martes, 2 de marzo de 2010

"Brian Eno - Discreet Music" - Estefanía Giandinoto


Brian Eno – Discreet Music


Cuentan que Brian Eno estaba en cama cuando concibió el género Ambient. Su equipo de música tenía un sólo parlante funcionando. Las ventanas estaban completamente abiertas y el sonido de la calle se fundía con la música. Así fue como el genio combalesciente mentó un estilo de música creado para ensamblarse con las onomatopeyas de la vida diaria. Algo similar a lo que pasaba a mi alrededor frente al mostrador de Compakta la primera vez que escuché Discreet Music.

Rozando los dieciocho era una melómana experimentada y coleccionaba compulsivamente discos, biografías y merchandising de mis bandas preferidas. Me escapaba los sábados a la Galería Jardín a comprar los últimos lanzamientos con la jubilación entera de mi abuela, que ya era víctima de una senilidad galopante y premiaba a sus nietos con todos sus ingresos.

Si me quedaba por el barrio pasaba por Compakta, la disquería atendida por sus dueños que abastecía de importados, rarezas y ediciones especiales a todo Palermo. Era un local de la vieja escuela, donde uno podía preguntar por una banda y del otro lado del mostrador siempre había una respuesta complaciente y certera.

Tenían algunos empleados jóvenes que sabían bastante, se prestaban al asesoramiento y te invitaban a escuchar discos enteros conversando y revisando booklets. A mí siempre me atendía el chico hardcore con la remera de Faith No More. Quizás no tenía un gusto tan variado como el mío, pero le ponía buena voluntad a mis pedidos que no tenían demasiados puntos en común con el punk ni el skate rock que profesaba el rubiecito. Lo más probable es que él haya sido responsable de mis primeras ediciones de electrónica, incluyendo a los Chemical Brothers, Aphex Twin, Autreche y Future Sound of London.

El elenco de Compakta se completaba con los clientes. En general eran todos hombres y bastante mayores que yo (de treinta en adelante), y ya habían entrado en el Período Virtuoso. Esta es la etapa que arranca cuando uno roza la madurez musical y deja lo primitivo del rock para FMs, en busca de géneros más comprometidos como el free jazz y el rock sinfónico. Éste período también incluye un afán por el acopio de discografía de trovadores clásicos como Dylan, Johnny Cash, Nick Drake y Leonard Cohen. Estos adolescentes tardíos irrumpían pasado el horario de oficina a comprar los artículos más caros del local. Hacían los pedidos más exóticos y encargaban boxes especiales e imposibles de conseguir como “Crosby, Stills & Nash en vivo - Tokio 1971”. Eran los hombres con los que esperaba casarme unos 10 años después.

Eno entró a mi vida en esa disquería. Todavía no entiendo cómo el rubiecito eligió Discreet Music, un disco donde básicamente no pasa nada. En la vasta discografía del inglés, ésta es una sus obras más intrascendentes, comparada con Another Green World o Music for Films. Para este disco, el gran virtuoso de la experimentación había elegido el Canon 4 de Johann Pachelbel y lo había sometido a distintas modificaciones de pitch, tempo y hasta lo que serían los inicios de la técnica del mashup. El disco contaba con 3 tracks larguísimos e incidentales, ideales para ambientar una sesión de sexo tántrico, sumergirse en el Mar Muerto o dar a luz a un niño albino en la cima del Himalaya.

Pero yo escuchaba por primera vez a Eno en el hall de Compakta, lo cual era bastante incómodo por que el disco era Ambient en estado puro y se filtraba con la charla de otros clientes y el timbre de la puerta. Parada en medio del bullicio disquero, trataba de recortar lo sutil de estos sonidos de los pedidos de importados, el ring alienante del teléfono y el motor del aire acondicionado.

A pesar de las dificultades técnicas me fui a casa con un ejemplar del disco, quizás de pura snob. Seguramente el lunes le contaría a mis amigos que ese fin de semana y con tan sólo dieciocho años, había entrado en mi Etapa Virtuosa, superando con creces a todos esos grandulones que todavía deliraban con AC/DC a los treinta y pico. Finalmente el mundo sabría que no era una aficionada amateur.

En la calma de mi cuarto fue todo distinto. Con las manos recién lavadas, ubiqué el cd en la bandeja del minicomponente y apreté el preciado botón de Play. Con los primeros segundos de escucha ya estaba revisando el packaging del disco con cuidado de no doblar ni pegotear nada. Me esperaba una hora de Discreet Music; sonidos creados por Eno, para mezclar con los míos.


Autora: Estefanía Giandinoto - Talleres particulares de Fabián San Miguel
www.to-fu.com.ar

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