“Plaza de Toros”, con textos de José María Jurado (Sevilla, 1974) e ilustraciones de Pablo Pámpano Vaca (Madrid, 1969) hace el número segundo de la serie “Anejos de Siltolá” (Editorial “La isla de Siltolá”). Esta colección propone una fusión plástica entre poesía e imagen estableciendo un diálogo recíproco más allá de la glosa o el énfasis gráfico. Si el primer número, “Elogio del Desierto”, con poemas de Julio Mesanza y fotografías del José del Río Mons, nos trasladaba al ámbito inmenso de las arenas del desierto tunecino, “Plaza de Toros” nos invita a un recorrido literario y gráfico por la sangre y la arena de la tauromaquia. En el libro comparecen las figuras más relevantes del toreo eterno: Juan Belmonte, Joselito el Gallo, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Curro Romero, Rafael de Paula, Antonio Ordóñez…, pero también las figuras actuales que han llevado la fiesta del arte y del valor, como José Tomás o Morante de la Puebla, a los albores del siglo XXI. De cada uno de ellos se ofrece una silueta lírica que ilumina la esencia de su arte o su biografía desde un enfoque que no elude una interpretación de la fiesta de los toros como una expresión trascendente y aun cósmica, anclada en los arcanos de los pueblos mediterráneos. El poeta José María Jurado hace uso de los recursos expresivos del poema en prosa (pero también de otras formas clásicas como el soneto o la décima) para trasladarnos una visión trágica y épica de los últimos héroes del siglo XXI. Junto a cada semblanza figura una personalísima interpretación del retrato de cada torero que completa y expande lo que el texto insinúa. Además de cada efigie Pablo Pámpano ha realizado unas ilustraciones a gran formato que captan momentos simbólicos y claves de la tauromaquia de estos maestros: la verónica de Rafael de Paula, el “cartucho de pescado” de Pepe Luis, la serenidad clásica de Antonio Ordóñez. Se trata de una auténtica colección de “carteles de toros” donde la modernidad del trazo y la riqueza de texturas, subrayando siempre el carácter heroico del torero, vivifican la interminable plasticidad de una fiesta que nunca dejará indiferente, con independencia de otras controversias, a las personas con sensibilidad. Completa el libro un prólogo del reputado aficionado y escritor Lorenzo Clemente Naranjo donde se reflexiona sobre este diálogo al alimón entre escritura e imagen al que califica de “provocación estética” que reivindica el arte y la libertad, como una peregrinación a lo absoluto de la tauromaquia.
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