Oscar
miró el reloj y su rostro se contrajo mostrando preocupación.
-Me
vais a tener que perdonar, tengo una reunión de trabajo a primera hora y aún
tengo que ultimar unos detalles en el despacho, lo siento porque la compañía es
muy agradable- saco una tarjeta de su cartera y se la ofreció a Alba –aquí
tienes mi móvil y mi dirección de correo electrónico, el número del fijo lo
conoces de sobra, cuando quieras echamos un vistazo a los ordenadores de Pedro
a ver que encontramos, teniendo en cuenta su personalidad será interesante, no
dudes en llamar o mandarme o un correo ¿de acuerdo?
Alba se
concentró en la tarjeta para evitar mirar a Oscar ¡su maldita timidez!,
aquellos ojos grises la inquietaban con su mirada fría y sin embargo le sentía
cercano y cálido, era una incoherencia que no podía resolver en ese momento sin
embargo se sintió halagada por el interés que manifestaba y por su generoso
ofrecimiento.
-De
acuerdo, Oscar, lo tengo en cuenta y te llamo en cuanto me instale, me vendrá
muy bien tu ayuda porque en materia de informática no soy más que una simple
usuaria, ya tengo ganas de poder conectarme a Internet, lo tengo todo en
suspenso a la espera de una estabilidad que hasta ahora no tenía..
-Así me
gusta, bien, os dejo, tomaré café de camino y Daniel, no olvides los dulces,
los tenéis en el frigorífico, hasta la vista, portaros bien- guiño un ojo a
Alba a modo de despedida.
-Déjate
de tonterías- farfulló Daniel al tiempo que se levantaba y se dirigía a la
cocina en busca del café y los dulces.
Cuando
regresó a la mesa, Oscar se había marchado.
-Ya
estamos solos, ¿me cuentas qué significan esos mensajes que tanto te alteran?-
Alba
puso al corriente a su amigo de la situación.
- ¿Has
pensado en cambiar de número de teléfono o en denunciarlo por acoso?-
-Lo he
pensado todo, creo que he barajado todas las opciones, lo de cambiar el número
de teléfono, simplemente te digo que no me da la gana, sería una derrota, ya me
ha jorobado bastante la vida ¿he de dejar que siga condicionando mis
decisiones?. Sería darle mucho poder ¿no crees? Y en cuanto la denuncia seamos
realistas, no hay amenazas, no hay insultos, aparentemente son mensajes
corteses, no me harían el más mínimo caso, me resultaría embarazoso y ridículo
acudir a la guardia civil con semejante nimiedad, no me harían el más mínimo
caso y si por una de aquellas llegase a enterarse las cosas empeorarían, estoy
a un paso de conseguir el divorcio y no quiero cabrearlo y menos ahora, las
cosas han cambiado ya puedo tener a Porthos, no pude traérmelo porque bastantes problemas estaba generando en casa
de mis padres como para llegar con un caniche revoltoso, quiero recuperar mi
librería y algunos efectos personales que no pude traer por falta de espacio.
-Ese
chucho debe de ser muy especial, está claro que te ha robado el corazón-
-¡Ey,
no es un chucho, es un perro maravilloso, listo, cariñoso y muy vivo, me parte
el corazón pensar que no esté atendido debidamente, es curioso, Pablo parecía
quererlo tanto como yo y sin embargo ahora apenas lo tolera, no soporta las
obligaciones que le genera, se quedó con él a regañadientes y le trataba con
mucha frialdad ¿qué daño le habrá hecho el pobre Porthos? Los perros no
entienden de divorcios y debe de pensar que le he abandonado.
-¿A qué
esperas? Llama ahora mismo.
-No tan
rápido, es una conversación difícil, he de prepararme anímicamente, puede salir
por cualquier lado y dudo que sea agradable, le llamaré mañana cuando esté a
solas.
-¡Demonios
de hombre! Parece Mr Hyde, ¿estás segura de que no elaboraba bebedizos?
-Eso,
tómatelo a chufla, como se nota que no tienes que bregar con toda esta locura.
Después
de tomar café Alba sintió como el sopor la invadía, fué arrellanándose en el
sofá y sus parpados se fueron cerrando, la arrullaba el soniquete del televisor
que Daniel había encendido a pesar de que ninguno de los dos le prestaba
especial atención, se durmió tranquila, las emociones del día la habían
agotado.
Daniel
cogió una manta del respaldo y la arropó, se quedó mirando a Alba con una
mezcla de ternura y preocupación, ahora que la tenía cerca se sentía
responsable de su bienestar, no era un sentimiento nuevo, siempre deseaba para
ella lo mejor, estaba claro que había sufrido pero así es la vida nos enseña a
la vez que nos da zarpazos, poco se aprende de las alegrías, miro su silueta
que se insinuaba debajo de la fina manta, sintió que la deseaba, estaba tan
serena y parecía tan vulnerable, sintió la tentación de situarse a su lado y
acariciar su pelo, su frente, sus labios, quiso besarlos pero en lugar de ello se levantó y se
dirigió al lavabo, no podía permitir que el deseo le cegara, podía estropear
años de amistad y Alba no se lo perdonaría, le costaba verla como a una amiga.
Alba
durmió poco más de una hora, cuando despertó la tarde ya entraba por los
ventanales de la sala y el viento sonaba recio, parecía que golpeaba los
cristales con intención de que le dejasen entrar para disfrutar del calor del
interior, El salón estaba iluminado tenuemente por dos lámparas de pie situadas
a ambos lados del cuadrante que formaba la zona de estar, se retiró la manta y
con un gesto instintivo se arregló el pelo y sonriendo a Daniel dijo:
-
Tengo que irme, esta noche cenamos todos en casa
y estarán impacientes por conocer los detalles del testamento y si mi hermana
aún no ha llegado tendré que ayudar a mi madre con los preparativos para la
cena, se agobia cuando tiene que cocinar para todos, ha dado un buen bajón.
-
Te acompaño hasta la parada del bus, me pilla de
paso para el despacho y tengo que hacer unas llamadas.
-¡Ya
estoy en casa! exclamó Alba haciendo tintinear las llaves-
Su
hermana Marina y su madre salieron a recibirla.
-Ya era
hora, chica, nos tienes en ascuas aunque la mamá ya nos ha adelantado las
novedades y estamos encantados con las buenas noticias-
Ambas
se dieron un abrazo.
-Vamos,
hija, tu padre se impacienta si no sirvo la cena a su hora, cada vez está más
cascarrabias, me lleva de cabeza con sus horarios y se pone de muy mal humor si
tiene que esperar-
-No
hace falta que detalles, lo sabemos de sobra ¿necesitas ayuda?
No hace
falta, entre Marina y yo ya lo tenemos todo preparado- diciendo esto su madre
se y su hermana se dirigieron a la
cocina al tiempo que Alba entró en el salón donde esperaba el resto de la
familia, su cuñado Mario con el pequeño Martín en brazos y su padre a la
cabecera de la mesa, se sentó a su lado y le dio un beso en la mejilla.
Ambos
la felicitaron y la bombardearon a preguntas queriendo conocer su reacción, sus
planes, pero no era el momento de
resolver tantas cuestiones, adoraba a su familia y disfrutaba de los momentos
en que todos se reunían, no le gustaba ser la protagonista, su padre daba órdenes
desde la mesa para que todo estuviese convenientemente dispuesto para la cena ,
tenía una larga lista de normas para cualquier circunstancias u ocasión,
generalmente las acataban, se habían acostumbrado a ello y tampoco costaba
tanto darle el gusto, era lo mejor si querían tener la fiesta en paz.
-Papa
¿sigues ocupándote del jardín de la Malvarrosa?-
-No, ya
no voy por allí, dejé de hacerlo al fallecer Pedro, no sabía qué pasaría con la
casa y para que te voy a engañar no me he sentido con ánimos, el semblante de
su padre adquirió un aire de sincera tristeza.
-Lo
imaginaba, era lo más lógico, replicó Alba presionando la mano de su padre,
-pero, ahora, las cosas han cambiado, ya sabrás por la mamá que quiero
instalarme allí y cuento contigo para que me ayudes con el jardín y pueda seguir
tan maravilloso como siempre.
-¿Estás
segura de que quieres instalarte allí sola? ¿No será demasiado pronto?
-Si,
papá, estoy segura, quiero empezar a hacer cosas, me estoy apolillando con
tanta inactividad, dejaré de pensar para ponerme a actuar, mañana mismo quiero
ir, pasaré el día y Daniel ha prometido venir por la tarde para ayudar, no te
preocupes.
-La
navidad está al caer ¿no sería mejor que la pasases en casa y dejases la
mudanza para más adelante?
-Va
siendo hora de que pueda ser vuestra anfitriona ¿no crees? .Este año podríamos
hacerlo al revés, me instalo y lo preparo todo para que paséis las fiestas
conmigo, a la mamá ya se le hace cuesta arriba preparar tantas comidas y cenas
además tenemos más espacio y estaremos más cómodos, lo pondremos todo muy
bonito, montaremos el belén con todas las figuras como la hacíamos antes y uno
de los árboles del jardín nos puede servir como árbol de navidad ¿Qué te parece?
-Uhmm,
no sé, tendremos que consultarlo con tu madre, por mi parte no hay objeciones
aunque dudo que te sepas arreglar tu sola con el tema de la cocina, dijo
bromeando, no te recuerdo con vocación de cocinera- Miguel dio un ligero tirón
de pelo a su hija. -Por lo que respecta al jardín ya imagino el estado en el
que estará, los arboles necesitaran una buena poda así como los setos y los
rosales, la maleza y la hiedra habrán invadido los parterres, por supuesto que
seguiré ocupándome de él, no me gustaría ver el esfuerzo de todos estos años
convertido en un montón de plantas y árboles secos-
-¡Mira
que eres exagerado! Esta vez fue Alba la que bromeó con su padre -¿Qué te
parece si retomamos la idea del invernadero? Pedro y tú hablabais de ello-
-Ya
sabes cómo era, teníamos un pacto, el se ocupaba de los asuntos financieros y
yo del jardín así lo acordamos cuando se instaló en la Malvarrosa y así lo
hemos venido haciendo durante largos años, le gustaba disfrutar del jardín pero
como jardinero era una nulidad-
-Pues
no se hable más, construiremos el invernadero entre los dos, no recuerdo donde
tengo las llaves de la playa, tendré que coger las tuyas e intentaré hacer una
copia mañana_
-¿Sabéis
algo de Amalia?-
Continuará...