Querida libreta:
¿Sabes? He pesado en bautizarte. Escribir en ti es como
el que habla con Siri cuando se aburre, así que debería ponerte nombre. Un
nombre femenino… ¿O masculino? EL diario. LA libreta. Mmm…. Isabel ¿Te gusta?
Me da igual, hemos dicho que no tienes ni voz ni voto.
Querida Isabel, Izzy
para los amigos:
Como te he estado contando, me fui de viaje por Italia.
Lo último que te conté fue mi estancia en Florencia (oh, bendita ciudad) Después
de allí cogimos un tren para ir de vuelta a Milán. Y el destino quiso que
embarcásemos en el andén 9 (ya sabes, andén nueve y tres cuartos ¿No? ¿En serio?
Muggle.) Mi padre, en un momento de máxima inteligencia, compró los cuatro
billetes, pero eh, que compró solo dos en el mismo vagón, los otros dos, uno en
un vagón diferente y otro en otro diferente a los demás. Total, que yendo
contra el sistema porque nosotros somos rebeldes, nos sentamos en el mismo
vagón, a ver si colaba. Y coló. Y en frente mía se sentaron dos cubanas, y jo
macho, no se callaban ¿No les salía un ojo de la cara hablar por el móvil
estando fuera del país?
Al llegar a la estación, esta vez no tocó correr, íbamos
con margen de tiempo (incluso nos sobró aún perdiéndonos un poco en la red de
metro)
Quiero aclararte una cosa: si puedes ir a un hotel
ecológico, solo por curiosidad, vete. No me preguntéis por qué mi padre acabó
reservando en un hotel ecológico, pero a pesar de que las sillas eran de cartón
(literalmente) el baño era lo más flipante que he visto en mi vida: para
empezar la ducha, era una especie de panel que cuando caía el agua, era tan
fina como una lluvia suave. Y en segundo, tenía malditas luces de discoteca en
el techo. ¿Ducharse? Era lo más divertido y el momento más esperado del día.
Claro que Milán también tenía sus cosas bonitas, no era
solo la ducha discoteca.
Yo la comparo con Barcelona ¿Se parece? No lo sé, pero Barcelona
es la única gran ciudad que he visto en mi vida (cosas de vivir en una mini
isla) Pero realmente se me pareció, en ambas ciudades tienen una parte nueva y
moderna, con altísimos edificios de cristales oscuros y una parte antigua
preciosa que te hace recordar a casitas de ensueño (aunque más que casas,
edificios de ensueño) Desde luego, también viviría allí (quiero vivir en
Barcelona ¿por qué no en Milán? ¿Porque no se italiano? Sí, puede ser) Pero
supongo que me sigo quedando con Barcelona por cómo es la gente allí. En Milán,
ese tópico sobre que todos son muy pijos… pues no es que todos sean muy pijos,
pero sí la mayoría. O esa es la sensación que a mí me dio.
Hay una calle, que desemboca en el Duomo de Milán
(impresionante la catedral o iglesia o como quieras llamarla) y están todas las
tiendas que conoces y las que no también. Desde marcas caras como Prada o
Gucci, hasta el H&M o Bershka. Y había una gran cantidad de personas en las
tiendas caras, más de las que yo creía que habría.
Otra cosa por la que no viviría, y esto es un dato para
nada interesante pero yo te lo cuento igual, es que estoy segura del índice de
muertes por cáncer del pulmón en Milán es el más elevado de todo el mundo.
¡Madre mía cómo fuman! Yo, que nunca he soportado el olor a tabaco, iba
provocada todo el rato en la calle, no es normal.
Creo que no te he dicho mucho de Milán, pero mi impresión
fue esa: una gran ciudad con gente bien vestida y tacones muy altos y una parte
antigua realmente hermosa. Poco más. Vi la última cena, no me dejaron sacar
fotos. Sí, impresionante, pero no me voy a poner a describirte una pintura de
la que hay fotos en internet. Aunque está claro, que no es lo mismo que verla
en persona.
La última noche en Milán y por ende, en Italia, me pegué
el baño más largo de mi vida para poder disfrutar al máximo las luces de
colores.
E Izzy, querida, te preguntarás por qué tuve que pasar la
primera noche en una estación haciendo acrobacias para poder dormir un poco si
íbamos a volver para ver Milán, por qué no ver primero Milán y luego las demás
ciudades. O puede que no te lo preguntes pero soy tu dueña y te lo voy a
contar. El caso es que debíamos regresar por Milán, porque era más barato, y el
vuelo salía a una hora un tanto “peligrosa” de que estar en otra ciudad. Era
mucho riesgo coger el tren, el cual se podía retrasar, y no llegar a tiempo,
perder el avión y con ello deber quedarnos otra noche más en Italia en lugar de
volver a Tenerife… ¿Por qué no nos arriesgamos? Cuanto más tiempo fuera de
Tenerife mejor para mí.
No pasó nada muy interesante.
Llegamos a Tenerife, y hacía muchísimo calor, me había
acostumbrado al tan agradable fresco de Italia, a sacar una chaqueta por las
tardes… y acababa de volver al clima tropical que tanto odio. De verdad, no
sabes las ganas que tengo de ser mayor de edad y poder mudarme a una gran
ciudad. No porque no me guste mi actual hogar, sino porque siento que no es
para mí. Lo echaré de menos, pero no en falta.
Tan solo tres años. Se pasan rápidos. O no. Depende de
cuán aburridas y largas se me hagan las clases estos últimos años.
Con cariño, LaArtista.