Entre un desafinado coro de zureos, eres tú, la única
que parece no querer abrir sus alas.
Eres como una mancha sucia de azul en el paisaje
blanco plagado de plumas con ansias de elevarse.
Hasta las palomas se revelan y escapan de esa cuadricula
repetida en la que quieren encarcelar su presencia.
Desde este lado de la vergüenza, puedo, en esa
fotografía, ver los puntos negros de los ojos de esas palomas inquietas. De ti
no puedo columbrar nada. Solo un ropaje anacrónico y pesado que tiene más de
sayón de penitente que de vestido femenino.
¡!!Revélate de una vez!!! Mira al mundo con todo la
intensidad de tu mirada y sin el castigo de las rejas que alguien te ha
impuesto.
Mira a la vida frente a frente, dando la cara y
reniega de cualquier dios, que después de crearte se arrepiente de su obra e
intenta esconderte en una cárcel de ignominia y luto.
Escapa, de una vez por todas, de ese “guantánamo” en
el que te tienen sojuzgada por el terrible pecado de ser mujer. Rompe con la
sombría tristeza de sentirte empaquetada y dispuesta para el sacrificio, cuando
cualquier malvado te señale con el dedo.
Reniega de los hombres que escondiéndose en ese
dios misógino y vengativo, se oponen a que alguien, que no sean ellos,
puedan verte, pero no tiene trabas a la hora de meterse dentro de las sayas de
otra que no sea de su propiedad.
Son los que saben bien lapidar y mal mirar a su
conciencia. ¿Pero a que religión, que permite todo eso, te aferras? ¿Cómo
puedes rezar y obedecer a un dios que te esclaviza?
Ya sé que tú sola no puedes, que son muchos los
intereses y las oraciones que te tienen maniatada. Llevas razón.
Y te diré más. Aquí que presumimos de otra
civilización, que creemos ser el ombligo del mundo, el espejo donde mirarse
todos los demás, aquí, también existen mujeres como tú.
A ellas pretenden vendarle los ojos para que no puedan
usar su libertad. Aquí también hay maridos que antes que compañeros, son amos.
También se las lapida con la paliza disuasoria de cada semana, con el grito y
la intimidación.
Aquí hay jueces que miden la moral y los derechos de
una mujer en función de la medida de sus vestidos.
Y aquí, los que propagan la doctrina de un dios
parecido al tuyo, también las menosprecian, negándole desde la libertad hasta
la razón, amparándose en esa doctrina que no debe ser seguida, porque ni es
humana ni sabe ponerse en el lugar de quien sufre.
Habrá un día en el que desde los pulpitos de las
iglesias y los alminares de las mezquitas, se oirán oraciones y suras oreados
con nuevas palabras que hablen de libertad.
Hasta que ese día llegue, aprovéchate de ese nervioso
revoloteo de blancuras que te rodea y ¡aprende a volar!.