El creador del detective Charlie Parker
se presenta en el festival BAN! Su último libro, El
invierno del lobo, extrema la fusión de la novela negra con lo
sobrenatural y lleva implícita una crítica al modo en que Estados
Unidos trata a los más vulnerables. Esta nota fue publicada en Página 12 el 5 de agosto de 2015
Por Silvina Friera
“Pueblo chico, infierno grande.” El
atormentado detective Charlie Parker perturba la tensa calma de
Prosperous, una pequeña comunidad residencial en el estado de Maine
(Estados Unidos), cuando empieza a investigar la muerte de Jude, un
vagabundo desesperado por encontrar a su hija desaparecida en esa
comunidad donde la crueldad se ha naturalizado a través de las
creencias de una antigua secta cuyos orígenes se remontan a la
Inglaterra del siglo XVI. En El invierno del lobo (Tusquets), la
decimotercera entrega de la saga protagonizada por el emblemático
detective, John Connolly extrema la fusión de la novela negra con lo
sobrenatural, una combinación que refracta el mundo de una forma
diferente. “La ficción no tiene la obligación de ser real. No es
un espejo, es más bien un prisma”, plantea el escritor que se
presentará mañana en Buenos Aires Negra, BAN!, el Festival
Internacional de Novela Policial. “Los conservadores de derecha en
Estados Unidos me critican bastante porque me perciben como un
escritor de izquierda. Y están en lo cierto: yo soy un escritor de
izquierda, vengo de una tradición europea social-liberal. Prosperous
tiene la visión de que debe proteger a los suyos. Si en el camino
alguien pobre tiene que pagar el precio, ¿no es ésa la naturaleza
de la sociedad capitalista? Adoptar esa mentalidad es cruel porque
los más débiles ya no importan”, subraya Connolly en la
entrevista con Página/12.
–“Ser indigente es un trabajo a
jornada completa. Ya tienen un empleo, y ese empleo es la
supervivencia”, se lee en un capítulo de El invierno del lobo.
¿Escribió esto para oponerse desde la ficción a ese discurso que
afirma que el pobre no quiere trabajar y que es una carga para la
sociedad?
–Esto surgió de una discusión en
Portland. Hace mucho frío en invierno, si uno se queda en la calle,
se muere. Antes, la ciudad se aseguraba de que cada persona indigente
tuviera un lugar para dormir. En este momento el estado de Maine
tiene un gobernador muy republicano y algunos sugirieron que esa
política alentaba a los sin techo y que la ciudad debería dejar de
hacerlo. Esto implica que si algunas personas se mueren en el camino,
posiblemente otros dejarían de querer aprovecharse de la
situación... Esto es sociopatía, la ausencia de empatía; ser un
sociópata implica no tener ningún tipo de empatía, o sea que no
era sólo una discusión cínica. Es una aberración dejar de lado
nuestras obligaciones sociales. Hay muchas cosas que me interesan de
Estados Unidos, pero hay más cosas que no me gustan; es una sociedad
muy difícil para ser pobre o vulnerable. Los lectores que escriben
quejándose de mis libros dicen lo mismo: “Yo no leo una novela
policial para leer opiniones políticas o sobre la sociedad”. Lo
que quieren decir con eso es que no leen policiales que tengan
opiniones políticas y sociales con las cuales no están de acuerdo.
Esto tiene que ver con por qué la gente lee ficción. Hay muchas
razones por las cuales uno lee ficción. Tal vez el que escribe
piensa que está haciendo una gran lectura de la sociedad, pero mucha
gente agarra un policial porque es algo bueno para leer en el viaje a
Salta (risas). El policial me permite comentar con mayor sutileza los
problemas de la sociedad que una novela realista, porque uno puede
meter subrepticiamente muchas cosas más si está “entreteniendo”.