martes, 27 de abril de 2010

La desmentida

Como en un duelo sin salida, de esos en los que dos tiros errados dejan sin honra ni sacian la sed de sangre, en ocasiones, la vida te permite mirar de frente el objetivo no alcanzado y apreciar igualmente que seguimos en pie, la adrenalina envenenando los órganos sin terminar con la vida

El mundo en que creemos vivir no es más que una figuración creada de la interacción entre percepciones de nuestros sentidos y su representación simbólica y/o fruto del imaginario en el cerebro. Por tanto, no hay “realidad” más interesante a la que prestar atención que a la de uno mismo, que puede no ser igual ni parecida a la de tantos otros, pero es la nuestra. Composiciones únicas, tantas como personas componen una población

Del mismo modo, interpretar el significado exacto de determinadas palabras con las que se ha querido expresar un pensamiento puede hacerse del todo imposible ya que todo pasa por un segundo filtro de comprensión, que es el que pertenece al evaluador de las mismas. Interpretación y comprensión se enrevesan indisolubles. Como tantos procesos personales, se desarrolla en una espiral en la que se complica encontrar un cabo de comienzo o vislumbrar la conclusión a alcanzar

En el desarrollo personal se dan efectos diferidos con comienzo en la infancia y desarrollo posterior, cuando ya nada tenemos de niños, o en gran parte hemos conseguido dejar atrás los restos de una niñez insana, pero por insana deja sus residuos que en alguna parte han de almacenarse, corriéndose siempre el riesgo de reaparición inesperada

Poseemos capacidades presentes sólo en algunas especies animales de lo más variadas, desde urracas a cerdos o elefantes. La semilla de la diferenciación a veces lo es también de la aniquilación del ser. Los significados y significantes se repiten a distintos niveles de estructura social, de las más pequeñas o sencillas a las mayores o más evolucionadas

Figuras y figuraciones imaginarias de unidad o fragmentación, que componen o descomponen el ser posterior como una mano invisible. Son una de esas cosas que aunque no nos gusten no podemos controlar cuando suceden ni cambiar fácilmente una vez concluido el proceso

jueves, 22 de abril de 2010

¿Qué se dirán las ballenas jorobadas?

No siempre culpar a otros o a situaciones vividas es un acto de irresponsabilidad hacia las propias acciones… En ocasiones, son tan ciertas acusaciones que aunque revenidas, aún se dejan ver en cada gesto

Y refugiarse en la imaginación tan acogedora que a algunos nos gustaría ese mundo generado a nuestra medida en el que ni nada ni nadie nos hará daño, todo del color del que nos apetece pintar cada script, encantadora incoherencia intrapersonal

Hay tantas cosas que no son como deberían ser o como sería ideal en cuanto a su concepción… Tanta matemática para no haber demostrado todavía la existencia de dios

Incalculables cambios en milisegundos; cómo dirigirnos en un mundo incierto. Cómo asimilar infinitos cambios en nuestro propio ser? Tal como ocultamos o eliminamos nuestros “defectos corporales” sobrevenidos con el tiempo con ropas determinadas, maquillajes, cirugías, tintes, echamos tierra sobre aquellos aspectos personales que no nos parecen apropiados para presentarnos a los demás. Pero como las canas al mes siguiente y las arrugas después del desmaquillante, reaparecen a pesar de nuestros esfuerzos. La ira que le sigue a la frustración, odios diversos y el propio miedo, se dejan ver en cuanto la situación supera en grandiosidad el artificio del disfraz

Hay quien dice que para evoluciones personales profundas o para alcanzar ciertos grados de lucidez mental, el camino pasa por una visita al infierno a que nos lean la cartilla. Y posiblemente sea cierto

Alguna vida sesgada nos da pistas de cómo la suerte o las casualidades tienen un papel fundamental en los acontecimientos que están por llegar. No todo está bajo nuestro control, aunque rehuyamos la idea, que de tan cierta acojona


domingo, 11 de abril de 2010

Al demonio lo pintamos cómo y dónde nos viene bien

Bajo la vista a la lumbre del suelo, tejido miedo en personas, pisoteado tejido humano, haciendo de las calles martirio de sueños que están por llegar de seguro, tras rezos dominicales a su dios, que ni cumple ni replica.

La espalda ya no siente el peso de la huida, la de como pasando con su moral hueca como rueda haciendo su camino y a la vez mancillando su paso

Oír la conjura de los sin valores a la defensa de pocos y malos ideales, la mente por bandera cuando el desencanto ya ha hecho mella en corazones sin escrúpulos, infectos de incredulidad, quizás es cierto que no haya ya límites o freno... las razones se reavivan en cada fallo, eludiendo lo que no cumple con el negro presagio y manteniendo así su fundamento

El nido, macizo de embrollos, de todas los consecuentes de la vida que llevamos nada contracorriente al mismo ritmo que un ciego entre los tuertos buscando su luz.. Pienso ver que estoy en cresta de aislamiento; como rescoldo del remanso entre olas de ida, a decenas, que no pensaron en agitar, tambalear, hacer dudar del equilibrio… y las futuras, no creo que infinitas, a conmover status quo en permanente cambio, que no hay más realidad que un instante, ausente el tiempo, inestimable para éste e inútil, como tantas inversiones que nos traen cifras socialmente ciertas para medirnos, compararnos y sufrirnos en compañía

domingo, 4 de abril de 2010

En mi matadero

Elegir rutilar, permanecer intacto, mantenerse despierto, ser destino de una noche sin hora de las brujas prevista de antemano; que antecede a la sensación de perdido en la selva oscura de momentos ciegos, saberse a la espera de mangas de camisa sin botones y días sin capa que nos tape de lo picante del sol

Infiel coleccionista atesoro días imprecisos, valiosos por únicos o irrepetibles. Elementos indispensables faltos de sustancia definible, somatizados serían apresables por el más tonto pero incorpóreos no sé quién los halla entre glías y minoridades, telaraña a base de tientos no atrapa moscas más que por descuidos imperdonables

Sólo hablando sin decir, tiembla el pensamiento, la ira se acalla tapando su boca desairada, que cuando se habla diciendo se calma la sal como mar en calma, que acusa su derecho a tempestad impávida de sí misma, pero al acecho de lo desconocido. Lo peor le viene del siniestro ya sabido, que se deja entrar como por su casa, con intenciones acentuadas de incendio provocado