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Las uvas para despedir las doce campanadas del 2011 ya están en la nevera esperando brillar con luz propia, marcando un antes y un después.
Ellas hacen que a veces nos atragantemos cuando intentamos seguir las manecillas del reloj y al no escuchar atentamente nos llevan a perder el equilibrio del orden, comenzando la celebración entre carcajadas, pitidos de matasuegras y serpentinas que van al encuentro de una diversión asegurada...
En casa ya que la experiencia es un grado. Se pelan y se les quitan las pepitas, para intentar el no atragantarse.
Esta última entrada no la voy hacer más extensiva, el teclado que da vida a la Gata coqueta está viviendo las fiestas navideñas con brotes de emoción desde bien entrada la madrugada y no quiero fatigarlo, para que me aguarde el próximo año con sorpresas que sólo él sabe esconder en las alforjas de la fantasía...
Me despido con una sonrisa en los labios y la danza de la alegría inundándome él corazón...
Sin olvidarme de los buenos deseos que me hacéis llegrar, que me dan la oportunidad de seguir creciendo al calor de vuestros sentimientos y que a su vez hago extensibles a tod@s.
Recibamos el nuevo año aplaudiendo y brindando cada uno con lo mejor de su tierra, mientras somos conducidos por las notas que dirige la batuta del maestro Karajan.
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María del Carmen