Había acabado de redactar el análisis del Pliego de Las Ventas y estaba a punto de publicar la primera de las entregas. Pero no ha hecho falta. Parece que del Pliego lo importante será lo que impone, pero no los criterios de adjudicación. Una alianza entre Martínez Uranga, Casas y Matilla hace inviable (al menos a primera vista) cualquier otra oferta.
De ser asi, económicamente, la Comunidad pierde. Porque parece razonable pensar que irán al mínimo fijado por el Pliego. Y que ese 25% de baremación será papel mojado.
¿Y los empresarios? Si el dinero a abonar por el canon es mucho menor que este año y los precios de las entradas suben un 5% parece que el resultado no debe ser malo. Pero hay dos elementos que condicionarán mucho el asunto. El primero, lo que quiera pagar la televisión (que probablemente no sea lo mismo que antes). Y el segundo, las nuevas obligaciones que supone el pliego (obras en la plaza y asunción de costes de Beneficencia y 2 de mayo incluidas).
Aun así, quiero creer que la unión de estos empresarios no tiene como objetivo (único) ganar dinero (algo lícito y encomiable; ¡ojalá hubiera muchos más empresarios que quisieran ganar dinero y menos ciudadanos que a lo que aspiren es a un puesto de funcionarios "para toda la vida"! ¡mucho más fácilmente saldríamos así de la crisis!). Pero digo que creo que no sólo pretenderán eso. Que también querrán poner en práctica ideas nuevas. Y estando por medio Simón Casas, no me cabe duda de que cosas diferentes hará. Para satisfacción de muchos y crítica de otros tantos, que así es esto.
Si el asunto finalmente camina por estos andurriales, como parece, lo que sí habrá que pedir a los empresarios es que pongan todo su esfuerzo en una gestión impecable. En hacer de Las Ventas el verdadero centro del toreo, los días de festejo y los que no los haya.
Que no se olviden de los aficionados. De los abonados y de los que no lo son. (Todo el sistema de renovación y mejora de los abonos es algo que hay que abordar de una vez; por la empresa y por la Comunidad).
Pero que no se olviden, sobre todo, de los que permanecen al margen de los toros. Hay que informarlos, atraerlos y educarlos. Y Las Ventas es el lugar desde el que se puede hacer.
Para ello, tendrán un margen de libertad al hacer su oferta y un margen en lo económico que no ha tenido hasta ahora ninguna otra empresa. Será su responsabilidad, solo la suya, utilizarla adecuadamente.
Esperemos que sea así.
lunes, 28 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
Pliegos de las Ventas 2011 - Esto sí son los Pliegos
Si uno se acerca a los portales de "información" taurina de internet e intenta saber de los Pliegos lo va a tener difícil. Lo que todos enlazan es el anuncio de la convocatoria de Concurso, que es lo que hoy ha publicado el BOCM.
Pero si uno lee el anuncio de la convocatoria (y entiende lo que lee) y si uno sabe cómo funciona esto de los concursos públicos, sabe que el anuncio no son los Pliegos. El concurso para la adjudicación de Las Ventas se rige (además de por la normativa legal general) por tres documentos (pinchando se accede a cada uno de ellos):
1.- Pliego de cláusulas administrativas particulares.
2.- Pliego de prescripciones técnicas.
3.- Proyecto de explotación del servicio público para la explotación de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de Madrid.
De estos tres documento, el 1 y el 3 estaban desde antes de la cuatro de la tarde en el apartado de los contratos públicos de la página web de la Comunidad. Y en lugar del 2 había (por error) un pliego para un contrato del Canal de Isabel II.
A media tarde han corregido el error y han incluido también los documentos en el apartado de contratos públicos específico de la Vicepresencia, Consejería de Cultura y Deporte y Portavocía del Gobierno.
Los tres documentos pueden encontrarse en este enlace. A la derecha de la página hay un apartado en el que pone "Gestión" y debajo "Documentación complementaria" (pinchando en "acceso" se accede al documento 3) y "Pliegos de condiciones" (pinchando en "acceso" se accede a los documentos 1 y 2).
¡Ay de la prensa...!
Pero si uno lee el anuncio de la convocatoria (y entiende lo que lee) y si uno sabe cómo funciona esto de los concursos públicos, sabe que el anuncio no son los Pliegos. El concurso para la adjudicación de Las Ventas se rige (además de por la normativa legal general) por tres documentos (pinchando se accede a cada uno de ellos):
1.- Pliego de cláusulas administrativas particulares.
2.- Pliego de prescripciones técnicas.
3.- Proyecto de explotación del servicio público para la explotación de la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de Madrid.
De estos tres documento, el 1 y el 3 estaban desde antes de la cuatro de la tarde en el apartado de los contratos públicos de la página web de la Comunidad. Y en lugar del 2 había (por error) un pliego para un contrato del Canal de Isabel II.
A media tarde han corregido el error y han incluido también los documentos en el apartado de contratos públicos específico de la Vicepresencia, Consejería de Cultura y Deporte y Portavocía del Gobierno.
Los tres documentos pueden encontrarse en este enlace. A la derecha de la página hay un apartado en el que pone "Gestión" y debajo "Documentación complementaria" (pinchando en "acceso" se accede al documento 3) y "Pliegos de condiciones" (pinchando en "acceso" se accede a los documentos 1 y 2).
¡Ay de la prensa...!
El Pliego de Las Ventas 2011 - Apuntes de urgencia
Hace unos minutos se ha publicado en la página web de la Comunidad de Madrid el Pliego para el Concurso de Las Ventas. Habrá que leerlo con atención. De momento, algunos apuntes de urgencia:
1.- Se ha eliminado la experiencia como criterio de adjudicación. Un acierto. Se exije que los licitadores hayan tenido una cifra de negocio de al menos 10.000.000 euros en cada uno de los tres años anteriores y haber gestionado al menos dos plazas de primera, con un mínimo de tres temporadas de más de 10 festejos en cada una de ellas. Habrá que ver quiénes cumplen estos requisitos (es decir, dónde está el corte para poder presentarse) para ver qué nivel de competencia real puede haber.
2.- Se ha rebajado el canon de forma sustancial hasta los 2.300.000 euros. Sin embargo, se permite aumentar el importe sin límite alguno. Y este apartado supone un 25% de la valoración.
3.- Se valora con un 5% el descuento en tarjetas para tercera edad, la oferta de 700 tarjeta de jóvenes y el descuento en las tarjetas de jóvenes, 5% implantación telemática de entradas y 5% la domiciliación de abonos. Me temo que esto no va a ser uin criterio real de selección, sino una exigencia a los contratistas (me cuesta creer que alguno que se presente y quiera conseguir la Plaza no prevea esto en su oferta).
4.- Se valora el número de festejos adicionales que se oferten por el empresario (cada novillada adicional 1 punto, con un máximo de 4 puntos; cada corrida de rejones 0'5 puntos, con un máximo de 2 puntos; cada corrida, en la que al menos dos de los diestros deben haber toreado más de veinte corridas en el 2011, 3 puntos). Máximo total, 10 puntos. Puede haber diferencias entre las ofertas, pero no sé si sustanciales.
5.- Se da un 25% a la programación, un 10% al Plan de publicidad, un 5% a la promoción de la fiesta (actividades taurinas tradicionales, organización de actividades culturales y artísticas y actividades dirigidas a los jóvenes) y un 10% a aspectos relativos a la Plaza (3% a proyectos de optimización de la plaza, 2% nueva instalación de iluminación del ruedo, 2% remodelación de los corrales, 2% servicio de restauración destinado al público en general y 1% a la restauración de las puertas de acceso interiores y exteriores). Es en este apartado (y en el económico) en el que creo que se juega la selección del contratista.
A mi juicio sigue habiendo un peso muy importante del aspecto económico y una valoración muy escasa de los aspectos de promoción y las actividades que conviertan la plaza en foco de encuentro de aficionados y de divulgación de la Fiesta, haya o no festejos. No entiendo que se valore un 10% el Plan de Publicidad y un 5% la promoción (creo que esta última es mucho más importante).
En todo caso, creo que es un paso adelante.
(Según la CAM, el 29 de diciembre, el día siguiente de los Inocentes, se sabrá el nuevo empresario).
Que haya suerte... para los aficionados y para la Fiesta.
1.- Se ha eliminado la experiencia como criterio de adjudicación. Un acierto. Se exije que los licitadores hayan tenido una cifra de negocio de al menos 10.000.000 euros en cada uno de los tres años anteriores y haber gestionado al menos dos plazas de primera, con un mínimo de tres temporadas de más de 10 festejos en cada una de ellas. Habrá que ver quiénes cumplen estos requisitos (es decir, dónde está el corte para poder presentarse) para ver qué nivel de competencia real puede haber.
2.- Se ha rebajado el canon de forma sustancial hasta los 2.300.000 euros. Sin embargo, se permite aumentar el importe sin límite alguno. Y este apartado supone un 25% de la valoración.
3.- Se valora con un 5% el descuento en tarjetas para tercera edad, la oferta de 700 tarjeta de jóvenes y el descuento en las tarjetas de jóvenes, 5% implantación telemática de entradas y 5% la domiciliación de abonos. Me temo que esto no va a ser uin criterio real de selección, sino una exigencia a los contratistas (me cuesta creer que alguno que se presente y quiera conseguir la Plaza no prevea esto en su oferta).
4.- Se valora el número de festejos adicionales que se oferten por el empresario (cada novillada adicional 1 punto, con un máximo de 4 puntos; cada corrida de rejones 0'5 puntos, con un máximo de 2 puntos; cada corrida, en la que al menos dos de los diestros deben haber toreado más de veinte corridas en el 2011, 3 puntos). Máximo total, 10 puntos. Puede haber diferencias entre las ofertas, pero no sé si sustanciales.
5.- Se da un 25% a la programación, un 10% al Plan de publicidad, un 5% a la promoción de la fiesta (actividades taurinas tradicionales, organización de actividades culturales y artísticas y actividades dirigidas a los jóvenes) y un 10% a aspectos relativos a la Plaza (3% a proyectos de optimización de la plaza, 2% nueva instalación de iluminación del ruedo, 2% remodelación de los corrales, 2% servicio de restauración destinado al público en general y 1% a la restauración de las puertas de acceso interiores y exteriores). Es en este apartado (y en el económico) en el que creo que se juega la selección del contratista.
A mi juicio sigue habiendo un peso muy importante del aspecto económico y una valoración muy escasa de los aspectos de promoción y las actividades que conviertan la plaza en foco de encuentro de aficionados y de divulgación de la Fiesta, haya o no festejos. No entiendo que se valore un 10% el Plan de Publicidad y un 5% la promoción (creo que esta última es mucho más importante).
En todo caso, creo que es un paso adelante.
(Según la CAM, el 29 de diciembre, el día siguiente de los Inocentes, se sabrá el nuevo empresario).
Que haya suerte... para los aficionados y para la Fiesta.
domingo, 23 de octubre de 2011
Antoñete
Creo que para la mayoría de los aficionados, la figura de Antoñete era una de las más familiares de entre los profesionales taurinos. Su presencia continua junto a Molés en las retransmisiones televisivas y en las tertulias de los domingos de la Ser hacían que su voz (cada vez más escasa, pero también más medida) formara parte de nuestros recuerdos de grandes tardes de toros presenciadas con sus comentarios.
De su presencia en la plaza quedaban sobre todo los vídeos, más que las tardes vividas. Porque por evidentes razones de edad, fueron más las grandes faenas que nos precedieron que los destellos de sus últimas comparencencias. Estas en las que, además de apaciguar sus ansias de seguirse sintiendo torero, dejaba apuntes impagables de distancias y cites.
Antoñete nos era familiar, porque raro es el festejo que volvemos a poner en el DVD y en el que no se escucha su voz. Por eso, está siempre asociado a grandes tardes, a grandes momentos.
Pero, además, cuando recordamos su presencia en la plaza, nos invade una sensación de nostalgia por un modo de torear, clásico y profundo, que cada vez resulta más difícil de ver. Un toreo en el que dar distancia al toro es importante. Sin atosigarle, dándole su sitio, dejándole que se venga de lejos. Donde hay que dar el medio pecho. O donde se cita de frente. Donde la colocación es importante. Pero desde la más absoluta naturalidad, sin alaracas. Y donde al toro, con la muleta planchada, se le recoge delante, se le conduce en su embestida, y se le remata atrás, ligando el siguiente pase.
Esa forma de torear, además, junto con la peculiar personalidad de Chenel, tuvo una virtud que difícilmente agradeceremos lo suficiente los aficionados. A finales de los setenta y comienzos de los ochenta, la Tauromaquia se asociaba con la parte casposa y cañí de la dictadura. En plena movida, y con deseos de modernidad, los toros no estaban entre lo más cool. Sin embargo, Antoñete, su forma de ser y su toreo, fueron uno de los elementos icónicos que obligó a despejar la tauromaquia de prejuicios ideológicos. Sin aquel acercamiento de lo moderno al toreo, sería muy difícil que hoy estuviéramos viviendo la relevancia que, a pesar de muchos, tiene la Fiesta. Y, sobre todo, se haría menos creible el discurso de su dimensión cultural.
Recuerdo que en los comienzos de mi adolescencia, cuando la única plaza en la que había visto toros en vivo era la de Cáceres, y Las Ventas sólo la conocía por televisión, me sorprendió aquella estrofa de Sabina en "El joven aprendiz de pintor" (1985):
El torpe maletilla que hasta ayer afirmaba,
que con las banderillas nadie me aventajaba,
ahora que corto orejas y aplauden los del siete,
ya no dice que cito tan bien como Antoñete.
Antoñete simbolizaba un modo diferente de hacer los cosas, de estar en la plaza, de sentir la tauromaquia. Un modo reverencial, más allá de las tardes malas o de las indiferentes.
Para nosotros, se va quien ha estado presente cada vez que veíamos una faena por televisión. Y ahí le seguiremos presente siempre, cada vez que pongamos el primer triunfo de José Tomás en Madrid en la que cantaba esa mano izquierda del de Galapagar, o su presencia la tarde del festival de Bojilla y la de la goyesca de Antequera, o tantas y tantas tardes con su voz...
A otros se le va un familiar o un amigo querido. A todos ellos, mi abrazo sincero.
Al maestro, mi más profundo agradecimiento de aficionado y mi recuerdo.
Descanse en paz.
De su presencia en la plaza quedaban sobre todo los vídeos, más que las tardes vividas. Porque por evidentes razones de edad, fueron más las grandes faenas que nos precedieron que los destellos de sus últimas comparencencias. Estas en las que, además de apaciguar sus ansias de seguirse sintiendo torero, dejaba apuntes impagables de distancias y cites.
Antoñete nos era familiar, porque raro es el festejo que volvemos a poner en el DVD y en el que no se escucha su voz. Por eso, está siempre asociado a grandes tardes, a grandes momentos.
Pero, además, cuando recordamos su presencia en la plaza, nos invade una sensación de nostalgia por un modo de torear, clásico y profundo, que cada vez resulta más difícil de ver. Un toreo en el que dar distancia al toro es importante. Sin atosigarle, dándole su sitio, dejándole que se venga de lejos. Donde hay que dar el medio pecho. O donde se cita de frente. Donde la colocación es importante. Pero desde la más absoluta naturalidad, sin alaracas. Y donde al toro, con la muleta planchada, se le recoge delante, se le conduce en su embestida, y se le remata atrás, ligando el siguiente pase.
Esa forma de torear, además, junto con la peculiar personalidad de Chenel, tuvo una virtud que difícilmente agradeceremos lo suficiente los aficionados. A finales de los setenta y comienzos de los ochenta, la Tauromaquia se asociaba con la parte casposa y cañí de la dictadura. En plena movida, y con deseos de modernidad, los toros no estaban entre lo más cool. Sin embargo, Antoñete, su forma de ser y su toreo, fueron uno de los elementos icónicos que obligó a despejar la tauromaquia de prejuicios ideológicos. Sin aquel acercamiento de lo moderno al toreo, sería muy difícil que hoy estuviéramos viviendo la relevancia que, a pesar de muchos, tiene la Fiesta. Y, sobre todo, se haría menos creible el discurso de su dimensión cultural.
Recuerdo que en los comienzos de mi adolescencia, cuando la única plaza en la que había visto toros en vivo era la de Cáceres, y Las Ventas sólo la conocía por televisión, me sorprendió aquella estrofa de Sabina en "El joven aprendiz de pintor" (1985):
El torpe maletilla que hasta ayer afirmaba,
que con las banderillas nadie me aventajaba,
ahora que corto orejas y aplauden los del siete,
ya no dice que cito tan bien como Antoñete.
Antoñete simbolizaba un modo diferente de hacer los cosas, de estar en la plaza, de sentir la tauromaquia. Un modo reverencial, más allá de las tardes malas o de las indiferentes.
Para nosotros, se va quien ha estado presente cada vez que veíamos una faena por televisión. Y ahí le seguiremos presente siempre, cada vez que pongamos el primer triunfo de José Tomás en Madrid en la que cantaba esa mano izquierda del de Galapagar, o su presencia la tarde del festival de Bojilla y la de la goyesca de Antequera, o tantas y tantas tardes con su voz...
A otros se le va un familiar o un amigo querido. A todos ellos, mi abrazo sincero.
Al maestro, mi más profundo agradecimiento de aficionado y mi recuerdo.
Descanse en paz.
lunes, 17 de octubre de 2011
Las Ventas - Casas, Esplá y Dragó
Por la información que leemos en los portales, la rueda de prensa de Simón Casas para anunciar oficialmente su presentación al próximo concurso para la gestión de Las Ventas ha tenido no pocos elementos de interés.
Lo primero llamativo es que alguien anuncie su presentación y empiece a esbozar lo que quiere hacer sin saber, siquiera, qué es lo que pretende la Comunidad de Madrid, que a estas alturas, no ha hecho público el Pliego y, por tanto, no ha dicho ni qué va a pedir del adjudicatario ni cómo va a seleccionarlo. Por eso, para mí que lo que Simón ha hecho es, más que nada, presentar cómo él querría que se enfocara la gestión de Las Ventas. Cuando el Pliego haya visto la luz tendrá que ver cómo encaja sus ideas en el marco que diseñe la Comunidad. Pero, entre tanto, va esbozando sus propuestas.
Y la música suena, cuando menos, distinta. En comunicación, en difusión cultural, en la consideración de Las Ventas como un elemento clave en la defensa de la tauromaquia (y que va más allá de tal o cuál festejo),... Luego habrá que ver el planteamiento de la temporada y los aspectos propiamente taurinos. Pero no está mal empezar por la cultura, la difusión de la tauromaquia y la reivindicación de la ética.
La elección de sus dos acompañantes, además, demuestra una visión tremendamente inteligente. Proponiendo a Esplá para velar por la ética, lanza un guiño a todos los aficionados más ruidosos que ponen en duda aspectos de la gestión de Casas como la seriedad del toro, la diversidad de los encastes,... Esplá ha sido un mito en Madrid y tenerlo como elemento de interlocución con los aficionados es tener a alguien que es un referente en esta Plaza. Y con Dragó, además de reforzar la apuesta por uno de los intelectuales que más vehementemente han defendido la tauromaquia, lanza una señal al gobierno de la Comunidad de que no tiene nada contra ellos y que puede trabajar en armonía con los suyos. Que es probablemente el elemento (subjetivo) que más ha jugado en su contra en los últimos concursos.
Sobre la mención a que la experiencia no puede ser valorada en la selección del adjudicatario, sólo decir que es algo de lo que hemos hablado aquí desde hace varios años, por lo que no podemos sino felicitarnos de que se ponga explícitamente encima sobre el tapete.
Ahora queda esperar a ver qué es lo que hace la Comunidad (qué pide en el Pliego, cuando lo publique). Y qué ofrecen los demás licitadores: si también enfocan de forma abierta sus ofertas y cuáles son las novedades que plantean en la gestión.
Nos esperan meses del máximo interés...
Lo primero llamativo es que alguien anuncie su presentación y empiece a esbozar lo que quiere hacer sin saber, siquiera, qué es lo que pretende la Comunidad de Madrid, que a estas alturas, no ha hecho público el Pliego y, por tanto, no ha dicho ni qué va a pedir del adjudicatario ni cómo va a seleccionarlo. Por eso, para mí que lo que Simón ha hecho es, más que nada, presentar cómo él querría que se enfocara la gestión de Las Ventas. Cuando el Pliego haya visto la luz tendrá que ver cómo encaja sus ideas en el marco que diseñe la Comunidad. Pero, entre tanto, va esbozando sus propuestas.
Y la música suena, cuando menos, distinta. En comunicación, en difusión cultural, en la consideración de Las Ventas como un elemento clave en la defensa de la tauromaquia (y que va más allá de tal o cuál festejo),... Luego habrá que ver el planteamiento de la temporada y los aspectos propiamente taurinos. Pero no está mal empezar por la cultura, la difusión de la tauromaquia y la reivindicación de la ética.
La elección de sus dos acompañantes, además, demuestra una visión tremendamente inteligente. Proponiendo a Esplá para velar por la ética, lanza un guiño a todos los aficionados más ruidosos que ponen en duda aspectos de la gestión de Casas como la seriedad del toro, la diversidad de los encastes,... Esplá ha sido un mito en Madrid y tenerlo como elemento de interlocución con los aficionados es tener a alguien que es un referente en esta Plaza. Y con Dragó, además de reforzar la apuesta por uno de los intelectuales que más vehementemente han defendido la tauromaquia, lanza una señal al gobierno de la Comunidad de que no tiene nada contra ellos y que puede trabajar en armonía con los suyos. Que es probablemente el elemento (subjetivo) que más ha jugado en su contra en los últimos concursos.
Sobre la mención a que la experiencia no puede ser valorada en la selección del adjudicatario, sólo decir que es algo de lo que hemos hablado aquí desde hace varios años, por lo que no podemos sino felicitarnos de que se ponga explícitamente encima sobre el tapete.
Ahora queda esperar a ver qué es lo que hace la Comunidad (qué pide en el Pliego, cuando lo publique). Y qué ofrecen los demás licitadores: si también enfocan de forma abierta sus ofertas y cuáles son las novedades que plantean en la gestión.
Nos esperan meses del máximo interés...
domingo, 9 de octubre de 2011
Reflexiones sobre el Pliego de Málaga
Esta semana se ha publicado el nuevo Pliego que regirá la adjudicación de la gestión de la Plaza de Toros de Málaga para los próximos cinco años (con tres posibles prórrogas anuales sucesivas posteriores).
Era un Pliego esperado por la importancia de la Malagueta pero, también, por las especiales dificultades de gestión que tiene esta Plaza. Hace unos años, por razones diversas, Málaga se convirtió en Plaza de primera. Y, en consecuencia, el público (y la Diputación) quiere ver espectáculos con la categoría de una Plaza de primera. Con toros y toreros de Plaza de Primera. Y los ganaderos y los toreros exigen una remuneración acorde a una Plaza de Primera. Pero Málaga es una plaza en la que la posible recaudación por taquilla es muy inferior a la de muchas plazas de segunda (por el escaso número de localidades y por el precio de las entradas). Así, las cuentas no pueden cuadrar. Y se rebaja de lo que se puede. Contratando a toreros de menos caché, incluyendo en el abono varios festejos de escaso interés para los aficionados y reduciendo el nivel de ganadero (vía prestigio o vía trapío).
La Diputación, propietaria de la Plaza, anunció que iba a hacer un Pliego que ayudara a resolver estos problemas y a incentivar la dimensión cultural de la Fiesta. El primer Pliego, se dijo, después del traspaso de los toros al Ministerio de Cultura. Muchos se mostraron escépticos. Pero había que esperar a ver en qué se concretaban las declaraciones políticas.
El resultado es que este Pliego es, en algunos aspectos, ligeramente mejor que el anterior. Pero de un modo tan sutil que difícilmente mejorará nada. Porque el conjunto de obligaciones económicas que tiene que asumir el empresario siguen siendo muy cuantiosas. Y la rebaja del canon se compensa con la obligación de programar más festejos (difícilmente rentables), con un incremento del 50% en los erales y vacas que debe regalar a la Escuela de Tauromaquia local, con la obligación de instalar una gran pantalla por la que se pueda seguir el sorteo y enchiqueramiento,… Además, los aspectos económicos de la oferta de los licitadores siguen teniendo una importancia muy sustancial entre los criterios de adjudicación.
De este modo, el hecho de que se hayan incluido como criterios de adjudicación la promoción cultural o en las escuelas difícilmente redundará en una mayor presencia de la Tauromaquia en la ciudad de Málaga durante todo el año y en una mayor calidad de los espectáculos.
Pero veamos qué decía el Pliego de 2006 y qué dice el de 2011. Por razones de espacio nos centraremos exclusivamente en los criterios de adjudicación de ambos Pliegos con alguna breve referencia a las obligaciones del adjudicatario contenidas en ambos, pero sin entrar en aspectos técnicos que también pueden incidir de modo notable, pero que exceden un análisis general como éste (forma de cuantificar la experiencia, la calidad de los carteles, las ganaderías, seguros, etc.).
El Pliego de 2006 preveía una adjudicación por un plazo de cinco años, con tres posibles prórrogas anuales sucesivas. Un canon de 250.000 euros/año, susceptible de mejora. Y la obligación de programar, al menos, 11 corridas de toros (una de las cuales, concurso o torista), 1 de rejones y 6 novilladas de promoción, de las cuales 2 serán con picadores. Era obligatoria la celebración de 1 corrida de toros en Semana Santa y 11 en la Feria de agosto. Había que ceder a la Escuela Taurina 20 erales y 40 vacas.
La reserva de entradas a la Diputación era impresionante: 3 burladeros de callejón, palco de tendido 1 de primer piso, los tres palcos del tendido 8, 30 localidades de tendido 1 bajo, 110 localidades de primer piso de sombra, todas las localidades numeradas de primer piso de sombra de los tendidos 1, 7 y 8 que no estén incluidas en los 3 palcos existentes que queden libres, localidades para los componentes de la Escuela Taurina,…
Los criterios de adjudicación eran los siguientes:
1º Experiencia en gestión de plazas de toros: de 0 a 5 puntos.
2º Mejora en el número de espectáculos taurinos a celebrar: de 0 a 3 puntos.
3º Mejora en el tipo de licitación: de 0 a 3 puntos.
4º Reducción de los precios máximos de las localidades: de 0 a 5 puntos.
5º Reducción del precio de los abonos: hasta 2 puntos.
6º Apoyo, ayuda y promoción a la Escuela Taurina: hasta 5 puntos.
7º Otras mejoras (divulgación cultural, promoción de la Fiesta, celebración de espectáculos no taurinos, etc.): de 0 a 5 puntos.
De este modo, la experiencia suponía un 17’85% de la valoración (5/28) y los aspectos económicos (apartados 3º, 4º y 5º), un 35’7% (10/28). Es decir, un 53’55% de la adjudicación se basaba en combinación de experiencia y aspectos económicos. La calidad de los festejos, de la programación o de su difusión no tenía una valoración específica. Sólo se premiaba la cantidad (apartado 2º) y el resto de las cuestiones podían incluirse como mejoras con cualesquiera otros aspectos taurinos o no (apartado 7º).
Aparentemente, el Pliego de 2011 mejora algo las cosas. Se trata también de una adjudicación por un plazo de cinco años, con tres posibles prórrogas anuales sucesivas. El canon se rebaja hasta los 200.000 euros/año (es decir, un 20%), pero es también susceptible de mejora. Se aumenta la obligación de programar festejos, añadiendo una corrida de toros más. Pero las fechas en las que debe haber toros también se incrementan, por lo que los festejos no pueden concentrarse en la Feria de Agosto (otra cosa será si pueden incluirse o no en los abonos). Si antes era obligatoria la celebración de 1 corrida de toros en Semana Santa y 11 en la Feria de agosto, ahora son 2 en Semana Santa (Sábado Santo y Domingo de Resurrección), el domingo más próximo al 18 de junio, Feria de agosto (con al menos 9 corrida de toros, incluida la de rejones, y una novillada con picadores) y el fin de semana más próximo al 8 de septiembre (con al menos uno de los triunfadores de la Feria de Málaga de ese año).
Si antes había que ceder a la Escuela Taurina 20 erales y 40 vacas, ahora son 30 y 60.
La reserva de entradas a la Diputación disminuye ligeramente, pero no deja de impresionar: 2 burladeros de callejón, palco de tendido 1 de primer piso, los cuatro palcos del tendido 8, 30 localidades de tendido 1 bajo, 110 localidades de primer piso de sombra, todas las localidades numeradas de primer piso de sombra de los tendidos 7 y 8 y las restantes del tendido 1 hasta completar las 450 localidades que no estén incluidas en los 4 palcos existentes que queden libres, localidades para los componentes de la Escuela Taurina,…
Los criterios de adjudicación sí sufren una modificación realmente sustancial. Ahora se dividen en dos tipos, los que dependen de un juicio de valor y los automáticos. (Diferencia que incide en el “sobre” en el que deben incluirse en la propuesta, para ajustar el orden en que deben abrirse y valorarse cada uno de ellos).
A) Dependen de un juicio de valor
1º Desarrollo de la programación taurina con compromiso de contratar a matadores de especial interés: de 0 a 4 puntos.
2º Implicación en el programa “los toros, en las escuelas”: de 0 a 3 puntos.
3º Comunicación y publicidad: de 0 a 2 puntos.
4º Cualquier otra mejora: de 0 a 2 puntos.
B) Automáticos
1º Apoyo a la Escuela Taurina: hasta 2 puntos.
2º Donación de piezas al Museo Antonio Ordóñez o al Centro Provincial de Estudios Taurinos (en función de su valoración económica): de 0 a 3 puntos.
3º Desarrollo de una programación cultural estable (en función de su valoración económica): de 0 a 3 puntos.
4º Experiencia: de 0 a 5 puntos.
5º Mejora en la calidad o número de espectáculos: de 0 a 3 puntos.
6º Incremento en el canon: de 0 a 4 puntos.
7º Reducción de precios: de 0 a 2.
8º Reducción del precio de los abonos: de 0 a 3.
9º Fomento de la fiesta entre los jóvenes con visitas a ganaderías: de 0 a 2.
10º Número de espectáculos no taurinos: hasta 3 puntos.
11º Compromiso de contratación de ganaderos que hayan lidiado en plazas de primera: de 0 a 4 puntos.
Como puede apreciarse, en estos criterios de selección sí hay una apuesta específica por los aspectos culturales o por la promoción de la Fiesta. Pero de un modo tan difuminado y tan peculiar que difícilmente puede considerarse que sean los elementos determinantes.
En primer término, porque el conjunto de la experiencia y los aspectos económicos, sin tener el peso que tenían en el anterior Pliego, siguen siendo muy importantes.
Respecto a la experiencia, lo que hace este Pliego es, cuando menos, peculiar. Entre los criterios de solvencia técnica, es decir, entre los requisitos para poderse presentar al concurso, se exige “Acreditación de ser haber sido titulares o concesionarios en España de una Plaza de Toros de Primera o Segunda Categoría, sin tacha en la gestión durante un período mínimo de un año”. Y luego, entre los elementos objeto de valoración (“y al objeto de asegurar la mejor gestión del presente servicio público”, se dice), se valora entre 0 y 5 puntos (respecto a un total de 45) la actividad al frente de plazas de toros (1 punto por cada dos años o fracción en plazas de primera y 0,2 puntos en plazas de segunda).
Lo primero que hay que decir, como ya hemos señalado otras veces, es que esta valoración de la experiencia no es legal. Y así lo han declarado tanto la Junta Consultiva de Contratación como diversos Tribunales.
Pero más allá de eso, lo que resulta inaudito es que, con la complejidad que hemos indicado que tiene la Plaza de Málaga por sus peculiaridades, y con la complejidad añadida de tener que dar festejos en fecha en las que hasta ahora no los había, baste con haber sido titular o explotador un año de una plaza de primera o de segunda para presentarse al concurso. Da igual cuándo se haya hecho la explotación. Da igual cuántos festejos se hayan organizado (hay plazas de segunda que no dan más de dos o tres festejos al año…). ¿Sería razonable que alguien que hace veinte años hubiera organizado tres festejos en una plaza de segunda pudiera presentarse…? ¿No es más lógico que la experiencia que se exigiera como requisito de solvencia técnica fuera mayor, pero que no se valorara luego el tener un poquito más o menos de experiencia?
El asunto de la experiencia en los contratos de gestión de las plazas de toros es algo que tiene que enfocarse con mayor seriedad. Lo de este concurso no tiene sentido alguno.
En el apartado económico, el planteamiento que se ha hecho también invita a hacer algunas reflexiones. En primer término, si bien ha habido una rebaja en el canon, parece que difícilmente puede compensar las mayores exigencias que impone el Pliego. Pero, además, hay varios apartados (B 2º, 6º, 7º y 8º) en los que el asunto económico es valorado. En conjunto, 12 puntos de 45. Incluyo aquí el asunto de las donaciones al Museo, porque en el fondo tanto da decir que se valora la donación al Museo que comprometerse (la Diputación) a reinvertir parte del canon en el Museo. En el fondo, no es una promoción cultural directa, sino pedir más dinero al concesionario.
Así, difícilmente saldrán las cuentas. Lo más probable es que se siga recortando en toros y toreros. Y será la Fiesta la que sufrirá. Además, seguir dando una importancia tan relevante a los aspectos económicos (un 26’6%) supone premiar la entrada de profesionales ajenos al sector, o poco serios dentro del mismo, que hagan ofertas muy agresivas en lo económico que redundarán en una rebaja de la calidad del espectáculo. Uno puede ofrecer mejor canon, más donación al museo, menos precio de las entradas y de los abonos,… y a ver qué toreros contrata luego y qué ganadería (o, dentro de la misma ganadería, a ver si contrata de lo caro o de lo barato).
Experiencia y aspectos económicos suponen un 37’7% de la valoración. Es menos que el 53’55% del Pliego anterior, pero es un porcentaje que creo que no puede llevar a afirmar que es el modelo de Pliego para una actividad cultural. Desde luego, en ninguna otra actividad cultural los criterios para su gestión serían parecidos a esto.
En cuanto a la programación, el planteamiento de la temporada, lo que es el verdadero meollo de una contratación de este tipo, sólo hay un aspecto de valoración que es el A-1º. Y sólo supone 4 de los 45 puntos posibles. Esos cuatro puntos son los mismos que se utilizan para valorar la contratación de ganaderías que hayan lidiado en plazas de primera (B-11º). Pero teniendo en cuenta la de ganaderías que lidian al año en Madrid, y el escaso juego general, no sé si ese es un verdadero criterio de calidad. El apartado B-5º valora con hasta 3 puntos la “mejora en la calidad o número de los espectáculos taurinos a celebrar”. Conforme al Pliego, lo que de verdad se premia es dar más espectáculos. Nada sobre su posible calidad.
Algo parecido sucede en relación con los aspectos relativos a la difusión de la Fiesta y a su dimensión cultural. Se valora con dos puntos la comunicación y publicidad (A-3º), con otros dos las mejoras (A-4º) y con hasta 3 la existencia de una programación cultural estable (B-3º) (valorando en este caso, exclusivamente, el importe que se destine, no la calidad de la propuesta). Por tanto, la imaginación y posibles nuevas ideas sólo se valoran con un máximo de cuatro puntos (lo mismo, por ejemplo, que la mejora del canon). Y la insistencia en que haya una programación cultural sólo se valora en función de su cuantía y con independencia de su originalidad, eficacia o buen hacer.
Más curiosos son otros criterios, como la colaboración en el programa “los toros, en las escuelas” (A-2º, hasta 3 puntos) (conferencias, proyecciones audiovisuales, visitas a ganaderías o a plazas de toros, etc.) o el fomento de la fiesta entre menores de 28 años abonados a La Malagueta, con visitas a ganaderías (B-9º) que otorga hasta dos puntos, asignándose 0’5 puntos por cada ganadería. En cuanto a lo de las escuelas, es evidente que el fomento de la afición entre los más jóvenes es importante. Pero que eso se tenga que concretar en un programa concreto y para chavales de una edad específica, es más que discutible. Lo de los “jóvenes” es más peculiar aún, porque se limita la juventud a los 28 años, se circunscribe a los abonados de La Malagueta (en vez de tratar de que la difusión alcance a nuevos jóvenes) y sólo se premia la supuesta promoción a través de visitas a ganaderías, excluyendo cualquier otro medio. Siendo así, y alcanzándose la puntuación máxima con la organización de cuatro visitas a ganaderías, lo mejor hubiera sido incluir estas cuatro visitas entre las obligaciones de los licitadores y quitarlo como criterio de selección.
Por último, se da cierta puntuación a la organización de otros espectáculos (B-10º) y el fomento a la Escuela Taurina (B-1º).
En definitiva, se trata de un Pliego donde el enfoque de la experiencia no sólo se aparta de criterios legales, sino que, además, tiene un planteamiento bastante poco afortunado. Donde los aspectos económicos siguen teniendo un peso muy importante, cuando las peculiaridades de esta plaza hubieran requerido en este apartado una menor exigencia a los futuros gestores. Donde la valoración de actuaciones realmente creativas en materia de contratación taurina y promoción cultural de la Fiesta es muy escasa. Y donde hay multitud de pequeños aspectos en los que se utiliza al empresario como proveedor de recursos de actuaciones totalmente dirigidas desde la Diputación.
Los criterios de selección deberían permitir premiar la oferta más imaginativa. Y para eso resulta imprescindible un menor dirigismo y una mayor valoración de los aspectos en los que el empresario muestra su creatividad. Plantear como criterios de selección incrementos en la cantidad de las obligaciones que ya establece el Pliego (* puntos por cada festejo más que se programe, * por cada aportación a *, * por cada visita a una ganadería,…) es una trampa. Porque así no se selecciona una oferta más imaginativa, sino a quien da, de lo mismo, un poco más. Haciéndolo, muy probablemente, a costa de la calidad de los festejos. Por el enorme coste que todo ello implica.
No, este no es, no puede ser, el modelo de Pliego después del traspaso al Ministerio de Cultura. Y, si lo es, estamos listos.
Era un Pliego esperado por la importancia de la Malagueta pero, también, por las especiales dificultades de gestión que tiene esta Plaza. Hace unos años, por razones diversas, Málaga se convirtió en Plaza de primera. Y, en consecuencia, el público (y la Diputación) quiere ver espectáculos con la categoría de una Plaza de primera. Con toros y toreros de Plaza de Primera. Y los ganaderos y los toreros exigen una remuneración acorde a una Plaza de Primera. Pero Málaga es una plaza en la que la posible recaudación por taquilla es muy inferior a la de muchas plazas de segunda (por el escaso número de localidades y por el precio de las entradas). Así, las cuentas no pueden cuadrar. Y se rebaja de lo que se puede. Contratando a toreros de menos caché, incluyendo en el abono varios festejos de escaso interés para los aficionados y reduciendo el nivel de ganadero (vía prestigio o vía trapío).
La Diputación, propietaria de la Plaza, anunció que iba a hacer un Pliego que ayudara a resolver estos problemas y a incentivar la dimensión cultural de la Fiesta. El primer Pliego, se dijo, después del traspaso de los toros al Ministerio de Cultura. Muchos se mostraron escépticos. Pero había que esperar a ver en qué se concretaban las declaraciones políticas.
El resultado es que este Pliego es, en algunos aspectos, ligeramente mejor que el anterior. Pero de un modo tan sutil que difícilmente mejorará nada. Porque el conjunto de obligaciones económicas que tiene que asumir el empresario siguen siendo muy cuantiosas. Y la rebaja del canon se compensa con la obligación de programar más festejos (difícilmente rentables), con un incremento del 50% en los erales y vacas que debe regalar a la Escuela de Tauromaquia local, con la obligación de instalar una gran pantalla por la que se pueda seguir el sorteo y enchiqueramiento,… Además, los aspectos económicos de la oferta de los licitadores siguen teniendo una importancia muy sustancial entre los criterios de adjudicación.
De este modo, el hecho de que se hayan incluido como criterios de adjudicación la promoción cultural o en las escuelas difícilmente redundará en una mayor presencia de la Tauromaquia en la ciudad de Málaga durante todo el año y en una mayor calidad de los espectáculos.
Pero veamos qué decía el Pliego de 2006 y qué dice el de 2011. Por razones de espacio nos centraremos exclusivamente en los criterios de adjudicación de ambos Pliegos con alguna breve referencia a las obligaciones del adjudicatario contenidas en ambos, pero sin entrar en aspectos técnicos que también pueden incidir de modo notable, pero que exceden un análisis general como éste (forma de cuantificar la experiencia, la calidad de los carteles, las ganaderías, seguros, etc.).
El Pliego de 2006 preveía una adjudicación por un plazo de cinco años, con tres posibles prórrogas anuales sucesivas. Un canon de 250.000 euros/año, susceptible de mejora. Y la obligación de programar, al menos, 11 corridas de toros (una de las cuales, concurso o torista), 1 de rejones y 6 novilladas de promoción, de las cuales 2 serán con picadores. Era obligatoria la celebración de 1 corrida de toros en Semana Santa y 11 en la Feria de agosto. Había que ceder a la Escuela Taurina 20 erales y 40 vacas.
La reserva de entradas a la Diputación era impresionante: 3 burladeros de callejón, palco de tendido 1 de primer piso, los tres palcos del tendido 8, 30 localidades de tendido 1 bajo, 110 localidades de primer piso de sombra, todas las localidades numeradas de primer piso de sombra de los tendidos 1, 7 y 8 que no estén incluidas en los 3 palcos existentes que queden libres, localidades para los componentes de la Escuela Taurina,…
Los criterios de adjudicación eran los siguientes:
1º Experiencia en gestión de plazas de toros: de 0 a 5 puntos.
2º Mejora en el número de espectáculos taurinos a celebrar: de 0 a 3 puntos.
3º Mejora en el tipo de licitación: de 0 a 3 puntos.
4º Reducción de los precios máximos de las localidades: de 0 a 5 puntos.
5º Reducción del precio de los abonos: hasta 2 puntos.
6º Apoyo, ayuda y promoción a la Escuela Taurina: hasta 5 puntos.
7º Otras mejoras (divulgación cultural, promoción de la Fiesta, celebración de espectáculos no taurinos, etc.): de 0 a 5 puntos.
De este modo, la experiencia suponía un 17’85% de la valoración (5/28) y los aspectos económicos (apartados 3º, 4º y 5º), un 35’7% (10/28). Es decir, un 53’55% de la adjudicación se basaba en combinación de experiencia y aspectos económicos. La calidad de los festejos, de la programación o de su difusión no tenía una valoración específica. Sólo se premiaba la cantidad (apartado 2º) y el resto de las cuestiones podían incluirse como mejoras con cualesquiera otros aspectos taurinos o no (apartado 7º).
Aparentemente, el Pliego de 2011 mejora algo las cosas. Se trata también de una adjudicación por un plazo de cinco años, con tres posibles prórrogas anuales sucesivas. El canon se rebaja hasta los 200.000 euros/año (es decir, un 20%), pero es también susceptible de mejora. Se aumenta la obligación de programar festejos, añadiendo una corrida de toros más. Pero las fechas en las que debe haber toros también se incrementan, por lo que los festejos no pueden concentrarse en la Feria de Agosto (otra cosa será si pueden incluirse o no en los abonos). Si antes era obligatoria la celebración de 1 corrida de toros en Semana Santa y 11 en la Feria de agosto, ahora son 2 en Semana Santa (Sábado Santo y Domingo de Resurrección), el domingo más próximo al 18 de junio, Feria de agosto (con al menos 9 corrida de toros, incluida la de rejones, y una novillada con picadores) y el fin de semana más próximo al 8 de septiembre (con al menos uno de los triunfadores de la Feria de Málaga de ese año).
Si antes había que ceder a la Escuela Taurina 20 erales y 40 vacas, ahora son 30 y 60.
La reserva de entradas a la Diputación disminuye ligeramente, pero no deja de impresionar: 2 burladeros de callejón, palco de tendido 1 de primer piso, los cuatro palcos del tendido 8, 30 localidades de tendido 1 bajo, 110 localidades de primer piso de sombra, todas las localidades numeradas de primer piso de sombra de los tendidos 7 y 8 y las restantes del tendido 1 hasta completar las 450 localidades que no estén incluidas en los 4 palcos existentes que queden libres, localidades para los componentes de la Escuela Taurina,…
Los criterios de adjudicación sí sufren una modificación realmente sustancial. Ahora se dividen en dos tipos, los que dependen de un juicio de valor y los automáticos. (Diferencia que incide en el “sobre” en el que deben incluirse en la propuesta, para ajustar el orden en que deben abrirse y valorarse cada uno de ellos).
A) Dependen de un juicio de valor
1º Desarrollo de la programación taurina con compromiso de contratar a matadores de especial interés: de 0 a 4 puntos.
2º Implicación en el programa “los toros, en las escuelas”: de 0 a 3 puntos.
3º Comunicación y publicidad: de 0 a 2 puntos.
4º Cualquier otra mejora: de 0 a 2 puntos.
B) Automáticos
1º Apoyo a la Escuela Taurina: hasta 2 puntos.
2º Donación de piezas al Museo Antonio Ordóñez o al Centro Provincial de Estudios Taurinos (en función de su valoración económica): de 0 a 3 puntos.
3º Desarrollo de una programación cultural estable (en función de su valoración económica): de 0 a 3 puntos.
4º Experiencia: de 0 a 5 puntos.
5º Mejora en la calidad o número de espectáculos: de 0 a 3 puntos.
6º Incremento en el canon: de 0 a 4 puntos.
7º Reducción de precios: de 0 a 2.
8º Reducción del precio de los abonos: de 0 a 3.
9º Fomento de la fiesta entre los jóvenes con visitas a ganaderías: de 0 a 2.
10º Número de espectáculos no taurinos: hasta 3 puntos.
11º Compromiso de contratación de ganaderos que hayan lidiado en plazas de primera: de 0 a 4 puntos.
Como puede apreciarse, en estos criterios de selección sí hay una apuesta específica por los aspectos culturales o por la promoción de la Fiesta. Pero de un modo tan difuminado y tan peculiar que difícilmente puede considerarse que sean los elementos determinantes.
En primer término, porque el conjunto de la experiencia y los aspectos económicos, sin tener el peso que tenían en el anterior Pliego, siguen siendo muy importantes.
Respecto a la experiencia, lo que hace este Pliego es, cuando menos, peculiar. Entre los criterios de solvencia técnica, es decir, entre los requisitos para poderse presentar al concurso, se exige “Acreditación de ser haber sido titulares o concesionarios en España de una Plaza de Toros de Primera o Segunda Categoría, sin tacha en la gestión durante un período mínimo de un año”. Y luego, entre los elementos objeto de valoración (“y al objeto de asegurar la mejor gestión del presente servicio público”, se dice), se valora entre 0 y 5 puntos (respecto a un total de 45) la actividad al frente de plazas de toros (1 punto por cada dos años o fracción en plazas de primera y 0,2 puntos en plazas de segunda).
Lo primero que hay que decir, como ya hemos señalado otras veces, es que esta valoración de la experiencia no es legal. Y así lo han declarado tanto la Junta Consultiva de Contratación como diversos Tribunales.
Pero más allá de eso, lo que resulta inaudito es que, con la complejidad que hemos indicado que tiene la Plaza de Málaga por sus peculiaridades, y con la complejidad añadida de tener que dar festejos en fecha en las que hasta ahora no los había, baste con haber sido titular o explotador un año de una plaza de primera o de segunda para presentarse al concurso. Da igual cuándo se haya hecho la explotación. Da igual cuántos festejos se hayan organizado (hay plazas de segunda que no dan más de dos o tres festejos al año…). ¿Sería razonable que alguien que hace veinte años hubiera organizado tres festejos en una plaza de segunda pudiera presentarse…? ¿No es más lógico que la experiencia que se exigiera como requisito de solvencia técnica fuera mayor, pero que no se valorara luego el tener un poquito más o menos de experiencia?
El asunto de la experiencia en los contratos de gestión de las plazas de toros es algo que tiene que enfocarse con mayor seriedad. Lo de este concurso no tiene sentido alguno.
En el apartado económico, el planteamiento que se ha hecho también invita a hacer algunas reflexiones. En primer término, si bien ha habido una rebaja en el canon, parece que difícilmente puede compensar las mayores exigencias que impone el Pliego. Pero, además, hay varios apartados (B 2º, 6º, 7º y 8º) en los que el asunto económico es valorado. En conjunto, 12 puntos de 45. Incluyo aquí el asunto de las donaciones al Museo, porque en el fondo tanto da decir que se valora la donación al Museo que comprometerse (la Diputación) a reinvertir parte del canon en el Museo. En el fondo, no es una promoción cultural directa, sino pedir más dinero al concesionario.
Así, difícilmente saldrán las cuentas. Lo más probable es que se siga recortando en toros y toreros. Y será la Fiesta la que sufrirá. Además, seguir dando una importancia tan relevante a los aspectos económicos (un 26’6%) supone premiar la entrada de profesionales ajenos al sector, o poco serios dentro del mismo, que hagan ofertas muy agresivas en lo económico que redundarán en una rebaja de la calidad del espectáculo. Uno puede ofrecer mejor canon, más donación al museo, menos precio de las entradas y de los abonos,… y a ver qué toreros contrata luego y qué ganadería (o, dentro de la misma ganadería, a ver si contrata de lo caro o de lo barato).
Experiencia y aspectos económicos suponen un 37’7% de la valoración. Es menos que el 53’55% del Pliego anterior, pero es un porcentaje que creo que no puede llevar a afirmar que es el modelo de Pliego para una actividad cultural. Desde luego, en ninguna otra actividad cultural los criterios para su gestión serían parecidos a esto.
En cuanto a la programación, el planteamiento de la temporada, lo que es el verdadero meollo de una contratación de este tipo, sólo hay un aspecto de valoración que es el A-1º. Y sólo supone 4 de los 45 puntos posibles. Esos cuatro puntos son los mismos que se utilizan para valorar la contratación de ganaderías que hayan lidiado en plazas de primera (B-11º). Pero teniendo en cuenta la de ganaderías que lidian al año en Madrid, y el escaso juego general, no sé si ese es un verdadero criterio de calidad. El apartado B-5º valora con hasta 3 puntos la “mejora en la calidad o número de los espectáculos taurinos a celebrar”. Conforme al Pliego, lo que de verdad se premia es dar más espectáculos. Nada sobre su posible calidad.
Algo parecido sucede en relación con los aspectos relativos a la difusión de la Fiesta y a su dimensión cultural. Se valora con dos puntos la comunicación y publicidad (A-3º), con otros dos las mejoras (A-4º) y con hasta 3 la existencia de una programación cultural estable (B-3º) (valorando en este caso, exclusivamente, el importe que se destine, no la calidad de la propuesta). Por tanto, la imaginación y posibles nuevas ideas sólo se valoran con un máximo de cuatro puntos (lo mismo, por ejemplo, que la mejora del canon). Y la insistencia en que haya una programación cultural sólo se valora en función de su cuantía y con independencia de su originalidad, eficacia o buen hacer.
Más curiosos son otros criterios, como la colaboración en el programa “los toros, en las escuelas” (A-2º, hasta 3 puntos) (conferencias, proyecciones audiovisuales, visitas a ganaderías o a plazas de toros, etc.) o el fomento de la fiesta entre menores de 28 años abonados a La Malagueta, con visitas a ganaderías (B-9º) que otorga hasta dos puntos, asignándose 0’5 puntos por cada ganadería. En cuanto a lo de las escuelas, es evidente que el fomento de la afición entre los más jóvenes es importante. Pero que eso se tenga que concretar en un programa concreto y para chavales de una edad específica, es más que discutible. Lo de los “jóvenes” es más peculiar aún, porque se limita la juventud a los 28 años, se circunscribe a los abonados de La Malagueta (en vez de tratar de que la difusión alcance a nuevos jóvenes) y sólo se premia la supuesta promoción a través de visitas a ganaderías, excluyendo cualquier otro medio. Siendo así, y alcanzándose la puntuación máxima con la organización de cuatro visitas a ganaderías, lo mejor hubiera sido incluir estas cuatro visitas entre las obligaciones de los licitadores y quitarlo como criterio de selección.
Por último, se da cierta puntuación a la organización de otros espectáculos (B-10º) y el fomento a la Escuela Taurina (B-1º).
En definitiva, se trata de un Pliego donde el enfoque de la experiencia no sólo se aparta de criterios legales, sino que, además, tiene un planteamiento bastante poco afortunado. Donde los aspectos económicos siguen teniendo un peso muy importante, cuando las peculiaridades de esta plaza hubieran requerido en este apartado una menor exigencia a los futuros gestores. Donde la valoración de actuaciones realmente creativas en materia de contratación taurina y promoción cultural de la Fiesta es muy escasa. Y donde hay multitud de pequeños aspectos en los que se utiliza al empresario como proveedor de recursos de actuaciones totalmente dirigidas desde la Diputación.
Los criterios de selección deberían permitir premiar la oferta más imaginativa. Y para eso resulta imprescindible un menor dirigismo y una mayor valoración de los aspectos en los que el empresario muestra su creatividad. Plantear como criterios de selección incrementos en la cantidad de las obligaciones que ya establece el Pliego (* puntos por cada festejo más que se programe, * por cada aportación a *, * por cada visita a una ganadería,…) es una trampa. Porque así no se selecciona una oferta más imaginativa, sino a quien da, de lo mismo, un poco más. Haciéndolo, muy probablemente, a costa de la calidad de los festejos. Por el enorme coste que todo ello implica.
No, este no es, no puede ser, el modelo de Pliego después del traspaso al Ministerio de Cultura. Y, si lo es, estamos listos.
sábado, 8 de octubre de 2011
Padilla, San Miguel y Otoño
Vamos con retraso y hay que aprovechar los fines de semana para tratar de ponerse al día. Hoy tenía previsto comentar las ferias de San Miguel y Otoño, y a ello iremos en breve, pero las primeras palabras quiero que sean de ánimo para Juan José Padilla, para su familia y para los suyos. Padilla es un torero que lucha en la parte más dura de la Fiesta, en la de las corridas más broncas y las ganaderías más inciertas. Pero lo hace mostrando siempre un lado amable, un sentido lúdico que es encomiable. Un torero con enorme afición que ha dejado gestos impagables, como cuando el año pasado, al encerrarse en solitario con seis toros en Sanlúcar de Barrameda, toreó en una silla y con una muleta blanca, reivindicando los orígenes del toreo. O como cuando se encaró con los del siete en Las Ventas, algo que algunos no le perdonarán nunca, pero que es un gesto tan torero como cualquier otro y que debería repetirse mucho más con seres que tienen en la plaza comportamientos tan poco edificantes.
Ayer, Padilla sufrió una cogida espeluznante. Parece que a estas horas no se teme por su vida, pero que hay secuelas que tardarán en curar (esperemos que pueda recuperar la visión del ojo izquierdo). Un hombre que sale destrozado de una cornada como esa gritando “no veo” y clamando por sus hijos es un personaje que merece toda nuestra admiración. Son estas cornadas, y no la muerte de los toros, lo que puede hacer cuestionarnos la tauromaquia. Este es el verdadero debate ético. Y no el que proponen esos supuestos animalistas que ayer se burlaban de la cogida en internet. Que sujetos como esos quieran dar lecciones de moral es algo inadmisible. Su perversión es tan abyecta que debería ser objeto no sólo de tratamiento psiquiátrico, sino de condena jurídica. Y que sean las supuestas bondades filosóficas de sus propuestas las que tengan refrendo legislativo en sitios como Cataluña convierte en un esperpento la prohibición y en marionetas de lo absurdo a los políticos que han seguido sus consignas.
Nuevamente, todo mi ánimo para Padilla y para los suyos. Esperemos una pronta recuperación. Primero en lo físico. Luego, con los suyos. Y más tarde, cuando quiera, en los ruedos.
El repaso de San Miguel y de la Feria de Otoño parece ahora, no sólo lejano, sino casi prescindible. Pero dejemos unas pinceladas.
En Sevilla vimos las corridas del viernes, sábado y domingo. El viernes, Fandiño, Mora y Esaú se las vieron con un encierro de Pereda malo, descastado y sin gracia. Para colmo, el viento (compañero habitual en Las Ventas, pero no en La Maestranza) nos hizo compañía para complicar la tarde. Fandiño demostró su valor, su buen momento y dejó el mejor toreo con la muleta en el cuarto de la tarde. Nos permitió recordar, además, su particular concepción del toreo que consiste en dejar siempre la muleta muy adelantada. Algo que repitió en su tarde de Madrid. David Mora dejó momentos de toreo mágico con el capote; es el que mejor corte torero tiene de los tres, y lo demostró lo que le dejaron los toros y el viento. Esaú quiso demostrar sus ganas yéndose a porta gayola en sus dos toros, pero, una vez en pie, no dejó nada reseñable. Si quiere seguir en esto tiene que mejorar mucho.
La corrida del sábado, de Torrealta, no acabó de romper, pero dejó pasajes de interés. El Cid, al primero, el mejor toro de la tarde, lo toreó con solvencia, pero más acompañando al toro que embraguetándose con él. Era un toro con el que creemos que podría haber dado más de sí. Hubo momentos buenos, pero sin romper como se merecía. Talavante no tuvo un buen lote, pero aun así dejó un toreo templado y hondo excepcional. La faena al sexto tuvo momentos de mucha expresión, con un Talavante al que se vio muy tranquilo y poderoso. Castella estuvo discreto, ni bien ni mal, pero no hubo nada relevante de lo que acordarse.
Lo del domingo fue prodigioso en los dos primeros toros y luego se acabó. La faena de Curro Díaz fue tan inverosímil que cuando los mulilleros estaban arrastrando al toro la gente seguía preguntándose qué había sido aquello. Y aquello fue un toreo hondo, cadencioso, personalísimo, de pases con la muleta casi muerta que crearon una magnífica obra de arte efímera. La grandeza de toreros como Curro Díaz es que uno sabe que una faena así la ve sólo una vez. Que podrá verle torear muy bien otras tardes; pero que cada una será radicalmente distinta. ¡Qué pena que este torero haya tenido tan poco sitio este año y que haya desplegado tan poco este toreo con sabor! El Juli con el segundo estuvo soberbio. Lección de poder a un toro nada fácil al que dominó con una sabiduría y un saber estar memorables, para acabar toreando, además, con temple y hondura en un par de series cuando, al final, lo había dominado. Una pena que fallara con la espada. A partir de ahí, lo más reseñable, además de que los toreros lo siguieron intentando, fue la colosal obra, una vez más, de la cuadrilla de Manzanares, que dan una lección de lidia en cada toro. Manzanares, a pesar de su disposición, no tuvo en ninguno de sus oponentes un adversario con el que se pudiera hacer el toreo grande.
Lo del fin de semana pasado en Madrid es más fácil de resumir. En la corrida del viernes, los toros del Puerto de San Lorenzo salieron malos malísimos y flojos flojísimos, sin casta ni gracia alguna, salvo el cuarto que le correspondió… al Cid. (Por cierto, que si el de Salteras monta una peña para jugar a la Primitiva, invierto lo que haga falta: vaya suerte que tiene con los papelitos). El Cid citó al toro desde los medios al natural en el comienzo de la faena y tuvo momentos de gran toreo. Es un torero honesto, que deja al público ver a los toros y que pone todo su empeño en cada trasteo. En este hubo momentos importantes, pero tal vez sin la rotundidad que nos hubiera gustado. Falló con la espada y no hubo triunfo.
El sábado, lo de Gavira salió conforme a lo esperado. Es decir, malo malísimo. Sin embestir ni una sola vez. Así, las ilusiones y el buen hacer de Fandiño y Mora, y las ganas de la afición de verlos, se estrellaron contra un muro de falta de casta. Esto no era la oportunidad de rematar en Madrid la temporada en la que han destacado como los dos mejores toreros de los que van a la caza de las figuras. Esto es una encerrona. Deberían repetirlos, mano a mano, en el comienzo de San Isidro de 2012. Pero con una corrida de garantías. ¿Por qué se eligió lo de Gavira? ¿Qué había de nuevo para suponer que no iba a salir como aquella infausta de Sevilla de hace dos años contra la que se estrellaron Morante y Talavante? ¿O es que era la más barata de las que había en el campo?
Y lo de Adolfo, el domingo, infumable. Cornalones para dar miedo. Pero dentro, nada. Un despropósito de corrida. No puedo entender a los que han dicho en comentarios varios que prefieren mil veces una corrida de esta a cualquiera del encaste Domecq. Que hagan, por favor, una plaza y una feria sólo para ellos. Si hay algún torero que quiere torear para quien tiene esta visión de la “fiesta”. Los toros tienen que embestir. Lo que viene siendo seguir la muleta. Con más o menos peligro. Y exigiendo una técnica depurada o una mayor facilidad. Pero lo de Adolfo no metió la cara para seguir los engaños ni una sola vez. Y así no se puede. No hay tauromaquia posible.
… Y volvemos al recuerdo a Padilla. ¡Ánimo, maestro!
Ayer, Padilla sufrió una cogida espeluznante. Parece que a estas horas no se teme por su vida, pero que hay secuelas que tardarán en curar (esperemos que pueda recuperar la visión del ojo izquierdo). Un hombre que sale destrozado de una cornada como esa gritando “no veo” y clamando por sus hijos es un personaje que merece toda nuestra admiración. Son estas cornadas, y no la muerte de los toros, lo que puede hacer cuestionarnos la tauromaquia. Este es el verdadero debate ético. Y no el que proponen esos supuestos animalistas que ayer se burlaban de la cogida en internet. Que sujetos como esos quieran dar lecciones de moral es algo inadmisible. Su perversión es tan abyecta que debería ser objeto no sólo de tratamiento psiquiátrico, sino de condena jurídica. Y que sean las supuestas bondades filosóficas de sus propuestas las que tengan refrendo legislativo en sitios como Cataluña convierte en un esperpento la prohibición y en marionetas de lo absurdo a los políticos que han seguido sus consignas.
Nuevamente, todo mi ánimo para Padilla y para los suyos. Esperemos una pronta recuperación. Primero en lo físico. Luego, con los suyos. Y más tarde, cuando quiera, en los ruedos.
El repaso de San Miguel y de la Feria de Otoño parece ahora, no sólo lejano, sino casi prescindible. Pero dejemos unas pinceladas.
En Sevilla vimos las corridas del viernes, sábado y domingo. El viernes, Fandiño, Mora y Esaú se las vieron con un encierro de Pereda malo, descastado y sin gracia. Para colmo, el viento (compañero habitual en Las Ventas, pero no en La Maestranza) nos hizo compañía para complicar la tarde. Fandiño demostró su valor, su buen momento y dejó el mejor toreo con la muleta en el cuarto de la tarde. Nos permitió recordar, además, su particular concepción del toreo que consiste en dejar siempre la muleta muy adelantada. Algo que repitió en su tarde de Madrid. David Mora dejó momentos de toreo mágico con el capote; es el que mejor corte torero tiene de los tres, y lo demostró lo que le dejaron los toros y el viento. Esaú quiso demostrar sus ganas yéndose a porta gayola en sus dos toros, pero, una vez en pie, no dejó nada reseñable. Si quiere seguir en esto tiene que mejorar mucho.
La corrida del sábado, de Torrealta, no acabó de romper, pero dejó pasajes de interés. El Cid, al primero, el mejor toro de la tarde, lo toreó con solvencia, pero más acompañando al toro que embraguetándose con él. Era un toro con el que creemos que podría haber dado más de sí. Hubo momentos buenos, pero sin romper como se merecía. Talavante no tuvo un buen lote, pero aun así dejó un toreo templado y hondo excepcional. La faena al sexto tuvo momentos de mucha expresión, con un Talavante al que se vio muy tranquilo y poderoso. Castella estuvo discreto, ni bien ni mal, pero no hubo nada relevante de lo que acordarse.
Lo del domingo fue prodigioso en los dos primeros toros y luego se acabó. La faena de Curro Díaz fue tan inverosímil que cuando los mulilleros estaban arrastrando al toro la gente seguía preguntándose qué había sido aquello. Y aquello fue un toreo hondo, cadencioso, personalísimo, de pases con la muleta casi muerta que crearon una magnífica obra de arte efímera. La grandeza de toreros como Curro Díaz es que uno sabe que una faena así la ve sólo una vez. Que podrá verle torear muy bien otras tardes; pero que cada una será radicalmente distinta. ¡Qué pena que este torero haya tenido tan poco sitio este año y que haya desplegado tan poco este toreo con sabor! El Juli con el segundo estuvo soberbio. Lección de poder a un toro nada fácil al que dominó con una sabiduría y un saber estar memorables, para acabar toreando, además, con temple y hondura en un par de series cuando, al final, lo había dominado. Una pena que fallara con la espada. A partir de ahí, lo más reseñable, además de que los toreros lo siguieron intentando, fue la colosal obra, una vez más, de la cuadrilla de Manzanares, que dan una lección de lidia en cada toro. Manzanares, a pesar de su disposición, no tuvo en ninguno de sus oponentes un adversario con el que se pudiera hacer el toreo grande.
Lo del fin de semana pasado en Madrid es más fácil de resumir. En la corrida del viernes, los toros del Puerto de San Lorenzo salieron malos malísimos y flojos flojísimos, sin casta ni gracia alguna, salvo el cuarto que le correspondió… al Cid. (Por cierto, que si el de Salteras monta una peña para jugar a la Primitiva, invierto lo que haga falta: vaya suerte que tiene con los papelitos). El Cid citó al toro desde los medios al natural en el comienzo de la faena y tuvo momentos de gran toreo. Es un torero honesto, que deja al público ver a los toros y que pone todo su empeño en cada trasteo. En este hubo momentos importantes, pero tal vez sin la rotundidad que nos hubiera gustado. Falló con la espada y no hubo triunfo.
El sábado, lo de Gavira salió conforme a lo esperado. Es decir, malo malísimo. Sin embestir ni una sola vez. Así, las ilusiones y el buen hacer de Fandiño y Mora, y las ganas de la afición de verlos, se estrellaron contra un muro de falta de casta. Esto no era la oportunidad de rematar en Madrid la temporada en la que han destacado como los dos mejores toreros de los que van a la caza de las figuras. Esto es una encerrona. Deberían repetirlos, mano a mano, en el comienzo de San Isidro de 2012. Pero con una corrida de garantías. ¿Por qué se eligió lo de Gavira? ¿Qué había de nuevo para suponer que no iba a salir como aquella infausta de Sevilla de hace dos años contra la que se estrellaron Morante y Talavante? ¿O es que era la más barata de las que había en el campo?
Y lo de Adolfo, el domingo, infumable. Cornalones para dar miedo. Pero dentro, nada. Un despropósito de corrida. No puedo entender a los que han dicho en comentarios varios que prefieren mil veces una corrida de esta a cualquiera del encaste Domecq. Que hagan, por favor, una plaza y una feria sólo para ellos. Si hay algún torero que quiere torear para quien tiene esta visión de la “fiesta”. Los toros tienen que embestir. Lo que viene siendo seguir la muleta. Con más o menos peligro. Y exigiendo una técnica depurada o una mayor facilidad. Pero lo de Adolfo no metió la cara para seguir los engaños ni una sola vez. Y así no se puede. No hay tauromaquia posible.
… Y volvemos al recuerdo a Padilla. ¡Ánimo, maestro!
sábado, 1 de octubre de 2011
Encuentros Internacionales de Derecho Taurino - Tercer Tercio (Sevilla)
Del viernes al domingo se celebró en Sevilla, coincidiendo con la Feria de San Miguel, el Tercer Tercio de los Encuentros Internacionales de Derecho Taurino. Después de Nimes (Feria de la Vendimia de 2009) y Madrid (San Isidro 2010), el Colegio de Abogados de Sevilla organizó unas jornadas de una calidad deslumbrante, con ponencias de alto calado sobre cuestiones como la declaración de la tauromaquia en Francia como parte del patrimonio cultural, las bases jurídicas para su declaración por la UNESCO, el régimen laboral de los toreros (con menciones a la regulación en Francia y en España), aspectos relativos a la protección de la intimidad personal vinculados con las cogidas de los toreros, reflexiones sobre la existencia o no aspectos penales en la puesta en riesgo de los menores que actúan en eventos taurinos, la inversión de valores del mundo contemporáneo en relación con la tauromaquia (paradojas que resultan de la puesta en cuestión de la protección de la vida humana en ciertas circunstancias y la protección de los animales), reflexiones sobre los requisitos legales para el acceso de los novilleros a la condición de matador, etc.
La calidad de los ponentes y de sus exposiciones fue incuestionable. De hecho, si de algo puede haber queja es del escaso tiempo del que dispusieron muchos de ellos para sus disertaciones.
Junto al programa “científico”, el lúdico nos condujo a la finca de la familia Bohórquez-Domecq donde asistimos a un tentadero, con momentos brillantes de toreo a pie de Litri, Manuel Macías, Luis Enrique García Labajo y Emmanuel Durand, otros a caballo de Fermín Bohórquez, y una emotiva salida al ruedo, primero con el caballo y luego con el capote, con el que dio un par de lances, de D. Fermín Bohórquez Escribano.
Hubo también tiempo para visualizar un reportaje sobre Belmonte de Joaquín Herrera del Rey, para admirar en la sede del Colegio de Abogados la gran exposición de la Obra Taurina de Rafael González Romero y para presentar el Instituto Internacional de Derecho Taurino, que esperemos pronto eche a andar con actividades de repercusión pública.
Entre los asistentes al Encuentro, los decanos de los Colegios de Abogados de Nimes, Dax, Burdeos, Sevilla y Madrid.
Resulta absolutamente desalentador, sin embargo, que nada de esto haya tenido reflejo en los medios de información taurinos. Uno tiene la sensación de que los periodistas (no sólo los taurinos, pero estos, tal vez más) se limitan a ir a las corridas a contarlas y, para lo demás, esperan a que los empresarios, ganaderos, toreros o apoderados les llamen y les cuenten cosas. O que los que “generan” alguna noticia les envíen la correspondiente “nota de prensa”. Nada de buscar la noticia, de intentar indagar lo que sucede fuera del ámbito estricto de los taurinos, de elaborar noticias de investigación con rigor. (Con alguna notable excepción, como el soberbio trabajo de Juanma Lamet, cuya lectura recomiendo a todos. Sólo él, con esta presentación, ha hecho un trabajo más serio y riguroso que el resto de los periodistas taurinos en lo que va de año). (Se salva también, en este sentido, Taurologia, que proporciona interesantes documentos para la reflexión, y, en alguna medida, Cuadernos de Tauromaquia y Tierras Taurinas, que marcan un camino nuevo y menos casposo de acercamiento a la Tauromaquia).
Tal vez es que un Encuentro sobre Derecho Taurino sólo nos parezca relevante a los del gremio del Derecho. Pero cuando la Tauromaquia está sufriendo las agresiones a las que está siendo sometida, creo que unas jornadas para reflexionar sobre las armas que el derecho da para proteger a la tauromaquia no es algo prescindible, ni que carezca de relevancia para darlo a conocer. Menos aun si a él asisten los decanos de los cinco colegios de abogados citados. Y Catedráticos de Universidad. Y el “Premier Avocat Général” de la Corte de Casación de París (algo así como el Fiscal del Tribunal Supremo de Francia). Y abogados, notarios, profesores de universidad,…
Resulta frustrante, además, ver cómo la representación de juristas franceses asistentes a los Encuentros fue tan abrumadoramente superior a la española. Y cuando uno habla con ellos y comprueba las actividades que realizan todo el año, desde encuentros y tertulias hasta ejercitarse en el toreo como aficionados prácticos muchísimos de ellos, siente una cierta envidia.
El próximo año los encuentros serán en Dax, la segunda semana de septiembre, coincidiendo con su feria de Toros y Salsa. Esperemos que entonces algún periodista lo anote en su agenda. Y que también lo tenga en cuenta alguno de los cientos de miles de juristas a los que les gustan los toros en España. No tanto porque el que haya más o menos asistentes le dé o quite valor a los Encuentros, sino porque demostraría un interés por la Fiesta que rebasa en mucho a lo folclórico. Y ese interés, esa otra perspectiva, más culta y más cabal, es lo único que garantiza su continuidad y su pureza.
La calidad de los ponentes y de sus exposiciones fue incuestionable. De hecho, si de algo puede haber queja es del escaso tiempo del que dispusieron muchos de ellos para sus disertaciones.
Junto al programa “científico”, el lúdico nos condujo a la finca de la familia Bohórquez-Domecq donde asistimos a un tentadero, con momentos brillantes de toreo a pie de Litri, Manuel Macías, Luis Enrique García Labajo y Emmanuel Durand, otros a caballo de Fermín Bohórquez, y una emotiva salida al ruedo, primero con el caballo y luego con el capote, con el que dio un par de lances, de D. Fermín Bohórquez Escribano.
Hubo también tiempo para visualizar un reportaje sobre Belmonte de Joaquín Herrera del Rey, para admirar en la sede del Colegio de Abogados la gran exposición de la Obra Taurina de Rafael González Romero y para presentar el Instituto Internacional de Derecho Taurino, que esperemos pronto eche a andar con actividades de repercusión pública.
Entre los asistentes al Encuentro, los decanos de los Colegios de Abogados de Nimes, Dax, Burdeos, Sevilla y Madrid.
Resulta absolutamente desalentador, sin embargo, que nada de esto haya tenido reflejo en los medios de información taurinos. Uno tiene la sensación de que los periodistas (no sólo los taurinos, pero estos, tal vez más) se limitan a ir a las corridas a contarlas y, para lo demás, esperan a que los empresarios, ganaderos, toreros o apoderados les llamen y les cuenten cosas. O que los que “generan” alguna noticia les envíen la correspondiente “nota de prensa”. Nada de buscar la noticia, de intentar indagar lo que sucede fuera del ámbito estricto de los taurinos, de elaborar noticias de investigación con rigor. (Con alguna notable excepción, como el soberbio trabajo de Juanma Lamet, cuya lectura recomiendo a todos. Sólo él, con esta presentación, ha hecho un trabajo más serio y riguroso que el resto de los periodistas taurinos en lo que va de año). (Se salva también, en este sentido, Taurologia, que proporciona interesantes documentos para la reflexión, y, en alguna medida, Cuadernos de Tauromaquia y Tierras Taurinas, que marcan un camino nuevo y menos casposo de acercamiento a la Tauromaquia).
Tal vez es que un Encuentro sobre Derecho Taurino sólo nos parezca relevante a los del gremio del Derecho. Pero cuando la Tauromaquia está sufriendo las agresiones a las que está siendo sometida, creo que unas jornadas para reflexionar sobre las armas que el derecho da para proteger a la tauromaquia no es algo prescindible, ni que carezca de relevancia para darlo a conocer. Menos aun si a él asisten los decanos de los cinco colegios de abogados citados. Y Catedráticos de Universidad. Y el “Premier Avocat Général” de la Corte de Casación de París (algo así como el Fiscal del Tribunal Supremo de Francia). Y abogados, notarios, profesores de universidad,…
Resulta frustrante, además, ver cómo la representación de juristas franceses asistentes a los Encuentros fue tan abrumadoramente superior a la española. Y cuando uno habla con ellos y comprueba las actividades que realizan todo el año, desde encuentros y tertulias hasta ejercitarse en el toreo como aficionados prácticos muchísimos de ellos, siente una cierta envidia.
El próximo año los encuentros serán en Dax, la segunda semana de septiembre, coincidiendo con su feria de Toros y Salsa. Esperemos que entonces algún periodista lo anote en su agenda. Y que también lo tenga en cuenta alguno de los cientos de miles de juristas a los que les gustan los toros en España. No tanto porque el que haya más o menos asistentes le dé o quite valor a los Encuentros, sino porque demostraría un interés por la Fiesta que rebasa en mucho a lo folclórico. Y ese interés, esa otra perspectiva, más culta y más cabal, es lo único que garantiza su continuidad y su pureza.
jueves, 22 de septiembre de 2011
¿Sevilla o Barcelona?
Este fin de semana, si nada lo remedia, será el último con toros en Barcelona. El cartel del sábado tiene un interés extraordinario (Morante, Juli y Manzanares con toros de Cuvillo es lo mejor que se puede ver este año) y el del domingo, además de Mora, JT y Serafín Marín, el morbo de presenciar en directo el cierre del chiringuito.
Los hoteles se están haciendo de oro con precios desorbitados y la ciudad acogerá, quizá por última vez, la peregrinación de los aficionados taurinos. Ellos se lo pierden.
Unos pocos desde el sectarismo se han empeñado en hacer esa ciudad cada vez más provinciana y cateta. Y de su cosmopolitismo van quedando sólo los restos de un siglo XX en los que (a ratos) dio lecciones de modernidad. Cuanta más autonomía ha tenido, peor la ha utilizado. Cuando han podido demostrar cómo querían ser, lo han hecho sin tapujos: todos iguales, recortando los derechos y las libertades de quienes no querían hablar como la mayoría, sentir lo que la mayoría y disfrutar como la mayoría. Esto de que la mayoría no sólo gobierne, sino que pretenda adoctrinar a los restantes y prohibir los modos de actuar de las minorías ya sabemos como acaban. Ellos, como debe ser que sólo estudian en las escuelas el Decreto de Nueva Planta y no la historia europea del Siglo XX, parece que se les ha olvidado.
A la vez, se celebra la Feria de San Miguel. Y con ella, el Tercer Tercio de los Encuentros de Derecho Taurino, bajo el auspicio del Colegio de Abogados de Sevilla. Con participación de insignes juristas de España y Francia. Para vernos, debatir y disfrutar. Como lo hicimos en Nimes y en Madrid.
Es una pequeña diferencia. Restringir libertades e imponer pensamientos o permitir que cada cual disfrute como guste desde la diversidad.
Por eso no iré esta vez a Barcelona. Desde Sevilla, mi corazón estará con aquellos a quienes les están robando su afición. No tanto con quienes van una vez de año en año en el AVE o en el Puente Aéreo, sino sobre todo con quienes han disfrutado de la Tauromaquia con los suyos desde pequeños y ahora se convierten en excluidos de la sociedad por no sé qué razones de estos macarras de la moral (Serrat dixit). O quienes, jóvenes aun, han descubierto un sentimiento y un disfrute noble que ahora convierten en ilegal los que trasladan al BOE (o al Diario Oficial) sus creencias (después de censurar a otros que pretenden hacerlo para salvar la vida humana desde su concepción).
Desde Sevilla, disfrutaré en La Maestranza como templo de la belleza, y en la calle Betis desde ese cosmopolitismo que da la hondura de lo más racial. Y en Jerez, reconociendo nuevamente a quienes han hecho de la promoción del toro de lidia (de su verdadera defensa, la que es coherente con su naturaleza) su vida.
Si a alguien, hace quince o veinte años, hace sesenta u ochenta, se le hubiera sugerido que era Sevilla (más que Barcelona) la que defendía la libertad y el cosmopolitismo, se hubiera quedado extrañado. Este fin de semana, lo que sucede en ambas ciudades es el reflejo más profundo de que es así. Una ciudad cada vez más abierta, más libre y más humana. La otra, más rancia, más provinciana y más sectaria.
Ustedes verán.
Los hoteles se están haciendo de oro con precios desorbitados y la ciudad acogerá, quizá por última vez, la peregrinación de los aficionados taurinos. Ellos se lo pierden.
Unos pocos desde el sectarismo se han empeñado en hacer esa ciudad cada vez más provinciana y cateta. Y de su cosmopolitismo van quedando sólo los restos de un siglo XX en los que (a ratos) dio lecciones de modernidad. Cuanta más autonomía ha tenido, peor la ha utilizado. Cuando han podido demostrar cómo querían ser, lo han hecho sin tapujos: todos iguales, recortando los derechos y las libertades de quienes no querían hablar como la mayoría, sentir lo que la mayoría y disfrutar como la mayoría. Esto de que la mayoría no sólo gobierne, sino que pretenda adoctrinar a los restantes y prohibir los modos de actuar de las minorías ya sabemos como acaban. Ellos, como debe ser que sólo estudian en las escuelas el Decreto de Nueva Planta y no la historia europea del Siglo XX, parece que se les ha olvidado.
A la vez, se celebra la Feria de San Miguel. Y con ella, el Tercer Tercio de los Encuentros de Derecho Taurino, bajo el auspicio del Colegio de Abogados de Sevilla. Con participación de insignes juristas de España y Francia. Para vernos, debatir y disfrutar. Como lo hicimos en Nimes y en Madrid.
Es una pequeña diferencia. Restringir libertades e imponer pensamientos o permitir que cada cual disfrute como guste desde la diversidad.
Por eso no iré esta vez a Barcelona. Desde Sevilla, mi corazón estará con aquellos a quienes les están robando su afición. No tanto con quienes van una vez de año en año en el AVE o en el Puente Aéreo, sino sobre todo con quienes han disfrutado de la Tauromaquia con los suyos desde pequeños y ahora se convierten en excluidos de la sociedad por no sé qué razones de estos macarras de la moral (Serrat dixit). O quienes, jóvenes aun, han descubierto un sentimiento y un disfrute noble que ahora convierten en ilegal los que trasladan al BOE (o al Diario Oficial) sus creencias (después de censurar a otros que pretenden hacerlo para salvar la vida humana desde su concepción).
Desde Sevilla, disfrutaré en La Maestranza como templo de la belleza, y en la calle Betis desde ese cosmopolitismo que da la hondura de lo más racial. Y en Jerez, reconociendo nuevamente a quienes han hecho de la promoción del toro de lidia (de su verdadera defensa, la que es coherente con su naturaleza) su vida.
Si a alguien, hace quince o veinte años, hace sesenta u ochenta, se le hubiera sugerido que era Sevilla (más que Barcelona) la que defendía la libertad y el cosmopolitismo, se hubiera quedado extrañado. Este fin de semana, lo que sucede en ambas ciudades es el reflejo más profundo de que es así. Una ciudad cada vez más abierta, más libre y más humana. La otra, más rancia, más provinciana y más sectaria.
Ustedes verán.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Ratón
Como contrapunto al glamour rondeño, este artículo de Andrés Trapiello sobre las capeas.
Quizá resulte polémico.
Quizá resulte polémico.
domingo, 11 de septiembre de 2011
Ronda (3 de septiembre de 2011) - El toreo es Fiesta
La Goyesca de Ronda es mucho más que una corrida de toros. Y está bien que sea así. Que la Fiesta se imbrique en la sociedad, en sus artistas, en sus políticos, en la propia gente del toro, e incluso en los protagonistas de las revistas del corazón (que, un día al año, hacen algo de interés).
La celebración de la Goyesca transforma por entero Ronda durante un día. Atrae a gente de todo el mundo y llena hoteles y restaurantes, que preparan para la ocasión contundentes Menús Rondeños que simplifican la elección al comensal y agilizan la labor de la cocina y del servicio de sala.
La Goyesca aporta mucho a Ronda. Como lo hace su Feria a Olivenza al comienzo de temporada. O la Corrida de la Primavera a Brihuega. O tantas tardes de toros con carteles de interés a ciudades que se convierten en lugar de peregrinación de taurinos, curiosos y fauna diversa. La Tauromaquia es Fiesta y así hay que reconocerlo y vivirlo. Con espíritu de celebración y mente dispuesta al disfrute.
Eso no quiere decir que haya que renunciar a la exigencia, a cualquier exigencia. Pero sí que la exigencia (cualquier exigencia) no puede ser el valor fundamental. Es imprescindible que salga un toro con presencia acorde con la categoría de la plaza Y que lo que suceda en el ruedo sea toreo cabal, rotundo.
Y este año, en Ronda, se combinaron todos los elementos para pasar un día excelente. Para disfrutar del paseo matutino viendo cómo el centro se va llenando de gente diversa. Para saludar a aficionados a los que uno encuentra de plaza en plaza, y también a colegas o compañeros de los que uno desconocía esta secreta afición. Para tomar primero una cerveza viendo la serranía y degustar luego uno de esos pantagruélicos Menús Rondeños. Para entrar en la plaza perplejo contemplando cómo puede haber tanta gente que hace cola durante horas para ver de cerca a un famoso o famosillo y grita desaforado cuando cree imaginarlo en medio de la turbamulta.
Pero también para que luego, una vez acomodado en la plaza, se pudiera degustar el buen toreo. El que hunde una parte sustancial de sus raíces en ese Pedro Romero al que esta corrida homenajea. Hay que decir, lo primero, que la Plaza está primorosa, que las reformas no le han hecho perder un ápice de su encanto y, sin embargo, hay una comodidad en los accesos y en los asientos que ya quisieran plazas con una cuarta parte de sus años.
Y hay que decir también que la corrida de Núñez del Cuvillo fue una corrida variada y con interés. Los que conocen al ganadero dicen que, casi siempre, echa tres toros en los que confía de verdad y otros tres de menor puntuación. Y que con eso se asegura que al menos un par de toros embistan. Además, ha alcanzado un punto de equilibrio en el que la nobleza se ha aderezado con ciertas dosis de picante. Por eso, a veces los toros no permiten el triunfo o exigen un esfuerzo adicional de los diestros. Pero también por eso hay mayor transmisión y calado en las faenas a sus toros. En esta tarde, fueron buenos y con transmisión el cuarto y el sobrero-bis, bueno aunque con algo menos de picante el sexto, dieron posibilidades primero y tercero y lo pusieron complicado el segundo y el quinto.
Con este material el Juli volvió a demostrar su magisterio y su pundonor con ambos oponentes, pero de manera especial con el interesante cuarto, al que realizó una faena prodigiosa, marca de la casa, donde fue haciendo las cosas cada vez mejor hasta romperse en algunas tandas de verdadera hondura y poderío. Una pena que no ande fino con la espada y que además de pinchar en algunas ocasiones, en otras deje la estocada demasiado trasera. Pero salvo esto, es un gusto su variedad con el capote, su técnica y su entrega con la muleta.
Manzanares no pudo hacer casi nada con los dos peores toros del encierro (segundo y quinto). Puso empeño, pero se topó con animales que no ayudaban lo más mínimo. Pidió el sobrero, que se lastimó al poco de salir al ruedo. Pero se desquitó con el sobrero-bis, un animal que le permitió desplegar su torero pleno de torería y estética. Muy bien con ambas manos, pausado, muy torero, llevando al animal toreado desde el inicio de cada muletazo hasta los remates, con una cintura y una muñeca prodigiosas. Hondura y empaque con ambas manos y gracia torera en los remates. Al final, una estocada recibiendo culminó una faena de cante grande.
Cayetano reaparecía y los primeros comentarios fueron al traje, diseñado, decían, por la Duquesa de Alba. No sé si lo habría diseñado, o en qué medida lo había hecho, pero lo cierto el que el traje era elegante y torero a partes iguales. Muy buena elección. Por lo demás, a Cayetano no se le notó apenas que llevaba más de un mes sin torear. Pero sí que su toreo no tiene siempre la intensidad del de los maestros. Toreó bien con el capote en un quite y dejó algún natural con garbo. Lo mejor, a mi gusto, un par de pases de pecho en el primero y el toreo ayudado a dos manos en el comienzo de faena al segundo. Por lo demás, se limitó casi siempre a acompañar la embestida del toro en vez de guiarla y poderle. En todo caso, es una buena noticia que haya vuelto a los ruedos.
Al final, disfrutamos de un día grande. Por la ciudad, por la compañía (gracias, nuevamente, a Aurelio, a Alicia y a Juan) y porque hubo toros y toreros. La Tauromaquia es Fiesta. Así hay que vivirla. Eso no quita rigor, pero sí desdramatiza. No hay que ir a examinar a nadie, ni sospechar de cualquiera que cría toros o que se pone delante de ellos. Hay que disfrutar. Y puede hacerse. Como en Ronda, como en Olivenza, como en Valencia, como en Sevilla, como en tantas y tantas plazas que han ido conformando esta temporada que comienza a declinar.
La celebración de la Goyesca transforma por entero Ronda durante un día. Atrae a gente de todo el mundo y llena hoteles y restaurantes, que preparan para la ocasión contundentes Menús Rondeños que simplifican la elección al comensal y agilizan la labor de la cocina y del servicio de sala.
La Goyesca aporta mucho a Ronda. Como lo hace su Feria a Olivenza al comienzo de temporada. O la Corrida de la Primavera a Brihuega. O tantas tardes de toros con carteles de interés a ciudades que se convierten en lugar de peregrinación de taurinos, curiosos y fauna diversa. La Tauromaquia es Fiesta y así hay que reconocerlo y vivirlo. Con espíritu de celebración y mente dispuesta al disfrute.
Eso no quiere decir que haya que renunciar a la exigencia, a cualquier exigencia. Pero sí que la exigencia (cualquier exigencia) no puede ser el valor fundamental. Es imprescindible que salga un toro con presencia acorde con la categoría de la plaza Y que lo que suceda en el ruedo sea toreo cabal, rotundo.
Y este año, en Ronda, se combinaron todos los elementos para pasar un día excelente. Para disfrutar del paseo matutino viendo cómo el centro se va llenando de gente diversa. Para saludar a aficionados a los que uno encuentra de plaza en plaza, y también a colegas o compañeros de los que uno desconocía esta secreta afición. Para tomar primero una cerveza viendo la serranía y degustar luego uno de esos pantagruélicos Menús Rondeños. Para entrar en la plaza perplejo contemplando cómo puede haber tanta gente que hace cola durante horas para ver de cerca a un famoso o famosillo y grita desaforado cuando cree imaginarlo en medio de la turbamulta.
Pero también para que luego, una vez acomodado en la plaza, se pudiera degustar el buen toreo. El que hunde una parte sustancial de sus raíces en ese Pedro Romero al que esta corrida homenajea. Hay que decir, lo primero, que la Plaza está primorosa, que las reformas no le han hecho perder un ápice de su encanto y, sin embargo, hay una comodidad en los accesos y en los asientos que ya quisieran plazas con una cuarta parte de sus años.
Y hay que decir también que la corrida de Núñez del Cuvillo fue una corrida variada y con interés. Los que conocen al ganadero dicen que, casi siempre, echa tres toros en los que confía de verdad y otros tres de menor puntuación. Y que con eso se asegura que al menos un par de toros embistan. Además, ha alcanzado un punto de equilibrio en el que la nobleza se ha aderezado con ciertas dosis de picante. Por eso, a veces los toros no permiten el triunfo o exigen un esfuerzo adicional de los diestros. Pero también por eso hay mayor transmisión y calado en las faenas a sus toros. En esta tarde, fueron buenos y con transmisión el cuarto y el sobrero-bis, bueno aunque con algo menos de picante el sexto, dieron posibilidades primero y tercero y lo pusieron complicado el segundo y el quinto.
Con este material el Juli volvió a demostrar su magisterio y su pundonor con ambos oponentes, pero de manera especial con el interesante cuarto, al que realizó una faena prodigiosa, marca de la casa, donde fue haciendo las cosas cada vez mejor hasta romperse en algunas tandas de verdadera hondura y poderío. Una pena que no ande fino con la espada y que además de pinchar en algunas ocasiones, en otras deje la estocada demasiado trasera. Pero salvo esto, es un gusto su variedad con el capote, su técnica y su entrega con la muleta.
Manzanares no pudo hacer casi nada con los dos peores toros del encierro (segundo y quinto). Puso empeño, pero se topó con animales que no ayudaban lo más mínimo. Pidió el sobrero, que se lastimó al poco de salir al ruedo. Pero se desquitó con el sobrero-bis, un animal que le permitió desplegar su torero pleno de torería y estética. Muy bien con ambas manos, pausado, muy torero, llevando al animal toreado desde el inicio de cada muletazo hasta los remates, con una cintura y una muñeca prodigiosas. Hondura y empaque con ambas manos y gracia torera en los remates. Al final, una estocada recibiendo culminó una faena de cante grande.
Cayetano reaparecía y los primeros comentarios fueron al traje, diseñado, decían, por la Duquesa de Alba. No sé si lo habría diseñado, o en qué medida lo había hecho, pero lo cierto el que el traje era elegante y torero a partes iguales. Muy buena elección. Por lo demás, a Cayetano no se le notó apenas que llevaba más de un mes sin torear. Pero sí que su toreo no tiene siempre la intensidad del de los maestros. Toreó bien con el capote en un quite y dejó algún natural con garbo. Lo mejor, a mi gusto, un par de pases de pecho en el primero y el toreo ayudado a dos manos en el comienzo de faena al segundo. Por lo demás, se limitó casi siempre a acompañar la embestida del toro en vez de guiarla y poderle. En todo caso, es una buena noticia que haya vuelto a los ruedos.
Al final, disfrutamos de un día grande. Por la ciudad, por la compañía (gracias, nuevamente, a Aurelio, a Alicia y a Juan) y porque hubo toros y toreros. La Tauromaquia es Fiesta. Así hay que vivirla. Eso no quita rigor, pero sí desdramatiza. No hay que ir a examinar a nadie, ni sospechar de cualquiera que cría toros o que se pone delante de ellos. Hay que disfrutar. Y puede hacerse. Como en Ronda, como en Olivenza, como en Valencia, como en Sevilla, como en tantas y tantas plazas que han ido conformando esta temporada que comienza a declinar.
miércoles, 31 de agosto de 2011
La rentrée - Agosto, los deberes, Cultura y a vueltas con Las Ventas (canon y experiencia)
Cerramos el taurino mes de agosto y damos paso al aún más taurino septiembre. Lo que para la mayoría de nosotros es la vuelta a la normalidad con once duros meses de trabajo por delante, para los taurinos es el último esfuerzo de una temporada que, al final, está teniendo no pocos alicientes. De la rotundidad desde el inicio de temporada de Juli y Manzanares hemos pasado a la eclosión de Morante en dos tardes memorables (El Puerto y Bilbao), al completísimo mes de Luque, a la recuperación de Talavante (hasta esa inoportuna lesión en la clavícula) y al paso al frente de David Mora, Iván Fandiño y Diego Urdiales, como ejemplos más claros de la necesaria renovación de muchos carteles.
Aún quedan Nimes, Salamanca, Valladolid, San Miguel, La Merced (esperemos que no sea la última), El Pilar,… Queda el cierre de la temporada, las vacaciones para los profesionales y la época de las reflexiones, las tertulias y los encuentros para la mayoría de los impenitentes aficionados.
Mucho nos tememos, sin embargo, que los principales deberes del sector aún están por hacer. El paso al Ministerio de Cultura en virtud del Real Decreto 1151/2011, de 29 de julio, que hoy publica el BOE, es un impulso en la dirección correcta, pero hay que hacer que las actuaciones de todos (autoridades, profesionales y aficionados) se alineen para dotar de contenido real al cambio de dependencia administrativa. Es una satisfacción leer frases tan contundentes como que "el servicio de la cultura como deber y atribución esencial del Estado, prescribe que la Administración del Estado pueda adoptar medidas destinadas a fomentar y proteger las actividades a las que se refiere dicha ley, en atención a la tradición y vigencia cultural de la fiesta de los toros." o que "Entendida la tauromaquia como una disciplina artística y un producto cultural, se entiende que las competencias del Estado en orden a su fomento y protección tienen su correcta ubicación en el Ministerio de Cultura, por lo que, (...) se traspasan al Ministerio de Cultura las funciones que hasta ahora detentaba el Ministerio del Interior, respecto a dicho órgano colegiado de carácter consultivo [Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos], a los registros taurinos y al fomento y protección de la tauromaquia." Creemos que no es una novedad, que ya había base legal para defender este carácter cultural, pero la rotundidad de estas afirmaciones obliga al Estado a no abdicar de su obligación de defensa, protección y fomento de la Fiesta.
Pero no podemos descuidarnos. La temporada está siendo muy dura en los despachos y en los tendidos, con más cemento que nunca. La crisis está haciendo mella. Y sólo los grandes acontecimientos (reaparición de JT, mano a mano Morante-Manzanares,…) consiguen llenazos en las plazas. El próximo año será aún más difícil y por eso será más necesario que nunca centrarse en una mayor calidad y en dar festejos de verdadero contenido. Como será preciso apostar por toros con bravura, nobleza y movilidad (¡son tantas las tardes que se están echando a perder por toros sin fondo ni clase…!).
En este escenario, el nuevo Pliego de Las Ventas tiene mucho que decir. Parece que saldrá en breve (los plazos son ya muy ajustados) y, como hemos reiterado en no pocas ocasiones, del enfoque que tenga, de las ofertas que se presenten y de la elección de empresario que haga la Comunidad de Madrid dependerán muchas cosas del futuro de la Fiesta. Un futuro que tiene que estar ligado, más que nunca, a la defensa y protección de la Tauromaquia.
Me consta que las reflexiones que hicimos en su día en este blog y que luego publicó Taurología han llegado a algunos despachos y han generado comentarios a favor y en contra de muchas de sus propuestas. Y que algunos amigos, teniendo en cuenta su extensión, han aprovechado el verano para leerlos. Tras esa lectura, unos han manifestado su sorpresa con algunos de los hechos que se narraban, otros su aprobación o desacuerdo con los criterios de valoración que se proponían (algo imprescindible y lógico) y otros me han pedido que amplíe y clarifique lo que se exponía sobre dos de los aspectos clave que se indicaban, y que en gran medida definirán cuál es la posición de la Administración respecto a la Fiesta: el canon y la experiencia.
Respecto al canon, el economista Juan Medina, en su blog (El escalafón del aficionado), hizo un análisis de la evolución del mismo en términos económicos, proponiendo luego cuál podría ser su cuantía ponderando los efectos de la crisis. Creo que es un estudio que debería tenerse en cuenta. Pero, sobre todo, creo que sería bueno que cuando se publique el Pliego se explicara cómo se ha calculado el canon que se propone y qué se piensa hacer con el dinero que se obtenga. Entre otras cosas, porque en los últimos años, tal y como señaló también oportunamente Los Toros en el Siglo XXI, el importe que la Comunidad dedica a actividades taurinas es inferior al que obtiene por el canon de Las Ventas. Y es escandaloso que, siendo eso así, tengamos que seguir soportando las críticas de los antitaurinos que alegan que se trata de un espectáculo subsidiado (¡qué bien podría serlo, como otras tantas actividades culturales, pero que no sólo no lo es, sino que además genera ingresos para prestar otros servicios sociales!). Un posicionamiento claro de la Comunidad en este sentido sería de agradecer.
Por otro lado, ya dijimos en su momento que lo mejor sería que el canon fuera fijo y no estuviera sujeto a mejoras, para evitar que el elemento económico fuera el determinante (o uno de los elementos determinantes) en la elección del futuro empresario de Las Ventas. En una situación como la actual, con unas manifestaciones tan claras como las de la Exposición de Motivos del Real Decreto de Traspaso de Competencias al Ministerio de Cultura y habiendo sido declarada la Tauromaquia Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad, no parece que lo más adecuado sea premiar la oferta económica frente a elementos de promoción o culturales.
El otro asunto que delimitará de modo sustancial el Pliego es el tratamiento que se le dé a la experiencia. La primera vez que me pronuncié sobre este asunto fue en enero de 2010 en unas jornadas sobre gestión de plazas de toros organizada por la Federación de Municipios de Madrid y la Unión de Abonados Taurinos. Ya indiqué allí que, a mi juicio, la experiencia debería ser sólo un criterio para ser admitido en la licitación. Pero que, acreditada la experiencia mínima que se fijara, el exceso sobre este mínimo establecido no debería ser objeto de valoración. Algo que sorprendió a algunos de los alcaldes y concejales de festejos que estaban presentes en aquellas jornadas, habituados a incluir este elemento en los Pliegos, por inercia o por imitación.
Hay que recordar que, para concurrir a un concurso administrativo hay que acreditar que se tiene una cierta solvencia económica, financiera, técnica y profesional. Solvencia que deberá acreditarse dependiendo del contrato de que se trate y de lo que establezcan las normas del concurso. Esto es algo lógico para asegurar que quien gane el concurso es alguien que puede desempeñar adecuadamente el servicio, la obra, el suministro,… que la Administración quiere encomendar. Y es aquí donde tiene su encaje la “experiencia”. Porque se trata de establecer el listón por debajo del cual no puede encomendarse el contrato de que se trate (en este caso, el de la gestión de una Plaza de Toros). Alguien que nunca ha hecho una determinada labor, o que no tiene medios para hacerlo, no debe probar suerte en un contrato con la Administración, y menos para algo tan relevante como gestionar la plaza más importante del mundo. Aunque proponga las cosas más maravillosas que ocurrírsele puedan…
El problema que a menudo sucede en los concursos para gestionar plazas de toros (aunque cada vez, afortunadamente, sucede menos) es que la “experiencia” se incluye no como requisito de solvencia técnica (o no sólo de ese modo), sino también como un elemento de “mejora”, de modo que, a más experiencia, más valoración. De este modo, no se establece un mínimo que asegure a la Administración que el licitador puede prestar el servicio, sino que se impone una barrera de entrada a nuevos empresarios. Y así, hay empresarios que, a pesar de estar realizando una labor encomiable en multitud de plazas, es tremendamente difícil que puedan aspirar a gestionar plazas más importantes por las limitaciones que se establecen en los Pliegos. O se producen hechos tan curiosos como que una plaza se adjudica a quien teniendo mucha experiencia, hace la peor oferta en todos los demás aspectos sujetos a valoración (programación, difusión, etc.).
Además, tanto la Junta Consultiva de Contratación como nuestros Tribunales han declarado en diversas resoluciones, algunas muy recientes, que la experiencia no debe valorarse en la adjudicación de contratos con la Administración, ya que hacerlo vulneraría el principio de libre competencia en la contratación administrativa, que es un principio esencial en nuestro ordenamiento.
El Pliego de Las Ventas, como decimos, es sustancial para el futuro de la Fiesta y es un referente para los Pliegos que se elaboran para otras plazas. Por eso sería hora ya de que se ajustara a estos pronunciamientos y eliminara la referencia a la “experiencia” como elemento de adjudicación.
Canon y “experiencia” suponen en muchos concursos para gestionar plazas de toros más del 50% de la baremación, algo cuando menos llamativo si de lo que se trata es de determinar los criterios por los que debe adjudicarse una gestión cultural. Si efectivamente se quiere que Las Ventas sea un referente real de la Tauromaquia como celebración de la cultura que es (tal y como pregona la Exposición de Motivos del RD 1151/2011), los criterios de valoración que incluya el nuevo Pliego tendrán que ser coherentes con este planteamiento.
Por cierto, que aunque estemos en agosto habría que acordarse también del frío, del viento y de la lluvia. O sea, de la cubierta y de la comodidad de los asientos. Por aquello de tratar a los artistas y a los aficionados taurinos como usualmente se trata a los artistas y aficionados a cualquier otra actividad cultural.
Aún quedan Nimes, Salamanca, Valladolid, San Miguel, La Merced (esperemos que no sea la última), El Pilar,… Queda el cierre de la temporada, las vacaciones para los profesionales y la época de las reflexiones, las tertulias y los encuentros para la mayoría de los impenitentes aficionados.
Mucho nos tememos, sin embargo, que los principales deberes del sector aún están por hacer. El paso al Ministerio de Cultura en virtud del Real Decreto 1151/2011, de 29 de julio, que hoy publica el BOE, es un impulso en la dirección correcta, pero hay que hacer que las actuaciones de todos (autoridades, profesionales y aficionados) se alineen para dotar de contenido real al cambio de dependencia administrativa. Es una satisfacción leer frases tan contundentes como que "el servicio de la cultura como deber y atribución esencial del Estado, prescribe que la Administración del Estado pueda adoptar medidas destinadas a fomentar y proteger las actividades a las que se refiere dicha ley, en atención a la tradición y vigencia cultural de la fiesta de los toros." o que "Entendida la tauromaquia como una disciplina artística y un producto cultural, se entiende que las competencias del Estado en orden a su fomento y protección tienen su correcta ubicación en el Ministerio de Cultura, por lo que, (...) se traspasan al Ministerio de Cultura las funciones que hasta ahora detentaba el Ministerio del Interior, respecto a dicho órgano colegiado de carácter consultivo [Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos], a los registros taurinos y al fomento y protección de la tauromaquia." Creemos que no es una novedad, que ya había base legal para defender este carácter cultural, pero la rotundidad de estas afirmaciones obliga al Estado a no abdicar de su obligación de defensa, protección y fomento de la Fiesta.
Pero no podemos descuidarnos. La temporada está siendo muy dura en los despachos y en los tendidos, con más cemento que nunca. La crisis está haciendo mella. Y sólo los grandes acontecimientos (reaparición de JT, mano a mano Morante-Manzanares,…) consiguen llenazos en las plazas. El próximo año será aún más difícil y por eso será más necesario que nunca centrarse en una mayor calidad y en dar festejos de verdadero contenido. Como será preciso apostar por toros con bravura, nobleza y movilidad (¡son tantas las tardes que se están echando a perder por toros sin fondo ni clase…!).
En este escenario, el nuevo Pliego de Las Ventas tiene mucho que decir. Parece que saldrá en breve (los plazos son ya muy ajustados) y, como hemos reiterado en no pocas ocasiones, del enfoque que tenga, de las ofertas que se presenten y de la elección de empresario que haga la Comunidad de Madrid dependerán muchas cosas del futuro de la Fiesta. Un futuro que tiene que estar ligado, más que nunca, a la defensa y protección de la Tauromaquia.
Me consta que las reflexiones que hicimos en su día en este blog y que luego publicó Taurología han llegado a algunos despachos y han generado comentarios a favor y en contra de muchas de sus propuestas. Y que algunos amigos, teniendo en cuenta su extensión, han aprovechado el verano para leerlos. Tras esa lectura, unos han manifestado su sorpresa con algunos de los hechos que se narraban, otros su aprobación o desacuerdo con los criterios de valoración que se proponían (algo imprescindible y lógico) y otros me han pedido que amplíe y clarifique lo que se exponía sobre dos de los aspectos clave que se indicaban, y que en gran medida definirán cuál es la posición de la Administración respecto a la Fiesta: el canon y la experiencia.
Respecto al canon, el economista Juan Medina, en su blog (El escalafón del aficionado), hizo un análisis de la evolución del mismo en términos económicos, proponiendo luego cuál podría ser su cuantía ponderando los efectos de la crisis. Creo que es un estudio que debería tenerse en cuenta. Pero, sobre todo, creo que sería bueno que cuando se publique el Pliego se explicara cómo se ha calculado el canon que se propone y qué se piensa hacer con el dinero que se obtenga. Entre otras cosas, porque en los últimos años, tal y como señaló también oportunamente Los Toros en el Siglo XXI, el importe que la Comunidad dedica a actividades taurinas es inferior al que obtiene por el canon de Las Ventas. Y es escandaloso que, siendo eso así, tengamos que seguir soportando las críticas de los antitaurinos que alegan que se trata de un espectáculo subsidiado (¡qué bien podría serlo, como otras tantas actividades culturales, pero que no sólo no lo es, sino que además genera ingresos para prestar otros servicios sociales!). Un posicionamiento claro de la Comunidad en este sentido sería de agradecer.
Por otro lado, ya dijimos en su momento que lo mejor sería que el canon fuera fijo y no estuviera sujeto a mejoras, para evitar que el elemento económico fuera el determinante (o uno de los elementos determinantes) en la elección del futuro empresario de Las Ventas. En una situación como la actual, con unas manifestaciones tan claras como las de la Exposición de Motivos del Real Decreto de Traspaso de Competencias al Ministerio de Cultura y habiendo sido declarada la Tauromaquia Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad, no parece que lo más adecuado sea premiar la oferta económica frente a elementos de promoción o culturales.
El otro asunto que delimitará de modo sustancial el Pliego es el tratamiento que se le dé a la experiencia. La primera vez que me pronuncié sobre este asunto fue en enero de 2010 en unas jornadas sobre gestión de plazas de toros organizada por la Federación de Municipios de Madrid y la Unión de Abonados Taurinos. Ya indiqué allí que, a mi juicio, la experiencia debería ser sólo un criterio para ser admitido en la licitación. Pero que, acreditada la experiencia mínima que se fijara, el exceso sobre este mínimo establecido no debería ser objeto de valoración. Algo que sorprendió a algunos de los alcaldes y concejales de festejos que estaban presentes en aquellas jornadas, habituados a incluir este elemento en los Pliegos, por inercia o por imitación.
Hay que recordar que, para concurrir a un concurso administrativo hay que acreditar que se tiene una cierta solvencia económica, financiera, técnica y profesional. Solvencia que deberá acreditarse dependiendo del contrato de que se trate y de lo que establezcan las normas del concurso. Esto es algo lógico para asegurar que quien gane el concurso es alguien que puede desempeñar adecuadamente el servicio, la obra, el suministro,… que la Administración quiere encomendar. Y es aquí donde tiene su encaje la “experiencia”. Porque se trata de establecer el listón por debajo del cual no puede encomendarse el contrato de que se trate (en este caso, el de la gestión de una Plaza de Toros). Alguien que nunca ha hecho una determinada labor, o que no tiene medios para hacerlo, no debe probar suerte en un contrato con la Administración, y menos para algo tan relevante como gestionar la plaza más importante del mundo. Aunque proponga las cosas más maravillosas que ocurrírsele puedan…
El problema que a menudo sucede en los concursos para gestionar plazas de toros (aunque cada vez, afortunadamente, sucede menos) es que la “experiencia” se incluye no como requisito de solvencia técnica (o no sólo de ese modo), sino también como un elemento de “mejora”, de modo que, a más experiencia, más valoración. De este modo, no se establece un mínimo que asegure a la Administración que el licitador puede prestar el servicio, sino que se impone una barrera de entrada a nuevos empresarios. Y así, hay empresarios que, a pesar de estar realizando una labor encomiable en multitud de plazas, es tremendamente difícil que puedan aspirar a gestionar plazas más importantes por las limitaciones que se establecen en los Pliegos. O se producen hechos tan curiosos como que una plaza se adjudica a quien teniendo mucha experiencia, hace la peor oferta en todos los demás aspectos sujetos a valoración (programación, difusión, etc.).
Además, tanto la Junta Consultiva de Contratación como nuestros Tribunales han declarado en diversas resoluciones, algunas muy recientes, que la experiencia no debe valorarse en la adjudicación de contratos con la Administración, ya que hacerlo vulneraría el principio de libre competencia en la contratación administrativa, que es un principio esencial en nuestro ordenamiento.
El Pliego de Las Ventas, como decimos, es sustancial para el futuro de la Fiesta y es un referente para los Pliegos que se elaboran para otras plazas. Por eso sería hora ya de que se ajustara a estos pronunciamientos y eliminara la referencia a la “experiencia” como elemento de adjudicación.
Canon y “experiencia” suponen en muchos concursos para gestionar plazas de toros más del 50% de la baremación, algo cuando menos llamativo si de lo que se trata es de determinar los criterios por los que debe adjudicarse una gestión cultural. Si efectivamente se quiere que Las Ventas sea un referente real de la Tauromaquia como celebración de la cultura que es (tal y como pregona la Exposición de Motivos del RD 1151/2011), los criterios de valoración que incluya el nuevo Pliego tendrán que ser coherentes con este planteamiento.
Por cierto, que aunque estemos en agosto habría que acordarse también del frío, del viento y de la lluvia. O sea, de la cubierta y de la comodidad de los asientos. Por aquello de tratar a los artistas y a los aficionados taurinos como usualmente se trata a los artistas y aficionados a cualquier otra actividad cultural.
domingo, 28 de agosto de 2011
Alcalá de Henares (27 de agosto de 2011) - Decisión efímera
Los últimos días de agosto, en Madrid, han sido tradicionalmente taurinos en Colmenar y en San Sebastián de los Reyes. Las otras ferias que se celebran en los pueblos de alrededor tienen un peso menor. Sin embargo, la empresa de Alcalá de Henares había programado para el día 27 una corrida de interés con Morante, El Juli y Cayetano (finalmente sustituido por Matías Tejela).
Acudimos a la cita y lo primero que nos alegró fue ver una plaza cómoda, de asientos amplios y donde era fácil el acceso y la salida a la localidad. Eso, si uno estaba dentro de la plaza, porque entrar o salir de ella era toda una odisea teniendo en cuenta que sólo una de las múltiples puertas con las que cuenta estaba abierta. Las empresas, ¡siempre dando facilidades!
La tarde transcurrió sin nada que vayamos a recordar durante mucho tiempo.
Morante tuvo mala suerte con su lote y le tocaron los dos peores toros del encierro. Además, por lo que supimos después, se resintió de la lesión de Almería y se le ha recomendado reposo. No vimos nada.
Juli demostró en sus dos toros una profesionalidad y unas ganas desmesuradas. Es figura porque tiene una afición y un orgullo fuera de lo común. Si en vez de a esto se dedicara a la gestión de empresas, llevaría a lo más alto a la compañía que tuviera que organizar. Las faenas a sus dos toros fueron distintas, porque también fue diferente el comportamiento de sus dos oponentes. El primero tenía movilidad y cierto brío (aunque se fue apagando) y lo toreó bien con el capote, tanto en las verónicas de recibo, como en el quite por chicuelinas. La faena de muleta, casi siempre con la diestra, no incomodó al toro y le hizo pasar con eficacia y sin obligarle mucho. Una oreja. El quinto fue un toro más parado con el que se ganó la oreja a base de aguantarle y de meterse al final entre los pitones llevando al toro de un lado a otro, péndulo y pases por alto incluidos.
Tejela demostró unas enormes ganas de agradar y tuvo momentos de toreo bueno, que, además, fueron jaleados con profusión por el paisanaje. Lo mejor estuvo en el tercero de la tarde, probablemente el mejor toro del encierro, con el que se mostró variado con la capa y muy serio con la muleta, dejando algunas tandas de toreo largo de calidad. Cortó dos orejas. El sexto fue un toro que ayudó menos, pero con el que también estuvo animoso y le sacó los pocos pases que tenía. Una oreja y felicidad en los tendidos por el triunfo de su torero.
Tarde, en fin, con momentos de cierto interés. Con un público festivo y bullicioso. Pero donde echamos de menos una vez más toros con algo más de casta y movilidad (sólo se salvaron el segundo, que se acabó pronto a pesar de no haberlo picado casi nada, y el tercero). Y echamos de menos también que Morante tenga algo más de suerte con los lotes (¡vaya cruz que lleva, menos en El Puerto y en Bilbao!)
Acudimos a la cita y lo primero que nos alegró fue ver una plaza cómoda, de asientos amplios y donde era fácil el acceso y la salida a la localidad. Eso, si uno estaba dentro de la plaza, porque entrar o salir de ella era toda una odisea teniendo en cuenta que sólo una de las múltiples puertas con las que cuenta estaba abierta. Las empresas, ¡siempre dando facilidades!
La tarde transcurrió sin nada que vayamos a recordar durante mucho tiempo.
Morante tuvo mala suerte con su lote y le tocaron los dos peores toros del encierro. Además, por lo que supimos después, se resintió de la lesión de Almería y se le ha recomendado reposo. No vimos nada.
Juli demostró en sus dos toros una profesionalidad y unas ganas desmesuradas. Es figura porque tiene una afición y un orgullo fuera de lo común. Si en vez de a esto se dedicara a la gestión de empresas, llevaría a lo más alto a la compañía que tuviera que organizar. Las faenas a sus dos toros fueron distintas, porque también fue diferente el comportamiento de sus dos oponentes. El primero tenía movilidad y cierto brío (aunque se fue apagando) y lo toreó bien con el capote, tanto en las verónicas de recibo, como en el quite por chicuelinas. La faena de muleta, casi siempre con la diestra, no incomodó al toro y le hizo pasar con eficacia y sin obligarle mucho. Una oreja. El quinto fue un toro más parado con el que se ganó la oreja a base de aguantarle y de meterse al final entre los pitones llevando al toro de un lado a otro, péndulo y pases por alto incluidos.
Tejela demostró unas enormes ganas de agradar y tuvo momentos de toreo bueno, que, además, fueron jaleados con profusión por el paisanaje. Lo mejor estuvo en el tercero de la tarde, probablemente el mejor toro del encierro, con el que se mostró variado con la capa y muy serio con la muleta, dejando algunas tandas de toreo largo de calidad. Cortó dos orejas. El sexto fue un toro que ayudó menos, pero con el que también estuvo animoso y le sacó los pocos pases que tenía. Una oreja y felicidad en los tendidos por el triunfo de su torero.
Tarde, en fin, con momentos de cierto interés. Con un público festivo y bullicioso. Pero donde echamos de menos una vez más toros con algo más de casta y movilidad (sólo se salvaron el segundo, que se acabó pronto a pesar de no haberlo picado casi nada, y el tercero). Y echamos de menos también que Morante tenga algo más de suerte con los lotes (¡vaya cruz que lleva, menos en El Puerto y en Bilbao!)
jueves, 25 de agosto de 2011
Ciudad Real (19 y 21 de agosto de 2011) - ¡Cuidado!
Acudíamos a Ciudad Real por la llamada, sobre todo, de José Tomás, de Morante y de El Juli. Y para ver toros con buenos amigos ciudadrealeños, que no es escasa razón tampoco.
La plaza, a decir de los habituales, mostraba un lleno que no recordaban ni los más viejos del lugar. Y mostró de ese modo, las carencias en los accesos y el acomodo. Complicadísimo y lento llegar a la localidad y desalojar la plaza. La comodidad del espectador, como siempre, descuidada. Es imprescindible hacer algo, en esta y en todas las plazas.
Luego, lo sucedido en el ruedo las dos tardes se vio condicionado por el descastadísimo comportamiento de los toros de Torrehandilla y Torreherberos el día 19 y los de Santiago Domecq y Ana María Bohórquez el 21. No hablo ya de presencia, sino de casta, fortaleza y empuje, de emoción en definitiva, que no hubo de forma plena ninguno de los dos días.
El viernes, Víctor Puerto se empeñó en reaparecer después de la cornada de Málaga, pero no estaba para hacerlo. Y se notó. Lanceó con más decisión que hondura a sus dos toros, pero con la muleta no hubo nada. En su primero, porque se rompió una pata al comienzo del trasteo y hubo que apuntillarlo (en una labor que se extendió mucho más de lo preciso); en su segundo porque se limitó a acompañar sin gracia ni poder las embestidas a media altura hasta que el toro se rajó. César Jiménez demostró firmeza, buen hacer y gusto en sus dos oponentes. Toreo variado y hondo de capa y compás abierto, riñones asentados y trazo templado con la muleta le valieron una oreja de cada oponente y la salida por la Puerta Grande. José Tomás toreó muy bien a su primero con la muleta en pases de trazo muy largo, hondo y, sobre todo al final de la faena, pasándose el toro muy cerca. Gran faena a la que le faltó toro y, por eso, toreo de capa y rotundidad. Como le faltó para redondear la tarde continuidad en el quinto, que se paró y al que era imposible sacarle nada. Hay que hacer algo para que los toros salgan con más acometividad, bravura y casta; si no, estamos perdidos.
La corrida del domingo fue una sucesión de toros flojos y descastados donde Morante sólo pudo dejar detalles en su primero, abreviando en el cuarto, lo cual generó una fuerte división de opiniones y un agrio debate en los tendidos sobre si, cuando un toro es imposible, hay que intentarlo o no (uno, quizá porque ve muchos toros a lo largo del año, prefiere que se abrevie; otros, que van mucho menos a la plaza, parece que quieren ver al torero estar allí, ganándose el jornal, aunque sepan que va a ser para nada). Juli estuvo bien con su primero (lo bien que se puede estar con un toro flojo pero que va con cierta nobleza), pero con el quinto ni siquiera eso fue posible. Y Fernando Tendero (torero de la tierra, casi desconocido, que sustituyó a Cayetano) salió a hombros después de cortar una oreja a cada uno de sus toros. Orejas de paisanaje y voluntad a partes iguales.
Así, señores, no se hace afición.
Uno no quiere el toro grande, ni discute la presencia más allá de lo imprescindible. Pero los toros tienen que moverse y tener casta. Esto no admite discusión. Si no, los llenos como los de esta Feria serán absolutamente pasajeros.
La plaza, a decir de los habituales, mostraba un lleno que no recordaban ni los más viejos del lugar. Y mostró de ese modo, las carencias en los accesos y el acomodo. Complicadísimo y lento llegar a la localidad y desalojar la plaza. La comodidad del espectador, como siempre, descuidada. Es imprescindible hacer algo, en esta y en todas las plazas.
Luego, lo sucedido en el ruedo las dos tardes se vio condicionado por el descastadísimo comportamiento de los toros de Torrehandilla y Torreherberos el día 19 y los de Santiago Domecq y Ana María Bohórquez el 21. No hablo ya de presencia, sino de casta, fortaleza y empuje, de emoción en definitiva, que no hubo de forma plena ninguno de los dos días.
El viernes, Víctor Puerto se empeñó en reaparecer después de la cornada de Málaga, pero no estaba para hacerlo. Y se notó. Lanceó con más decisión que hondura a sus dos toros, pero con la muleta no hubo nada. En su primero, porque se rompió una pata al comienzo del trasteo y hubo que apuntillarlo (en una labor que se extendió mucho más de lo preciso); en su segundo porque se limitó a acompañar sin gracia ni poder las embestidas a media altura hasta que el toro se rajó. César Jiménez demostró firmeza, buen hacer y gusto en sus dos oponentes. Toreo variado y hondo de capa y compás abierto, riñones asentados y trazo templado con la muleta le valieron una oreja de cada oponente y la salida por la Puerta Grande. José Tomás toreó muy bien a su primero con la muleta en pases de trazo muy largo, hondo y, sobre todo al final de la faena, pasándose el toro muy cerca. Gran faena a la que le faltó toro y, por eso, toreo de capa y rotundidad. Como le faltó para redondear la tarde continuidad en el quinto, que se paró y al que era imposible sacarle nada. Hay que hacer algo para que los toros salgan con más acometividad, bravura y casta; si no, estamos perdidos.
La corrida del domingo fue una sucesión de toros flojos y descastados donde Morante sólo pudo dejar detalles en su primero, abreviando en el cuarto, lo cual generó una fuerte división de opiniones y un agrio debate en los tendidos sobre si, cuando un toro es imposible, hay que intentarlo o no (uno, quizá porque ve muchos toros a lo largo del año, prefiere que se abrevie; otros, que van mucho menos a la plaza, parece que quieren ver al torero estar allí, ganándose el jornal, aunque sepan que va a ser para nada). Juli estuvo bien con su primero (lo bien que se puede estar con un toro flojo pero que va con cierta nobleza), pero con el quinto ni siquiera eso fue posible. Y Fernando Tendero (torero de la tierra, casi desconocido, que sustituyó a Cayetano) salió a hombros después de cortar una oreja a cada uno de sus toros. Orejas de paisanaje y voluntad a partes iguales.
Así, señores, no se hace afición.
Uno no quiere el toro grande, ni discute la presencia más allá de lo imprescindible. Pero los toros tienen que moverse y tener casta. Esto no admite discusión. Si no, los llenos como los de esta Feria serán absolutamente pasajeros.
jueves, 18 de agosto de 2011
Otras tardes del verano
Habíamos glosado la tarde del sábado de El Puerto de Santa María, una tarde gloriosa y única. Pero faltaban algunos apuntes de Huelva y de las otras dos tardes del rincón del vaporcito. Con retraso y brevedad, pero vamos a ello.
La tarde del día 3 en Huelva una corrida descastada y sosa de El Pilar echó al traste la ilusión de tantos que nos congregamos para la primera de las comparecencias de JT en Andalucía en esta microtemporada. Silvera estuvo por allí demostrando que tiene buen gusto pero que le falta mucho oficio, aunque con lo poco que torea, bastante hizo con estar. Luque estuvo muy importante, como antes lo había estado en Santander y como después lo ha estado en casi todas las plazas en las que ha toreado en Agosto. Es un torero cada vez con más recursos y oficios, y con las mismas ganas de triunfar. Y JT demostró después de la tarde de Valencia que esa tauromaquia de compás más abierto va a ser algo que veremos con frecuencia. Nos quedó la sensación de que se ha perdido algo de liturgia, de que se ha hecho más "humano" y por eso más cálido, pero también más falible. Sigo teniendo la sensación de que le falta algo de forma física y de rodaje (algo normal, por otro lado). Veremos que pasa mañana en Ciudad Real.
La nocturna del día 5 en El Puerto (homenaje a Fermín Bohórquez Escribano) fue un auténtico fracaso de público, con menos de un cuarto de plaza. Fermín Bohórquez hijo, a caballo, tuvo en la faena al cuarto una faena más completa que al que abrió plaza, en esa escuela clásica y con una monta nada espectacular, pero eficaz. Ponce tiró de oficio con sus dos toros y dejó lo mejor en el quinto, al que sacó más de lo que se podía presagiar. Cid, que llegó en helicóptero después de haber toreado esa tarde en Huelva, toreó con mucho pundonor y queriendo triunfar. Tuvo momentos buenos, pero sigue sin ser ese torero deslumbrante de años atrás.
El domingo, Juli, Talavante y Perera dejaron momentos de muy buen toreo, aunque a veces por los toros y otras por los aceros no llegaron a rematar ninguna de sus faenas. Juli es inteligencia, ambición, oficio y afición sin límite. Es grandioso verle cómo lucha cada tarde por demostrar y ratificar su condición de figura, por sacar siempre lo mejor. Talavante está en buen momento y su toreo pausado y hondo es una delicia, aunque falta que el toro le acompañe un punto más. Y Perera estuvo sensacional, tanto dando distancia y trayendo toreado a sus oponentes (que fue lo que a mí más me gustó), como metiéndose entre los pitones y haciendo faenas de valor y de poder (que es lo que enardeció a la plaza); un torero que está volviendo a crecer, por suerte para todos.
La tarde del día 3 en Huelva una corrida descastada y sosa de El Pilar echó al traste la ilusión de tantos que nos congregamos para la primera de las comparecencias de JT en Andalucía en esta microtemporada. Silvera estuvo por allí demostrando que tiene buen gusto pero que le falta mucho oficio, aunque con lo poco que torea, bastante hizo con estar. Luque estuvo muy importante, como antes lo había estado en Santander y como después lo ha estado en casi todas las plazas en las que ha toreado en Agosto. Es un torero cada vez con más recursos y oficios, y con las mismas ganas de triunfar. Y JT demostró después de la tarde de Valencia que esa tauromaquia de compás más abierto va a ser algo que veremos con frecuencia. Nos quedó la sensación de que se ha perdido algo de liturgia, de que se ha hecho más "humano" y por eso más cálido, pero también más falible. Sigo teniendo la sensación de que le falta algo de forma física y de rodaje (algo normal, por otro lado). Veremos que pasa mañana en Ciudad Real.
La nocturna del día 5 en El Puerto (homenaje a Fermín Bohórquez Escribano) fue un auténtico fracaso de público, con menos de un cuarto de plaza. Fermín Bohórquez hijo, a caballo, tuvo en la faena al cuarto una faena más completa que al que abrió plaza, en esa escuela clásica y con una monta nada espectacular, pero eficaz. Ponce tiró de oficio con sus dos toros y dejó lo mejor en el quinto, al que sacó más de lo que se podía presagiar. Cid, que llegó en helicóptero después de haber toreado esa tarde en Huelva, toreó con mucho pundonor y queriendo triunfar. Tuvo momentos buenos, pero sigue sin ser ese torero deslumbrante de años atrás.
El domingo, Juli, Talavante y Perera dejaron momentos de muy buen toreo, aunque a veces por los toros y otras por los aceros no llegaron a rematar ninguna de sus faenas. Juli es inteligencia, ambición, oficio y afición sin límite. Es grandioso verle cómo lucha cada tarde por demostrar y ratificar su condición de figura, por sacar siempre lo mejor. Talavante está en buen momento y su toreo pausado y hondo es una delicia, aunque falta que el toro le acompañe un punto más. Y Perera estuvo sensacional, tanto dando distancia y trayendo toreado a sus oponentes (que fue lo que a mí más me gustó), como metiéndose entre los pitones y haciendo faenas de valor y de poder (que es lo que enardeció a la plaza); un torero que está volviendo a crecer, por suerte para todos.
domingo, 7 de agosto de 2011
Puerto de Santa María (6 de agosto de 2011) - Quien no ha visto toros en El Puerto...
Creo que fue Joselito El Gallo quien dijo aquello de que "Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es una tarde de toros". Ayer, esa frase se hizo realidad como pocas veces. Todo estuvo a favor, desde un público que quería disfrutar del arte de los toreros (y no examinarlos), hasta los toros de Núñez del Cuvillo, de presentación correcta y juego aceptable (más allá de que no fue la mejor corrida de este hierro, ni la tarde en la que sus pupilos derrocharon más bravura, pero sirvieron, y muy bien, para que Morante y Manzanares se explayaran).
Ya antes del festejo se notaba el runrun de las grandes tardes, de la impaciencia del disfrute. Esa sensación que, tantas veces, es lo único que queda. Pero esta no fue así.
La Plaza estaba llena, sin un solo sitio libre. Y era una maravilla verla completa (a diferencia de la nocturna del día anterior, con un escaso cuarto del aforo cubierto).
Al finalizar el paseillo, el público aplaudió a los toreros el gesto de anunciarse mano a mano y estos correspondieron desde el tercio.
Morante recibió a su primero con verónicas marca de la casa, con empaque y templanza. La última, larga y pausada, arrancó el primer olé unánime, y la media abigarrada y excelsa nos levantó a todos del asiento. Con ese toro, poco más pudo hacer. El animal tenía poca fuerza y una banderilla colocada muy delantera condicionaron su juego con un cabeceo molesto. Abrevió.
Al tercero lo recibió en el tercio toreándolo sin moverse del sitio. El toro iba de lejos, salía suelto, pero el de La Puebla no se movía de su sitio y cuando el burel volvía a reparar en él e iba hacia su llamada, impertérrito, le echaba los vuelos del capote y lo mecía con su personalísima gracia. La faena de muleta fue probablemente la más completa de Morante esta temporada. Primero dos series, una con cada mano, ligadas, hondas y por bajo. Luego, varias series de derechazos y naturales de sentimiento, pureza y verdad. Cambios de mano, pases de pecho, por bajo,... Todo con el mentón hundido, toreando con todo el cuerpo a un animal que respondió perfectamente. El tipo de toro que Morante precisa para crear un arte único, una emoción desbordada. Pinchazo y estocada. Dos orejas y vuelta al toro (protestada) al toro.
Lo del quinto fue una faena inexplicable, barroca, improvisada, llena de momentos de magia. Como esas chicuelinas del quite, o el tercio de banderillas en el que invitó a Manzanares, que allí estuvo (con más voluntad que acierto). Los dos pares de Morante reivindicaron el clasicismo en el cite y la ejecución. Al final del último, el toro le persiguió y le topó en el glúteo hasta que Morante paró al toro con una mirada fulminante y una palmada en la testuz. Hubieron de vendarle por encima del traje y pensamos que por la condición del toro (incierto, sin mucha clase, pero con movilidad), Morante tiraría de repertorio de toreo antiguo y le andaría por la cara. Pero no fue así. O, mejor dicho, no fue sólo así. Hizo una faena insólita. Le bajaron una silla de enea de los palcos y desde allí citó y toreó por alto en un pase excelso, luego, sin solución de continuidad, se fue llevando al toro a los medios con pases variados, la muleta templada en una mano y la silla en la otra. Siguió con series de una hondura excepcional, pases inspiradísimos. Toreo de cante jondo por ambos pitones. Y luego, mediada la faena, vino el repertorio del toreo a dos manos, las estampas antiguas, el pozo en el que se mezcla el arte que han destilado tantas generaciones. Se desbordó el delirio y las dos orejas después de una estocada algo tendida y ligeramente baja eran lo de menos en una tarde que ya había sido excepcional.
Manzanares no se quedó atrás y demostró que el arte y el gusto puede ser desgarrado y pasional, como el de Morante, o fruto de la clase, la inteligencia y la paciencia, como en su caso. Hizo tres faenas perfectas, acomodadas a lo que pedía cada uno de sus toros. Con una lidia excepcional (aunque se notó esa presencia de un "cuarto" que se exije en los mano a mano). Curro Javier y Juan José Trujillo estuvieron sensacionales. La lidia del segundo se hizo, desde que salió, con solo siete lances (además de los del toreo propio de Manzanares). Un prodigio. Ese segundo era un toro tardo al que Manzanares le hizo las cosas con despaciosidad y dejando tiempo entre serie y serie. Toreo cadencioso, ligado y con una clase grandiosa.
El cuarto fue un toro que no paró de ir y venir, al que era imposible parar. Manzanares tiró de sabiduría y paciencia y aprovechó el viaje del animal para, haciéndolo todo bien, dar otra lección de empaque y torería. Estocada recibiendo, aunque el toro tardó en caer.
En el sexto, con la tarde ya entrada en triunfo y Morante pasando brevemente a la enfermería a que le trataran del varetazo en banderillas, la actuación de José María y de la cuadrilla fueron para enmarcar. Lidia excepcional y toreo de altura. Series grandiosas, sobre todo al natural. Toreo hondo, profundo, con una transmisión estética sensacional. Gran estocada y dos orejas que remataban una tarde única.
Fueron más de dos horas y media de un sentimiento excepcional. Tardes así no pueden salir todos los días (no lo aguantaríamos). Pero deberían verse más a menudo. Si hubiera seis o siete como estas en Madrid cada temporada, cuatro o cinco en Sevilla, dos en Bilbao, en Valencia,... la afición se triplicaba en un par de años. Esto es el toreo. Así tiene que ser una tarde de toros. Así deben estar los toreros. Y el público. Así hay que disfrutar. Por eso nos emociona tanto. Por eso hacemos miles de kilómetros cada año. Por eso seguimos soñando con la GRAN TEMPORADA.
Ya antes del festejo se notaba el runrun de las grandes tardes, de la impaciencia del disfrute. Esa sensación que, tantas veces, es lo único que queda. Pero esta no fue así.
La Plaza estaba llena, sin un solo sitio libre. Y era una maravilla verla completa (a diferencia de la nocturna del día anterior, con un escaso cuarto del aforo cubierto).
Al finalizar el paseillo, el público aplaudió a los toreros el gesto de anunciarse mano a mano y estos correspondieron desde el tercio.
Morante recibió a su primero con verónicas marca de la casa, con empaque y templanza. La última, larga y pausada, arrancó el primer olé unánime, y la media abigarrada y excelsa nos levantó a todos del asiento. Con ese toro, poco más pudo hacer. El animal tenía poca fuerza y una banderilla colocada muy delantera condicionaron su juego con un cabeceo molesto. Abrevió.
Al tercero lo recibió en el tercio toreándolo sin moverse del sitio. El toro iba de lejos, salía suelto, pero el de La Puebla no se movía de su sitio y cuando el burel volvía a reparar en él e iba hacia su llamada, impertérrito, le echaba los vuelos del capote y lo mecía con su personalísima gracia. La faena de muleta fue probablemente la más completa de Morante esta temporada. Primero dos series, una con cada mano, ligadas, hondas y por bajo. Luego, varias series de derechazos y naturales de sentimiento, pureza y verdad. Cambios de mano, pases de pecho, por bajo,... Todo con el mentón hundido, toreando con todo el cuerpo a un animal que respondió perfectamente. El tipo de toro que Morante precisa para crear un arte único, una emoción desbordada. Pinchazo y estocada. Dos orejas y vuelta al toro (protestada) al toro.
Lo del quinto fue una faena inexplicable, barroca, improvisada, llena de momentos de magia. Como esas chicuelinas del quite, o el tercio de banderillas en el que invitó a Manzanares, que allí estuvo (con más voluntad que acierto). Los dos pares de Morante reivindicaron el clasicismo en el cite y la ejecución. Al final del último, el toro le persiguió y le topó en el glúteo hasta que Morante paró al toro con una mirada fulminante y una palmada en la testuz. Hubieron de vendarle por encima del traje y pensamos que por la condición del toro (incierto, sin mucha clase, pero con movilidad), Morante tiraría de repertorio de toreo antiguo y le andaría por la cara. Pero no fue así. O, mejor dicho, no fue sólo así. Hizo una faena insólita. Le bajaron una silla de enea de los palcos y desde allí citó y toreó por alto en un pase excelso, luego, sin solución de continuidad, se fue llevando al toro a los medios con pases variados, la muleta templada en una mano y la silla en la otra. Siguió con series de una hondura excepcional, pases inspiradísimos. Toreo de cante jondo por ambos pitones. Y luego, mediada la faena, vino el repertorio del toreo a dos manos, las estampas antiguas, el pozo en el que se mezcla el arte que han destilado tantas generaciones. Se desbordó el delirio y las dos orejas después de una estocada algo tendida y ligeramente baja eran lo de menos en una tarde que ya había sido excepcional.
Manzanares no se quedó atrás y demostró que el arte y el gusto puede ser desgarrado y pasional, como el de Morante, o fruto de la clase, la inteligencia y la paciencia, como en su caso. Hizo tres faenas perfectas, acomodadas a lo que pedía cada uno de sus toros. Con una lidia excepcional (aunque se notó esa presencia de un "cuarto" que se exije en los mano a mano). Curro Javier y Juan José Trujillo estuvieron sensacionales. La lidia del segundo se hizo, desde que salió, con solo siete lances (además de los del toreo propio de Manzanares). Un prodigio. Ese segundo era un toro tardo al que Manzanares le hizo las cosas con despaciosidad y dejando tiempo entre serie y serie. Toreo cadencioso, ligado y con una clase grandiosa.
El cuarto fue un toro que no paró de ir y venir, al que era imposible parar. Manzanares tiró de sabiduría y paciencia y aprovechó el viaje del animal para, haciéndolo todo bien, dar otra lección de empaque y torería. Estocada recibiendo, aunque el toro tardó en caer.
En el sexto, con la tarde ya entrada en triunfo y Morante pasando brevemente a la enfermería a que le trataran del varetazo en banderillas, la actuación de José María y de la cuadrilla fueron para enmarcar. Lidia excepcional y toreo de altura. Series grandiosas, sobre todo al natural. Toreo hondo, profundo, con una transmisión estética sensacional. Gran estocada y dos orejas que remataban una tarde única.
Fueron más de dos horas y media de un sentimiento excepcional. Tardes así no pueden salir todos los días (no lo aguantaríamos). Pero deberían verse más a menudo. Si hubiera seis o siete como estas en Madrid cada temporada, cuatro o cinco en Sevilla, dos en Bilbao, en Valencia,... la afición se triplicaba en un par de años. Esto es el toreo. Así tiene que ser una tarde de toros. Así deben estar los toreros. Y el público. Así hay que disfrutar. Por eso nos emociona tanto. Por eso hacemos miles de kilómetros cada año. Por eso seguimos soñando con la GRAN TEMPORADA.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Somos noticias - Tablero de sueños - Taurología
José Maria acaba de publicar en la colección "Inklings de Siltolá", de Edificiones de la Isla de Siltolá, un bellísimo libro de poesía titulado "Tablero de sueños". Es un aténtico regalo para quienes gusten del arte con mayúsculas que recopila poemas de temática y estilos bien distintos y que incluye un par de ellos sobre tauromaquia (el haiku "Plaza de toros" y su bellísimo poema sobre José Tomás).
El libro contiene, además, a modo de introducción, un magnífico ensayo escrito por él mismo sobre su propia obra creadora (en realidad, sobre la obra creadora en sí, y cómo él la entiende).
Es una alegría para sus admiradores, para sus amigos, ver cómo cada vez va viendo la luz una mayor parte de su obra, y cómo va siendo reconocida con mayor unanimidad.
Para los aficionados, es una razón más para la satisfacción comprobar que la temática taurina se mezcla con naturalidad con la relativa a la música, a la literatura o a la pintura. Así ha sido siempre. Sin estridencias, con la normalidad de quien es capaz de apreciar y de sentir la belleza, uniendo a la percepción estética el sentido del rito y la conexión con todo aquello que nos hace más humanos, mejores personas.
Mucho más modestamente (por lo que me toca, que no por quienes se han fijado en este blog y han tenido a bien difundir lo que aquí vamos diciendo), dejar también constancia de que la web taurología ha recopilado las reflexiones que hicimos en este blog sobre la próxima adjudicación de la Plaza de Toros de Las Ventas y lo ha publicado en formato de PDF para facilitar su lectura. Desde aquí nuestro agradecimiento por su trabajo y su interés.
El libro contiene, además, a modo de introducción, un magnífico ensayo escrito por él mismo sobre su propia obra creadora (en realidad, sobre la obra creadora en sí, y cómo él la entiende).
Es una alegría para sus admiradores, para sus amigos, ver cómo cada vez va viendo la luz una mayor parte de su obra, y cómo va siendo reconocida con mayor unanimidad.
Para los aficionados, es una razón más para la satisfacción comprobar que la temática taurina se mezcla con naturalidad con la relativa a la música, a la literatura o a la pintura. Así ha sido siempre. Sin estridencias, con la normalidad de quien es capaz de apreciar y de sentir la belleza, uniendo a la percepción estética el sentido del rito y la conexión con todo aquello que nos hace más humanos, mejores personas.
Mucho más modestamente (por lo que me toca, que no por quienes se han fijado en este blog y han tenido a bien difundir lo que aquí vamos diciendo), dejar también constancia de que la web taurología ha recopilado las reflexiones que hicimos en este blog sobre la próxima adjudicación de la Plaza de Toros de Las Ventas y lo ha publicado en formato de PDF para facilitar su lectura. Desde aquí nuestro agradecimiento por su trabajo y su interés.
lunes, 1 de agosto de 2011
Valencia (22 y 23 de julio de 2011) - Sentimientos encontrados
La vida es paradójica a menudo. Y, de vez en cuando, cruel, muy cruel.
El fin de semana se prestaba a la fiesta y al regocijo, al reencuentro y la celebración. Pero el viernes, recién estrenada la mañana, golpeó con fuerza y donde duele.
Uno no estaba ya con cuerpo de celebración, pero fuimos a Valencia en parte con inercia por aquellos que habíamos convocado (que nos habían convocado) y en parte como homenaje. Porque no ha habido nadie que nos haya transmitido tanto ímpetu y tanta alegría.
La tarde del viernes, la corrida de Garcigrande salió sosa y sin clase, a excepción del cuarto. Con ese material, Ponce nada pudo hacer con su primero, un toro sin casta alguna al que cuidó para nada. A su segundo, el único que sirvió de la corrida, le hizo una faena marca de la casa, con temple y estética, finalizada con dos poncinas y mal rematada con la espada. Pudo haber salido a hombros, pero los aceros se lo impidieron.
El Juli demostró una afición demedida y que atraviesa un momento extraordinario, pero no hubo nada que hacer. Su primero se iba después de cada muletazo. Le aguntó y le fue haciendo las cosas cada vez mejor, con algunos pasajes de calidad. Una faena de mucho mérito que marró con la espada (pinchazo y estocada tendida). El quinto fue un toro que manseó en varas y que se puso incierto en la muleta. El julio lo intentó de todas las maneras, pero no había un gramo de bravura y nobleza que permitieran al animal venirse arriba.
Manzanares cortó una oreja a cada uno de sus oponentes, refrendando el momento excepcional que atraviesa, aunque ninguna de las faenas tuvieron la intensidad de otras que le hemos visto esta misma temporada. En el tercero, un toro sin presencia alguna muy protestado, tuvo alguna serie muy completa (la primera por la derecha y otra al natural) y pases aislados de mucha calidad. Intentó matar recibiendo, tal vez para desquitarse de la tarde de aquella inmensa faena de Fallas, y marró a la primera, acertando al segundo intento. El sexto, hizo amago continuamente para irse a tablas, pero Manzanares le retuvo a base de técnica y tesón, enjaretándole pases de una estética importantísima. Mató al toro de una estocada recibiendo con el toro apoyado en tablas, lo cual demuestra una convicción en su poder con la espada fuera de lo común.
Una tarde, en fin, de un torero que quería demostrar que esa plaza era y es la suya, pero que sólo pudo demostrarlo en el único toro de cierto interés de la corrida. Y otros dos, que querían reivindicar que la temporada es algo que se libra entre ellos. Pero son toros desigualmente presentados y, sobre todo, sin fondo de bravura y de clase, no hay manera. Algo habrá que hacer para que tardes como estas tengan una rotundidad mayor, porque los toros lo permitan.
* * *
La tarde del sábado era una tarde propicia para que los sentimientos se desbordaran. La ciudad de Valencia, los aledaños de la plaza, estaban llenos de aficionados de todo el mundo que no querían perderse el regreso del mito y que querían verlo triunfar a toda costa.
Lo importante, sin embargo, es el hombre. Recuperado sin duda en su mentalidad de triunfo y compromiso, aunque continúe aún algo mermado en lo físico y con un punto espectral en su figura que añade congoja al verle en la plaza, desde que se rompe el paseillo.
El traje de la reaparición, un malva y oro, mezclaba de forma curiosa el clasicismo del conjunto con unas lunas en cuarto creciente que le daban un toque innovador y mágico. Vimos a un José Tomás tan comprometido como siempre por hacer las cosas como las siente, por hacer el toreo desde la verdad más absoluta. Con algo más de variedad, pero sin renunciar un ápice al rigor y al estoicismo. Y toreando cada vez más por abajo y más lento.
Quitó por delantales y media abelmontada en el primer toro de Puerto, por gaoneras rotundas en su primero y por chicuelinas en el quinto. Siempre con pureza, con perfección. A pesar de que el viento molestó durante todas la faenas.
En el segundo de la tarde demostró que quiere hacer las cosas cada vez más rotundas, aunque un par de enganchones por abajo, muy por abajo, y la poca clase de su oponente, hicieron que hubiera vibración y sentimiento, pero no la rotundidad de la belleza.
La faena al quinto fue una faena más maciza, más honda. Empezando por el cite desde el centro del ruedo del que salió arrollado y del que se repuso, pese a todo. Y, luego, con series largas y de muchísima entrega y profundidad rematada con una estocada entera. ¿Era de dos orejas? Sin duda, siempre que uno no vaya a la Plaza con escuadra y cartabón, que no se deje el corazón el casa. Sin sentimientos y sin pasión el toreo queda en nada. Y a veces algunos presidentes lo olvidan de plano.
Víctor Puerto recibió bien de capa a su primero e inició la faena de muleta de rodillas con temple y emoción. Luego, la faena se vino a menos y no hubo conexión. Igual que sucedió en el cuarto, un toro sin fuerza con el que no hubo nada que hacer.
Saldívar fue el triunfador numérico de la tarde a base de pundonor (siempre) y de buen toreo (a veces). Tuvo el mejor lote con diferencia y no siempre estuvo a la altura. Hubo ajuste, una cierta imitación de José Tomás (del José Tomás de antes, el reaparecido iba ya dos pasos por delante) y cierta sensación de falta de oficio. Hubo también entrega y verdad. Tiene condiciones, pero le falta reposo y un estilo propio.
Era la tarde de JT. Como hombre y como torero. Y con él lo celebramos. Porque si estamos aquí, mientras estemos, hay que celebrarlo.
El fin de semana se prestaba a la fiesta y al regocijo, al reencuentro y la celebración. Pero el viernes, recién estrenada la mañana, golpeó con fuerza y donde duele.
Uno no estaba ya con cuerpo de celebración, pero fuimos a Valencia en parte con inercia por aquellos que habíamos convocado (que nos habían convocado) y en parte como homenaje. Porque no ha habido nadie que nos haya transmitido tanto ímpetu y tanta alegría.
La tarde del viernes, la corrida de Garcigrande salió sosa y sin clase, a excepción del cuarto. Con ese material, Ponce nada pudo hacer con su primero, un toro sin casta alguna al que cuidó para nada. A su segundo, el único que sirvió de la corrida, le hizo una faena marca de la casa, con temple y estética, finalizada con dos poncinas y mal rematada con la espada. Pudo haber salido a hombros, pero los aceros se lo impidieron.
El Juli demostró una afición demedida y que atraviesa un momento extraordinario, pero no hubo nada que hacer. Su primero se iba después de cada muletazo. Le aguntó y le fue haciendo las cosas cada vez mejor, con algunos pasajes de calidad. Una faena de mucho mérito que marró con la espada (pinchazo y estocada tendida). El quinto fue un toro que manseó en varas y que se puso incierto en la muleta. El julio lo intentó de todas las maneras, pero no había un gramo de bravura y nobleza que permitieran al animal venirse arriba.
Manzanares cortó una oreja a cada uno de sus oponentes, refrendando el momento excepcional que atraviesa, aunque ninguna de las faenas tuvieron la intensidad de otras que le hemos visto esta misma temporada. En el tercero, un toro sin presencia alguna muy protestado, tuvo alguna serie muy completa (la primera por la derecha y otra al natural) y pases aislados de mucha calidad. Intentó matar recibiendo, tal vez para desquitarse de la tarde de aquella inmensa faena de Fallas, y marró a la primera, acertando al segundo intento. El sexto, hizo amago continuamente para irse a tablas, pero Manzanares le retuvo a base de técnica y tesón, enjaretándole pases de una estética importantísima. Mató al toro de una estocada recibiendo con el toro apoyado en tablas, lo cual demuestra una convicción en su poder con la espada fuera de lo común.
Una tarde, en fin, de un torero que quería demostrar que esa plaza era y es la suya, pero que sólo pudo demostrarlo en el único toro de cierto interés de la corrida. Y otros dos, que querían reivindicar que la temporada es algo que se libra entre ellos. Pero son toros desigualmente presentados y, sobre todo, sin fondo de bravura y de clase, no hay manera. Algo habrá que hacer para que tardes como estas tengan una rotundidad mayor, porque los toros lo permitan.
* * *
La tarde del sábado era una tarde propicia para que los sentimientos se desbordaran. La ciudad de Valencia, los aledaños de la plaza, estaban llenos de aficionados de todo el mundo que no querían perderse el regreso del mito y que querían verlo triunfar a toda costa.
Lo importante, sin embargo, es el hombre. Recuperado sin duda en su mentalidad de triunfo y compromiso, aunque continúe aún algo mermado en lo físico y con un punto espectral en su figura que añade congoja al verle en la plaza, desde que se rompe el paseillo.
El traje de la reaparición, un malva y oro, mezclaba de forma curiosa el clasicismo del conjunto con unas lunas en cuarto creciente que le daban un toque innovador y mágico. Vimos a un José Tomás tan comprometido como siempre por hacer las cosas como las siente, por hacer el toreo desde la verdad más absoluta. Con algo más de variedad, pero sin renunciar un ápice al rigor y al estoicismo. Y toreando cada vez más por abajo y más lento.
Quitó por delantales y media abelmontada en el primer toro de Puerto, por gaoneras rotundas en su primero y por chicuelinas en el quinto. Siempre con pureza, con perfección. A pesar de que el viento molestó durante todas la faenas.
En el segundo de la tarde demostró que quiere hacer las cosas cada vez más rotundas, aunque un par de enganchones por abajo, muy por abajo, y la poca clase de su oponente, hicieron que hubiera vibración y sentimiento, pero no la rotundidad de la belleza.
La faena al quinto fue una faena más maciza, más honda. Empezando por el cite desde el centro del ruedo del que salió arrollado y del que se repuso, pese a todo. Y, luego, con series largas y de muchísima entrega y profundidad rematada con una estocada entera. ¿Era de dos orejas? Sin duda, siempre que uno no vaya a la Plaza con escuadra y cartabón, que no se deje el corazón el casa. Sin sentimientos y sin pasión el toreo queda en nada. Y a veces algunos presidentes lo olvidan de plano.
Víctor Puerto recibió bien de capa a su primero e inició la faena de muleta de rodillas con temple y emoción. Luego, la faena se vino a menos y no hubo conexión. Igual que sucedió en el cuarto, un toro sin fuerza con el que no hubo nada que hacer.
Saldívar fue el triunfador numérico de la tarde a base de pundonor (siempre) y de buen toreo (a veces). Tuvo el mejor lote con diferencia y no siempre estuvo a la altura. Hubo ajuste, una cierta imitación de José Tomás (del José Tomás de antes, el reaparecido iba ya dos pasos por delante) y cierta sensación de falta de oficio. Hubo también entrega y verdad. Tiene condiciones, pero le falta reposo y un estilo propio.
Era la tarde de JT. Como hombre y como torero. Y con él lo celebramos. Porque si estamos aquí, mientras estemos, hay que celebrarlo.
jueves, 21 de julio de 2011
Ponce, Joselito y José Tomás
Entre las reflexiones que ha suscitado la reaparición de José Tomás, una de las que más me ha llamado la atención ha sido la de Joselito, que en una entrevista publicada ayer día 20 en El Mundo decía cosas como que JT “es un hombre tan inmensamente puro, íntegro y con tanto valor que es capaz de ponerse donde otros pensamos ponernos. Y lo hace con cierta naturalidad”.
Relataba, además, Joselito una anécdota que al parecer le sucedió en Arles cuando el de Galapagar estaba empezando. Toreaban Ponce, Joselito y José Tomás y le tocó a JT un toro muy serio que no paraba de escarbar (“de esos que ves que cuando deje de escarbar se arranca y te arrolla”). Parece que Ponce y Joselito estaban en el callejón y Enrique le dijo a José “Ese tío es muy torpe, ¿no? Se lo va a llevar por delante” a lo que José contestó: “¿Torpe? No. Lo que tiene son dos cojones. ¡Qué coño va a ser torpe! Lo que pasa es que ni soñamos en hacer lo que éste hace”.
Más allá de la exageración que suelen tener estas anécdotas creo que reflejan muy bien la distinta personalidad de esos tres genios, tres auténticos figurones del toreo.
Por lo que dicen las crónicas, la relación de Ponce y JT no parece ser muy buena. Y aparentemente Enrique no sale muy bien parado de la anécdota que relata José. Pero creo que sólo aparentemente. Precisamente la entrevista se producía dos días después de que, según las crónicas, Ponce hubiera estado magistral en Mont de Marsan con una mansada de Samuel Flores. Tirando de técnica, de temple, de una tremenda afición y de oficio, Ponce sacó más, mucho más, de los que sus toros (sobre todo su segundo) tenían. Y eso lo la hecho infinidad de tardes a lo largo de su carrera. Por eso, tengo la sensación de que cuando Ponce estaba hablando de torpeza estaba poniendo sobre el tapete su tauromaquia, una tauromaquia basada mucho más en la técnica que en una colocación concreta o el desgarro de su toreo. Lo cual, es obvio, pero no importa repetirlo, no excluye el valor ni el riesgo, como algunos quieren hacer ver. Sin la técnica de Ponce, sin su conocimiento, sin su afición desmedida, sería difícil que hoy se toreara como se torea.
Joselito replica que JT no es torpe, sino que tiene dos cojones y que “lo que pasa es que ni soñamos en hacer lo que éste hace”. Es algo que también da buena muestra de cómo es el de la Guindalera, de por qué le hemos admirado tanto. De cómo fue el primer ídolo total de nuestra particular tauromaquia. Joselito reinventa la liturgia y la pureza, el torero como un ser distinto, misterioso, a veces hosco y otras tremendamente cordial. Pero que siempre marca las reglas. Dentro y fuera de la plaza. Sin la Goyesca del 2 de mayo no sería posible nada de lo que hoy vemos en las plazas. Pero, sobre todo, no sería posible José Tomás, que lleva esa liturgia y esa pureza, dentro y fuera de los ruedos, hasta el extremo. Por eso, la exclamación de Joselito es la del maestro que ve que uno de sus discípulos empieza a surcar caminos que él ya no podrá recorrer. Que siente que sin lo que él ha hecho esas rutas seguirían inexploradas, pero su pundonor y su pasión se ven heridas. Porque querría ser él quien las transitara primero, quien mandara también en los nuevos territorios.
José Tomás recopila y proyecta en su tauromaquia todo lo anterior y le da una dimensión nueva, desde la ética y la pureza. No tiene la técnica de Ponce ni la variedad de José, pero ha depurado la liturgia y la hondura y ha conseguido conectar de forma sublime con los mejores aficionados y con los que no lo son reinventando la absoluta verdad de este misterio. Por eso, frente a aquel toro de Arles, delante de Enrique y de José, JT se coloca en el “vértice del miedo” y comienza a balbucear una nueva verdad que a todos sorprende.
No es torpeza ni son cojones. Es ese hilo del toreo del que hablaba Alameda. Un hilo que mañana se estira en una prolongación propicia: Ponce, Juli, Manzanares, Puerto, JT y Saldívar. No hace falta que sea la misma tarde. Habrá quienes el viernes, vestidos de luces, en el callejón, hablen de torpeza, de pureza y de cojones. Y otros que vuelvan a hablar de lo mismo el sábado, a la misma hora y en el mismo sitio.
Por eso estaremos allí.
Relataba, además, Joselito una anécdota que al parecer le sucedió en Arles cuando el de Galapagar estaba empezando. Toreaban Ponce, Joselito y José Tomás y le tocó a JT un toro muy serio que no paraba de escarbar (“de esos que ves que cuando deje de escarbar se arranca y te arrolla”). Parece que Ponce y Joselito estaban en el callejón y Enrique le dijo a José “Ese tío es muy torpe, ¿no? Se lo va a llevar por delante” a lo que José contestó: “¿Torpe? No. Lo que tiene son dos cojones. ¡Qué coño va a ser torpe! Lo que pasa es que ni soñamos en hacer lo que éste hace”.
Más allá de la exageración que suelen tener estas anécdotas creo que reflejan muy bien la distinta personalidad de esos tres genios, tres auténticos figurones del toreo.
Por lo que dicen las crónicas, la relación de Ponce y JT no parece ser muy buena. Y aparentemente Enrique no sale muy bien parado de la anécdota que relata José. Pero creo que sólo aparentemente. Precisamente la entrevista se producía dos días después de que, según las crónicas, Ponce hubiera estado magistral en Mont de Marsan con una mansada de Samuel Flores. Tirando de técnica, de temple, de una tremenda afición y de oficio, Ponce sacó más, mucho más, de los que sus toros (sobre todo su segundo) tenían. Y eso lo la hecho infinidad de tardes a lo largo de su carrera. Por eso, tengo la sensación de que cuando Ponce estaba hablando de torpeza estaba poniendo sobre el tapete su tauromaquia, una tauromaquia basada mucho más en la técnica que en una colocación concreta o el desgarro de su toreo. Lo cual, es obvio, pero no importa repetirlo, no excluye el valor ni el riesgo, como algunos quieren hacer ver. Sin la técnica de Ponce, sin su conocimiento, sin su afición desmedida, sería difícil que hoy se toreara como se torea.
Joselito replica que JT no es torpe, sino que tiene dos cojones y que “lo que pasa es que ni soñamos en hacer lo que éste hace”. Es algo que también da buena muestra de cómo es el de la Guindalera, de por qué le hemos admirado tanto. De cómo fue el primer ídolo total de nuestra particular tauromaquia. Joselito reinventa la liturgia y la pureza, el torero como un ser distinto, misterioso, a veces hosco y otras tremendamente cordial. Pero que siempre marca las reglas. Dentro y fuera de la plaza. Sin la Goyesca del 2 de mayo no sería posible nada de lo que hoy vemos en las plazas. Pero, sobre todo, no sería posible José Tomás, que lleva esa liturgia y esa pureza, dentro y fuera de los ruedos, hasta el extremo. Por eso, la exclamación de Joselito es la del maestro que ve que uno de sus discípulos empieza a surcar caminos que él ya no podrá recorrer. Que siente que sin lo que él ha hecho esas rutas seguirían inexploradas, pero su pundonor y su pasión se ven heridas. Porque querría ser él quien las transitara primero, quien mandara también en los nuevos territorios.
José Tomás recopila y proyecta en su tauromaquia todo lo anterior y le da una dimensión nueva, desde la ética y la pureza. No tiene la técnica de Ponce ni la variedad de José, pero ha depurado la liturgia y la hondura y ha conseguido conectar de forma sublime con los mejores aficionados y con los que no lo son reinventando la absoluta verdad de este misterio. Por eso, frente a aquel toro de Arles, delante de Enrique y de José, JT se coloca en el “vértice del miedo” y comienza a balbucear una nueva verdad que a todos sorprende.
No es torpeza ni son cojones. Es ese hilo del toreo del que hablaba Alameda. Un hilo que mañana se estira en una prolongación propicia: Ponce, Juli, Manzanares, Puerto, JT y Saldívar. No hace falta que sea la misma tarde. Habrá quienes el viernes, vestidos de luces, en el callejón, hablen de torpeza, de pureza y de cojones. Y otros que vuelvan a hablar de lo mismo el sábado, a la misma hora y en el mismo sitio.
Por eso estaremos allí.
lunes, 4 de julio de 2011
José Tomás y la Teoría Económica
En medio del afanoso proceso de conseguir una entrada para ver a José Tomás en Valencia y en Huelva he recordado una de las primeras clases de Teoría Económica que recibí en la Universidad, en la que se nos explicó el modo en que la economía servía para determinar los criterios de asignación de los bienes escasos.
Dicen los clásicos (los clásicos capitalistas, se entiende) que cuando existe una demanda superior a la oferta, el mejor mecanismo de asignación es el mercado. El precio. Que el precio de los bienes debe incrementarse hasta aquel en que la demanda esté dispuesta a adquirir los bienes disponibles.
No obstante, como recuerdan Stiglitz y Walsh ((Microeconomía. Ed. Ariel, 4ª edición, 2009, págs. 53 y ss.), el sistema de precios no es sino uno más para asignar los recursos. También existen otros basados en el racionamiento, es decir, en mantener los precios en un nivel concreto en el hay mucha más demanda que la que se puede satisfacer y utilizar otros criterios para asignar los bienes.
Técnicamente, cuando la cantidad que los individuos pueden recibir de un bien es menor de la que les gustaría en las condiciones en las que se ofrece, se dice que está racionado. Y los diferentes sistemas de racionamiento son distintas maneras de decidir quién recibe los recursos escasos de la sociedad.
Entre los sistemas de racionamiento, los tres a los que tradicionalmente se alude son el de "colas", el de "loterías" y el de los "cupones". Hay racionamiento mediante "colas" cuando en vez de ofrecerse los bienes escasos a quienes estén dispuestos a pagar más por ellos, se ofrece al que esté dispuesto a hacer más tiempo cola. Hay racionamiento mediante loterías cuando la asignación se realiza mediante un proceso aleatorio (un sorteo). Y hay racionamiento mediante cartillas o cupones (sistema muy utilizado en tiempos de guerra o de posguerra), cuando a cada individuo se le permite sólo comprar un determinado número de unidades de un bien; entre los cupones, hay algunos que no se pueden vender (en cuyo caso son tan ineficientes como los demás) y otros que sí. Cuando no se pueden vender, explica la teoría económica que suele surgir el mercado negro.
Lo de las entradas de José Tomás es el perfecto ejemplo de cómo pueden aplicarse a la vez todos estos sistemas de racionamiento que la teoría económica considera ineficientes para asignar recursos. Como los precios de los festejos en los que interviene son inferiores a los que el público estaría dispuesto a pagar por verle y son exactamente los mismos que los de las otras corridas que se celebran en la misma plaza, los precios no son un criterio de asignación de las entradas. De este modo, existe un racionamiento que se solventa acudiendo a los tres sistemas citados: algunas entradas se venden en taquillas, asignándose mediante el sistema de colas, otras se "sortean" entre los que han reservado con antelación y como en cualquiera de los sistemas de venta hay unos cupos concretos, el mercado negro se dispara. Todo ello, sin entrar en los "compromisos" y otras martingalas de los empresarios y taurinos al uso.
Junto a esto, surge el asunto de los abonos. JT "tira" de los abonos y consigue incrementar de forma extraordinaria el número de abonados. Algo que, en principio, redunda en beneficio de la Fiesta porque así hay más gente que va a ver más festejos. Sin embargo, esto se rompe cuando hay ferias pequeñas en las que es más cómodo, seguro y barato comprar todo el abono que tratar de conseguir una entrada en reventa (Huelva). Algo que los propios empresarios, con la ayuda de los informadores taurinos se encargan de difundir, dando cuenta de cómo se va incrementando el número de abonos y la imposibilidad de que salgan entradas sueltas a la venta.
Uno se pregunta si no sería más sencillo dejar que fueran los precios los que asignaran las entradas. Precios reales que fueran diferentes en cada corrida de toros. Lo cual no obstaría que quien fuera a ir a toda una feria (o a la mayoría) comprara su abono con el descuento (o la preferencia) pertinente. Pero tengo para mí que hacer que la gente compre un abono entero para ir a una sola tarde, porque eso le resulta más económico que acudir a la reventa (caso de Huelva) es un sinsentido absoluto.
Tal vez José Tomás no quiera que sea el dinero el que determine quién puede verle en la Plaza. Pero con sistemas así se hace inevitable que los que vayan sean porque han pagado un precio muy alto y, además, casi siempre en reventa. Porque no se premia a quienes fueron otras veces a la plaza, quien va a ver a otros toreros a otras plazas, quien va a novilladas,... La ausencia de una organización profesional de la Fiesta hace imposible que la asignación fuera "meritocrática" que es otro criterio no más descabellado que la capacidad física para estar varios días a la intemperie para ver si al abrirse las taquillas la cola permite obtener al menos una entrada.
José Tomás es un torero imprescindible para la Fiesta por muchos motivos. En primer lugar, por su toreo: su verdad, su liturgia y su magisterio. También porque es el único que ha entendido realmente ciertos elementos esenciales de los cambios que permitirán la pervivencia de la tauromaquia: convertir cada tarde en un acontecimiento, menos festejos pero con triunfo casi siempre asegurado, mantener el misterio que siempre ha rodeado a los héroes (a los toreros), etc. Además, manda en los despachos como casi nadie lo había hecho en los últimos años. Y todo ello lo hace aunando de forma extraordinaria el clasicismo con la más absoluta modernidad. Por eso, no se entiende muy bien que no exija cambios radicales que impidan que para adquirir entradas para sus festejos haya que seguir acudiendo a los escenarios del lumpen en transacciones similares a las que se hacían en los años del estraperlo y las corralas. Y que sean estos personajes, y no él mismo o los distintos estamentos vinculados con la Fiesta, los que obtengan los oportunos beneficios que su arte genera.
Dicen los clásicos (los clásicos capitalistas, se entiende) que cuando existe una demanda superior a la oferta, el mejor mecanismo de asignación es el mercado. El precio. Que el precio de los bienes debe incrementarse hasta aquel en que la demanda esté dispuesta a adquirir los bienes disponibles.
No obstante, como recuerdan Stiglitz y Walsh ((Microeconomía. Ed. Ariel, 4ª edición, 2009, págs. 53 y ss.), el sistema de precios no es sino uno más para asignar los recursos. También existen otros basados en el racionamiento, es decir, en mantener los precios en un nivel concreto en el hay mucha más demanda que la que se puede satisfacer y utilizar otros criterios para asignar los bienes.
Técnicamente, cuando la cantidad que los individuos pueden recibir de un bien es menor de la que les gustaría en las condiciones en las que se ofrece, se dice que está racionado. Y los diferentes sistemas de racionamiento son distintas maneras de decidir quién recibe los recursos escasos de la sociedad.
Entre los sistemas de racionamiento, los tres a los que tradicionalmente se alude son el de "colas", el de "loterías" y el de los "cupones". Hay racionamiento mediante "colas" cuando en vez de ofrecerse los bienes escasos a quienes estén dispuestos a pagar más por ellos, se ofrece al que esté dispuesto a hacer más tiempo cola. Hay racionamiento mediante loterías cuando la asignación se realiza mediante un proceso aleatorio (un sorteo). Y hay racionamiento mediante cartillas o cupones (sistema muy utilizado en tiempos de guerra o de posguerra), cuando a cada individuo se le permite sólo comprar un determinado número de unidades de un bien; entre los cupones, hay algunos que no se pueden vender (en cuyo caso son tan ineficientes como los demás) y otros que sí. Cuando no se pueden vender, explica la teoría económica que suele surgir el mercado negro.
Lo de las entradas de José Tomás es el perfecto ejemplo de cómo pueden aplicarse a la vez todos estos sistemas de racionamiento que la teoría económica considera ineficientes para asignar recursos. Como los precios de los festejos en los que interviene son inferiores a los que el público estaría dispuesto a pagar por verle y son exactamente los mismos que los de las otras corridas que se celebran en la misma plaza, los precios no son un criterio de asignación de las entradas. De este modo, existe un racionamiento que se solventa acudiendo a los tres sistemas citados: algunas entradas se venden en taquillas, asignándose mediante el sistema de colas, otras se "sortean" entre los que han reservado con antelación y como en cualquiera de los sistemas de venta hay unos cupos concretos, el mercado negro se dispara. Todo ello, sin entrar en los "compromisos" y otras martingalas de los empresarios y taurinos al uso.
Junto a esto, surge el asunto de los abonos. JT "tira" de los abonos y consigue incrementar de forma extraordinaria el número de abonados. Algo que, en principio, redunda en beneficio de la Fiesta porque así hay más gente que va a ver más festejos. Sin embargo, esto se rompe cuando hay ferias pequeñas en las que es más cómodo, seguro y barato comprar todo el abono que tratar de conseguir una entrada en reventa (Huelva). Algo que los propios empresarios, con la ayuda de los informadores taurinos se encargan de difundir, dando cuenta de cómo se va incrementando el número de abonos y la imposibilidad de que salgan entradas sueltas a la venta.
Uno se pregunta si no sería más sencillo dejar que fueran los precios los que asignaran las entradas. Precios reales que fueran diferentes en cada corrida de toros. Lo cual no obstaría que quien fuera a ir a toda una feria (o a la mayoría) comprara su abono con el descuento (o la preferencia) pertinente. Pero tengo para mí que hacer que la gente compre un abono entero para ir a una sola tarde, porque eso le resulta más económico que acudir a la reventa (caso de Huelva) es un sinsentido absoluto.
Tal vez José Tomás no quiera que sea el dinero el que determine quién puede verle en la Plaza. Pero con sistemas así se hace inevitable que los que vayan sean porque han pagado un precio muy alto y, además, casi siempre en reventa. Porque no se premia a quienes fueron otras veces a la plaza, quien va a ver a otros toreros a otras plazas, quien va a novilladas,... La ausencia de una organización profesional de la Fiesta hace imposible que la asignación fuera "meritocrática" que es otro criterio no más descabellado que la capacidad física para estar varios días a la intemperie para ver si al abrirse las taquillas la cola permite obtener al menos una entrada.
José Tomás es un torero imprescindible para la Fiesta por muchos motivos. En primer lugar, por su toreo: su verdad, su liturgia y su magisterio. También porque es el único que ha entendido realmente ciertos elementos esenciales de los cambios que permitirán la pervivencia de la tauromaquia: convertir cada tarde en un acontecimiento, menos festejos pero con triunfo casi siempre asegurado, mantener el misterio que siempre ha rodeado a los héroes (a los toreros), etc. Además, manda en los despachos como casi nadie lo había hecho en los últimos años. Y todo ello lo hace aunando de forma extraordinaria el clasicismo con la más absoluta modernidad. Por eso, no se entiende muy bien que no exija cambios radicales que impidan que para adquirir entradas para sus festejos haya que seguir acudiendo a los escenarios del lumpen en transacciones similares a las que se hacían en los años del estraperlo y las corralas. Y que sean estos personajes, y no él mismo o los distintos estamentos vinculados con la Fiesta, los que obtengan los oportunos beneficios que su arte genera.
domingo, 3 de julio de 2011
Madrid (26 de junio de 2011) - Estampas costumbristas
La corrida del pasado domingo en Madrid no da para una crónica taurina (lo que salió por chiqueros impidió cualquier atisbo de actuación artística), pero sí permite una curiosa reseña costumbrista.
Una reseña para contar, es un ejemplo, que uno llega a la plaza con media hora de antelación para poder comprar tranquilamente su entrada y dar antes del festejo una vuelta por las exposiciones de rigor, agenciarse un programa, degustar unos tragos,... Uno llega media hora antes y debe pasar más de veinte minutos en la cola para comprar su entrada, al tórrido sol de finales de junio. Las taquillas son las que son y para qué vamos a abrirlas todas pudiendo haber sólo tres o cuatro abiertas. Para qué vamos, además, a preparar información básica para los turistas (mayoría que ocupan la cola) que explique en su idioma lo que van a ver, les informe sobre los precios y les ayude a agilizar la compra en la taquilla. Para qué vamos a poner unos carteles que indique a estos neófitos que quienes han comprado entrada por internet no tienen que hacer cola sino que deben pasarse por la máquina expendedora adecuadamente camuflada que hay en el recoveco más recóndito de la plaza...
Uno no debe, sin embargo, quejarse de esas cosas. Da tiempo a entablar conversación con alegres estudiantes americanas que no guardarán en su retina lo que pasó en la plaza, pero sí lo modernos que son los españoles organizando sus cosas.
Estas esperas, además, generan ocupaciones variopintas, oportunidades profesionales, algo que en épocas como esta es algo de agradecer. Por ejemplo, ese tipo de edad indefinida, desaliño apabullante, olor nauseabundo y ausencia de conocimiento alguno de idiomas (maneja sólo el español, y con dificultad), que pretende ahorrar minutos de cola a los desprevenidos, indicándoles que no van a poder comprar las entradas que quieran en taquilla y que él las tiene (eso sí, a cinco veces su precio). Lo de los reventas en días como estos, con menos de un cuarto de plaza cubierto, es sencillamente delirante.
Uno va acercándose a taquilla pensando en estas cosas y comprueba que han cambiado los toros de la ganadería anunciada. No está mal, con decenas de miles de toros en el campo que al parecer "sobran" esta temporada, se reseña una corrida para Madrid y seis o siete días después, se percatan de que no sirve. Pero no passssaaaaa nada, se cambian los toros y a correr. (A lo que se ve, no es preciso ni que vengan las figuras ni que estemos en San Isidro para que haya lío en los corrales. ¡Vaya tropa!).
Como ha habido cambio de toros y el Reglamento permite la devolución de las entradas, debiéndose anunciar esta circunstancia al público, la empresa pone un pequeño folio explicativo (no sé yo quién habría comprado la entrada con antelación y va a cambiarla ahora, pero esto es otra guerra...). Eso sí, lo del folio es parte de la gymkana a la que quieren someter a los turistas. "Los toros de la ganadería anunciada... han sido sustituidos... lo que se anuncia a los efectos oportunos". Antes, cuando pasaban estas cosas, el cartel decía con claridad que se podían devolver las entradas. Esta empresa, sin embargo, prefiere la literatura policíaca a los carteles de ultramarinos, y con ese "a los efectos oportunos" despierta la imaginación y el ansia de saber de aquellos curiosos que lo lean. Todo un alarde de ingenio para cumplir la ley (nosotros lo hemos anunciado), burlando su finalidad (que la gente sepa que puede cambiar sus billetes).
Después de todo esto, uno entra a falta de dos minutos para que salgan los alguacilillos, no hay programas (para qué vamos a hacer de sobra, pensará la empresa), no hay tiempo para ver las exposiciones, la copa hay que pedirla de forma apresurada y llega uno más justo a su sitio que en las tardes de San Isidro. Realmente, la forma de montar el espectáculo en la primera plaza del mundo es para ponerle un monumento a seis o siete.
Lo que después salió por chiqueros fue un absoluto despropósito, con toros flojos y descastados, dos devueltos, lo que sumado a un "remiendo" en la corrida ya remendada hizo que viéramos toros de cuatro ganaderías (María Gascón, Javier Pérez Tabernero, Domínguez Camacho y El Sierro). Y alguno más pudo ser si se hubiera devuelto al quinto bis, flojísimo toro que el Presidente se empeñó en no devolver, supongo que para no hacer aquello más interminable.
Los toreros, Joselillo, Joselito Adame y Pepe Moral, pusieron voluntad y evidenciaron que quieren ser algo en esto, que tiene maneras y cierto oficio, que mejorarían si les dieran más oportunidades y con toros que permitieran algo más el lucimiento. Adame, además, sufrió una pequeña cornada a la que se sobrepuso para no perder su oportunidad. Como curiosidad, Adame instrumentó unas lopecinas en el segundo, toro al que se picó bastante bien.
La corrida, al cabo, un despropósito infinito. Una nueva experiencia de lo peor del casticismo y de la urgente necesidad de que la "plaza de temporada" no se convierta en una plaza de saldo que recoja a turistas despistados a los que, además, se pretende engañar cuando hacen tranquilamente al sol la cola para comprar su entrada.
Una reseña para contar, es un ejemplo, que uno llega a la plaza con media hora de antelación para poder comprar tranquilamente su entrada y dar antes del festejo una vuelta por las exposiciones de rigor, agenciarse un programa, degustar unos tragos,... Uno llega media hora antes y debe pasar más de veinte minutos en la cola para comprar su entrada, al tórrido sol de finales de junio. Las taquillas son las que son y para qué vamos a abrirlas todas pudiendo haber sólo tres o cuatro abiertas. Para qué vamos, además, a preparar información básica para los turistas (mayoría que ocupan la cola) que explique en su idioma lo que van a ver, les informe sobre los precios y les ayude a agilizar la compra en la taquilla. Para qué vamos a poner unos carteles que indique a estos neófitos que quienes han comprado entrada por internet no tienen que hacer cola sino que deben pasarse por la máquina expendedora adecuadamente camuflada que hay en el recoveco más recóndito de la plaza...
Uno no debe, sin embargo, quejarse de esas cosas. Da tiempo a entablar conversación con alegres estudiantes americanas que no guardarán en su retina lo que pasó en la plaza, pero sí lo modernos que son los españoles organizando sus cosas.
Estas esperas, además, generan ocupaciones variopintas, oportunidades profesionales, algo que en épocas como esta es algo de agradecer. Por ejemplo, ese tipo de edad indefinida, desaliño apabullante, olor nauseabundo y ausencia de conocimiento alguno de idiomas (maneja sólo el español, y con dificultad), que pretende ahorrar minutos de cola a los desprevenidos, indicándoles que no van a poder comprar las entradas que quieran en taquilla y que él las tiene (eso sí, a cinco veces su precio). Lo de los reventas en días como estos, con menos de un cuarto de plaza cubierto, es sencillamente delirante.
Uno va acercándose a taquilla pensando en estas cosas y comprueba que han cambiado los toros de la ganadería anunciada. No está mal, con decenas de miles de toros en el campo que al parecer "sobran" esta temporada, se reseña una corrida para Madrid y seis o siete días después, se percatan de que no sirve. Pero no passssaaaaa nada, se cambian los toros y a correr. (A lo que se ve, no es preciso ni que vengan las figuras ni que estemos en San Isidro para que haya lío en los corrales. ¡Vaya tropa!).
Como ha habido cambio de toros y el Reglamento permite la devolución de las entradas, debiéndose anunciar esta circunstancia al público, la empresa pone un pequeño folio explicativo (no sé yo quién habría comprado la entrada con antelación y va a cambiarla ahora, pero esto es otra guerra...). Eso sí, lo del folio es parte de la gymkana a la que quieren someter a los turistas. "Los toros de la ganadería anunciada... han sido sustituidos... lo que se anuncia a los efectos oportunos". Antes, cuando pasaban estas cosas, el cartel decía con claridad que se podían devolver las entradas. Esta empresa, sin embargo, prefiere la literatura policíaca a los carteles de ultramarinos, y con ese "a los efectos oportunos" despierta la imaginación y el ansia de saber de aquellos curiosos que lo lean. Todo un alarde de ingenio para cumplir la ley (nosotros lo hemos anunciado), burlando su finalidad (que la gente sepa que puede cambiar sus billetes).
Después de todo esto, uno entra a falta de dos minutos para que salgan los alguacilillos, no hay programas (para qué vamos a hacer de sobra, pensará la empresa), no hay tiempo para ver las exposiciones, la copa hay que pedirla de forma apresurada y llega uno más justo a su sitio que en las tardes de San Isidro. Realmente, la forma de montar el espectáculo en la primera plaza del mundo es para ponerle un monumento a seis o siete.
Lo que después salió por chiqueros fue un absoluto despropósito, con toros flojos y descastados, dos devueltos, lo que sumado a un "remiendo" en la corrida ya remendada hizo que viéramos toros de cuatro ganaderías (María Gascón, Javier Pérez Tabernero, Domínguez Camacho y El Sierro). Y alguno más pudo ser si se hubiera devuelto al quinto bis, flojísimo toro que el Presidente se empeñó en no devolver, supongo que para no hacer aquello más interminable.
Los toreros, Joselillo, Joselito Adame y Pepe Moral, pusieron voluntad y evidenciaron que quieren ser algo en esto, que tiene maneras y cierto oficio, que mejorarían si les dieran más oportunidades y con toros que permitieran algo más el lucimiento. Adame, además, sufrió una pequeña cornada a la que se sobrepuso para no perder su oportunidad. Como curiosidad, Adame instrumentó unas lopecinas en el segundo, toro al que se picó bastante bien.
La corrida, al cabo, un despropósito infinito. Una nueva experiencia de lo peor del casticismo y de la urgente necesidad de que la "plaza de temporada" no se convierta en una plaza de saldo que recoja a turistas despistados a los que, además, se pretende engañar cuando hacen tranquilamente al sol la cola para comprar su entrada.
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