Zebra en la zona de Conde Duque, Madrid

Zebra en la zona de Conde Duque, Madrid

miércoles, 16 de mayo de 2007

Nuevas zebras dejan su rastro por Madrid

Esta vez Zack y Jerry disfrutaron de la gratísima compañía de C., que hizo las fotos.
Las fotos están tomadas en las calles alrededor de Conde Duque.

jueves, 19 de abril de 2007

lunes, 16 de abril de 2007

Llamamiento

Estimados trabajadores,
Me pongo en contacto con vosotros para haceros llegar este proyecto de intervención urbana que acabamos de poner en marcha.
En vista del rancio ambiente que se ha generalizado en Madrid, consecuencia realizada de la cruzada conservadora que asola el mundo, hemos decidido marcar a rodillo y pintura el asfalto de esta city.
Reflexionamos mucho acerca del peligro de la recuperación, para concluir en que sólo una huida de la estética personalista, unida a la pobreza voluntaria de materiales (como punto general de partida), podría generar la infección callejera que pretendemos.
La recuperación es simplemente un simiesco imitar gestos. No hay, sin embargo, posibilidad de reutilizar el gesto mínimo, leve o tosco: la máquina necesita barroquismo, derroche, inversión de tiempo, firma. Y no queremos dárselo.
Nuestra propuesta es hacernos con la calle de forma práctica, reclamando el derecho a pasar por donde nos dé la gana. Para ello hemos empezado a dejar la huella de La Zebra:
- En las calles de Madrid mediante pasos de cebra que pintamos donde nos apetece.
- En Internet mediante un aún raquítico blog (http://la-zebra.blogspot.com) en el que queremos hacer públicas todas las fotografías de intervenciones que nos hagan llegar (de momento sólo están las nuestras).
Queremos dar a conocer la idea, que se extienda, que la gente se divierta pintando sus propios pasos de cebra, al tiempo que ejerce su derecho a rebelarse. Y que sea mediante un gesto comedido, como los de los conspiraciones de novela de Fu Manchú.
No nos motiva nada más que protestar de la constricción de movimientos a la que nos intentan someter en todos los sentidos.
Hay también, para qué negarlo, una crítica al arte urbano actual, entendido como cantera de designers romos para la megaindustria corporativa que pretende que vivamos en diferido.
Que este mensaje sirva de invitación a la crítica o a cualquier expresión que queráis hacernos llegar.
Salud,
Zack y Jerry


CONSEJOS DE APLICACIÓN:

Para la pintura de asfalto, lo mejor es el clorocaucho: con una lata de cinco kilos rebajada con unos tres dedos de aguarrás, tenéis para unas cuantas zebras.
Las plantillas, libres. Quizá lo más recomendable sea cartón rizado, más barato y se puede comprar en rollos, con el ancho que queráis. Puede ser también acetato. Cuanto más ligero y más flexible, mejor quedará sobre el suelo. Hacéis el dibujo que os plazca, dependiendo del goce que os dé la geometría, y recortáis la plantilla con un cutter, etc.
A continuación, a la calle, al suelo y aplicad la pintura con rodillo (tened en cuenta que salpica un poco y que la pintura no se quita con facilidad). Se recomienda una pértiga.
Excepto el clorocaucho (en tiendas de pintura industrial o de casas, etc.), lo demás está en los chinos.
El coste es barato y lo merece.

jueves, 5 de abril de 2007

miércoles, 4 de abril de 2007

El camino de la zebra

Esta cebra, generosa de sus manchas, impregna aquello por lo que pasa y en la medida en que anda, sin pretender elegir su camino, lo declara y manifiesta gozosa que por allí se podía pasar y que por allí ha pasado. Al igual que la mano no pierde la mancha de pintura cuando toca otro objeto (u otra mano) sino que comparte esa mancha, la cebra no pierde jamás sus manchas mientras deambula por las calles, sino que comparte sus manchas con las demás cebras para que pasen, si quieren, por donde ella ha pasado o para animarlas a pasar por donde ellas quieran y, entonces, dejar su propio rastro como invitación a los otros, siempre a los otros, porque, quieras o no, estamos en esto juntos.

Acaso recuerda la cebra que fue antes un caballo salvaje y que sus pinturas marcaban un código para las demás cebras: se superponían sus manchas paralelas, o no tan paralelas, según artífice, y dibujaban una juguetona calzada que por no ir hacia ninguna parte no era sino una invitación a ir, a seguir yendo siempre hasta irse definitivamente.




Añora Madrid sus cebras y parece que las está llamando de vuelta.