sábado, 28 de enero de 2017

La arenga del Instituto Isidro de Arcenegui (Marchena)

http://www.lavozdemarchena.es/index.php/cartas-de-lectores/11617-profesora-del-ies-isidro-de-arcenegui-estalla-despues-de-19-anos-dedicada-a-la-docencia-estoy-harta-de-aguantar-la-mala-educacion-de-un-porcentaje-cada-vez-mas-alto-de-alumnos-del-proteccionismo-de-los-padres-y-de-los-cambios-de-normas-de-la-administracion

Quien no haya estado estos días escondido bajo tierra o en una isla desierta habrá oído hablar del discurso que Eva Romero, una profesora del Instituto Isidro de Arcenegui de Marchena (Sevilla), dirigió a sus compañeros en un claustro de profesores. A ellos iba dirigido en principio, pero gracias a un compañero que lo colgó en la red, se ha hecho famoso.

Es una pieza de oratoria espléndida, una arenga en toda regla y un ejercicio de honestidad y coherencia admirable. Aquí os dejo el texto completo.

Vayan por delante dos premisas:
 
1ª: No tengo nada en contra del Equipo directivo. Esto que voy a decir a continuación no es producto de una situación puntual que deba resolverse con una modificación del Plan de Centro ni nada parecido. Sí quiero que conste en acta.

2ª: Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar a la batalla.

¡Ya estoy harta!

Ya está bien señores, de seguir aguantando.

Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.

A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.

Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un «nini» más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en…

Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece como si entrara el viento por la ventana.

Harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros.

Harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.

Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la tableta (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo etcétera de tareas invisibles.

El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.

Y encima de todo hay que aguantar «¡Qué bien viven los maestros!» Porque para la sociedad somos unos privilegiados que «no damos un palo al agua».

Las 67 propuestas de mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más. ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad…el padre no quiere que humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia del Juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.

Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así, exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el mundo tiene derechos menos nosotros.

Enseñamos a nuestros alumnos por ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz para que el yugo nos caiga con más fuerza.

Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad...pero, si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada «por educación». Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.

A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente.


Publicado por Antonio F. Rodríguez.

viernes, 27 de enero de 2017

22 Cartas extraordinarias - María Negroni


Título: 22 Cartas extraordinarias
Autora: María Negroni
 
Páginas: 126
 
Editorial: Demipage
 
Precio: 24 euros
 
Año de edición: 2016

Este libro tiene un planteamiento tan original y curioso como su título. Puede considerarse dentro del género epistolar, aunque todo en él es pura ficción. Son 22 cartas apócrifas de otros tantos escritores de primera fila. La autora se mete en la piel de grandes autores de la literatura universal y nos regala este puñado de cartas imaginadas y de innegable valor literario.

Llama la atención poderosamente la capacidad empática de la Negroni, su habilidad para mimetizarse con una figura literaria, o al menos con la imagen que de ella tenemos, y producir un texto convincente, que parece escrito por el autor en cuestión. Tienen además estas misivas el aliciente de contener citas auténticas incrustadas, alusiones a ideas y concepciones reales del autor original y menciones a circunstancias de la vida y milagros de cada escritor.

El cóctel literario se completa con las sugerentes ilustraciones del francés Jean-François Martin, un regalo para la imaginación.

En fin, un poutpurri delicioso, que va de Mark Twain a Carlo Collodi, pasando por Lewis Caroll, Julio Verne y Johanna Spyri, amenizado con citas tan jugosas, reales o inventadas, como éstas, por ejemplo: «Nada de lo que sucede después de los 18 años importa demasiado» (J. M. Barry); «He sido infeliz, pero ¿qué hombre no lo es?» (Emilio Salgari); «Aún no logro elucidar si el poder de una mujer reside en no amar o si la libertad es mejor amigo que el amor» (Louisa M. Alcott); «En el retrete, todos somos iguales» (R. L. Stevenson).

Un libro estupendo de una autora que por la variedad de temas que toca parece una caja de sorpresas. 

María Negroni (Rosario, 1951) es una poeta, escritora y traductora argentina que ha incursionado prácticamente en todos los géneros. Se doctoró en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Columbia. Actualmente da clases en la Universidad de Nueva York y en la Universidad Nacional Tres de Febrero de la provincia de Buenos Aires, donde dirige además un taller de escritura creativa.

Ha obtenido varios premios y distinciones, entre otros, una beca Guggenheim, una beca de poesía Octavio Paz y Premio Internacional de Ensayos de la escritura siglo XXI.

María Negroni

Publicado ppr Antonio F. Rodríguez

jueves, 26 de enero de 2017

Humo - Iván Turgueniev


Título: Humo
Autor: Iván Turgueniev
 
Páginas: 201
 
Editorial: Espasa-Calpe
 
Precio: 8,95 euros
 
Año de edición: 1997

Esta novelita, publicada originalmente en 1867, sitúa la acción solo unos años antes, en 1862, para contarnos una historia de amor muy particular en el muy refinado balneario alemán de Baden-Baden, donde la élite rusa mata el tiempo mientras hace como que toma las aguas.

Allí se desarrolla una historia sobre el tema «chico ruso conoce chica rusa», que podría ser otra variante más del viejo tema salvo por un detalle: la chica es la malvada. ¿Qué pasa cuando el amor de tu vida es una bella mujer y a la vez una mala persona?¿qué ocurre cuando el ciego Cupido te hace esa jugada y además, como ella te corresponde, te ves encadenado a una egoísta de libro?

Turguénev construye una historia apasionante envuelta en un huracán romantico de pasiones, un texto rico y jugoso en detalles y matices, con una textura emocional muy trabajada, un elenco de personajes inolvidables y el empaque de una tragedia clásica.

A la vez, el autor realiza una caricatura feroz y despiadada de la decadente aristocracia rusa con generales perfumados con pachulí, damas que hablan más francés que ruso, ramos de heliótropo y atuendos tan costosos que «diez familias podrían alimentarse durante todo un año con el dinero que cuestan solo sus encajes».

Una novela tremenda, en la que los protagonistas viven un carrusel emocional, no es fácil prever el desenlace y la clase alta rusa no queda muy bien parada. Un libro muy completo, el penúltimo que escribió Turguénev, uno de los grandes. Como el hombre decía que no imaginaba sus tramas sino que iba con los ojos muy abiertos y contaba lo que veía, tenemos el aliciente de sospechar que es muy probable que se trate de una historia real.

Una novela fenomenal que hará las delicias de todo buen lector. Que la disfrutéis. 

Iván Turguénev  (Oriol, 1818-1883), novelista y dramaturgo ruso, era hijo de un coronel del ejército imperial y murió cuando Iván tenía 16 años. Después, quedó bajo la tutela de su autoritaria madre, cruel, mezquina y mandona. Quizás por eso tuvo siempre problemas con el sexo femenino y nunca llegó a casarse.

Estudió Literatura Rusa en las Universidades de Moscú y San Petersburgo, y Filosofía en la de Berlín. Allí se europeizó completamente, no hay duda de que es el escritor más europeo de entre los rusos; fué partidario de los que sostenían que Rusia tenía que avanzar mirando y aprendiendo de Occidente, frente a los eslavistas que opinaban lo contrario.

Fué amigo de Flaubert y enemigo de Tolstói, con quien estuvo 18 años sin hablarse, y de Dostoyevski, ambos eslavistas. Estuvo enamorado sin esperanza  durante años de la cantante española de ópera Paulina García de Viardot. Vivió durante largas temporadas en París y en Baden-Baden. Fué un gran admirador y seguidor de Shakespeare y, como curiosidad, hay que decir que fué él, un romántico impenitente, quien acuño la palabra «nihilista». Es otro de los grandes escritores rusos del siglo XIX.

Iván Turgueniev

Publicado por Antonio F. Rodríguez.