mucho poder ¿no crees? Y en cuanto la denuncia seamos realistas, no hay amenazas, no hay insultos, aparentemente son mensajes corteses, no me harían el más mínimo caso, me resultaría embarazoso y ridículo acudir a la guardia civil con semejante nimiedad, no me harían el más mínimo caso y si por una de aquellas llegase a enterarse las cosas empeorarían, estoy a un paso de conseguir el divorcio y no quiero cabrearlo y menos ahora, las cosas han cambiado ya puedo tener a Porthos, no pude traérmelo porque  bastantes problemas estaba generando en casa de mis padres como para llegar con un caniche revoltoso, quiero recuperar mi librería y algunos efectos personales que no pude traer por falta de espacio.

-Ese chucho debe de ser muy especial, está claro que te ha robado el corazón-

-¡Ey, no es un chucho, es un perro maravilloso, listo, cariñoso y muy vivo, me parte el corazón pensar que no esté atendido debidamente, es curioso, Pablo parecía quererlo tanto como yo y sin embargo ahora apenas lo tolera, no soporta las obligaciones que le genera, se quedó con él a regañadientes y le trataba con mucha frialdad ¿qué daño le habrá hecho el pobre Porthos? Los perros no entienden de divorcios y debe de pensar que le he abandonado.




-¿A qué esperas? Llama ahora mismo.

-No tan rápido, es una conversación difícil, he de prepararme anímicamente, puede salir por cualquier lado y dudo que sea agradable, le llamaré mañana cuando esté a solas.

-¡Demonios de hombre! Parece Mr Hyde, ¿estás segura de que no elaboraba bebedizos?

-Eso, tómatelo a chufla, como se nota que no tienes que bregar con toda esta locura.

Después de tomar café Alba sintió como el sopor la invadía, fué arrellanándose en el sofá y sus parpados se fueron cerrando, la arrullaba el soniquete del televisor que Daniel había encendido a pesar de que ninguno de los dos le prestaba especial atención, se durmió tranquila, las emociones del día la habían agotado.

Daniel cogió una manta del respaldo y la arropó, se quedó mirando a Alba con una mezcla de ternura y preocupación, ahora que la tenía cerca se sentía responsable de su bienestar, no era un sentimiento nuevo, siempre deseaba para ella lo mejor, estaba claro que había sufrido pero así es la vida nos enseña a la vez que nos da zarpazos, poco se aprende de las alegrías, miro su silueta que se insinuaba debajo de la fina manta, sintió que la deseaba, estaba tan serena y parecía tan vulnerable, sintió la tentación de situarse a su lado y acariciar su pelo, su frente, sus labios, quiso besarlos pero en lugar de ello se levantó y se dirigió al lavabo, no podía permitir que el deseo le cegara, podía estropear años de amistad y Alba no se lo perdonaría, le costaba verla como a una amiga.

Alba durmió poco más de una hora, cuando despertó la tarde ya entraba por los ventanales de la sala y el viento sonaba recio, parecía que golpeaba los cristales con intención de que le dejasen entrar para disfrutar del calor del interior, El salón estaba iluminado tenuemente por dos lámparas de pie situadas a ambos lados del cuadrante que formaba la zona de estar, se retiró la manta y con un gesto instintivo se arregló el pelo y sonriendo a Daniel dijo:

-       Tengo que irme, esta noche cenamos todos en casa y estarán impacientes por conocer los detalles del testamento y si mi hermana aún no ha llegado tendré que ayudar a mi madre con los preparativos para la cena, se agobia cuando tiene que cocinar para todos, ha dado un buen bajón.

-       Te acompaño hasta la parada del bus, me pilla de paso para el despacho y tengo que hacer unas llamadas.





-¡Ya estoy en casa! exclamó Alba haciendo tintinear las llaves-

Su hermana Marina y su madre salieron a recibirla.

-Ya era hora, chica, nos tienes en ascuas aunque la mamá ya nos ha adelantado las novedades y estamos encantados con las buenas noticias-
Ambas se dieron un abrazo.

-Vamos, hija, tu padre se impacienta si no sirvo la cena a su hora, cada vez está más cascarrabias, me lleva de cabeza con sus horarios y se pone de muy mal humor si tiene que esperar-

-No hace falta que detalles, lo sabemos de sobra ¿necesitas ayuda?

No hace falta, entre Marina y yo ya lo tenemos todo preparado- diciendo esto su madre se y  su hermana se dirigieron a la cocina al tiempo que Alba entró en el salón donde esperaba el resto de la familia, su cuñado Mario con el pequeño Martín en brazos y su padre a la cabecera de la mesa, se sentó a su lado y le dio un beso en la mejilla.

Ambos la felicitaron y la bombardearon a preguntas queriendo conocer su reacción, sus planes,  pero no era el momento de resolver tantas cuestiones, adoraba a su familia y disfrutaba de los momentos en que todos se reunían, no le gustaba ser la protagonista, su padre daba órdenes desde la mesa para que todo estuviese convenientemente dispuesto para la cena , tenía una larga lista de normas para cualquier circunstancias u ocasión, generalmente las acataban, se habían acostumbrado a ello y tampoco costaba tanto darle el gusto, era lo mejor si querían tener la fiesta en paz.

-Papa ¿sigues ocupándote del jardín de la Malvarrosa?-

-No, ya no voy por allí, dejé de hacerlo al fallecer Pedro, no sabía qué pasaría con la casa y para que te voy a engañar no me he sentido con ánimos, el semblante de su padre adquirió un aire de sincera tristeza.

-Lo imaginaba, era lo más lógico, replicó Alba presionando la mano de su padre, -pero, ahora, las cosas han cambiado, ya sabrás por la mamá que quiero instalarme allí y cuento contigo para que me ayudes con el jardín y pueda seguir tan maravilloso como siempre.

-¿Estás segura de que quieres instalarte allí sola? ¿No será demasiado pronto?

-Si, papá, estoy segura, quiero empezar a hacer cosas, me estoy apolillando con tanta inactividad, dejaré de pensar para ponerme a actuar, mañana mismo quiero ir, pasaré el día y Daniel ha prometido venir por la tarde para ayudar, no te preocupes.

-La navidad está al caer ¿no sería mejor que la pasases en casa y dejases la mudanza para más adelante?

-Va siendo hora de que pueda ser vuestra anfitriona ¿no crees? .Este año podríamos hacerlo al revés, me instalo y lo preparo todo para que paséis las fiestas conmigo, a la mamá ya se le hace cuesta arriba preparar tantas comidas y cenas además tenemos más espacio y estaremos más cómodos, lo pondremos todo muy bonito, montaremos el belén con todas las figuras como la hacíamos antes y uno de los árboles del jardín nos puede servir como árbol de navidad ¿Qué te parece?

-Uhmm, no sé, tendremos que consultarlo con tu madre, por mi parte no hay objeciones aunque dudo que te sepas arreglar tu sola con el tema de la cocina, dijo bromeando, no te recuerdo con vocación de cocinera- Miguel dio un ligero tirón de pelo a su hija. -Por lo que respecta al jardín ya imagino el estado en el que estará, los arboles necesitaran una buena poda así como los setos y los rosales, la maleza y la hiedra habrán invadido los parterres, por supuesto que seguiré ocupándome de él, no me gustaría ver el esfuerzo de todos estos años convertido en un montón de plantas y árboles secos-




-¡Mira que eres exagerado! Esta vez fue Alba la que bromeó con su padre -¿Qué te parece si retomamos la idea del invernadero? Pedro y tú hablabais de ello-

-Ya sabes cómo era, teníamos un pacto, el se ocupaba de los asuntos financieros y yo del jardín así lo acordamos cuando se instaló en la Malvarrosa y así lo hemos venido haciendo durante largos años, le gustaba disfrutar del jardín pero como jardinero era una nulidad-

-Pues no se hable más, construiremos el invernadero entre los dos, no recuerdo donde tengo las llaves de la playa, tendré que coger las tuyas e intentaré hacer una copia mañana_

-¿Sabéis algo de Amalia?-


Continuará...









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