Las cosas más infinitas es lo que tienen, cautivo en su propia belleza ese aire de querer morir en cada retrato; no osar cambiar de chaqueta en verano y quemarla en invierno para dejarse ver.
Cómo no adorar esas cosas que te llenan los ojos de devoción a la nada sufriendo que todavía hay esperanzas. Y estoy hablando de cuando atardece con nubes rosas, sin sofisticaciones... sólo tiempo, oportunidad, cambiar la mirada en otro lado donde sincerarse y ser escuchado sin más; y sin nada menos. Sin pedirlo y sin saber estar a la altura, eso siempre...
Mientras caes todo va cambiando de perspectiva; también de por dentro.