domingo, 20 de febrero de 2011

Si los judíos europeos no pueden vivir en Israel, entonces, quién?

Acabo de oír en la radio de las Madres, AM530, una importante entrevista al embajador palestino, Walid Muaggat, quién hizo un encendido ataque al veto de los EEUU a favor de Israel y una no menos encendida defensa del derecho del pueblo palestino a tener un estado en paz. Es imposible no coincidir con el embajador en ambas posturas legítimas. Pero cerró sus comentarios invalidando el derecho que tiene "un judío polaco" (sic) de vivir en Israel, criticando que "esa persona ni siquiera tiene la tumba de su padre allí"
y destacando que él mismo puede rastrear a sus antepasados en esas tierras hasta 850 años atrás.
Ese miserable argumento racista, tiene el mismo valor que cuando los integrantes de la Legión Patriótica se arrogaban el derecho de ser argentinos de muchas generaciones, frente a los inmigrantes judíos, a quienes acusaban de usurpadores.
El antijudaísmo siempre muestra la hilacha y, en este caso, es idéntico al antiarabismo racista que muestra el gobierno y sus votantes de la ultraderecha israelí.
En ambos lados hay gente de oro, pero poca comparada a la gente de mierda como este embajador indigno.


domingo, 19 de diciembre de 2010

Paranoicos, no: pelotudos.

Misión Milagro: una operación de ojos a cambio de adoctrinamiento : "El Gobierno de Venezuela, con la ayuda de médicos cubanos, puso en marcha a finales de 2005 un proyecto llamado Misión Milagro. Su objetivo consistía en recoger por toda América Latina a personas de bajos recursos con problemas oculares, llevarlas en avión a Caracas y operarlas allí. El problema, según se deduce de un telegrama elaborado por la embajada de Estados Unidos en México, es que los pacientes regresaban a sus países de origen con un cierto sesgo bolivariano en la mirada."

jueves, 28 de octubre de 2010

La función debe continuar


La función debe continuar.
No importa si hace frío o llueve,
si los espectadores no nos dieron sus preferencias esta noche, si rieron cuando no debían o si no lloraron tanto como esperábamos.

La función debe continuar, porque ese es nuestro trabajo:
mostrarle a la gente las ideas, las pasiones, hacerla reflexionar sobre la condición humana, conmoverla, provocarla, conseguir que salgan del teatro distintos y mejores de lo que eran cuando entraron.

La función debe continuar por encima de frustraciones y dolores. Debe continuar porque es nuestro deber de creadores militantes.

La función debe continuar, aunque es necesario que haya comenzado sin necesidad de esperanzas y proseguido sin necesidad de éxitos.
Si podemos llevarla adelante de esta manera tan despojada y austera, no seremos inmortales, pero sí eternos.

Y ese es el camino para volvernos invencibles.