Pero independientemente de esto, la pelea ha suscitado muchas especulaciones y es desde luego, un show mediático de grandes proporciones. La danza de los millones de dólares está en lo más alto y se dice que pierda o gane, el Canelo recibirá unos 40 millones de dólares. Se dice, no lo sé de cierto, que Mayweather se llevará unos 80 millones de dólares. Todas esas cantidades son inimaginables para muchos de nosotros, pero lo que en mi opinión es más interesante, es como Mayweather maneja a los medios. Muestra decenas de automóviles de lujo o usa escandalosos relojes carísimos. Es bocón, hablador y parece ser que minimiza las posibilidades de su rival. Busca que lo odien pero eso le traerá más gente que pague por ver la pelea. Mayweather llega con un ejército de ayudantes, todo es bombo y platillo. El Canelo, por su parte, busca un bajo perfil. Parece decirnos: a este payaso lo noquearé pronto y se acabará su fiestecita. Vamos a ver si su entrenamiento, capacidad boxística y su talento en el cuadrilátero le da la victoria.
Lo simpático es para mí cuando se encuentran en la ceremonia de pesaje, o cuando hay conferencia de prensa con ambos pugilistas, de pronto se ponen frente a frente, serios, sin pestañear siquiera. A ver quién desvía la vista primero. Eso es síntoma de debilidad y quien así actuara ya estaría perdiendo la pelea quizás.
Pero la realidad es que esto es un mero espectáculo millonario. Ya Floyd Mayweather dijo en entrevista que le cae bien el chico mexicano. Y ése es el Mayweather persona, no el personaje que se crea para que aparezcan en los medios sus excesos, su ostentación a los bienes materiales, etcétera.
A mí me hace mucha gracia cómo se quedan como impávidos, viéndose a los ojos el uno contra el otro. No es más que parte de la misma fiesta mediática que les dejará gigantescas ganancias. En realidad no importa quien gane. Probablemente haya revancha ya pactada de antemano. ¿O no?
