Esos días en que salir de la cama y ser ser renqueante van a
una, trastabillando por el pasillo a suelo limpio, tropiezos del espíritu. Y es
que cuando la naturaleza apremia queda
poco más que sosegar, echarle paciencia a uno mismo y continuar el paso
vacilante.
Creer, repetir, sucumbir, repetir, limpiar, comienzos…
Empiezo a tener la sensación de que la fidelidad está desmesuradamente
sobrevalorada a algunos respectos… llena de equívocos, faltas, malentendidos e incoherentes muescas de morirse.
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Pasos enviados a dejar huellas y a hacer caminos; pero qué
surcos abrirá, qué caminos con el pie que pisa pero no ve… hay manos que hablan por sí solas, nacen cada día para arreglar raídas telas que alguno teme llamar
cortinas.
Me pongo suave como ese momento de la mañana en que el aire huele a nuevo y todo parece posible.