Querida Izzy:
El mejor Carnaval del mundo es el de Río de Janeiro. Y el
segundo mejor, el de Santa Cruz de Tenerife. En fin, algo bueno tenía que tener
canarias.
En esta época, no solo nos dan una semana de vacaciones
para poder disfrutar de la fiesta, sino que ocurren cosas extrañas, debido a
que los chicharreros (dícese de aquellos de Tenerife) les gusta vivir el
carnaval hasta los extremos. Y por ello suceden estas fantásticas anécdotas
para recordar toda la vida.
Por ejemplo, unos chicos vestidos de… algo, llevaban un
chaleco amarillo reflectante, fuese cual fuese su disfraz, iban con conos por
la calle y a algunas personas (chicas sobretodo, ellos sabían a lo que iban, no
sé si me entiendes) las hacía pasar por en medio de los conos para luego aplaudir
como si su equipo favorito hubiese marcado un gol.
Y las fotos, no hemos de olvidarnos de las fotos, son
protagonistas estos carnavales. Para empezar, nos sacamos una foto con una
persona que iba vestido de soldado imperial, y a ver, unas frikis estábamos en
el derecho de tomarnos una foto. Otro caso fue cuando mientras estábamos
comiendo nos habíamos sentado en unos bancos (como la gente normal suele hacer)
y nuestro disfraz consistía en ir en pijama (cómodo, barato, calentito y para
toda la familia), por lo que decidimos que cuando pasara un gran grupo de
personas delante nuestro, nos haríamos las dormidas sobre el banco. La
casualidad fue que pasaron dos chicos junto con su familia disfrazados de
ositos, y nos pidieron sacarse una foto con nosotras “Yo soy su osito” dijo él
(Lo mejor era que el chico tenía unos ojos preciosos y él era precioso (Jace no
te pongas celoso)) Además de que este año había disfraces muy originales, no
solo los de las comúnmente conocidas canis,
esas que van ligeritas de roja. Había muchos buzz lightyear, avatares, minions
y astronautas (iba del espacio la cosa).
Dos señores, ambos vestidos de gitanas y caminando en
direcciones opuestas, se encontraron y comenzaron a gritarse mutuamente OLE y a
bailar un poco en medio de la calle.
Cuando nos íbamos, al subirnos al coche, dos hombres
empezaron a correr detrás del vehículo, golpeando la ventana y gritando “UNA
NIÑA”. Fue muy divertido, sobre todo la cara de susto de mi amiga que iba
sentada al lado de la ventana.
Y esas son algunas de las anécdotas con las que más me
reí el sábado de carnaval. Tal vez leídas no sean tan divertidas, pero echale
imaginación e imagínate la escena conmigo en pijama y mucho color y la música
muy alta de fondo.
Luego está el viernes. (Te lo estoy contando en desorden
cronológico, pero así le da interés) Ese día fuimos disfrazas (cuando digo
disfrazadas me refiero a mí y a mis dos únicas amigas. Lo sé, soy muy sociable,
nadie ha pedido tu opinión, sigamos) de los X-Men. Una iba de pícara, yo de
tormenta y la más importante, de mística. A
mí la peluca me duró aproximadamente tres fotos y un viaje en coche,
luego me la quité porque me agobiaba. Y a mística la llamaban avatar.
¿Conclusión? Nadie sabía de qué íbamos pero nosotras éramos felices (aunque mi
amiga se quedó azul durante dos días) No recuerdo qué ocurrió mucho de ese día,
pero sé que lo recordaré siempre riéndome, de algo.
Este año, por primera vez fui a los indianos (Izzy,
dándote un poco de cultura sobre los carnavales de canarias, te diré que los
indianos son los carnavales características de la isla de la Palma. En ellos se
baila en las calles, todos van vestidos de blanco y se tiran unos a otros
polvos de talco. ¿Por qué? Tendrá su significado, pero sinceramente, a mí solo
me importaba acabar cubierta de polvo) Es muy divertido, y eso que a mí no me
gustan las fiestas y los lugar donde como único entretenimiento sea bailar. Tal
vez fuese el ambiente, tal vez fuese que me gustaba lanzar polvos talcos al
aire al ritmo de la música o tal vez que mi tía quería emborracharme, pero fue
una experiencia diferente y divertida.
De los indianos también tengo muchas anécdotas, desde que
un chico muy rarito y bastante colocado quiso bailar con mi tía, una amiga de
mi tía, mi madre y yo (fue rarito), hasta cosas como me encontré unas gafas de
sol de las buenas. Pero son anécdotas que se quedan en el cajón de los
recuerdos para desempolvar en otro momento (desempolvar, porque era una fiesta
de polvos, un ingenioso juego de palabras)
Es muy raro, porque me gustan mucho los carnavales pero
no me gustan las fiestas y ni las gran congregaciones de personas. Pero te
disfrazas, bajas a la calle en pijama y te lo pasas genial.
Deberías venir alguna vez a los carnavales de Canarias,
Izzy, te invitaré a una copa.
Con cariño, LaArtista