Mi ciudad, en la que ya no vivo, acaba de concluir su festival de cine, zinemaldia, o esa semejanza a la onomatopeya propia de aspiraciones nasales que son sus siglas SSIFF, porque todo hay que traducirlo a la lengua del imperio (San Sebastian International Film Festival) para demostrar lo catetos que somos, no como en Berlín, Cannes o Venecia, que usan sus propios idiomas. Y, como colofón de tal fiesta del cine, el ayuntamiento donostiarra ha decidido, después de muchos años de controversia, tirar el edificio que alberga uno de los cines en pie más antiguos del estado: El Bellas Artes, erigido en 1914 en pleno ensanche Goikoa.
Todo por la pasta.
Recuerdo haber ido a este cine con mis tías que nos metieron a un montón de sobrinos en un 600 y nos llevaron a ver "el libro de la selva". Era tan pequeña que lo recuerdo muy vagamente. Sí recuerdo, en cambio, haber ido a ver, poco antes de su cierre, un festival de pelis de "Mortadelo y Filemón". Poco después cerró y sirvió durante una época como local de ensayo del Orfeón Donostiarra y de la Sinfónica de Euskadi, porque es un teatro enorme.
Las Reparadoras vendieron el convento en pleno centro y ahora se llama "Convent Garden". Pfff.Pero Donostia, en esa fiebre por tener hoteles de todas las cadenas, ahora que ya casi no quedan conventos ni colegios por reformar para el negocio hostelero ya que el de Santa Teresa, las Reparadoras, las Siervas de María, la Compañía de María o la ikastola de los claretianos, Miren Bihotza (Corazón de María), han acabado vendiéndose para que pernocten los turistas, vuelven al viejo sueño olvidado de convertir el céntrico Bellas Artes en un apartahotel de lujo. Volviendo al monopoly de inmuebles de las congregaciones católicas convertibles en negocio del turisteo, hasta el señor obispo ha vendido un par de edificios de la diócesis para tales menesteres alegando falta de dinero para las iglesias de su rebaño, cosa que da mala espina, que no santa de la corona de Cristo.
Miren Bihotza, un colegio de curas en la esquina de la playa de la Zurriola. ¿Dónde ensayará ahora mi tamborrada?Cuando vuelvo por casa, sin llega a ser una turista del todo, me da pena encontrarme con una ciudad cada vez más desconocida e impersonal, hecha para el turismo de masa. Todo es escaparate. Los que viven en la ciudad cada vez lo tienen más difícil para vivir allí. Furia constructora de hoteles, pintxos de prefabricación en nave industrial de polígono. ¿Morirá de éxito la ciudad y matará a sus ciudadanos en el intento con el beneplácito del consistorio?
Gentrificación, escaparate para foráneos, y negocios en el que los locales creen ganar mucho, pero la gran tajada se la llevan esos inversores que no conocen la ciudad ni en foto. Prefieren construir para meter muchos turistas y el ayuntamiento concede, después de varias décadas el derribo del Bellas Artes.