No me acuerdo de cuando crecí

17/11/15

No recuerdo cuando empezó a doler el rasparme las rodillas al caerme
No recuerdo cuando me dejó de hacer ilusión la Navidad
No recuerdo cuando hacer amigos era tan fácil como preguntar tan solo el nombre
No recuerdo cuando preferí dormir hasta tarde, en lugar de madrugar para ver los dibujos de por la mañana
No recuerdo cuando las clases se convirtieron en un castigo y no en un lugar donde ir a jugar.
No recuerdo cuando un beso en la mejilla pasó a ser poca cosa y comenzamos a querer más.
No recuerdo cuando comencé a preocuparme por lo que los demás pensasen y no por lo que mi mamá me decía.
No recuerdo cuando dejamos de creer que estamos en una película cuando caminamos por la calle.
No recuerdo cuando dejamos de ser niños.

No me di cuenta de cuando dejé de depender de los mayores.
No me di cuenta cuando empecé a tomar mis propias decisiones.
No me di cuenta cuando mis sueños dejaron de ser ir a Disneyland
No me di cuenta cuando comencé a vivir de noche y a pasar sueño de día.
No me di cuenta cuando salí de la burbuja y entré en el mundo real

No sé en que momento crecí

No sé por qué no puedo volver a atrás.

Y nosotros queríamos ser grandes...

¿Quieres jugar?

9/11/15

No había luna llena. No  llovía ni ululaba el viento. No era la noche de los muertos. Ni había leído a Stephen King aquella noche. No era sugestión.

Me levanté una noche entre semana sin poder soportar más el dolor de cabeza. Fui a la cocina a por una aspirina, sin molestarme en encender las luces, mis pies ya se sabían el camino.

Primer error.

Abrí el grifo y llené un vaso de agua. Cogí una pastilla y la tragué. La mano se me quedó colgando cuando fui a cerrar la puerta de la despensa: ya estaba cerrada. No le di importancia, ya la habría cerrado antes, estaba muy dormida para acordarme.

-¡Sara! - Canturreó alguien mi nombre escaleras arriba. Sería mi hermana. "La he despertado", pensé. Fui a ver qué quería.

Segundo error.

-¡SARA! - Gritó la voz de una niña, como si estuviera al borde de las lágrimas.

Cuando llegué al cuarto de ella la vi sentada en la cama. Sus largos y enmarañados rizos negros cubriéndole la cara. Las ventanas abiertas de par en par. Curiosamente, sí había empezado a llover.

-Cierra las ventanas o cogerás una pulmonía. - Me acerqué a cerrarlas yo misma, dándole la espalda.

Tercer error.

-¿Quieres jugar? - Me preguntó con una voz que hizo que se me pusieran los pelos de punta.

Entonces me di cuenta de que mi hermana no dormía en casa esa noche.