Capitulo 5

30/10/12

Buenas! Qué tal? Bueno, aquí os traigo el capitulo 5. He de decir que este lo he acabado, en mi opinión, como para comerse las uñas... No tampoco tanto, jaja. Bueno disfrutadlo si? Besos

Capitulo 4 Parte 2

28/10/12

Hola! Por problemillas técnicos que he tenido he decidido dividir el capitulo cuatro. Seguro que los que leyeron la primera parte vieron que la mitad salía en blanco, bueno pues está arreglado, así que aquí os dejo el final del capitulo. Espero que lo disfrutéis y me comentéis y lo difundáis y eso. Beshines ;-) 

Capitulo 4 Parte 1

22/10/12

Hola, hola caracola! Bueno primero, queria deciros que voy a empezar a subir reseñas de libros que me he leido. ¿Por qué? Primero porque este blog esta mas solo que la nada, y segundo es que me leo tantos libros ¡que algo tengo que hacer con ello! Bueno aquí os dejo el capitulo 4 sacadito del horno, bueno valee... la historia esta escrita hace cuatro meses pero me hacia ilusion decirlo. Ala a leer, y espero que os guste. Besos:D









Recojo mi camiseta y mi pantalón, son perfectas para caminar por una selva tropical, unos pantalones largos y amplios de un color verde militar, que son frescos y una camiseta de asillas, de hecho esta es la ropa que suelo ponerme para ir a acampar (como la noche en la que un remolino de agua me trajo a este mundo de locos). No están del todo secos pero igual me los pongo. Tengo que tener una chaqueta por allí, ya la lavaré después. Es mi chaqueta favorita y bajo ninguna circunstancia se va a quedar en este mundo de locos. Me visto a salvo de las botas porque prefiero sentir la arena en la planta del pie. Antes de ir a dar de nuevo con Dario recolecto algo de fruta para comer y compruebo que si que sean piñas, mangos y plátanos normales y no una rara variación de este sitio. Camino hasta llegar a Dario con cuidado para que no se caiga la montaña de fruta que llevo.

-Parecen comestibles. – le digo lavando una en el agua y metiéndomela en la boca

-No están mal – dice probando un mango

-¿te parece si pasamos la noche aquí?

-Supongo que si pronto anochecerá y no es bueno andar por ahí a oscuras

-¿terminaste tu ropa?

-sí y ¿Dónde te habías metido tú? – me pregunta esbozando una sonrisita

-Tras las rocas

-¿por qué? ¿No te fías de mí? Te recuerdo que no tengo móvil con el que sacar fotos

-No es eso es que… pero bueno que explicaciones tengo que darte yo a ti, tú me dejaste con curiosidad anoche no tengo que responderte yo ahora no al menos que… - me interrumpo yo misma, no quiero atacarle con lo de su chica, estaría mal además, me prometí que no preguntaría por mucha curiosidad que tenga. – Verás – empiezo a explicarle – me cuesta mucho hablar con la gente, no tengo miedo a hablar sino a no encontrar las palabras adecuadas, cada vez que se me acerca un chico salgo corriendo porque no sé cómo hablarles. Me siento incómoda mirándolos porque siento que soy una cobarde que va por las esquinas y no se enfrenta  a los miedos. Por eso me escondo porque tengo vergüenza de que por ahí empiece un tema y me obliguen a hablar. Es costumbre no es que no me fíe – termino sonriéndole y dándole un codazo cariñoso, como hacía mi hermano conmigo a veces.

- lo de la chica de anoche – empieza a explicarme él

-no hace falta que me lo cuentes si no quieres – le interrumpo

-tú te has sincerado conmigo ahora me toca – dice mostrando una triste aunque agradecida sonrisa – lo de la chica, a ver, no está bien que me guste, porque nunca he hablado con ella además es menor, soy como dices un cobarde que la mira por las esquinas y babea cuando ella no se da cuenta no sé si te lo has preguntado pero ¿se supone que el amor es bonito? Porque de momento solo me ha servido para parecer idiota.

-te entiendo – digo arrancando unas algas que están en la orilla

-¿estás enamorada? – pregunta sin más, apartando la vista

-No lo sé, no creo que llegue a ser amor de verdad o eso pienso.

-ya es un fastidio, lo sé – dice acostándose sobre la arena, usando como almohada sus dos brazos cruzados. Me acuesto a su lado sin tocarnos mucho, y observo las estrellas que empiezan a aparecer en el rosado cielo. He visto un millón de veces el comienzo de la noche desde el bosque pero nunca me había parecido tan bonita.

-¿No es precioso? – le digo mirando a sus ojos azules

-¿el qué? ¿El cielo o tú? – me dice clavando él sus ojos en los míos. Su mirada se hace cada vez más intensa y yo noto como el color sube hasta mis mejillas. Sé que debo estar roja como un tomate al sol, pero no me importa, en otras circunstancias apartaría la vista para que nadie viese mi ridículo tono de piel, pero estoy tan a gusto mirando sus ojos color mar y el también parece estarlo, mirando intensamente los míos que me dejo dormir con esa imagen en mente. Una imagen del chico misterioso que conocí en la biblioteca, de esos ojos que me miraban cuando no me daba cuenta ¿podría ser yo la chica de la que está enamorado? Puede. ¿Por qué no? Él decía que la observaba cuando no se daba cuenta, y eso era posiblemente lo que hacía mientras estudiábamos. No. Es imposible. Descarto esa idea enseguida.

Antes de dormirme profundamente me atrevo a decir las palabras que están rondando mi cabeza y que si estuviese del todo consciente no diría:

-lo más bello que hay aquí eres tú – y me quedo completamente atrapada en el misterioso mundo de los sueños o en mi caso el de las pesadillas.

 

Capitulo 3

19/10/12

Hola! Aqui el capitulo 3 jeje. Bueno se que este es un poco mas corto y eso, pero igualmente espero que os guste. Besos :D

 
Sueño. Estoy soñando, y a pesar de que estoy tirada en el suelo inconsciente me entero de lo que está pasando. Sueño que estamos en un lago, un lago de agua cristalina, nadando. Estamos yo y mi hermana, y de la nada emerge Elliot y un poco más allá Dario. Nadamos, reímos hasta que la tormentosa imagen de mi padre hundiéndose con el coche y yo no poder ayudarle me atormenta. Noto como yo también me estoy ahogando, el agua entra por mí, y me llena hasta salir por mi boca y nariz. En mi sueño estoy muerta y sé que aún no lo estoy en la realidad. Vuelvo a notar agua, aunque esta vez es de verdad. Dario me ha estado salpicando la cara con un líquido frío para despertarme.

-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? – me levanto sobresaltada

-no lo sé, creo que más o menos un día. Igual que yo. Me acabo de despertar hace unos minutos.

-deberíamos ponernos en camino pero que… ¿Qué ha pasado con el bosque? – ya no hay bosque. Nos encontramos dentro de la misma cueva, pero el paisaje ha cambiado. Ya no estamos rodeados de terroríficos árboles negros sino de palmeras y árboles tropicales cargados de frutas de aspecto jugoso. Del techo de la cueva sigue cayendo una fina cortina de agua cristalina, es porque ahora ante nosotros hay una enorme laguna, y estamos en el interior de su cascada. Miro al cielo y veo todo tipo de aves volando en libertad. Estas si son aves que conozco de los libros o de verlas en el bosque no como la bestia de anoche. También puedo ver algunos chimpancés colgados de las ramas y saltando en lianas. Esto sí es un paraíso y se lo digo a Dario. – Esto es con lo que cualquiera ha soñado, un verdadero paraíso tropical. Podría quedarme aquí mirando este paisaje y no cansarme nunca

-Yo también, aunque… siento decepcionarte pero no podemos, tenemos que ir a buscar a Elliot. – Dice mientras recoge mi arco y el carcaj. Al darse la vuelta me supongo que se habrá asustado porque ya no estoy. Oigo como chilla mi nombre. Lo chilla unas cinco veces más antes de encontrarme.

Me he tirado al agua, estoy nadando en la laguna, y salpicándole agua para arriba invitándole a entrar.

-Ven el agua está estupenda – digo mientras doy algunas brazadas hacia atrás

-No puedo, es que… no sé nadar – oh, yo no contaba con eso, bueno de todas maneras tiene que tirarse es la única forma de salir de la cueva.

-Tranquilo, en el agua todo flota, venga te daré una clase rápida. – me tira el carcaj y el arco y los recojo moviéndome tranquilamente por el limpia agua. Poco después, tras pensar si se tiraba o no, Dario salta y voy para darle su pequeña clase. Le enseño como tiene que mover los brazos, una brazada típica y bastante fácil. Le digo que no se preocupe que tendrá que nadar muy poco porque más o menos en la mitad se hace pie. Y si yo hago, él que es más alto también.

Nadamos unos cincuenta metros despacio, Dario muy concentrado en no ahogarse y yo vigilando que no se ahogue. Mi padre me enseñó a nadar en la playa cuando tenía seis o siete años, en unas vacaciones en una ciudad costera. Además en el colegio estuve apuntada en el equipo de natación año y medio, ya entonces no era buena y ahora no soy mucho mejor, aunque sé moverme en el agua sin ahogarme, algo es algo.

-Tranquilo, mira, diez metros más y haces pie. – esos diez últimos metros le parecen interminables por lo que me da a entender. Se esfuerza e intenta nadar más rápido pero me dice que pensaba que cada vez estaba más lejos.

-Gracias otra vez, me has salvado la vida y me has enseñado a nadar, te debo otra. – me dice poniéndome una mano en el hombro

-No pasa nada ya te las cobraré – le digo poniendo yo una mano sobre su hombro y sonriendo, una sonrisa que me llega de oreja a oreja.

-Mejor movámonos, no estoy muy seguro en el agua

-Sí, no me gusta el agua desde… - No acabo la frase, decirlo en voz alta solo me causa más dolor, y Dario se da cuenta porque no habla y sigue andando.

Andamos por el agua, vamos lento porque sé que a Dario le cuesta mover su pierna herida por el agua. Realmente no tiene nada grave pero con el espanto de vendaje que le puse puede que le duela más de lo que debería. Estamos a unos sesenta metros de la orilla y Dario se para.

-¿Qué te pasa? ¿Es la venda? ¿Te duele el pie? – le acoso a preguntas

-No, tranquila no he notado nada desde anoche, es que tengo un hambre mortal – se queja poniéndose las dos manos en el estómago. Si es verdad, con el ruido al caminar no me he dado cuenta pero le suenan un montón las tripas, y a mí también.

-Si supongo que deberíamos comer algo

-¿Por qué no pescamos?

-¿tú has pescado alguna vez?

-No, pero suponiendo que tú sabes cazar, pescar no puede ser mucho más difícil.

Pues no, no lo es, para él no para mí. Cojo una flecha y me acerco lentamente a un grupo de peces casi pegados a la superficie. Intento ensartarlas en la flecha pero son muy rápidos y no puedo. He cazado millones de veces a perros en movimiento, lo que es de puntería siempre, todo se me ha dado bien. Pero lo de pescar, me está costando bastante. Dario también ha cogido una flecha e intenta hacer lo mismo que yo, acaban escapándose, aunque se tira sobre ellos y consigue uno. Bueno, uno no es mucho pero al menos matará el gusanillo hasta que consiga cazar algo.

Ya que tenemos algo para comer seguimos caminando hasta llegar a la orilla. Nos tiramos a la amarilla y suave tierra como si no la hubiésemos visto en décadas. Nos restregamos sobre ella, así que nos embarramos y tenemos que volver a entrar al agua para lavarnos. Dario entra primero y se quita la camiseta para restregarla y lavarla bien. Yo todavía no me he metido y le doy el consejo de que también lave bien los pantalones para que no se le infecte la herida. Me hace caso, y  también se lo quita quedándose en ropa interior. Ahora me siento incómoda al verle tan ligero de ropa así que aparto la vista, pero me grita:

-Es cierto que el agua está estupenda ¿Por qué no vienes y haces tu colada? – me pongo roja como un tomate, porque he vuelto a mirarle. Soy una adolescente de catorce años, no es mi culpa son las hormonas, y que Dario entrene tampoco me ayuda. Al final dejo la tontería de las hormonas para otro día porque voy a acabar exprimiéndome el coco. Voy al agua y buceo durante unos quince minutos. Nado hasta unas rocas que están en la orilla de la laguna. Si me sentí incómoda viendo a Dario en ropa interior, no quiero pensar como me sentiría si me viera él. Tengo vergüenza cuando se trata de chicos, menos con Liam, soy incapaz de apenas hablar con ellos, mucho menos desnudarme. Restriego mi camiseta en una roca que utilizo como tabla de lavar. Está muy sucia, hay barro y sangre seca con la que debí mancharme cuando curaba a Dario (suerte que es negra y no se nota mucho). Me permito descansar flotando en el agua, mientras dejo que se seque un poco la ropa. Al principio temo que Dario venga o un animal me ataque pero en cualquier caso las probabilidades son mínimas. Ahora que estoy aquí flotando, relajada consigo aclarar algún pensamiento, y hacerme algunas preguntas que se que no les voy a encontrar una respuesta: ¿Cómo llegamos aquí? ¿Por qué cambio el paisaje mientras dormíamos? ¿Qué era aquella niebla? ¿Por qué me preocupo tanto por ese chico tan misterioso? ¿Por qué tengo pesadillas con perder a Liam? Y la pregunta que siempre me ha rondado la cabeza pero he estado muy enfadada para poder planteármela ¿Por qué mi madre me echó la culpa del accidente de papá? Otras como ¿Habrá comida que no sea venenosa? ¿Seré capaz de cazar algo en buen estado o todos los animales son peligrosos tanto por fuera como por dentro? ¿Esta agua es potable y podríamos beber algo de ella? Esas son las preguntas más importantes, preguntas cuyas respuestas nos mantendrán con vida.

 

Capitulo 2

17/10/12


Bueno, capitulo 2 recien hecho. Y bueno deciros que... ¡Soy la ayudante en el blog Terrón de azúcar! Visítenlo. Seguro que os encantará si sois tributos y si no seguro que también. Bueno os dejo el capitulo espero que os guste. :D
 
Me percato de que hay una rama no muy grande y bastante endeble pero perfecta para lo que la quiero. Corro a cogerla y empiezo a escribir en las cenizas del suelo. “Tenemos que buscar a Elliot”. No lo he terminado y ya lo está repitiendo él en voz alta.

-Eso es tenemos que buscarle pero primero creo que se está haciendo de noche pero con estos nubarrones cualquiera sabe, ante nada creo que deberíamos caminar hacia arriba en busca de algo de agua – No me había percatado de las montañas que tenemos detrás de nosotros. Son tenebrosas y no se ve la cima porque unos negros nubarrones la tapan, esta es una típica imagen que se describe en los libros de terror donde sale algún vampiro. Tiene razón, no sabía que supiera tantas cosas de sobrevivir en la naturaleza (si es que a esto se lo puede llamar “natural”) pensaba que él era más de tecnologías aunque en el pueblo pocas veces hay suficiente electricidad para encender el ordenador. Seguramente seamos uno de los pueblos más pobres de todo el mundo.

Asiento y encabezo la marcha. Caminamos a un ritmo bastante lento ya que no sé cómo llegamos al suelo pero en mi opinión caímos desde una altura considerable. Llegamos a un denso bosque pero no como el bosque del pueblo sino con unos enormes árboles con hojas de colores muy oscuros casi negros. Es siniestro. Tengo miedo, quiero irme a casa. Seguimos caminando y empieza a llover. Tampoco es una lluvia corriente, pero esta no es horizontal, cae del cielo pero no toca el suelo. Nosotros solo llevamos escasos segundos bajo este fenómeno y estamos empapados pero el suelo no llega a mojarse; el agua no llega a él. Nos metemos en una cueva que estará a unos cincuenta metros de donde estábamos cuando empezó a llover.

Es bastante alta pero no muy profunda, algo que me alegra porque no puede haber ningún animal peligroso, al menos no uno que yo conozca.

-Entonces ¿crees que no vas a poder hablar nunca más? – me pregunta Dario, no habíamos hablado por el camino, supongo que no quería que me sintiera mal por no poder responder. A modo de respuesta sacudo los hombros – Siento que de algún modo es culpa mía, te convencimos para que vinieras al bosque y pasó esto, lo siento yo no quería, nunca lo he querido y jamás querré que te pase algo malo, lo siento – pone la cabeza entre sus manos y oculta su rostro mientras se sienta en una roca al fondo de la cueva donde apenas llega luz. Me siento a su lado y le doy un abrazo, le obligo a mirarme a los ojos y sacudo la cabeza para que entienda que nada de esto es culpa suya, que lo único que puede y no es, es la magulladura en el culo, que por una caída no te puedes quedar muda a no ser que se te atrofie el cerebro cosa que no es cierta, espero.- Es culpa mía y lo siento. – vuelve a meter la cabeza entre las manos. Yo tampoco quiero que te pase nada malo, pero no puedo decírtelo.

Al fondo veo una sombra rara, por un momento me asusto y pienso que tengo una posible atrofia cerebral y me está afectando a la vista, pero no todavía estoy bien. La veo, tiene pinta de ser un perro salvaje pero es algo más grande, no mucho pero sí que se nota la diferencia. Distingo los ojos que son de un terrorífico color anaranjado escarlata, como si estuvieran inyectados en sangre, acaba de gruñir, lo he escuchado y me acaba de enseñar sus dos colmillos con los que pretenderá devorarme. Alerto a Dario, le toco el hombro para que salga de sus íntimos y profundos pensamientos en los que se ha encerrado y una vez que me mira le señalo a donde antes estaba la bestia, aunque ya no está. ¿A dónde se ha ido? La cueva no es grande, no puede tener un refugio más adentro y por la entrada segurísimo que no, lo habría visto. Es muy raro. ¡Ah! La bestia está a punto de comerse la cara de Dario.

Doy una voltereta por el suelo cojo mi arco y acto seguido coloco una flecha y disparo. La flecha le atraviesa el cuello al animal. Pero no fui lo suficientemente rápida Dario se está retorciendo de dolor en el suelo, le ha herido bastante la pierna, y yo no sé qué hacer, tengo miedo, no puedo perderle.

-Alex… - me dice intentando agarrar algo, le doy mi mano y mientras la sostiene tan fuerte que me hace daño – gracias fantasmita – el simple hecho de que intente molestarme en su estado me arranca una sonrisa – gracias por no dejar que me matara.

-nunca lo haría –respondo, y lo respondo de verdad, es mi voz, mi voz que está algo más ronca de lo normal pero es mi voz.

-¡Puedes hablar! –me dice Dario, mientras me da un abrazo, aunque al hacer el movimiento de intentar levantarse se le escapa un gemido.

-¡Oh, no! Tu pierna, tendría que haber sido más rápida – porque es verdad. Dario me pone una mano en la mejilla y me acerca la oreja a sus labios.

-Gracias a ti sigo aquí, no te eches la culpa – me susurra al oído, al escuchar sus palabras me recorre un escalofrío por la espalda.

-De nada, ven ponte en el suelo intentaré vendarte la herida. – Le ayudo a colocarse con cuidado, con la espalda apoyada en la roca en la que antes estábamos sentados. Corto la manga de mi chaqueta y se la coloco a modo de venda, me gustaría lavársela pero no tengo agua y no creo que la de la lluvia ayude, puede tener cualquier cosa ya que no sé como es este lugar, y de ser la lluvia igual que la de casa seguramente sería una lluvia llena de tierra que no haría más que provocarle una infección.

-¿Qué tal te sientes ahora?- le pregunto cuándo acabo de vendarle la pierna

-Bastante mejor, gracias de nuevo, parece que no haces más que salvarme la vida

-Bueno ya llegará tu turno de salvármela a mí, te he vendado la pierna, no tienes nada importante solo la mordedura pero mejor vendada para que no siga sangrando. – le explico, mientras limpio la sangre reseca de la flecha con la que le di a la especie de perro. - ¿por qué no me cuentas algo para pasar el rato?

-Algo ¿Cómo qué?

-No sé, cualquier cosa, quiero conocerte mejor - no me creo que le haya preguntado eso pero es que realmente quiero conocerle, creo podríamos ser muy buenos amigos. Quitando al lado lo testarudo que es, esa pequeña prepotencia que tiene y que a veces se pasa de mandamás no es un mal chico, me cae bien.

-Vale, ¿quieres saber si tengo novia? – me dice con una sonrisa en los labios

-Cualquier cosa para matar el aburrimiento- le digo yo con la misma sonrisa

-Pues tranquila no tengo, pero no te hagas muchas ilusiones ya estoy pillado por alguien. – me dice apartando la mirada

-¿Y no me dices su nombre? – le digo intentando buscar esa mirada suya.

-¿Podemos cambiar de tema? – me pregunta mirándome de nuevo directamente a los ojos, esta vez soy yo la que aparta la mirada.

Me siento algo incómoda por haberle preguntado eso. No era mi intención ser tan brusca y entrometida, creo que le he hecho sentir ese sentimiento de nostalgia, ese sentimiento que siento yo cuando pienso en que a lo mejor no podré volver a ver a Liam. No es que esté enamorada de Liam ni nada por el estilo como él lo estará de su chica, pero no me hago la idea de poder vivir sin él a mi lado. Creo que a Dario le pasa lo mismo, ahora me da pena, nunca pensé que un chico tan atractivo como Dario tuviera problemas para conseguir a una chica, es como Liam, liga allá donde vaya (aunque a veces eso me molesta, admito que me gusta tener a un chico guapo como Liam para mi sola).

-Lo siento no era mi intención molestarte, creo que te pasa lo mismo que a mí, crees que tienes a esa chica lejos de ti ahora mismo y temes no volver a verla – le digo tímidamente a modo de disculparme con él

-no si por lejos no está pero… bueno me refiero a que… gracias. – se está haciendo un lío ¿A qué se referiría con lo de lejos? ¿Qué se refería a qué? No quiero preguntarle, no vaya a ser que le vuelva a ofenderle pero me mata la curiosidad, aunque bueno habrá que aguantárselas.

-De nada aunque no sé por qué, creo que deberíamos idear alguna estrategia que seguiremos para encontrar a Elliot, he recuperado mi voz pero no creo que ir chillando su nombre por ahí nos ayude.

-Tienes razón, ante nada lo esencial es sobrevivir nosotros para ayudarle a él, ir a buscar agua y que tú caces algo ¿No es lo que haces en el pueblo? – me pregunta

-No, yo no cazo para alimentarnos, a ver Elliot tiene un trabajo de camarero y mi madre también tiene uno, mi padre y antes de él mi abuelo se encargaban de proteger el pueblo. Uno de los años cuando mi abuelo vivía en el pueblo, sufrieron muchos ataques de perros salvajes, desde entonces él y sus siguientes generaciones se encargan de matar a los que se encuentren más cerca del pueblo. Para que no vuelvan esos ataques. De haber sido ataques normales no hubieran montado tal numerito con las flechas y el arco, pero mi padre me contó que fue un año devastador, que la población sufrió grandes subidas de muertes en ese año y que hubo heridos muy graves que acabaron suicidándose ellos mismo porque no soportaron el dolor de las heridas. En un principio iba a ser mi hermano el que se encargara, ya sabes de generación en generación masculina. Cuando mi padre murió fuimos los dos al bosque, ya habíamos estado con él antes y nos había explicado lo que teníamos que hacer. Elliot cogió el arco y por poco no acaba él ensartado por una flecha. Luego solo por probar, no me iba a dedicar yo a cazar pero le di a dos en el hocico,  Elliot al ver que yo era mejor se enfado me tiró el carcaj lleno de flechas y me dejó a mí al frente del cuidado del pueblo. – Le explico, me gusta poder abrirme con Dario, el único que sabe la historia aparte de Elliot y él ahora es Liam, pero es que con él he tenido mucha confianza desde un principio.

-No lo sabía, Elliot nunca me lo había contado

-Es algo de lo más normal, nunca habla de mí, apuesto a que no te nombró que existía hasta que fuisteis a la biblioteca

-Sí, cuando entramos nos explico que tenía una hermana un año menor muy lista que nos podía ayudar

-Muy lista sí, eso es lo único que soy. – digo lamentándome para mis adentros, no es que me da pena, estoy muy orgullosa de cómo soy, aunque hay cualidades que me gustaría poseer y que cada día estoy más segura de que no las tengo.

-sí, muy lista, con muy buena puntería por lo que me has contado, con mucha fuerza según vi cuando abriste la puerta de una patada, bastante ágil por como subías por la montaña, y ¿sabes? Tengo muchos amigos, de mi curso y del tuyo, y casi todos dicen que eres hermosa, y creo que Liam también lo piensa. Además si no te crees que me lo hayan dicho ellos te lo digo yo, eres guapísima – me ruborizo al escuchar que hable tan bien de mi, pero no mucho tiempo porque este íntimo momento lo interrumpen unos truenos. Me alerto mucho y ruedo por el suelo, me apoyo sobre una rodilla con el arco cargado esperando a que nos ataque algo, pero no llega nada. Por los pelos, no creo que la pierna de Dario aguante otro ataque.

Dario me baja el arco y un poco me tranquilizo pero sigo estando alerta. Ese bonito momento con Dario me había despistado, estamos en un bosque negro. Los árboles son negros, sus hojas son grises como si estuvieran quemadas pero no hay marcas de que haya habido un incendio. Pasamos antes cerca de lo que parecía un arroyo, pero no nos atrevimos a beber ya que cuando intenté meter las manos parecía alquitrán en vez de agua, espeso y negro. El cielo está lleno de nubarrones que no paran de descargar agua, un agua que no llega a tocar el suelo, lluvia que se para a la altura de los tobillos. Está plagado de bestias, con pinta de perros salvajes, pero que estos tiene ojos naranjas y colmillos más afilados y largos de lo normal. Ni en los libros de magia sale esto, lo sé, me los he leídos casi todos. Adoro leer, imaginarme vivir tales aventuras, siempre he deseado que pasara alguna aventura así y ahora que me ha pasado, no sé yo si es tan genial como pensaba.

-¿Por qué no duermes un poco? – le digo a Dario mientras le ayudo a apoyarse bien en la roca – yo haré guardia, por ahora no creo que pase nada

-Vale, pero me despiertas en un rato y descansas tú

No parece muy preocupado porque enseguida se duerme. Empiezo a escuchar sus pequeños ronquidos que parecen los de un gato, me hace recordar a los pequeños ronquidos que daba mi hermana mayor cuando aún vivía en casa. La echo de menos. Ella era mi mejor amiga. Se fue a estudiar a una ciudad cerca de la costa, y nunca más volví a verla. Se habrá ido hará unos seis años, pocos meses antes de la muerte de mi padre, me pregunto si se habrá enterado, se supone que mi madre era la encargada de avisar a los familiares pero a saber donde tenía la cabeza en ese momento. Mi hermana es como yo, bueno más bien yo soy como ella: alta, de cabello ondulado, largo y oscuro, con los ojos azul, un azul turquesa, las dos tenemos un pequeño lunar encima de la ceja izquierda, somos dos gotas de agua. (O eso decía mi padre)

No para de llover, cada vez cae más y más agua, hasta que ya no hay árboles, ni plantas, ni suelo, ni cielo; no hay nada, no se ve nada. El paisaje se ha convertido en una auténtica cortina de agua. Cierro los ojos y los vuelvo abrir con la esperanza de que el aguacero pare. No lo hace, y ahora se está metiendo una misteriosa niebla en la cueva. Digo misteriosa no en el sentido de que da miedo, no, bueno miedo da aunque es más el color naranja a lo que temo que a otra cosa. Empieza a entrar por todas partes e inunda la cueva. Me pongo nerviosa porque esto no es una niebla corriente, podría ser un gas venenoso. Intento llegar a Dario y despertarlo para huir. Estando a dos pasos como máximo de él me caigo al suelo. Poco a poco noto como voy perdiendo la conciencia. Mi último recuerdo es estar mirando la silueta de Dario dormido, y pienso que es una bonita imagen de ver, una bonita última imagen antes de morir.

Capitulo 1

16/10/12

Hola! Bueno aqui os dejo el capitulo 1. Espero que os guste y me comenteis para ver que tal lo hago jeje. Besos



Eso es lo que he hecho estos dos últimos años es lo que he hecho evitarlos a cada uno de ellos, incluso a Liam que aunque me rompe el alma y aunque sea mi mejor amigo le he dado la espalda por miedo, por miedo a que esas pesadillas con esas horribles criaturas vuelvan a florecer.

 Parece que mi suerte cambia cuando bajo las escaleras de mi casa, Dario y Liam hacia mucho, muchísimo tiempo que no venían a casa pero han vuelto ¿Porqué? ¿Qué quieren? ¿Una explicación? ¿Torturarme con esos horribles recuerdos?

-¿Qué hacéis aquí? –Me apresuro a preguntar con voz dura sin haber terminado de bajar las escaleras

-Verás Alex… -Comienza Liam, sé que me va  a decir sobre aquella noche con aquellas criaturas, lo sé, lo conozco muy bien – Es sobre aquella noche sé que no querrás hablar de ella pero…

-No, por supuesto que no quiero hablar de ella ¿Entiendes? – No le dejo acabar y tras haber estallado subo corriendo las escaleras y me encierro en mi cuarto con un sonoro portazo. Se ve que han venido a ¿ayudarme? O lo que sea, tocan la puerta e intentan entrar pero no lo consiguen porque estoy apoyada en la puerta haciendo fuerza mientras les grito que me dejen en paz, mientras lagrimones corren por mis rojas mejillas.

-Alex, por favor, solo quiero hacerte unas preguntas – Dice Dario, abro la puerta e intento calmar mi llanto (no me gusta que nadie me vea llorar) para empezar a hablar, acusar.

-No, no quieres hacerme unas preguntas, quieres aprovecharte de la tonta hermana de mi mejor amigo ¿sabes? He crecido y si me siguen aterrando esas criaturas ¿crees que me fue fácil? tú podrás vivir con ello y no tener miedo incluso puede fascinarte pero a mí no ¿entiendes? – Digo pero a pesar de que he hecho lo imposible por no llorar rompo en lágrimas y caigo de rodillas sin haber terminado de cerrar la puerta por lo que los tres chicos que hay frente a mí pueden verme.

-Lo siento Alex, de verdad yo también lo pasé y eres mi hermana pequeña tendría que haberte ayudado, de verdad, ahora me doy cuenta de que eres muy importante para mí – De repente paro de sollozar tras las palabras de Elliot, ahora me doy cuenta, ya era hora, pero estos son los momentos por los que vale la pena ser la hermana pequeña de un tontorrón como él, aunque jamás se lo confesaría, ni loca. – Pero debemos superarlo e intentar averiguar el por qué y no lo niegues porque sé que de todos nosotros tú eres la que se lo ha preguntado con más insistencia – Vale tiene razón y está usando vocabulario algo que solo utiliza cuando se trata de algo que de verdad le importa así que ¿Por qué no?

-De acuerdo que es lo que tengo que hacer – Digo, mientras me pongo en pie ágilmente

-Queremos acampar en el bosque justo en el sitio donde teníamos el campamento de antes, si, hoy hace dos años exactamente de todo aquello y tenemos la corazonada de que volverán por un motivo u otro y estaremos esperándoles – Me responde Dario, su voz, no sé por qué pero me tranquiliza igual que lo hacía la voz de mi padre. Yo asiento con la cabeza.

 Sonrío y vuelvo a asentir cuando me ofrece la mano para no tener que formular la pregunta: ¿Amigos? Las siguientes horas las pasamos en el bosque teniendo las tiendas, hemos puesto dos una para Dario y Liam y otra para Elliot y para mí; hacemos un fuego, no muy grande ni pequeño lo suficiente para calentarnos por la noche, aunque no parece hacernos falta porque hace muchísimo calor; preparamos la comida, yo salgo a cazar los perros salvajes que hay por el camino. Son las nueve, las diez, las once y ahora ya son las doce, y se escucha aquel siseo. Agarro con firmeza la mano de Liam que es la que tenía más cerca y aprieto los dientes para que no se me escape un grito de terror.

¡Ahí está! La recordaba más alta pero no podría olvidar su repugnante cara. Es esa criatura que me aterra por las noches, la que casi devora el rostro de mi hermano y a la que deseo más que nada clavarle mis flechas en su cuello una y otra vez. Se está acercando lentamente, sospecho que hay cientos de ellos más tras los altos árboles. Nosotros retrocedemos poco a poco, poniéndonos cerca de la hoguera y nunca dejando de mirar a los negros ojos de la criatura. No sé por qué siento el impulso y levanto el arco en dirección al cuello del demonio, pero, Liam al que todavía le agarro la mano (con tanta fuerza que creo que le hago daño) me baja el arco y me susurra que necesitamos preguntarle por qué nos quiere atacar.

-¿Por qué quieres atacarnos? – Pregunta Dario como si nos leyese la mente a los demás, con tono muy nervioso; me fijo en sus manos que tiemblan.

- Debo cumplir orden, deber matar heredera – Responde la criatura, parece que nos entiende y su voz no es nerviosa es ronca y contiene mucho odio y ¿Cumplir orden? ¿Matar heredera? Primero parece un indio, y segundo ¿Qué quiere decir?

-A ¿Qué te refieres? – creo que lo he dicho yo, inconscientemente pero bien alto. Fue un impulso y creo que la criatura se ha enfadado por mi descaro.

-Yo no puedo hablar, no poder traicionar ama. ¡Por Even! – Grita, corre, y detrás de ella salen desde todas las direcciones las cientos de criaturas que sospechaba que se escondían. Pero, pasa algo extraño a unos tres pasos (humanos) las horripilantes criaturas se desintegran.

Estamos los cuatro abrazados, agachados en el suelo para intentar proteger los órganos vitales. Nos hemos dado cuenta de que las criaturas ya no están.

-¿qué ha pasado? – dice Elliot apartándose el primero del grupo

-No lo sé – le sigue Liam soltándome la mano – creo que… no lo sé

-Shh!! Callad ¿no escucháis eso? Como si fuera el mar – Les digo a los demás. Realmente no me acuerdo muy bien del sonido del mar porque vivimos en montaña pero es un sonido inconfundible en el silencio. Además de que se puede percibir en el aire cierto olor a las algas y el salitre. Empiezan a caer unas pequeñas gotas pero no desde el cielo sino de manera horizontal. ¿Cómo puede suceder esto? Ahora mismo se están levantando cortinas de agua, como tsunamis en medio del bosque, enormes olas de colores azules. En circunstancias normales estando en la playa, este paisaje me parecería hermoso, porque lo es, es como estar en un castillo de agua, me siento segura, siento que nadie puede atacarme. Sin embargo me aterra el origen de los enormes tsunamis. Tsunamis que nos han dividido en dos Elliot, Dario y yo y al otro lado de la cortina de agua está Liam que no puede pasar. Intento pasar a donde está él pero no puedo, es como si una fuerza invisible me empujara hacia atrás a pesar de que lo intento con todas mis fuerzas. Acabo de recuperarlo no quiero perderlo, no quiero perderlo de nuevo. Ahora mismo recuerdo todos esos momentos que pasábamos juntos en el bosque cazando, solo cazábamos perros salvajes para mantener el pueblo a salvo era lo que antes hacía mi padre y un día así por las buenas nos hicimos amigos.

Estaba en el bosque persiguiendo a dos perros cuando de repente apareció él corriendo, me escondí detrás de un árbol para ver que hacía. Se paró en seco delante de un árbol y dio un puñetazo a éste. Nunca me ha dicho el por qué de su enfado, me acerqué lentamente a él y se asustó un poco al verme con un arco; primero pensó que era algún tipo de salvaje pero tras explicárselo me reconoció, la chica que parecía débil porque su padre había muerto, la chica que iba sola a todas partes y no tenía amigos ni siquiera en el colegio, desde ese momento nos hicimos amigos, él me ayudó con la tarea que mi padre me dejó  a modo de entrenamiento físico y entretenimiento. Siempre hemos tenido una fuerte unión, más que amigos éramos hermanos. Él está en mi mismo curso pero estamos en diferentes clases, a partir del momento en que lo conocí ya no volví a ser la chica solitaria ya que tenía un amigo, era uno solo pero era el mejor del mundo.

Dario me agarra del brazo y me empuja hacia él. Los tres volvemos a abrazarnos mientras las olas empiezan a dar vueltas alrededor nuestro. Y lo único que consiguen ver mis ojos con el movimiento, es un maravilloso lienzo de miles y miles de azules mezclados. Sobretodo predomina el azul turquesa, igual que el de mis ojos. Entre tanto movimiento marítimo pierdo a Elliot pero sigo bien aferrada a Dario. Las olas empiezan a girar sobre nosotros y me marean. Estoy atrapada. Esa sensación que sentía antes el día que nos atacaron por primera vez las bestias, esa sensación de que iba a morir me vuelve a invadir.

Dicen que cuando estás a punto de morir ves toda tu vida pasar antes tus ojos. Ahora mismo me veo en mi mente a Elliot y a mí peleando por los juguetes, en la actuación de infantil cuando bailábamos todos los cursos y él se enfadaba porque yo estaba más adelante; me acuerdo de mi primer día de clase en la escuela primaria cuando me senté al lado de alguien a la que se podría considerar otra amiga, Sandra; pienso en mi familia, en mi madre que a pesar de que he estado enfadada con ella la quiero, en mi padre cuando murió en aquel horrible accidente, en Elliot en que si que nos peleamos muchísimo pero que nos cuidamos entre nosotros porque nos queremos; pienso en Liam y en todo lo que podríamos a llegar a sentir y sobre todo pienso en Dario, en este chico que no sé por qué pero creo que me he aferrado  él porque tampoco quiero perderlo.

Entonces cuando creo que ya estoy muerta del todo, me despierto. Me acuerdo de una vez controlando a los perros uno se abalanzó sobre mí  y empezó a morderme la pierna, entonces Liam apareció por la retaguardia y me liberó del perro, me partió la tibia y algunos dedos del pie pero nada irremediable. Ahora creo que soy uno de esos muertos vivientes porque estoy aquí sentada en lo que me parece un desierto negro y desolado, sentada mirándome para comprobar que sigo teniendo todas mis extremidades pero no me siento bien, me siento débil y me cuesta respirar. Compruebo que siga teniendo pulso y si, si lo tengo. Veo que sigo agarrada a la mano de Dario y no me gustaría soltarme, él una de las pocas cosas vivas que hay a mi alrededor. También compruebo su pulso y sigue vivo, ya empieza a abrir los ojos y me cuenta que se siente más o menos como yo solo que él añade el miedo. Yo también lo añado. Me levanto muy, muy, muy despacio porque me duele todo. Me dispongo a buscar a Elliot a comprobar si él también tiene pulso, pero no lo encuentro ¿es que él salió de aquella tormenta de agua y no me di cuenta? No imposible me acuerdo que estábamos abrazados, sentía el calor de su cuerpo junto al mío, aunque hubo un momento en el que nos separamos pero sé que seguía dentro de aquella especie de huracán marítimo. Debe de haberse despertado y haberse ido en busca de ayuda al ver que no despertábamos o a lo mejor se lo ha llevado alguien, puede que no seamos los únicos seres vivos que hay por aquí.

-¿Estás bien? – me pone las manos sobre los hombros y me da la vuelta para que le mire a los ojos - ¿Te encuentras bien? – me repite Dario con más insistencia, pero no soy capaz de hablar. ¡Me he quedado muda! – Alex, háblame. Por favor dime algo –quiero decirte algo, quiero decirte que estoy bien que deberíamos intentar sobrevivir que lo esencial para ello es ponernos en busca de agua. Que tenemos que buscar a Elliot porque estoy muy preocupada y que también quiero preguntarte cómo estás. Pero solo soy capaz de mover los labios pero no sale ningún sonido de ellos. – No puede ser – dice Dario dándose cuenta de lo que me ha pasado.

 

Prólogo

13/10/12



Hola! Aquí La Artista. He decidido crear este blog a petición de mucha gente. También porque no quiero que mis historias estén escondidas en un archivo del disco duro, prefiero mostrároslas, que las leáis y disfrutéis casi tanto como yo al escribirlas. Un Beso, y espero que os guste



Me siento como si estuviera al borde de la muerte, como si mis acciones fueran a destruirme a mí y a todos los que quiero. No. Debo pensar en positivo, aunque eso es algo que nunca se me ha dado demasiado bien. Ahora corren estos pensamientos por mi cabeza y me pregunto por qué, estoy aquí sentada con un grueso libro sobre la historia de un faraón egipcio o yo que sé (ni siquiera presto atención a un libro, y eso muy raro) colocado en mi regazo, y teniendo tantas cosas que hacer me he parado a pensar en mi futuro, cuando ni si quiera sé muy bien como es mi presente. Mi hermano nunca tiene estas preocupaciones, hablando de él acaba de entrar por la puerta con sus amigos, ¿Qué hace aquí? Seguro que hacerme una visita no.
-hermanita, o mejor dicho fantasma de la biblioteca ¿me ayudas? – Dice con tono burlón. Nunca he tenido buena relación con mi hermano, siempre nos peleamos por cualquier mínima cosa. Papá decía que nos teníamos envidia, pero ¿de qué? Yo podría tener un poco. A mí nunca se me ha dado muy bien hacer amigos y no es porque me cueste hablar, pero nunca encuentro las palabras adecuadas, sin embargo a Elliot siempre ha estado rodeado de amigos. Pero ¿Qué podría envidiar él de mí? ¿Mi inteligencia? Porque a decir verdad parece que lo único que tengo son los libros.
Me ha molestado bastante su comentario del “fantasma de la biblioteca” Me llaman así porque tengo la tez blanca y siempre me paso metida en los rincones de la biblioteca. Adoro leer, esa estantería justo la que tengo enfrente, la enorme hecha con madera de cerezo; me he leído todos sus libros.
-¿A qué se supone que has venido, Elliot? – respondo, espero y parece que está buscando una respuesta. Seguramente solo ha venido a burlarse de mí con sus amigos como ha hecho desde pequeño. (Hobby que parece que jamás le aburre)
-Solo quiero que me eches una mano con los deberes de historia, necesito ayuda ¿sabes?- me sorprende que Elliot me pida ayuda, debe de necesitarla de verdad porque nunca me lo habría confesado, todo por su orgullo, claro. Claro está que al parecer no se refiere solo a él, todos los demás necesitan ayuda en historia, y en mates, y en lengua, y en biología, y en muchísimas asignaturas más. Pero ya veo por dónde va la jugada, si suspenden los castigan y si los castigan les prohíben salir con chicas, asistir a los partidos de fútbol,…
Elliot solo tiene 13 años, uno más que yo. Aún así mi madre le trata a él como un rey y a mí como una sirvienta sobre todo después de la muerte de papá. Me he fijado no sé porqué, no es que me interesen los chicos ni mucho menos pero se me ha ido la vista a uno de sus amigos. Creo que se llama Dario, el mejor amigo de Elliot desde los cinco años, es alto un poco más que Elliot pero no tan alto como lo era mi padre, tiene el cabello oscuro de un color café y largo, con un alisado que las pijas de mi clase envidiarían si supiesen que él existe; sus ojos, me hipnotizan, son azules, azules como el mar y todo lo que hay tras él. No para de mirarme y en cuanto se da cuenta de que lo observo aparta la vista para mirar hacia la nada.
-¿sabes? Mamá me ha cortado la paga, me darás la tuya durante dos meses, me dejarás de insultar y por cada letra que contenga el insulto serán cinco euros más para mí, esas son mis condiciones para ayudarte a aprobar. – A mi hermano le gusta jugar, aún así sabe que en esto no hay quien me gane. Cuando mi familia jugaba al póker siempre ganaba yo, y eso que solo tenía siete años. Cuando hay dinero de por medio no hay quien me supere en astucia. Elliot acepta el trato a regañadientes y me ofrece la mano para sellar el trato. No se la doy. A pesar de que le estoy cobrando mi ayuda, solo me habla por interés, me utiliza y eso duele.
Las siguientes horas las pasamos estudiando, repasando, haciendo deberes. No dejo de inquietarme porque ese chico, Dario, no me quita el ojo de encima ¿es que tengo algo en la cara o qué? ¿Debería decirle algo? Me pone un poco nerviosa pero lo dejo estar. Lo menos que necesito ahora es empezar un conflicto. Además me alaga pensar que me mira porque le parezco guapa. Aunque hay muchas posibilidades, por no decir todas que me mire por otra cosa.
 Ya son más de las diez, y la bibliotecaria, una señora muy mayor de unos casi ochenta años se acerca hondeando su largo traje color rojo vino. Me pide que cierre la puerta. Nos da permiso para quedarnos pero nos advierte de que lo dejemos todo en orden. Sé que se fía de mí, yo ya he cerrado un montón de veces, pero no tengo tan claro que lo haga de ellos. Al irse un ráfaga de viento entra y hace que todos temblemos de manera notable. De repente la puerta se cierra de golpe. Me levanto, porque me parece muy extraño que alguien tan mayor haya dado un portazo con tanta fuerza. Intento con toda la calma del mundo abrir la puerta, pero no se abre. Me pongo un poco nerviosa, pero vuelvo a intentar abrirla sin perder las formas. No se abre. Vale ya me dan igual las formas la puerta no se abre. Empiezo a tirar de ella con toda mi fuerza pero no consigo mejorar nada.
-Esta puerta no se abre- Empiezo a chillar para que los otros me oigan. Solo quedamos tres: mi hermano, Dario que sigue sin quitarme ojo de encima y yo por supuesto. Los demás se han ido a lo largo de la noche. Solo eran dos más y ya hace más de una hora que se fueron, así que descarto esa posibilidad de que ellos nos hayan encerrado aquí dentro para gastarnos una broma (una broma muy pesada para mi gusto). Lo cual me queda con la hipótesis de esos rumores que hay de que en la biblioteca hay un fantasma (un fantasma que no soy yo) rondando todas las noches por aquí, ni me planteo que sea real así que supongo que se habrá trabado la cerradura.
-A ver, so merluza, no tienes gracia, abre la puerta- enserio a veces mi hermano me exaspera
-No puedo, so bobalicón, está trabada– Le contesto y por más que giro la llave en la cerradura no consigo abrirla. Dario se une a nosotros en la discusión y de repente hay mucho silencio. Sin contar claro los gritos de ellos dos. Pero vale, es la biblioteca y eso, estamos solos, pero ¿Ni si quiera el viento o los animales nocturnos hacen ruido fuera? Esto es muy raro.
Vivimos en un pequeño pueblo, no es nada especial. Está pegado a un bosque al que voy a correr, desconectar y a veces incluso cazo algún que otro animal. Pero nada inofensivo solo a los perros salvaje que intentan atacar al pueblo. Cuando no estoy leyendo en la biblioteca estoy en el bosque con mi amigo, mi mejor amigo Liam. Es alto con los ojos gris pizarra y el pelo moreno ni muy largo ni muy corto y a pesar de que intenta peinarse siempre va con ese alborotado tan perfecto. Sé de sobra por mi experiencia en el bosque que los animales como los búhos o mapaches vienen continuamente a estas horas a buscar comida al centro del pueblo, me extraña mucho que no hayan venido hoy con el estupendo clima que tenemos. Incluso en invierno, cuando hace un frío que pela, los mapaches vienen a rebuscar en nuestra basura.
-Callaos, ¿no lo escucháis? – Pregunto mientras me llevo el dedo índice a la boca para indicar que pido silencio.
-Yo no escucho nada – Me responde Dario. Así que sabe hablar, no me había dirigido la palabra en toda la noche, ya me estaba preocupando de que no tuviera lengua como los avox (¿Lo ves? Estoy muy metida en lo que se refiere a libros, y los juegos del hambre es uno de mis favoritos)
-Exacto, no se escucha nada ni si quiera a los animales nocturnos, eso no es normal- les explico con toda la tranquilidad del mundo mientras me acerco a una ventana enorme en el lado delantero de la biblioteca; que usan de escaparate, lleno de libros antiguos encuadernados en piel.
Ahora ya no hay silencio, se escucha un siseo, algo nervioso, no el siseo si no nosotros, estamos algo nerviosos. Miro a mi derecha un instante por el rabillo del ojo y veo que mi hermano y Dario se han unido a mí
-Creo que deberíamos… - Elliot no logra acabar su frase porque una extraña criatura que al principio pensé que era un perro salvaje lo ataca y cae al suelo peleándose con éste. No, no es un perro salvaje es una criatura extraña, medirá metro y poco y tiene la piel rosa pálido como la de un bebé recién nacido, pero no tan suave porque se le ven todas las arrugas, parece que es viejo pero tiene una fuerza brutal ya que está cogiendo a mi hermano por el cuello y lo ha levantado del piso. Tiene las orejas puntiagudas que me recuerdan a  las de un gato y unos ojos pequeños y estrechos de color negro azabache.
Creo que la intención de esta cosa es  ¿Matarnos? No me lo pienso mucho porque cuando me doy cuenta ya tengo un arco y flecha en mano que estaban guardados en un viejo armario; disparo. La horrible criatura lanza un cuchillo que llevaba bajo la camisola en dirección a mi cabeza, pero falla y se clava en la pared mientras cae al suelo dejando en la alfombra una gran mancha de, no, sangre no es, la sangre no es azul. Supongo que será el líquido que hay dentro de estas cosas.
-Ahh… - Mi hermano suelta un grito de dolor, me gusta cuando sufre un poco que pruebe un poco de su propia medicina, pero se está retorciendo en el suelo de dolor y no puedo evitar que se me rallen los ojos e ir en su ayuda
- ¿Qué te duele?
-¡Todo! – Responde él entre gemidos
-Alex… - Empieza a llamarme Dario – Alex creo que… - no le estoy haciendo caso, lo único que me preocupa ahora es conseguir levantar a mi hermano – Alex creo que deberías…
-¡¿Qué!? – respondo en tono duro irritada, él me señala a la ventana rota por la que entró la extraña criatura, y de esta ya está intentando entrar un ejército de feos monstruos, y si, pueden ofenderse. –Imbécil porque no me lo dijiste antes – Le espeto mientras corro y Dario lleva al hombro a Elliot
-Si porque no te lo intentaba decir antes ¿sabes? Tu hermano tiene razón eres tan testaruda como…
-Enserio ¿Cómo qué? Valiente, no me has hablado en toda la noche y ahora como crees que vamos a morir te dignas a decirme los insultos que te llevas años reservando
-Si quisiera decir lo que me llevo reservando te diría… -interrumpe la frase cuando se tira al suelo y yo lo imito, nos están lanzando ¿bayas? No recuerdo muy bien pero creo que Liam me dijo que esta clase de bayas son venenosas hasta tal punto que si te rozan la piel te empiezan a escocer. Y no exageraba con lo del terrible dolor porque ya lo empiezo a notar en el tobillo, creo que me han alcanzado tres en esa zona. Me levanto como puedo, intentando reprimir el dolor, como si pudiese. Ayudo a ponerse en pie a mi hermano con la ayuda de Dario, Elliot parece haberse recuperado así que ya puede correr él solo y vamos más rápido.
¿Por dónde salir? La puerta está cerrada (me sigo preguntando como cerraron la puerta estos bichos), la ventana es un tubo por el que están entrando cantidad de esos monstruos; solo nos queda la puerta que da al patio trasero.
Hago indicaciones a los chicos para que me sigan hasta la parte de atrás. Esas cosas… tengo la extraña sensación de que las he visto, obviamente no en la vida real pero ¿Puede que en la tele? ¿Lo habré leído? Lo que sé es que me suenan. Una vez llegamos a la puerta, la forzamos pero tampoco se abre.
-Mierda, estas cosas no pueden haberla cerrado – Se queja Dario
-Deja de quejarte y haz algo – Le grito, mientras doy una patada a la puerta a  la altura más o menos de donde se encuentra el pomo y la abro. – algo de ayuda como así. – le espeto a los chicos que creo que se sienten un poco intimidados, lo sé, lo sé no suelo caer muy bien por eso; pero me da igual, si tengo que darles una patada a ellos también no tengo duda en dárselas.
Corremos, corremos, corremos pero esas cosas también corren. A lo mejor no es un genio en mates pero a Dario se le ha ocurrido una idea, algo que me sorprende, dice que podríamos encender una hoguera, que la mayoría de los animales huyen con el fuego y tiene razón no conozco ni a uno solo que se acerque cuando llevo una antorcha.
Huimos al bosque, y veo a Liam que ha encendido una hoguera. Habíamos quedado para pasar la noche de acampada como cada sábado, supongo que no le importará que traiga invitados.
-Alex ¿Qué son esas cosas? – Me pregunta Liam mientras corremos los tres hacia él y nos colocamos detrás del fuego – Por cierto encantado de verte
-No sé que son – digo. Empiezo a explicarle a Liam lo que nos ha sucedido hasta entonces y él empieza a poner esa cara de “esta loca pero algo de verdad dice” (odio cuando la pone). – Ya sabes porque no nos vamos a la vieja estación de tren y entramos por el andén nueve y tres cuartos a una escuela mágica. – veo que los demás se ríen al oír mi mal chiste sobre Harry Potter, así que los imito aunque más que hacerme gracia el chiste me aterra que sea un poco verdad. Las criaturas ya se han ido y nos hemos sentado todos alrededor del fuego, hemos decidido pasar la noche aquí todos juntos para ver si vuelven armadas o algo. Fue como algo instantáneo. Fue ponernos tras el fuego, una ráfaga de aire como la que nos envolvió en la biblioteca surgió y desaparecieron sin dejar rastro (excepto el desastre en la biblioteca) Ya han pasado una media hora y todos seguimos en silencio, es Liam quien rompe el silencio.
-¿Y quiénes son tus amigos? – me pregunta Liam con tono desconfiado
-Estos son mi hermano Elliot y su insoportable amigo Dario – Contesto sin mirarle a la cara
-¿Tienes un hermano? Nunca me habías dicho nada
-Bueno y también tengo otra hermana de unos 20 años y una madre con una gran depresión que pasa de mi– me enfado, mucho, me enfado mucho por tener que hablar de mi familia. Mi padre murió en un accidente de coche, él y el vehículo se hundieron en un lago de las afueras, la policía no encontró ni a él ni al coche. Me hubiera gustado enterrar su cuerpo e ir a verle de vez en cuando, a pesar que sé que él no estaría ahí. Mi madre no lo aguantó y lo entiendo ella le amaba y yo quería también a mi padre, pero hemos sido nosotros Elliot y yo los que la mantengan a ella con vida y salud en vez de a la inversa. No nos hablamos. Primero entró en una gran depresión y ahora trabaja y lleva una vida cotidiana, aunque sigo sin hablarle porque creo que parte de la culpa me la echa a mí o esa es la impresión que me da. La muerte de mi padre pasó ya hace unos cuatro años cinco en octubre, no tiene perdón.
-Bueno esto es raro, aunque no tanto Alex nunca habla de mí pero lo raro es que tenga novio- ríe mi hermano
-no es mi novio so merluzo anda vete a jugar con las barbies y a retocarte el maquillaje porque no tengo ningunas ganas de ver tu cara –Ya me ha hecho estallar. Ya no es solo el comentario de ahora. Sino que me acaba de dar una escusa para enfadarme por todas las cosas que me ha hecho todos estos años. Además he tenido una mala noche ¿vale?
-Vale, Alex tranquila –Dario, ¿de verdad intenta relajarme?
-No no me quedo tranquila, tú también déjame en paz ¿no lo ves? Aléjate no quiero saber nada de ti, olvídame olvida que me conociste olvida todo lo que pasó esta noche déjame vivir tranquila, olvídalo porque desde luego es lo que yo pienso hacer –tras decir eso casi a punto de llorar salgo corriendo, no voy del todo desarmada ya que cogí el arco pero tengo algo de miedo por si esas criaturas siguen por ahí y de ser así me da igual no voy a volver.
Ya es por la mañana, y no tengo ganas de enfrentarme a lo que tenga que venir. No quiero enfrentarme a los comentarios de Elliot, ni a las suplicas de Liam por una explicación racional y mucho menos a las misteriosas miradas de Dario, solo quiero quedarme en la cama y no pensar más que en el lado bueno de todo esto, si es que logro encontrarlo claro.