aunque tu cabeza estalle
contra un barco en la dársena sud, o en el riachuelo
y vengas después con ella en la mano
-juan bautista de estos tiempos-
para bailarnos la danza del ombligo a los normales
que creemos en tu poesía
y después te alaben páginas en sepia de suplementos literarios, esos andróginos de la literatura
que piensan como esclavos y escriben como cadáveres
aunque tus hermanos franceses vaguen al azar:
uno dopado, el otro canceroso y el último más allá de los vidrios,
hermano, no te rindas
no te rindas, el poema merece ser escrito
gerardo burton, en buenos aires, hacia 1984